En mi vida solo he cometido tres errores:

El primero  fue  pegarle a aquel odioso niño de primaria. Un tal Kevin. Pero es que ese niño se había metido conmigo por ser mujer, por aquel entonces niña. Y me acusó de llorica. Y nadie me llama llorica.

Terminó en el hospital con un brazo roto y el labio sangrando. Tuvieron que darle cinco puntos. No me importó. Ahora se me da mejor controlar mis ataques de ira. Pero no prometo nada.

El segundo fue probar. Probar. Probar todo. Las drogas, el alcohol, el tabaco. Poco a poco, durante un periodo de dos largos años, conseguí dejarlo.

Pero aún cuando por cualquier circunstancia me propongo recordar mi pasado, mi mundo se desmorona y vuelvo a recurrir a ellas por un indefinido periodo de tiempo.

Y el tercero, mi amor, fue enamorarme de ti. Porque yo, aún sabiendo que era imposible, conseguí que el corazón venciera a la mente. Porque a pesar de saber que en el mundo racista, machista y homófobo en el que vivimos, eso era imposible, lo intenté.

Pero aún así, yo me permití amarte. Y cariño, la única vez que me arrepentí de eso fue en el momento en el que mis ojos observaron la bala que, a cámara lenta, atravesaba tu pecho, cuando lo único que hacíamos era caminar agarradas de la mano. Porque en el mundo homófobo en el que vivimos, eso es imposible.

Yo no se si conseguirás leer esto, pero solo quiero que sepas tres cosas.

La primera, que nunca lloré tanto en mi vida.

La segunda, que depositaré esta carta en tu tumba para que desaparezca contigo.

Y la tercera, mi vida, que nunca dejé de amarte.

                                                                                                                                                     Te quiero  

Y lo que tu no sabes, cielo,  es que te observé mientras, entre lagrimas, escribías esas lineas que yo acabo de leer y que, mientras lloras frente mi tumba, mi alma te observa, seguramente mucho más triste que tú por dejarte.

Porque yo también te quiero, mi amor.

   - Fueron las últimas palabras que dije, mientras, con una última lagrima silenciosa que se deslizaba por mi rostro, desaparecí de este mundo para siempre.

FIN