Ojala nunca tengas que dejar a alguien, cuando lo quieres con toda tu alma.

La luz del crepúsculo se filtraba por la ventana, tiñendo la habitación con tonos suaves de naranja y rosa.

Estaba en el amplio penthouse de mi profesor Anh, compartiendo la cama en medio de esa atmósfera íntima y serena. Sus brazos rodeaban mi cintura mientras me aferraba a su cálido cuerpo.

—Jimin, quédate. No quiero que te vayas. —Dijo con un tono cálido y apacible.

Sus palabras resonaron en mi mente, y aunque su invitación era tentadora, algo en mí se resistía. Me aparté ligeramente de su abrazo y lo miré a los ojos.

—Anh, sabes que aprecio cada momento que compartimos, pero no creo que sea lo correcto quedarme aquí. Aún no estamos en ese punto. Respondí con sinceridad, recordando que aún no somos una pareja oficial.

La habitación era lujosa y elegante, como todo el penthouse. Las cortinas ondulaban suavemente con la brisa que entraba por la ventana entreabierta. Una tenue luz iluminaba el espacio, revelando muebles de diseño impecable y detalles que hablaban de buen gusto y refinamiento de mi profesor.

Anh suspiró respetando mi decisión. —Entiendo. No quiero presionarte. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin importar qué elijas.

Le sonreí con gratitud, sintiendo la sinceridad en sus palabras. —Sé que estás ahí para mí, Profesor Anh. Pero también quiero ser honesto contigo y conmigo mismo. —Respondí tratando de no volver a equivocarme o lastimarme.

Me puse de pie y ajusté mi ropa, Anh me miró con una mezcla de comprensión y aprecio. —Siempre eres bienvenido aquí. No importa cuál sea tu decisión, mi puerta estará abierta para ti. —Susurro con calma.

Asentí y le dediqué una última sonrisa antes de dirigirme hacia la puerta.

Caminé por el pasillo con emociones en conflicto, sintiendo que estaba tomando la decisión correcta al establecer límites y ser honesto con mis sentimientos.

La luz del pasillo iluminaba mi camino mientras me alejaba de la habitación. Sabía que mi relación con Anh era especial y complicada, pero estaba decidido a navegar por ella con sinceridad y respeto.

Con cada paso que daba, sentía que estaba encontrando el equilibrio entre lo que quería y lo que necesitaba.

Mi primer día como residente de cirugía general estaba lleno de emociones encontradas.

Me sentía emocionado al ver que mi uniforme había cambiado, marcando el fin de mi etapa como interno y el inicio como residente y graduado con honores.

La guardia de 36 horas había sido agotadora, con pacientes que no parecían cesar,

Y entonces, de repente, resonó por todo el hospital la frase que me hizo detenerme en seco: "código azul".

Una emergencia estaba a punto de llegar y necesitarían a todo el personal disponible. Dirigí mis pasos a toda prisa hacia la sala de urgencias, pero antes de que pudiera llegar demasiado lejos, el profesor Ahn, titular en cirugía de trauma y mi amante secreto tomó mi brazo y me aseguró de que le seguiría.

Parecía que había un herido grave.

La tensión creció en el aire cuando escuché al profesor pronunciar el nombre del paciente. —Herido de bala en el pulmón izquierdo, Min YoonGi, 30 años.

La mención de su nombre me golpeó como un torbellino.

YoonGi, mi ex amor, estaba a punto de llegar a la sala de urgencias. Un torbellino de emociones invadió mi cuerpo. No lo quería cerca, pero al mismo tiempo, no quería que muriera y quería quedarme a su lado hasta saber que estaba fuera de peligro.

—Doctor Park, prepare el quirófano el paciente ya esta aquí. —Escuche al profesor, pero parecía no reaccionar.

Lo escuchaba pero no lo entendía.

Me di media vuelta intentando ir al quirófano, pero su camilla pasó a toda prisa frente a mi.

—Necesitamos la autorización de un familiar. —Pidió la enfermera mientras sostenía la carpeta con datos del paciente.

Y entonces, el impacto: Los papeles ya estaban llenados con mi nombre. Era yo quien estaba registrado como el familiar.

Esa realidad me golpeó como una ola, y mi corazón latía con una mezcla de negación y dolor.

El teléfono sonó insistente, llamada tras llamada, y yo me negaba a contestar.

Contestar significaba enfrentar la verdad, aceptar que el hombre que amé en algún momento estaba luchando por su vida y yo tenía el poder de decidir.

Camine hacia la habitación mientras mi celular seguía vibrando. Hasta que finalmente, con las manos temblorosas, contesté. —Diga.

—Min Jimin habla el hospital universitario de Hankuk. Necesitamos su aprobación para la operación de su esposo. —Dijo el médico al otro lado de la línea. Su voz era seria y urgente.

La voz de mi profesor era quien salvaría la vida de Min.

—Háganlo. —Respondí casi sin aliento, mis ojos fijos en la puerta que me separaba de los médicos.

El médico asintió, aunque sabía que no podía verme. —Necesitamos su firma. ¿Dónde puedo encontrarlo?

Respiré hondo, tratando de mantener la compostura frente al médico. —Abriré la puerta en un momento. —Respondí con voz firme.

Con manos temblorosas, abrí la puerta y me encontré con la silueta de Min YoonGi, su rostro pálido y su cuerpo empapado de sangre.

Cuando colgué el teléfono, sentí que todo mi cuerpo temblaba.

YoonGi estaba allí, en una camilla, luchando por su vida. A pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, mi corazón todavía latía con la preocupación por su bienestar. Y mientras me acercaba para firmar los papeles que autorizaban la cirugía, supe que estaba enfrentando una de las situaciones más difíciles de mi vida.

Era una encrucijada de emociones, pero en ese momento, lo único que me importaba era que YoonGi sobreviviera.

—¿Esposo? —Preguntó el profesor mientras intentaba detener el sangrado. —No puede estar en la cirugía doctor Park. —Murmuró saliendo de la habitación mientras arrastraba la camilla de Min YoonGi. Su paciente.

La cirugía llevaba 3 horas cuando Kim TaeHyung el verdadero esposo de YoonGi apareció, con lágrimas en los ojos.

—Necesitamos otro par de firmas para la transfusión de sangre. —Sonrió la enfermera.

—Lo siento, su esposo esta por allá. —Conteste señalando a Taehyung.

—Los registros dicen que usted es el esposo.