El señor Kirishima

─ ¡Maldita sea, ya dije todo lo que sé! ─ gruñó, dispuesto a mandar a todos al carajo para que lo dejaran de una buena puta vez en paz, tenía suficiente para todo el jodido día. El dolor de su cabeza era insoportable, le pulsaba y cada pulsación era mil veces peor que la anterior; esto pasaba cada vez que se enojaba en verdad por un largo tiempo. Estúpido día de mierda. 

"Tranquilízate, Kats ─ recordó aquella voz regañándolo sutilmente desde el fondo de su mente como un vago susurro. De hecho, era la única voz que podía hacerlo a parte de su madre y salir vivo para contarlo. ─ Le haces daño a tu cuerpo cuando te enojas así, puede reventarse una vena o algo. Mejor vamos a entrenar, ¿qué dices? Sé que podré aguantar hasta cuatro de tus más fuertes explosiones".

La voz se fue apagando poco a poco, recordaba bien cuando le dijo eso y por primera vez supo que había más opciones para descargar su ira que simplemente contenerla y explotar con la más mínima cosa. Fue culpa de él que quisiera ir a terapia para poder controlar sus emociones, querer ser un buen número uno sin ser odiado por sus compañeros o temido por la población en general. Kirishima, de una u otra manera, siempre sabía como tratarle cuando estaba de sus peores humos y agradecía en el silencio de su mente que no se alejara como toda la bola de extras; que no le tuviera miedo porque significaba que era un igual. Solo alguien de su nivel podría verle a los ojos, plantarse frente a él, hablarle aún cuando podía explotar en cualquier momento. 

─ ¿Puedo verlo? ─ preguntó más dócil, las palabras de pelo de mierda lo habían calmado lo suficiente. La mirada de su profesor, quien solo se limitaba a hacerlo en silencio desde su escritorio no le decía nada. Este soltó un profundo suspiro. Se le notaba cansado, de hecho, a Aizawa siempre se le notaba cansado y era odioso para él verlo en ese estado siempre. Su opinión cambio cuando peleó por ellos en el primer encuentro de Shingaraki, sin duda su profesor era digno de llamarse héroe. ─ Lucía confundido, alarmado... ─ añadió. ─ Asustado. 

No podía ocultar la evidente preocupación, era estúpido siquiera intentarlo. De no ser porque Aizawa lo ató a sus vendas y se lo llevó de forma brusca hasta los dormitorios, seguramente estaría con él intentado averiguar que mierda había pasado ya que nadie se dignada a decirle nada y encontraba eso irritantemente injusto. No tuvo de otra más que ser victima de una exhausto interrogatorio que no iba a ningún lugar y por su culo que era paciente. 

Por otro lado, la mirada de Kirishima cuando le preguntó si era él le tenía confundido, ¿qué quería decir con eso? Y sin olvidar los años extras que se cargaba. Conociéndolo y, vaya que lo conocía, el pelirrojo no era muy bueno con esas situaciones porque todo él se desbordaba, entraba en pánico y su mente se atrofiaba. Recuerda muy bien las veces que tuvo una crisis de esa naturaleza, dos de ellas fueron por su culpa ya que se había arriesgado más como el estúpido ególatra que solía ser quedando alarmantemente herido; Kirishima perdía el control y antes de perder la memoria este lloraba desconsolado suplicando que no lo dejara, que estaría bien y que no se durmiera. 

Le molestaba que bajara la guardia y solo se pusiera sobre su cuerpo para protegerlo de cualquier posible ataque, ahí supo que había una pequeñísima desventaja en su dúo: la preocupación mutua que los paralizaba. Obviamente lo regañaba cuando iba a visitarlo al hospital. No era un un tirano pero le resaltaba lo importante que era no olvidarse de él mismo porque su seguridad era importante, muy, muy importante.  

─ Ha preguntado por ti ─ dijo al fin el mayor, recargándose más en la silla. ─ Se le hizo un muestra de sangre y es Kirishima, hablé con él antes de recogerte de los dormitorios. Se encontraba en una postura recelosa y me dijo que quería verte, no estaba seguro de concederle eso pero al ver que es mutuo...   

La oficina se llenó de silencio después de ese vago cierre. Al saber eso las ganas de verlo solo aumentaron, necesitaba verlo. Por alguna razón apareció frente a él y no a algún extra que abundan por todos lados, lo que significaba algo que ablandaba su corazón con respecto a los sucesos sucedidos entre ellos días atrás. Asintió al fin, admitiendo que sí, que era mutuo y sin esperar algo más de su taciturno profesor se encaminó a la puerta. 

─ Mantengamos esto en secreto por estos días, ¿de acuerdo? Si es el kirishima que todos conocemos tendremos que averiguar quién fue el responsable y para evitar alboroto es mejor que solo tú y algunos profesores lo sepan. 

No tenía que decírselo, no era estúpido. La seguridad de su amigo era lo primordial. 

[...] 

Había pasado quizás unos veinte minutos viendo la puerta del cuarto privado de la enfermería, animándose a sí mismo a entrar. No se había detenido mucho a pensar en qué le iba a decir hasta que llegó, si bien podía actuar como si nada y evitar el tema del beso, una parte de sí le reprochaba los montones de juramentos que se había hecho la noche anterior sobre ser valiente y todas esas mierdas. 

Él quería intentarlo

Quería intentar ser claro y ver si tenía una mínima posibilidad con el pelirrojo de poder expresar uno de sus lados tan poco explorados y vulnerables, de poder crecer en el ámbito romántico. Sabía que tratándose de Kirishima, este le tendría paciencia y le ensañaría si es que este tuviera algo de terreno explorado en cuanto al noviazgo... arrugó el entrecejo pensando en lo último, prefería mil veces a que este fuera tan virgen como él que aceptar verlo en brazos de extra.

Tragó fuertemente , sacudiendo ligeramente la cabeza para olvidar el extraño monólogo que estaba empezando. Tocó solo una vez para entrar casi de inmediato, importándole poco si este le daba permiso. 

─ ¿Katsuki? ─ el tono sonaba aliviado con toques alegres. El alivio que logró captar en esa palabra fue evidente, esto solo confirmaba lo que Aizawa le había dicho. 

El estúpido cosquilleo en su estómago surgió, intentó ignorarlo manteniendo su cabeza centrada en los incidentes. A pesar de eso, no pudo ignorar esa sonrisa puntiaguda que dejaba ver el contrario, tan familiar que no necesitaba de una maldita prueba de sangre para confirmar que se trataba del verdadero pelo de mierda. Se encaminó hasta a la silla que posaba a lado de la cama para mantener cierta cercanía sin llegar a sobrepasar los límites del espacio personal; tampoco rompió el contacto visual y por un demonio que sentía unas tremendas ganas de apartarla avergonzado. Sin embargo, Bakugo Katsuki no iba a perder en algo tan trivial como una guerra de miradas que probablemente él solo se inventó.

 Se sentó tan rígido que si sus huesos hubieran crujido no le extrañaría y se mantuvo a la espera de que el contrario dijera algo porque tampoco era bueno iniciando conversaciones cuando sucesos tan delicados le estaban pisando lo pies. 

─ Me da gusto verte ─ la voz por fin se hizo presente nuevamente, haciendo eco por toda la estancia y, por muy buena que pareciera, rompió con esa tensión que habitaba en su mente. ─ Quería buscarte desde antes pero todos creían que era un villano. 

─ ¿Buscarme? ─ le cuestionó el rubio quien no entendía del todo los sucesos. ─¿Por qué? 

─ Porque confío en ti, por supuesto ─ le dijo con un tono que le señalaba que era lo más obvio del mundo. ─De todos dudaría menos de ti. 

Unas simples palabras para tener su corazón como loco y, jodida sea, que le dijera eso era como un calmante a todo. Apartó la mirada ahora sí sin poder evitarlo, mirando hacía la ventana figurando ver algo interesante.

─ Me dijeron cosas extrañas ─ volvió a hablar, capturando nuevamente su atención. ─ Cosas como que yo no tengo mi edad o que tú, bueno... todo es confuso en realidad. 

El traje que le había visto puesto no estaba presente en ningún lado, en cambio tenía una fea bata de hospital que no le favorecía en nada. A penas se había dado cuenta de eso, también se había dado cuenta de la cicatriz que surcaba entre la curvatura de su cuello demasiado grande como para ignorarla, buscó sus ojos encontrándose con una mirada intensa puesta sobre él. 

─ ¿Por qué te alterarte cuando viste a Aizawa? ─ fue lo único y más estúpido que salió de sus labios, podría haber dicho miles de cosas, preguntar lo verdaderamente importante como, por ejemplo, su estado emocional y físico pero tenía que salir la mierda más fría que pudo articular. ─ Me... preocupé. 

Se clavó las uñas en la palma al decirlo, le costó pero lo dijo y aún así no podía evitar mirar fijamente la pata de la cama implorando no ser rechazado de una buena vez. 

─ Katsuki, ¿cuántos años tienes? 

─ No me contestes con otra pregunta ─ gruñó aún sin apartar la vista del suelo. 

─ Lo haré pero necesito que me respondas primero. Si tú me lo dices tal vez crea lo que me dijeron. 

No contestó en seguida y, aunque no le gustaba ceder, lo hizo únicamente por él. ─ Tengo 17 años, casi 18. Ahora responde la maldita pregunta. 

Un suspiro profundo llegó a inundar sus oídos y el ruido de las sábanas al moverse lo alertaron. Aizawa había soltado la información de que estaba herido y necesitaba reposo mínimo de lo que quedaba del día hasta que el beso le hiciera efecto totalmente.

─ Porque Aizawa está muerto. Murió cuando yo tenía 23 años. 

[...]

─ No entiendo ─ volvió a decir. ─Jodidamente no lo hago. 

El sol ya se estaba poniendo y todo ese tiempo se la había pasado tratando de comprender qué es lo que pasaba con el relato loco de Kirishima. 

─ Estaba luchando, ¿si? ─ volvió a repetir con la paciencia que tanto lo caracterizaba. ─ Un tipo muy peligroso salió de la prisión de golfo marítimo con un quirk demasiado letal... una mutación. Yo, bueno... ─ se notaba dudoso al decir lo siguiente, no obstante el relato era creíble. De hecho, él tenía una hipótesis parecida con respecto a unos eventos que estaba investigando por cuenta propia desde las noticias que aparecían en blogs y foros anónimos. ─ Me enteré que mucha gente se inyectaba con una especie de droga para mutar las habilidades y tener más o, al menos, modificarla desde la raíz.

> Ese tipo lucía desorientado y llamaron a muchos héroes, soltaba rayos que al golpear algo sólido segrega algo morado viscoso; creí que era ácido y lo evitamos con facilidad pero luego pasó lo más confuso; parecía que eso no era del todo inerte, empezó a evaporarse bloqueando la vista. Olía horrible y era sofocante, parecía que estuviéramos un lugar termal o dentro de un géiser * que dejó fuera de combate a muchos casi de inmediato. 

Sin duda debía ser una habilidad de dos faces, una para atacar y la otra para ofensiva. Si dichas faces eran desconocidas o no fueron dadas a conocer por "seguridad", no le sorprendía que a muchos les afectara pero le enojaba la falta de información. Por alguna razón Kirishima evitaba ser más descriptivo y, sobre todo, dar nombres.  

─ Cuando estábamos a punto de dar el golpe final esa cosa viscosa me tomó por los brazos y me arrastró. Luego casi me ahogo dentro de ella, no había aire y esta hirviendo. Me temí lo pero volví a respirar y todo estaba de noche aparentemente, creí que alguien me había sacado de ahí pero me arrojaron fuego y gritaba cosas que yo no lograba codificar de todo. Fue entonces cuando te vi, ¿ahora lo entiendes?  

"Sí, lo entiendo mejor ─ pensó, recargándose en sus rodillas. ─ ¿Dónde estaba yo, por qué no me lo dices? Es lo que jodidamente no entiendo". 

─ Tal vez es algo muy pesado de asimilar, yo aún tengo revuelto el estómago al saber que estoy en un lugar que no es mi línea temporal ─ dijo el contrario tal vez para consolarlo y lo dejó hacerlo, en parte porque necesitaba ese estúpido estimulo. ─ No quería creerlo pero si viene de ti debo creer... Debido a ese cambio tan brusco y confuso supuse que eras tú, por eso quise seguirte cuando Aizawa te llevó. Pensé que estabas ahí y que ahora ambos estábamos en peligro.  

Y ahí estaba la pequeña brecha para poder preguntarlo que que realmente quería y la iba a aprovechar, claro que sí. Esperó por un momento para cerciorarse de no interrumpirlo pero cuando el silencio se prolongó abrió la boca dispuesto a obtener lo que quería. 

─ ¿Yo también estaba en la pelea? ─ fue directo como siempre, estaba a punto de recargarse en el respaldo de la maldita silla incómoda con brazos cruzados cuando un recuerdo sumamente importante, ahora que tenía más piezas de ese rompecabezas, tenía lógica. ─Recuerdo que dijiste que estaba en casa o una mierda así. 

> Contéstame Kirishima ─ exigió ante el silencio. Las dos miradas comenzaron, ahora sí, una pelea para ver quien era la ganadora. 

 ─ Donde está... ¿mi otro yo? ─otra vez estaba utilizando el recurso de preguntar a modo de evasión y por una mierda que lo iba a dejar. 

Exhaló furiosamente, endureciendo su mirada, tensando la mandíbula y chasqueando la lengua. No importaba si ese tipo le ganaba con bastantes años, no le intimidaba y mucho menos podía verle la cara de pendejo. 

─ ¿No vas a hablar? Entonces he de suponer que toda esa mierda que me has dicho que confías en mí ciegamente es una mentira y quizás todo lo que me has dicho también, ¿no?

La sorpresa no tardo en llegar en esos ojos almendrados y rápidamente sus manos se movieron enseñando sus palmas con dedos extendidos y moviéndolas en sinónimo de negación. "Eres un horrible manipulador ─ pensó fugazmente. ─ Aunque Kirishima siempre ha sido relativamente fácil si lo hago yo".

─ Juro que todo lo que te he dicho es verdad. Todo, Katsuki. Todo. ─ el menor ni se inmutó, dispuesto a mantenerse en esa postura desconfiada y resentida. ─ Sé que debes tener muchas preguntas pero antes de responderte necesito hablar con él si es posible, ¿bien? Y tampoco es que no pueda hablarlo contigo porque podría, sí, pero sería complicado, y podría arruinarlo y no quiero hacerlo-  

─ Por el carajo, no balbucees  ─ le interrumpió rompiendo al fin la postura de hielo e indiferencia. ─ Más te vale solo dilo y ya porque él no está aquí, se fue a una misión y volverá dentro de unos días. 

Y mientras tanto él se quedaba ahí, martirizándose sobre la estupidez que cometió. Siempre trataba de mantener un porte sombrío ante todos pero no con Kirishima, involuntariamente siempre bajaba la guardia mostrando todo y, quizás por eso, el mayor supo que algo iba mal. 

─ Ustedes dos están... ¿peleados? ─preguntó con algo de timidez. 

─ No lo sé ─dijo. ─ Tal vez pero no sé lo que siente. 

No saber con certeza si se encontraba molesto, decepcionado, herido o una cosas así era decepcionante para él y le complicaba mucho pensar en las palabras exactas para decir todo lo que sentía. De pronto una idea surgió en su mente: este Kirishima podía ayudarle. No había nadie mejor en el mundo para hacerlo y por eso se animó a liberar un poco su atormentado corazón. 

Sin embargo, no se detuvo muy bien a pensarlo. 

─ Cometí un error ─empezó de golpe. ─ Yo pensé que si buscaba a alguien más no arruinaría nuestra amistad, por eso se me ocurrió que si besaba a alguien más podría saber con más exc- 

─ ¡¿Qué?! ─ el pelirrojo se erizó alarmado, mirando con ojos desorbitados al contrario. ─ ¿Besaste a alguien más? Per-, ¿qué carajos, Katsuki? entonces tú... nosotros. Yo. Digo. No entiendo... ¿por qué lo hiciste?  

Bakugo, un poco anonado por la reacción, se congeló y no tardó mucho para que su corazón se apretujara como esponja al volver a ver esa mirada tan herida, decepcionada y rota. Rebobinó sus palabras y comprendió que había cometido el mismo error, quizás en un grado menor, con la misma persona. Ahora este kirishima creía que había besado a alguien cuando realmente solo deseaba besar una sola boca. 

Era increíble como una simple mirada pudiera dolerle tanto dos veces. 

Reaccionó cuando el pelirrojo apartó la mirada lentamente, se levantó de su silla y aterrizó en la cama para poder tener la conversación más franca y a corazón abierto que nunca ha tenido. Su cuerpo sudaba frío y su cabeza se sentía caliente y demasiado pesada, tragó duro buscando esa mirada que le rehuía. 

─ Por eso quería hablar con el otro Kirishima ─ murmuró. ─ Así que besaste a otro hombre... 

"¿Es un reproche a caso?" Bakugo no estaba seguro pero a pesar de eso decidió contestar. 

─ No lo besé. No pude porque yo solo quiero besar a alguien que ni puta idea sé si me corresponde de alguna manera. Mierda ─ maldijo ante lo frágil que se sintió. Habló de más, nuevamente; pero no había reversa, solo hacia delante. Por lo tanto, continúo hablando. ─  Solo quería saber si yo tenía más opciones que arruinar lo que tengo con el pelo de mierda. 

Nuevamente otro silencio. Un maldito silencio. Jodido silencio. Puto silencio. 

─ ¿Por que no dices nada? ─ cuestionó enfadado, era obvio que el pelirrojo le había entendido y que solo mantuviera la boca cerrada le sacaba de quicio y le ponía nervioso, miserablemente nervioso. ─ ... Ya entiendo. 

Escupió roñoso, su mente quién no había parado de pensar en esos segundos había comprendido lo que realmente pasaba. Soltó una sonrisa triste y burlona, viendo las marcas que sus uñas le habían echo a su palma mientras negaba lentamente con la cabeza. 

─ No hay una oportunidad, ¿cierto? ─ susurró. ─ Tú eres del puto futuro, por su puesto que lo sabes. Seguramente por eso no me quieres decir cosas sobre mí porque ni siquiera he de tener tu amistad para ese entonces... Así que la cagué. 

"No, aún no lo hemos hecho ─ se consoló. ─ Aún no le he dicho nada".

Se levantó de un brincó dispuesto a desaparecer, no tenía planeado volver a verlo. Sabía que los profesores se encargaría, mientras volviera a su tiempo él podría cambiar ese futuro si es que podía romper con alguna ley física. 

─ No te vayas ─ pidió el pelirrojo. ─ Tus malos hábitos nunca cambian, siempre te he dicho que es malo sacar las conclusiones por ti mismo. Si realmente quieres saber todo quédate, creo que esto era lo que quería evitar pero, si no digo lo que creo que debo decir, entonces este Kirishima será el sujeto más infeliz del mundo. 

Bakugo no se atrevió a verlo, menos moverse. En ese momento se debatía si debía quitarse el agarre en su muñeca y largarse a llorar como el jodido maricón rechazado que era, sin embargo las siguientes palabras le doblegaron: "por favor, Suki, escúchame". Y no se trataba por el ridículo apodo meloso sino por el nítido cariño que se sentía cuando lo pronunciaba. 

Cayó nuevamente sobre el colchón, abatido con el cuerpo doliéndole como si miles de agujas se le clavaran en cada milímetro de su piel. 

─ Tómalo ─ le dijo el pelirrojo, tendiendo su anillo de bodas. 

El rubio vio de reojo la alhaja y vio con un profundo enojo al mayor, ¿a caso quería burlarse de sus sentimientos? Iba a mandarlo a la mierda, la sabía. Su ira estaba por desbordarse cuando vio algo que le llamó su atención, no quería tomar dicha pieza porque le quemaba calaba hasta los huesos solo verla y ni hablar de lo que sentiría al tomarla. El estúpido de Kirishima le presumía la pieza que representaba una de las más grandes y serias promesas que podría hacerle a alguien. 

─ No quiero ─ gruñó. ─ ¿Es todo lo que querías presumir?, ¿Qué estás casado? Vale, déjame adivinar, es con la jodida alíen, ¿no? Tu señora Kirishima ¿Y qué quieres que diga, tal vez un: estoy miserablemente feliz por ti? Vete a la mierda tú y tu jodido anillo de bodas. ¡Déjame ir, maldito! ¡Ya no me toques! ─ Gritó al no poder deshacerse de su molesto agarre. ─ Ya me dijiste que no, nunca tuve una oportunidad. Ya, basta, no permitiré que te burles de mí.  

─ Haces todo tan difícil, ¡solo velo! Ve las iniciales, en él hay una K y una E. Katsuki y Eijirou, por los dioses, ¡tú eres mi esposo! Soy tu esposo. 

Dejó de forcejear y se atrevió a mirarle directo a los ojos buscando un mínimo rastro de mentira en ellos. Nada, no había nada de esa naturaleza en ellos. El aire que presionaba sus pulmones cedió ante el impacto así como cualquier emoción negativa. 

─ ¿Qué dices, pelo de mierda? 

  ─ Digo que este anillo representa mi compromiso hacia ti, no sé nada de besar a otro chico porque eso nunca pasó, no con mi Katsuki al menos; pero sí sé que yo jamás he tenido un interés por Mina. Nadie está burlándose de ti, seguramente este Kirishima esté tan enamorado de ti como lo estuve yo en toda la época de estudiante. 

> Katsuki, tú eres mi señor Kirishima, ¿lo entiendes?

"Santa mierda". esto era más de lo que una vez pudo anhelar.   
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