Capítulo 20

—Este tocino está perfecto —murmura Mark, con la boca llena

—Celeste es muy buena en la cocina. Cuando termine su licenciatura en administración va a crear su cadena de repostería... creo que engordaré.

—Tú nunca podrás verte gorda Donna, tienes la bendición de comer y no engordar, desearía ser tú —suspira Tay.

—Pero si tú eres perfecta, Tay.

—Lo sé, pero está en nuestra naturaleza envidiar y codiciar al prójimo —ríe.

—Eres tan idiota —murmuro.

Cipriano le sonríe con ternura y la besa.

—Ustedes son tan lindos juntos, incluso compartiendo grasa de tocino —murmuro.

—Eso es asqueroso —replica Donna

—Tú no digas nada, anoche no era yo quien hablaba sobre chocolate en no sé qué partes del cuerpo.

Mark se atraganta con otro pedazo de tocino y Donna devuelve su jugo.

—¡Taylorrr! Deja de escuchar mis conversaciones.

—Cierra bien tu puerta.

—¿Por qué no espías a Celeste? —pregunta Donna, un poco molesta.

—Mmm. —Tay ladea su cabeza pensándolo—. Tienes razón, no he espiado a T. —Me señala con su tenedor—. Prepárate.

—No me preocupa. Como dice mi madre "El que nada debe nada teme". —Me encojo de hombros

—Ya veremos... ya veremos.

—Así que... —Cipriano empieza a decir, pero se detiene, inseguro. Aclara su garganta y continua—. El próximo mes tengo una carrera de exhibición en la capital. ¿Quieren ir y acompañarme?

—¿En serio? —Mark luce esperanzado.

—Sí, por supuesto.

—¿Por qué me lo dices apenas hoy?

Oh. Oh, Tay no está de buen humor.

—Bella...

—No, debiste habérmelo comentado a mí primero, sabes lo que pienso sobre eso.

—Es lo que hago, lo que me gusta, lo que amo.

Tay jadea con esta última palabra de Cipriano. Cierra firmemente sus labios, le da una mirada herida a Cipri y se retira con los ojos rojos y llenos de lágrimas, hacia su cuarto.

Él trata de seguirla, lo detenemos.

—Iba a decírselo, lo juro. Tayson llamó el viernes, pero con lo que te pasó Celeste, quise esperar hasta que te recuperaras —suspira pesadamente—. Sé que tiene miedo de que me pase lo mismo que el año pasado, pero me gusta lo que hago.

—Te entendemos —dice Donna—. Déjanos hablar con ella primero.

Tay está en su cama llorando, entramos y cerramos la puerta.

—Cariño, Tay, háblanos.

Levanta su rostro de sus almohadas, sus lágrimas se derraman por su bello rostro.

—Es... solo... que... —solloza—, tengo... miedo de perderlo.

—No vas a perderlo Taylor, él sabe lo que hace, es bueno sobre una motocicleta, lo ha hecho siempre y esta vez no habrá novatos que se estrellen contra él —dice Donna, tratando de calmarla.

—No... es... sólo eso —hipa.

—Entonces ¿qué es Tay?

Se sienta en la cama, respira profundamente, tengo una idea de lo que va a decir.

Tay siempre ha creído que el mundo de Cipriano es un mundo de mujeres, alcohol y descontrol... justo lo que su padre era.

—Lo que él hace, lo que sus amigos y equipo hacen. Las mujeres... el licor, el libertinaje. Voy a perderlo. ¿Por qué estar conmigo si puede estar con cualquier chica?

—Tay...

—No T, tú no estuviste en ese hospital, la cantidad de chicas que desfilaron, buscando un pedazo de él. Incluso ahora no deja de recibir mensajes de mujeres, estando escondido aquí, con su familia y fuera de competencia desde hace más de diez meses, lo siguen llamando.

—Pero ¿él les devuelve los mensajes o llamadas? —pregunto, sentando a su lado en la cama.

—No... que yo sepa, no.

—¿Entonces Tay? Él está contigo. Ha estado detrás de ti desde siempre, te quiere, no ve a nadie más que a ti. Esas mujeres pueden estar buscándolo, pueden perseguirlo y aun así él siempre pensará y volverá a ti. Te respeta Tay y cuidará lo que ambos tienen. —Digo todo esto por que realmente lo creo. Puede que desconfíe de los hombres, pero Cipriano es la excepción para mí. Lo he visto, veo todo el amor que el siente por mi amiga.

—Pero, estará lejos, a miles de kilómetros y solo. ¿Qué pasará cuando termine una carrera? ¿Qué pasará cuando en su remolque encuentre una mujer desnuda? ¿Qué pasará cuando se arrojen a sus brazos?

—Eso no lo sé. No sé de qué manera afrontará él esas situaciones...

—Ves, es...

—No Tay, déjame terminar. —Detengo su perorata—. Lo que tú dices es cierto, suele suceder, pero sé que él te quiere, ha estado esperando por ti demasiado tiempo como para dejarlo ir por una noche con una tipa x en un sucio remolque. Sólo debes confiar en él, confía en ti. En que lo que tienen es suficiente para ambos.

—Eso es fácil de decirlo, pero... no puedo T, sabes que no puedo confiar. Los hombres... los hombres fieles sólo existen en los libros que leemos.

—Taylor, deja de comparar a todos los malditos hombres del mundo con la porquería que era tu padre. —Tay y yo jadeamos por la rudeza de Donna—. Sí, era un imbécil hijo de puta bueno para nada, que destruyó a tu madre y de paso tu confianza en los hombres. Pero, tu madre lo conoció siendo ese infeliz hijo de perra, Cipriano está lejos de serlo, años luz de ser ese patán del cual tu madre se enamoró. Es un buen chico, que ha puesto todo de sí para conquistarte.

—Mira quien lo dice, la señorita "Siempre la ven a ella, a mí no" —espeta cruelmente Tay.

—¡Eso no es de lo que estamos hablando aquí! —grita Donna

—Entonces deja de hablar de mi cuando tu rabo también es de paja, ¿Qué no eres tú la que cree que todos los hombres no pueden ver lo que eres? ¿La que siempre dice que prefieren los pechos y el trasero de tus amigas que tu cerebro? ¿La que se molestó con su mejor amiga sólo porque su novio estuvo enamorado de ella en la secundaria y nunca la invitó a salir?

Miro, totalmente perdida, entre Tay y Donna. Ambas se desafían con la mirada.

—¿De qué están hablando? —pregunto más que confundida.

—¡Maldita perra traidora, eso era un secreto entre las dos! —gruñe, Donna.

—¿Sabes de qué hablamos T? —En los labios de Tay se dibuja una sonrisa maliciosa que me pone muy incómoda.

—Cállate, Taylor —advierte Donna. Pero ella la ignora.

—Aquí nuestra señorita ruda, estuvo molesta y llorando porque Mark, sí, Mark, estuvo enamorado de ti toda la secundaría cuando a ella le gustaba. —Jadeo y miro en completo shock a Donna—. Es por eso que cuando hiciste ese show en la cafetería se molestó con él, pues él confesó que sigue creyendo que eres una mujer hermosa y aquí, nuestra amiga, ¡está malditamente celosa de ti! ¿Quieres hablar de confianza Donna? —dice Tay con malicia. Miro a Donna, que está completamente congelada en su lugar, viéndose dolida y traicionada—. Háblanos entonces de la tuya.

¿Qué en nombre de Dios?

—¿Donna? —llamo, sintiendo los fuertes latidos de mi corazón. ¿En qué momento llegamos a esto?

—Tiene razón Celeste, he estado siempre temiendo que los chicos se fijen más en ti que en mí.

—¿Qué? Pero ¿Cómo puedes decir eso Donna? Eres hermosa.

—Sé que soy bonita maldita sea, pero tú... —espeta con desagrado—, Tú siempre llamas la atención por tener las tetas y el trasero más grande, siempre que un chico se nos acercaba no dejaba de mirar lo que tú tienes. Así fue en la secundaria, mientras mi cuerpo parecía de una chica de doce años tú eras malditamente caliente, incluso Mark se fijó en ti cuando ninguna chica lograba llegar a él...

—Esto es ridículo —murmuro—. No puedo creerlo.

—Y luego vienes y haces ese show en la cafetería, demostrándole a todos que tienes bueno dotes y haciéndonos quedar en ridículo por no contar con la anatomía tuya. —Donna sigue despotricando. Haciendo que mi corazón duela

—¿No puedes creer que T? —puja Tay. Le digo a mi mente que solo están usando mecanismos de defensa para no exponerse y verse vulnerables frente a mí. Pero sus palabras y sus acciones me están lastimando.

—No puedo creer que todo este tiempo, tú —Señalo a Donna—, te sintieras así con respecto a mí y hayas sido tan poco sincera de no manifestarlo. Jamás Donna, jamás he hecho algo para que te sientas traicionada por mí. Ni siquiera recuerdo a Mark en la escuela, y tú —Señalo a Taylor—, no puedo creer que lo supieras todo el maldito tiempo y tampoco lo mencionaras. Han estado conmigo por años... ¡Malditos años! Siendo las mejores amigas y ¿de qué me entero hoy? De que han estado sintiéndose no muy a gusto conmigo y con lo que soy.

Ambas permanecen en silencio, me enojo mucho más.

—Se de tus problemas de autoestima Donna, estuve para ti en cada paso que tomaste con valentía para superarlo, pero esto. Esto es ser demasiado hipócrita. Lo que pasó en esa cafetería, jamás lo hice para humillarte a ti, ¡Por Cristo! Donna, has tenido tu cuota de chicos. Nunca he salido con ninguno al cual le muestres interés, te he respetado y te he apoyado en todo. Siempre he respetado los hombres ajenos...

Donna resopla, se ve molesta ahora. Taylor luce aliviada, ahora que el tema de conversación no es ella.

—Lo dice la chica que anda detrás de Darren, el chico con novia —gruñe con rudeza y un deje de sarcasmo.

—Oh eso es bajo hasta para ti Donna. Tú más que nadie sabes que pasa ahí. No puedo creer que me tires eso en la cara. Somos... ¡éramos amigos maldita sea! —Me corrijo

—Amigos, lo que ustedes dos hacen no es de amigos.

—¡Lo que sea! —grito. Me levanto furiosa de la cama, viendo a mis dos amigas como si no las conociera, como si fueran dos extrañas para mí.

—Chicas creo que hemos ido demasiado lejos...

—Oh ¿en serio Taylor?, tu iniciaste esto ¿recuerdas? en el momento en que me traicionaste contándole a Celeste lo que te confesé en la privacidad de mi habitación.

—No fue mi intención Donna, estaba molesta.

—Eso no te da razón alguna para haberlo hecho —digo, mostrándoles la decepción y traición que siento—. Sin embargo, lo agradezco Taylor, por primera vez, tu boca imprudente me aclara el hecho de que mis mejores amigas son unas hipócritas conmigo.

—Mira quién habla de hipocresía, señorita "sólo somos amigos".

—¿Cuál es tu maldito problema Donna?

—¡Tú eres el maldito problema! Deja de coquetear con todos los chicos que hay a tu alrededor, ya tienes las tetas del tamaño adecuado para llamar la atención, así que deja de desnudarte delante de los novios de las demás.

—¡Donna basta!

—¡Ni basta ni mierda! Taylor ZORRA Moore, no confías en nadie, pero adivina qué amiga mía... Tampoco se puede confiar en ti.

Donna sonríe cruelmente alejándose de Taylor y saliendo de su habitación. Miro a Taylor que se ve realmente impactada.

No puedo creer que Donna haya sido tan cruel para decirle eso a ella y a mí. Sí, Taylor a veces es imprudente, pero su corazón es hermoso. Duele que no me haya dicho como se sentía Donna, pero estaba respetando su decisión de no decírmelo.

Me siento traicionada, sí, pero a la vez trato de entenderla. Donna por su lado me tiene más cabreada que toro en corrida.

—T yo...

—No, Taylor. Estamos demasiado enojadas en este momento y no quiero decir cosas de las cuales deba arrepentirme después. A diferencia de Donna y de ti, yo las quie... aprecio demasiado para herirlas de esa manera.

—Lo siento.

—Te pido que por favor no te interpongas en mi camino por el momento.

—Sí, lo haré —susurra.

—Y no alejes a ese hombre, no seas tan estúpida.

Sonríe un poco, a pesar de estar molesta sigo preocupada por ella.

—Te quiero T —murmura, no respondo, salgo de su habitación.

Camino hasta la sala para tomar mi celular y mi reproductor, noto a los chicos parados ahí con las manos en sus bolsillos.

—¿Es seguro para nosotros? —pregunta Cipriano.

Me encojo de hombros. —No lo sé. Mark, lucha por ella, tiene algunas cosas que me molestan, pero le gustas como... demasiado. Y tú, mi Patch Cipriano, dale tiempo... ella. Bueno ella también te quiere —suspiro y sonrío cuando ellos lo hacen—. ¿Quién dijo que las relaciones amigos/novios son fáciles eh?

Dedo salir, no quiero estar en el mismo lugar que ellas, estoy muy enfadada. Tomo mi chaqueta, mi bolso y conduzco mi auto hasta la ciudad. A casa de mi madre.

—Cariño, es bueno verte hoy.

—Hola mami ¿Cómo te sientes hoy?

—Bien, estoy muy bien. Esta mañana hicimos algo de ejercicio suave.

—Eso me alegra. Te ves radiante.

—Gracias cariño, tú te ves un poco baja de nota. ¿Qué sucede? ¿Peleaste con tu novio?

Saludo a Ivonne que está ayudando a mi madre a arreglar el jardín. Bueno en realidad mi madre ordena e Ivonne cumple. Es afortunado que a ella también le guste la jardinería y aprecie mucho a mi madre.

—No tengo novio madre, lo sabes.

—¿Y entonces este chico con el que sales?

—Somos amigos.

—Mmm. Deberías tener un novio que te cuide cariño.

—Yo puedo cuidarme sola. —Cambio de tema para no molestarme también con ella—. ¿Cómo te fue con el doctor Hudgens?

—Muy bien cariño, ya todo está bajo control, la presión sigue estable y el dolor ha disminuido. Me han cambiado el medicamento a uno que no produzca sueño y me recomendó un poco de actividad física moderada.

—Eso está bien.

—¿Vas a decirme ahora que sucede contigo? —insiste.

Madres, siempre lo saben.

—Discutí con las chicas, fue feo mami.

—Oh cariño lo siento. Sé cuento las quieres ¿Qué causó la pelea?

Me sumerjo en la historia de lo que sucedió esta mañana, mi madre escucha y asiente, toma mi mano cuando siento ganas de llorar.

—Cariño, pronto se arreglarán. Donna, bueno sabes que ella hiere a los demás para evitar ser herida y Taylor, ella es demasiado noble para su propio bien, sólo están asustadas. Otras personas están entrando en su trío de amistad y aún no saben cómo sentirse con respecto a todos los cambios que vienen. Sólo dense tiempo. Pronto serán mucho mejor que antes.

—Gracias mami. —Beso su frente mientras observamos a Ivonne en el jardín.

Nos quedamos un rato en el balcón tomando limonada y viendo como la gente pasa, hablamos de la universidad, la casa, la cena y de Darren.

—¿Así que te gusta de verdad?

—Ay mamá, no creo saberlo. Es que no sé qué sucede con él, me siento diferente.

—¿Diferente?

—Si mami, me gusta... mucho. Es diferente a como me he sentido con otros chicos, me preocupa, lo extraño, pienso en él y a pesar de que me siento dolida... sigo deseando que vuelva. Es estúpido.

Mi madre sonríe con cariño. —Oh mi bebé, creo que te estás enamorando.

Resoplo y ruedo mis ojos. —Tonterías.

—Claro que si querida, ese chico se está metiendo en tu corazón, es una lástima que tenga novia. Pero el corazón no elige de quien enamorarse. Si él de verdad vale la pena... volverá. Sólo debes decidir si lo aceptarás de nuevo.

—Pensé que me pedirías que me alejará de él, que respetara su relación y que debería encontrar otro chico.

—Cariño, las cosas no siempre son lo que parecen. Si un hombre se enamora de otra mujer, es porque en realidad nunca amó a la primera.

—Mmm, lo que sea madre.

—Vamos a cenar cariño. Debes estar hambrienta, hoy preparé pasta con pollo.

—Hmm mi favorito.

La cena estuvo deliciosa y disfruté mucho con mi madre. Le ayudo a Ivonne a retirar los platos y acomodarlos. Limpiamos la mesa y tomamos el postre en el porche de la casa.

—Tu padre llamo ayer. Quiere verte Celeste.

Me tenso inmediatamente escucho lo que dice.

—No empieces mamá, por favor. Hemos pasado una agradable tarde, no lo arruines.

—Es tu padre

—Según mi registro de nacimiento, soy hija de María Ventura Espinosa. No hay ningún Patrick Jones a la vista.

—Celeste, deja el orgullo y el odio a un lado. Él quiere verte, está enfermo tiene...

—No me interesa madre —replico entre dientes, mi mal humor despertando —. Puede estar muriendo si es posible y aun así no iré a verlo.

—Celeste —grita mi madre—. No seas tan desagradecía e insensible. La casa y el dinero él nos lo ha dado.

—¿A cambio de qué? ¿De todas las humillaciones que recibimos? Tuvimos que mudarnos, dejar todo atrás por su culpa. Porque no tuvo los suficientes pantalones para dejar a la esposa que no amaba y darte tu lugar. Por no defendernos, protegernos y asegurarse de que nadie nos arrojaría mierda en la calle o a nuestra casa. ¿De que no hablarían de mí en la escuela y me llamarían ramera al igual que mi madre? —Tomo aire para seguir despotricando de mi donador de esperma—. Fuimos unas parias madre, fuimos humilladas y amenazadas, los chicos intentaban tocarme y dormir conmigo porque creían que era la puta del pueblo. Fui la hija bastarda de la cual todos se reían; a la que le tocó recibir mierdas día a día por simplemente haber nacido fuera del matrimonio. —Mi cuerpo vibra con la ira y los malos recuerdos—. Y tu madre, ¿Qué lograste? Ser señalada, abusada, denigrada y exiliada del lugar al que llamaste hogar, por enamorarte de un hombre que no tuvo los huevos de enfrentar a su maldita esposa y decirle que amaba a otra mujer y quería una familia con ella. ¿Acaso estuvo contigo en el hospital cuando te enfermaste? ¿Y todas aquellas veces que recaíste? ¿Estuvo ahí madre? ¡Dime!

Mi corazón se desploma al verla llorar, pero la ira que me produce el hombre que donó parte mi ADN me hace obviar el dolor que le provoco, necesito que deje de defenderlo, no lo merece, no cuando no hizo nada para protegernos de sus malditos errores.

—No llores madre, él no merece tus lágrimas.

—No lloro por él, lloro por ti cariño, estas tan llena de odia hacia él. Él te ama, te ama demasiado.

—No comprendo entonces el amor, o, mejor dicho, la forma en que ese señor dice amar.

—Señora María, cálmese por favor, recuerde su presión. —Ivonne le tiende un pañuelo a mi madre, dirigiendo una mirada de reproche hacia mí.

—Mami, lo siento —murmuro. Me arrodillo frente a ella y le limpio el rostro con el pañuelo que Ivonne había extendido—. Por favor madre, sabes que no me gusta hablar de él. No lo hagas, no me empujes. Te amo demasiado pero simplemente no lo soporto.

—Debes... aprender a perdonar... y a amar... —solloza—. Escúchalo por favor. Está enfermo. Tú... no sabes por lo que él ha tenido que pasar...

—Basta —gruño en frustración. Froto mi rostro con ambas manos—. Mamá por favor, no lo menciones frente a mí. Entiende madre. No. Quiero. Saber. Nada. Sobre ese señor.

—Oh Celeste. —Se derrumba nuevamente—. Si tan solo supieras.

Levanto mis manos para detenerla de decir algo más, beso su frente y me levanto.

—Cuídala Ivonne, por favor.

—¿Te vas? —pregunta en un susurro mi madre.

—Sí, no voy a seguir aquí haciéndote enfermar mientras tú te empeñas en hacerme enojar. Sé que tienes buenas intenciones madre, pero, así como yo respeto el que lo ames, tú respeta el que yo no, y no quiero saber nada de él.

Me alejo para regresar a mi auto, este día ha sido una total mierda. Me siento agotada física y mentalmente. Siento mi cabeza palpitar.

—Señorita Celeste —Llama Ivonne mientras me alcanza.

—Lo sé Ivonne, lo lamento. Sé que no debo estresarla.

Me observa con sus ojos grises llenos de dureza, froto mi cabeza y suspiro en derrota. Mis ojos se llenan de lágrimas al recordar el dolor de mi madre. Mi expresión parece ablandar un poco a Ivonne.

—Sabe, las pocas veces en las cuales su madre sonríe y es feliz es cuando usted o su pa... El señor Jones —Se corrige—, llama.

—¿Tú también? Mira Ivonne...

—No, escúcheme usted señorita Celeste. Sí, usted sufrió, usted lloró por lo que les hicieron antes. Pero su madre, esa mujer ama a ese hombre de una manera que me hace envidiarla, y ese pobre hombre. Pudo haber sido un cretino cuando era más joven, pero el amor que profesa cada vez que viene a ver a su madre, cada vez que la llama. Eso es verdadero amor. Todos somos seres humanos y, como tal, nos equivocamos. El verdadero trabajo es perdonar, reconocer nuestros errores e intentar enmendarlo.

—Lo entiendo... espera ¿qué?

Rebobino lo que Ivonne acaba de decir, en mi mente.

"El amor que profesa cada vez que viene a ver a su madre"

—¿Ese señor viene a ver a mi madre?

Las palabras de Ivonne y su expresión de pánico me hacen comprender que:

1. Sí, es cierto que mi padre viene a visitar a mi madre.

2. Se suponía que yo no lo supiera.

3. Algo más debe estar pasando.

—¿Ese cretino tiene el descaro de venir a verla? —chillo, sintiéndome traicionada y decepcionada—. ¿Cómo es esto posible? —susurro, completamente anonadada—. No puedo creer que mi madre le permita entrar a nuestra casa. Esto es inconcebible. Y usted Ivonne, ¿acaso no sabe perfectamente cuál es mi postura referente a ese hombre? Cristo —jadeo, sintiendo un dolor que traspasa mi corazón—. ¿Qué les pasa a todos hoy?

—Es la casa de su madre, señorita. Ella es quien decide a quién quiere dejar pasar.

—No a ese señor, jamás a ese señor ¿Cuántas veces ha venido?

Su silencio y la mirada evaluadora que me da me hace pensar que no han sido unas pocas veces.

—No es de mi incumbencia decírselo, eso es decisión de su madre y, si ella aun no le ha dicho la verdad en esta situación, es por su negativa a hablar sobre su padre. Escúchela y tal vez ella confíe en usted.

—¿Qué confíe en mí? —exclamo con furia—. ¿Qué confíe en mí? fui yo quien estuvo con ella cuando la encontré deprimida, hasta la muerte, en la sala de mí casa, con tan sólo dieciséis años. Fui yo quien empacó nuestras cosas y huyó con ella para evitarle más sufrimiento. Fui yo quien buscó al agente de bienes raíces para que me ayudará a vender y comprar otra casa. —Mis lágrimas se derraman por mi mejilla mientras continuo con la avalancha de palabras—. Fui yo quien tuvo que inscribirse en sus clases, fui yo quien la acompañó al hospital cuando se despertó con fuertes dolores en el estómago y la cabeza. Fui yo quien se trasnochaba cuidándola para luego ir a estudiar. Fui yo quien tuvo que cocinar, lavar y cuidarla mientras se recuperaba... todo lo que hice para tenerla hoy aquí, en este lugar en ese estado... todo esto lo hice yo, sola, con dieciséis años. ¿Sabes cuantas veces trataron de violarme o tocarme?, ¿sabes cuántas veces tuve que luchar para que no me lastimara? ¿Acaso a ella le importó? ¿Acaso se preguntó por qué llegaba a casa asustada y con la ropa hecha jurones? ¡¿Alguien alguna vez pensó que yo era una jodida niña que necesitaba a su madre?! —La miro, con toda mi ira, rencor y dolor surgiendo—, y usted se atreve a decirme que debo ganarme su confianza. —Camino hacia ella y murmuro frente a su cara—. Si todo lo que hice, todo lo que soporté y enfrenté, por ella, por nosotras, no es suficiente para que mi madre confíe en mí, para que me ame a mí —Golpeo mi pecho con furia—... entonces —Me encojo de hombros dándome por vencida—, no sé qué más debo hacer.

—Señorita...

—No, soy consciente de que no fui suficiente para mi padre, para que dejará a ese hombre o por lo menos para que se preocupara por cuidarme. ¿Pero esto? ¿Que mi madre lo siga eligiendo a él por encima de mí? ¿Qué prefiera esconderlo de mí? Perdonarlo como si nada, aceptarlo en esta vida que he luchado para construir por ella. —Lloro, mis lágrimas se derraman por mi rostro al sentirme traicionada por mi propia madre—. Nunca, nunca pensé que también fuera insuficiente para ella, cuando vi que se dejaba vencer por la depresión creí que no lo era nada, que yo no valía ni un intento de su parte para luchar. Pero mira lo que he hecho por ella. Como he luchado... —grito. Volteo mi rostro para ver a que mi madre se ha acercado por mi derecha. Eso era lo que pretendía Ivonne al llamarme, quería que me callara para que mi madre no me escuchara—. Creía que ahora era suficiente para ti madre, creí que... al ver lo que hice por ti, me amarías más a mí que a él. Pero estoy equivocada. Él es más importante para ti que yo. Así siempre ha sido.

—Celeste, cariño espera. Déjame explicarte.

—Aléjate de mi madre. Puedo esperar la traición de cualquier otra persona, pero la tuya. La tuya duele demasiado. Si en tu vida lo que necesitas para ser feliz es a ese hombre... —Extiendo mis brazos, mis lágrimas cayendo por mis mejillas—. Perfecto, me alejaré de ti para que seas realmente feliz. No estorbo más.

Subo a mi auto, sin mirar a atrás e intentando con todas mis fuerzas ignorar el llamado desesperado de mi madre. Duele, mi corazón duele. Pero aun así, con dolor en mi alma, con mi corazón en mil pedazos, me alejo de la persona más importante en mi vida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top