Torneos

Ese día se sentía muy tranquilo, había dormido la mejor sienta hasta ahora y tenía tantas energías; se levantó con un ánimo totalmente positivo por lo que decidió que no se quedaría en el hospital sin hacer nada; cabe resaltar que igualmente  había algo especial a lo que debía asistir. Se despidió de su hermana cuando vió que Rou llegaba, se dirigió a su casa para tomar una buena ducha y prepararse para ver a su mejor amigo en su torneo, a pesar de que en su interior tenía algo de miedo a salir fue opacado por el pensamiento de que Drole querría que fuera a apoyarlo. Sin duda debía estar en primera fila solo por él.

Cuando se alistaba para salir su vista se clavó en un objeto en particular, una foto de él y Drole de niños, se acercó para verla bien; ese día habían ido de excursión a un parque de diversiones con la escuela, recordaba como apenas lo dejaban subir a juegos por su estatura, en cambio a su amigo ni le pedían que llevará a un tutor. Lo mejor de todo era que si no podía subir su amigo lo acompañaba a buscar algo más que hacer para no dejarlo solo.
En la casa del terror si que pasaron un buen rato, Gloxinia se asustaba con algunas cosas pero eso no impidió que su  curiosidad se activada y terminarán perdidos por esa gran construcción, cuando lograban volver al camino correcto de nuevo se distraía con algo que llamaba mucho su atención, eso hasta que Drole decidió cargarlo para que ya no se fuera y al fin pudieron salir.

Esos eran buenos tiempos, dónde no se preocupaban mucho por sentimientos o su imagen en si, sino que simplemente eran ellos dos. Una sonrisa se dibujo en su rostro para después salir de su hogar, Drole lo necesitaba y ahí estaría.
Llegó a un reconocido gimnasio dónde busco a alguno a su amigo con la mirada hasta que al fin logró encontrarlo así que se dirigió con sigilo hacía él, con ayuda de alguien del equipo de boxeo se subió a los hombros de Drole y le tapó sus ojos.

–¿Qué rayos?– Gloxinia trataba de contener su risita para no ser reconocido aunque no ayudó mucho la verdad siendo que ya sabía de quién se trataba– ¿Mosca, eres tú?– sonrió sabiendo que en esos momentos su amigo debiste estar reprimiendo las ganas de carcajearse, con sus manos logro agarrar al contrario por la cintura para luego de forma hábil sacarlo de sus hombros y estarlo cargando frente a él– Vaya vaya, parece que atrapé a una mariposa muy extraña, ¿Qué haces aquí eh?–

–Siempre eres así Drole, a la próxima me voy a adherir a ti como una sanguijuela; además, ¿Qué más iba a estar haciendo aquí tonto? Vine a apoyarte, hoy me desperté con ganas de ver cómo le das una paliza a alguien– su amigo levantó una ceja y él se le quedó mirando– ¿Qué? Es verdad, estoy de maravilla, ayer dormí perfectamente. Quizá sea porque eres lo suficientemente aburrido para que me desmaye.– bromeó el chico pero la mirada severa del otro no se desvanecía–Mira, estos días me has ayudado y apoyado tanto; estuviste para mí más que nadie, por eso quise venir, para estar a tu lado en este momento tan valioso. Por hoy pondré mi mejor sonrisa, ¿Okey? Además, no me vas a poder sacar aunque quieras– su mirada era algo picada pero se notaba al mismo tiempo felicidad y sinceridad en cada palabra, eso fue suficiente para que al más alto se le acelerada el corazon

–¿Gloxinia? ¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando.– Los dos voltearon a verlo, era Zeldris y detrás de él estaban él resto de sus amigos.

–Oh Zeldris, ¿Qué tal han estado? La verdad hoy no tenía ganas de estar en esa habitación toda blanca y mejor vine a ver a Drole a su gran torneo, no me lo perdería por nada del mundo– esa sonrisa tan amable hizo que las preocupaciones se disiparán casi por completo– Drole, ¿Me puedes bajar por favor? Debes prepararte.

–Tienes razón, nos vemos después de la pelea, ¿Sí?– con cuidado bajo a su amigo para luego dirigirse a los vestuarios.

Los demás se sentaron en la primera grada teniendo gran vista del ring, preparados con snacks y carteles de apoyo a su amigo esperaban con ansias el inicio de las peleas. Analizando a a los participantes todos parecían ser bastante fuertes aunque dudaban que lograrán vencer a Drole, para matar el tiempo comenzaron a aportar para ver quién caía primero.

–Yo digo que el alto del final, si va contra los de la escuela no tiene mucha oportunidad.– dijo Melascula con confianza.

–Buen punto pero me parece que el que está sentado en las gradas con cara de no quiero estar aquí es el perdedor.– indicó Fraudrin

–Para mí el que está frente a la multitud de chicas, muchas veces se dejan llevar por la atención que pierden sin que se den cuenta.– el de cabellos rojizos señaló a un participante que volvía loca a varias chicas.

–Me recuerda a alguien eso...– dijo de forma burlona Estarosaa

–Ja, que estúpido debió haber sido.– Galand le dió un sorbo a su cerveza sin entender bien el sentido de la oración

–Tú lo dijiste, no yo.– Gloxinia casi escupe su bebida ante lo dicho, por el más alto.

– ¿Gloxinia? Hola, ¿Cómo estás?– la novia de Drole estaba cerca de él, había olvidado que vendría, no sabía cómo pero se le pasó ese dato.

– Ay, Hola Blanca, que gusto verte. He estado mejor, gracias– su sonrisa era lo más sincera que pudo–

Fue entonces que las batallas daban inicio, todos tomaron sus lugares y ansiaban ver quién era el que se llevaría la victoria. El primero en caer fue aquel que se encontraba rodeado de chicas, Gloxinia agradeció su suerte para esa apuesta; para sorpresa de todos al que había señalado Fraudrin era uno de los finalistas junto con Drole claramente. Los puños de ese joven estaban llenos de irá que descargaba en cada oponente dejándolo en el suelo en pocos instantes.
Cuando inició la final todos estaban emocionados por ver cómo se desarrollaba y no era para menos, las técnicas de ambos eran formidables pero muy distintas; la campana sonó, los nervios se sentían en el ambiente y los golpes no se hicieron esperar. La sangre manchaba la cara de ambos, los moretones iban decorando sus cuerpos, el sudor los cubría pero para ellos eso no existía solamente estaba su oponente y la victoria para pasar a la siguiente categoría; ninguno de los dos desistía a pesar de lo doloroso que era, todos los gritos de los entusiasmados inundaba el lugar. Las campanadas hacían notar cerca el final del encuentro pero era incierto el resultado, nadie iba a rendirse sin dar la pelea de su vida.

En un momento Drole cayó, el contrario aplicaba una llave, todos estaban tensos esperando que se librará pero los segundos pasaban y no cambiaba la situación hasta que de último instante con todas sus fuerzas levantó al contrincante para estamparlo contra el suelo, depositando todo su peso.

–¡Vamos Drole, enséñale quien es el Rey!– dijo Gloxinia entusiasmado.

–¡Tú puedes amor, dale con todo!– Blanca se le había unido a las porras que se hacían más fuertes y llegó el momento en dónde el combate finalizó quedando como vencedor Drole.
Los dos se estrecharon las manos, sus rostros eran de satisfacción por la gran pelea que  vivieron esa tarde.

–¿¡Sabes lo genial que te viste Drole!?– todos iban a un restaurante cercano para celebrar la victoria de su amigo.

–Sabía que ibas a ganar amor, fuiste asombroso– la pareja de tomaba de las manos con grandes sonrisas en sus rostros, los demás les echaban burla hasta llegar al restaurante.

Pidieron gran cantidad de comida acompañado de un poco de alcohol para animar más el ambiente, todos disfrutaban la compañía de los otros, Gloxinia sonreía de la calidad que le brindaban sus compañeros. En algún momento de la noche Estarossa se acercó a él con una rebanada de Pay de frutas y se sentó a su lado.

– Me han dicho que los postres de aquí son muy buenos, así que si me lo podrías confirmar estaría muy feliz– los ojos del más bajo se iluminaron al ver tal delicia frente a él.

–Wow Estarossa, se ve muy bueno. Y será un honor darte mi opinión como crítico profesional– con un bocado ya sentía su paladar en el mismo cielo.– Definitivamente es mi nuevo postre favorito.

– Entonces te robaré un bocado– la expresión de Estarossa le daba algo de gracia a Gloxinia, ¿Así se había visto él al probarla?– Tienes muy buenos gustos. Oh casi se me olvida, nosotros te llevaremos a tu casa.

– Muchas Gracias, si que tengo buenos amigos.– dijo algo gramático.

Al momento de despedirse de todos y luego del recorrido para llegar a su destino les agradeció el gran día que había pasado con ellos.

– Cuando quieras puedes venir a nuestra casa y hornear algo Gloxinia– le dijo el mayor con una sonrisa– O puedes ser mi asistente, cualquiera está bien para mí.

– Espero que cocines igual de bien que el restaurante– los dos se vieron por unos momentos antes de partir, una pequeña chispa se había encendido en el de cabellos grises.

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