Capítulo 25

El domingo por la mañana las chicas se levantan temprano. Yo tengo tanta pereza que no movido ni un dedo desde que abrí mis ojos, sigo acurrucada en mi cama, ignorando al mundo.

Llegar a las tres de la madrugada, medio achispada, no ayuda y si tenemos en cuenta mis tres rounds con el Darren imaginario y mi dedo mágico... estoy muerta. Pero al final, decidí levantarme y ser productiva.

Las chicas y yo salimos un rato a correr, mi estado físico es una mierda y deben detenerse varias veces para dejar que me recupere. Regresamos a casa y planeamos un día de campo para las tres. Vamos hacia los terrenos de los abuelos de Donna, frente al lago, y en el viejo árbol nos acurrucamos.

Hablamos de las novedades en los últimos días. Donna y Mark están planeando conocer a los padres de cada uno, todo indica que la discusión conmigo los ha ayudado mucho. Taylor está aceptando a regañadientes la profesión de Cipriano y han tenido mucho sexo.

—Tú deberías comprarte un consolador. Tu vagina está tan abandonada —comenta Donna mientras tomo una galleta con queso crema.

—No te preocupes, anoche la dejé satisfecha.

Ambas chicas se detienen a medio comer y gritan emocionadas.

—¿Tuviste sexo con Connor? —exclama Taylor.

—¿Te follaste a Connor?

—No, el imbécil me rechazó.

—¿Qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿qué? —balbucea Donna

—¿En serio?

—Sí —respondo y procedo a contarles todo lo que pasó la noche anterior.

—Vaya, ese chico está colado por ti —suspira Donna.

—Es una lástima, tú estás colada por Darren así que no tiene ninguna oportunidad.

—¿Y cómo sabes que no tiene una oportunidad? Darren tiene novia, Taylor —gruñe Donna.

—Sí, pero eso no impide que Celeste babee por él.

—Yo no babeo por nadie —protesto contra la afirmación de Donna.

—Si tú lo dices —responden ambas.

—En fin —continua Taylor—. ¿A qué te refieres entonces? Si no tuviste sexo con Connor ¿Quién fue?

Levanto mi dedo mágico, las chicas lucen un poco confundidas, un segundo después lo entienden y rompen a reír cuando lo entienden.

—El Dedo Mágico —resopla Donna

—Exactamente —confirmo y le doy un beso a mi dedo haciendo reír a las chicas.

—Ahora sí le doy la razón a Donna, necesitas un consolador.

—¡Perras! No lo traten así, este dedo es realmente mágico

No voy a reconocer que mi mente y el recuerdo de Darren tuvieron una participación activa e importante.

—Si tú lo dices —Vuelven a decir, las dos, al mismo tiempo.

—Justo en este momento, ustedes son jodidamente espeluznantes.

Después de nuestro picnic regresamos a casa para hacer locha, pereza o nada. Taylor se arrastra hasta el sofá mientras Donna y yo acampamos en el suelo de la sala viendo "la cruda verdad" y nos partimos de risa.

—¿Los chicos están bien con esto? —pregunto una vez que termina la escena del restaurante y el consolador.

—¿A qué te refieres?

—Bueno Tay, hoy es domingo, son pasadas las siete y estamos aquí, viendo una película, cuando ustedes tienen sus novios. No es necesario que los alejen por mí.

—¿Estás tostada o qué? —responde Donna, luciendo exasperada.

—¿Cómo puedes pensar eso? —gruñe Tay

—Primero que todo, Celeste, tú eres nuestra amiga, te conocimos mucho antes que a ellos. Segundo eres nuestra amiga...

—Eso ya lo dijiste Donna —replico

—...Déjame terminar. Segundo que todo, eres nuestra mejor amiga, así que nuestra amistad es realmente importante. Te queremos y nos encanta estar contigo, ninguna polla puede reemplazarte y... tercero, de vez en cuando es bueno tener tiempo de chicas... no creo que hablar de dedos mágicos o pollas sea apropiado delante de los chicos.

—Ella tiene un punto ahí T. El resto es la cruda verdad —bromea Tay.

—Tontas. —Me río y les arrojo los cojines del sillón—. Las quiero, gracias.

—Sólo espero que... —advierte Tay, mirándome con el semblante muy serio—, cuando tú tengas novio, no nos abandones por él.

—Jamás... todas para una y una para todas —digo, alzando mi mano como espada.

—¿En serio T? eso es tan cliché —protesta Donna.

—No me importa. —Sacudo mi mano invitándolas a unir las suyas también. Lo hacen, y se ríen.

—Deja de hablar y veamos la película —dice Donna, arronjándonos palomitas de maíz al rostro.

Tay y yo respondemos, lanzando misiles de palomitas. Pronto la película debe ser pausada para que podamos seguir con nuestra guerra de maíz.

—Necesitamos una mascota —enuncia Tay mientras nos recostamos juntas en el sofá, después de dejar el lugar lleno de deformes blancas.

—¿Una mascota? —pregunto

—Bueno, específicamente un perro.

—¿Un perro? ¿Por qué en nombre de Dios tendríamos un perro? —chilla Donna, mirando a Tay como si acabara de perder la cabeza.

—Si tuviéramos un perro no tendríamos que recoger este desorden, él se las comería todas. Imaginen cuanto ahorraríamos si tuviéramos un perro aspiradora.

—Pues compremos una aspiradora —recomiendo, no entiendo todavía el punto de Tay en comparar la situación actual con la necesidad de tener un perro.

—No es lo mismo T. Una aspiradora debe ser manipulada por alguna de nosotras y, dado que ninguna quiere moverse, un perro sería mejor.

—¿Y quién va a sacar a la bestia a hacer sus necesidades? —Donna me mira, levanta sus manos dando a entender que no está de acuerdo con esto—. Yo no voy a sacar a ningún animal, suficiente tengo con Mark.

—Yo lo haría —respondo. En serio lo haría. Pensándolo bien, nunca he tenido una mascota. Siempre veo a los demás con sus mascotas y me parece lindo, aunque nunca había sido consciente de que realmente yo quería una—. Creo que también quiero un perro.

—Están locas. Si quieren una bola de pelos, ustedes responderán por ella. Yo no me haré cargo de nada y, espero, por todo el maíz sagrado, que no dañe mis zapatos o lo crucificaré. Pensándolo bien, no lo quiero cerca de mi habitación.

—Ni siquiera lo hemos comprado, Donna, y ya estás ordenando —refunfuña Tay.

—No creo que falte mucho para que uno de estos días me encuentre una bola peluda en casa. Se los advierto, no lo quiero en mis cosas —advierte Donna de camino al baño

—Eso fue fácil —le digo a Tay.

—Ella tampoco ha tenido una mascota —murmura Tay, muy emocionada—. Creo que está realmente emocionada por ello.

—Esperemos que así sea.

Después de la guerra de palomitas y la discusión sobre la mascota, las chicas se fueron a su cuarto para hablar con sus chicos mientras que yo me encerré en mi cuarto para mi ritual de belleza. Con cremas y tratamiento en mi cabello, rostro y piernas, me consiento y pulo mi hermoso cuerpo. Estaba retirando la crema depilatoria de mis piernas cuando Darren llamó, nos sumergimos en una sana conversación y ahora estoy contándole sobre la mascota que debemos buscar.

—...Así que mañana debo acompañar a Tay a buscar un peludito.

—Suena como un buen plan. ¿Y qué raza quieren?

—No lo sé Darren, debe ser pequeño, nuestro lugar no es muy grande. Donna no parece muy animada, pero ya sabes como es. Puede parecer que lo odia, pero en el fondo puede estar realmente emocionada.

—Espero que encuentren lo que buscan. ¿Cómo lo llamarán?

—Ni siquiera sabemos qué tipo de perro queremos, ¿cómo es que ya debemos tener el nombre?

—Los nombres son muy importantes, es como cuando esperas un bebé. Debes pensar primero en los nombres, darle una identidad.

—Es un perro no un bebé, además, el nombre debe ir de acuerdo a su personalidad. No quiero llamar Goofy a un dóberman.

—Hmm tienes razón. —Después de una pausa, aprovecho para enjuagar mis piernas. El sonido debe confundirlo, pues pregunta—: ¿Qué haces?

—Estoy en mi ritual —respondo, tratando de mantener el teléfono en mi oreja y no dejarlo caer al suelo.

—¿Ritual?

—Sep —Hago estallar la p al final—. Embelleciéndome, depilando mis piernas, nutriendo mi piel y cabello. ¿Dónde está mi crema reafirmante? —preguntó en voz alta para mí misma, olvidando que Darren está al teléfono.

—Si no lo sabes tú que estás ahí en tu cuarto menos yo. Aunque creo haberla visto en tu cajón de medias.

Voy a dicho cajón y efectivamente ahí esta

—¿Cómo lo sabias? —pregunto con sospecha.

—Digamos que tropecé con ella y la arrojé ahí.

—No sé cómo sentirme con respecto a ti espiando mis cosas.

—No creo que lo que digas sirva de algo. Ya lo vi todo... bueno, casi todo —susurra en una voz baja y ronca.

¡Dioses! Es maldita voz.

—Idiota —murmuro. Escucho un gruñido sexy de su parte, me muerdo el labio—. Pervertido. Dios, debo dejar de insultarte.

Su risa sexy retumba por el altavoz de mi celular causando estragos en mi cuerpo.

—Sé que en el fondo lo haces con la intención. Te gusta, te gusto.

La pala de cera queda a medio camino de mis piernas cuando Darren lo dice. No voy a negarlo, tiene toda la razón.

—Estás muy seguro de ti mismo. —Me recompongo y continuo con mi trabajo de depilado.

—Me he visto en un espejo, sé cómo luzco y doy fe de mi impresionante personalidad.

—Que arrogancia.

—Tú lo has dicho, es seguridad no arrogancia. Además, todavía no has negado que te gusto.

—Tampoco he dicho que sí —me apresuro a decir.

—¿Es un tal vez?

—Me gustas, pero eso no hace diferencia alguna.

—Para mí sí —musita por lo bajo. Logro escucharlo.

—¿De qué hablas? —pregunto, con el corazón acelerado.

—Nos vemos mañana conejita. Descansa.

—Darren... —llamo. Quiero saber a qué se refiere con lo que dijo, pero su despedida me corta—... descansa.

El lunes en la mañana las clases van bien, mis trabajos sacan buenas notas por lo que me siento realmente emocionada.

Por lo menos hay algo en mi vida que permanece inalterable.

En el almuerzo, Bruno, Brenda y el resto celebran cuando ven que Donna y Taylor se unen. Nos reímos y abrazamos y procedemos a enfrascamos en una conversación sobre mi fiesta de cumpleaños. Connor ha sido amable y todo sonrisas conmigo, imbécil.

Aunque ahora, viéndolo aquí en mi círculo de amigos, me doy cuenta que lo mejor fue no involucrarme con él. Podría terminar mal.

Desde ayer tengo ese pensamiento en mi cabeza, no quiero una relación estable, y no quiero perder buenas amistades por ello.

Este pensamiento es lo que me hace responder a Julián esta mañana para salir, debo aclararle que no deseo una relación. Los mensajes y las pequeñas insinuaciones sobre planes para navidad, cuando todavía estamos a inicios de octubre, me dan una clara señal de que él quiere ir muy enserio. No estoy lista para ello. El próximo miércoles que regrese le dejaré todo claro.

—Entonces está hecho. Celebraremos este sábado tu cumpleaños —dice Bruno, sacándome de mis pensamientos.

—Entonces, seremos pocos —murmuro.

—¿Estás loca? —exclama Bruno, mirándome como si estuviera loca—. Van como cien personas, he invitado a todo nuestro círculo social.

—Será tu círculo social —señala Donna—. El nuestro es sólo esto que ves aquí y no llegamos ni a las venite personas.

Las mejillas de Bruno se tornan rojas.

—Está bien B, entre más gente mejor. —Intento calmar la vergüenza de mi amigo—. Seria incomodo luchar con Tay y Donna por sus parejas de baile.

—Te amo. —Me guiña un ojo y arroja un beso.

—Lo sé B.

—Connor ¿tú a quien vas a invitar? —Miro a Tay con sospecha ante su evidente pregunta mal intencionada.

—A nadie.

—¿No estás ligando con alguien? —Presiona mi próxima ex mejor amiga—. Vamos cada uno llevará a su pareja, incluso Ian será el acompañante de Bruno.

—Estoy interesado en alguien que estará en la fiesta. Ya veremos qué pasa —En una coordinación y sincronía sorprendente, las chicas voltean su mirada hacia mí. Bruno nos observa, me mira fijamente y levanta una ceja.

Debo actualizarlo pronto, eso es lo que quiere decir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top