15. TRAICIÓN

Dani estaba triste y enojado, era jueves y llevaba casi cuatro días sin salir de la casa más que para ir al colegio. No quería ver a nadie, ni siquiera a Panambí, porque aunque la necesitaba y quería contarle lo que en su vida había sucedido aquel fatídico lunes pasado, no podía seguir ocultándole la verdad de lo que hizo en esa fiesta y la noche cuando Carli vino a buscarle.

Aquel día, su mamá le llamó para que viniera temprano a conversar. Eso era raro pero Daniel pensó que ella y Paulo al fin se iban a casar, y por eso tanta parsimonia. Eso hubiera sido una hermosa noticia, no como la que al final le dieron.

Paulo había conseguido un puesto de Gerente General en una empresa y luego de mucho pensarlo iba a aceptar el puesto. Al principio a Dani le pareció genial y no entendió por qué lo llamaban a una reunión «familiar» para decirle eso. El problema estaba que la empresa quedaba en Brasil, en San Pablo, y su madre había aceptado mudarse allá porque pensaba que era una oportunidad importante para Paulo.

—Vos sabés Dani, esta clase de oportunidades no se dan muchas veces en la vida. Le van a pagar mucho y nos van a poner todo, casa, auto, universidad para vos. No podemos desaprovechar algo así —dijo Alicia tratando de hacer entender a Daniel de que era la mejor opción al ver que él se quedaba mudo de asombro.

—No, pero yo no me quiero ir, ya me mudé una vez, dejé todo y a todos y empecé de cero acá. Lo hice por vos mamá, porque pensé que era lo mejor para vos. Pero ahora es distinto, yo termino el colegio y quiero quedarme acá, váyanse ustedes.

—No Dani, eso no es negociable. Yo tampoco tengo mucho que hacer acá, estoy atascada, estoy deprimida, no logré nada de lo que me propuse, sigo siendo una simple secretaria... Voy a ir a estudiar allá y a buscar otras oportunidades.

—Y hacelo, pero yo no voy a ir —dijo él tajante mientras pensaba en una sola cosa, dejar a Panambí no era una opción.

—No entendés, no te estoy dando la opción, sos menor de edad aún y hay cosas que no entendés. No podés dejar la oportunidad de estudiar en Brasil, vas a tener mucho más futuro con un título de allá.

—No, ¡vos no entendés! —gritó Daniel y salió enojado de aquel lugar.

Quiso buscar a Panambí para contarle lo que estaba pasando, tenía ganas de huir con ella, de pedirle perdón por lo que hizo y de decirle que no quería perderla. De repente lo único en lo que podía pensar era en ella y en que no quería alejarse. Fue hasta su casa pero no la encontró, entonces fue hasta lo de su amigo Aldo que estaba con Miguel y salieron los tres a olvidar un poco el tema.

Cuando llegó esa noche a su casa, se encontró con Carli en la puerta, ella le dijo que Miguel le había llamado para decirle que Dani estaba mal y que ella se había preocupado. Le acarició el rostro con ternura y le dijo al oído que ella lo haría sentir bien. Daniel la invitó a pasar a su casa y se encerraron en su habitación.

Nunca le contó a Carla el motivo de su tristeza, tampoco le dijo que no era con ella con quien quería estar. Solo se dejó llevar por sus caricias y su aroma a fresas, tratando de olvidar y de no pensar más en que pronto se iría de allí y debería volver a empezar de nuevo.

Su cuerpo había reaccionado a las caricias y al calor del cuerpo de Carla, por un instante cerró los ojos y se imaginó que estaba con Panambí, se dejó llevar mientras su compañera lo acariciaba en silencio. Ella le estaba proporcionando enorme placer con su boca cuando Dani abrió los ojos para mirarla; no era Panambí, su pelo no era oscuro sino rubio, su forma de besar no era la misma, sus manos no tenían la dulzura de las manos de su amiga ni había aquel brillo intenso en su mirada que solía decirle tantas cosas.

—Pará Carla —dijo deteniéndola.

—Dale llegá tranquilo, no te preocupes —dijo ella instándolo a seguir—, quiero probarte.

—No, en serio, pará. —Con su mano le apartó la cabeza.

—¿Qué te pasa Daniel? ¿Acaso sos gay? —le preguntó ella.

—¿Qué decís?

—Todos dicen que nunca saliste con nadie y que sos gay, quería saber si era cierto y parece que así es porque nunca querés concretar.

—Que hija de... Sabés qué Carla, mejor salí de acá antes de que haga o diga cosas de las que me voy a arrepentir.

La chica se vistió enfadada y salió de la habitación haciendo el suficiente ruido como para que Alicia se diera cuenta. Entró entonces al cuarto de Daniel y lo encontró desnudo sentado en la cama y llorando.

—Salí de acá, dejame solo.

—¿Daniel? ¿Quién era esa chica? ¿Qué estaban haciendo? Mi casa no es ningún burdel para que vos estés haciendo estas cosas, no tenés ningún respeto. ¡Qué decepcionada estoy de vos! —gritó y lo miró con rabia, enojo o quizás dolor. Daniel se levantó poniéndose un short y se paró frente a ella.

—¿Vos podés coger con tu chongo en esta casa pero yo no? —gritó y su madre le dio una bofetada, ella nunca jamás le había levantado la mano pero no iba a permitir que le tratara de esa forma. Daniel se sintió mal por hablarle de esa manera pero no dijo nada, no era el momento de disculparse, aún le dolía la decisión que su mamá y Paulo habían tomado en su nombre.

Alicia salió de la habitación enfadada y con las lágrimas a punto de derramarse. Daniel se recostó en su cama y pensó sobre todo lo que había sucedido esa noche, pensó como su mundo se le escurría por las manos y en lo impotente que se sentía por no poder hacer nada al respecto. La sonrisa de Panambí se apareció en su mente y se sintió sucio al haberla traicionado, ni Carla ni ninguna otra chica podían alcanzar la pureza que ella transmitía en su alma, en su mirada y en su mismo silencio. Daniel extrañó ese silencio, era como si todo lo que sucediera a su alrededor llenase de ruidos su cabeza. Carla era ruido, el viaje a Brasil era ruido, su mamá enojada dándole una cachetada era ruido, y él anhelaba el silencio.

Entonces esa noche Daniel entendió dos cosas muy importantes. Una, que había herido a su madre y que ella no se lo merecía, había dado su vida entera por él y sólo buscaba su felicidad. Dos, que estaba enamorado de Panambí y que todo ese tiempo había sido un estúpido al no darse cuenta. Ella era la única que le importaba y no quería perderla, no quería alejarse de ella.

A la mañana siguiente le pidió perdón a Alicia, esta lo abrazó y le dijo que luego conversarían de lo sucedido. Esa misma tarde lo hicieron, Daniel le contó lo que sucedió con Carla pero para hacerlo también le contó lo que pasó con Panambí. Alicia sintió pena por su hijo y también por esa chiquilla que seguro estaba con el corazón roto.

—Siempre te dije que trataras de cuidar el corazón de las chicas, Daniel. ¿Cómo no te diste cuenta que esto le iba a lastimar a ella? Si le contás la verdad le vas a hacer muchísimo daño, pero si te callás también.

—Sí, lo sé. No me va a perdonar ella mamá. —Se puso a llorar como un niño—. Encima ahora vamos a ir al Brasil y no le voy a ver nunca más.

—Pueden seguir hablando por email o chat. Además creo que ahora va a ser lo mejor que se separen. Más adelante quizás puedas arreglar las cosas, son muy jóvenes Daniel, hay demasiado por delante.

—Vos no entendés...

—Si entiendo, pero la vida es cuestión de oportunidades y de tiempos, y ahora es tu tiempo de estudiar y de aprovechar esta oportunidad para ser alguien en la vida el día de mañana. No te podés quedar acá por ella Dani, yo sé que la querés, yo también la quiero. Pero ella también tiene que encontrar su camino y su futuro. Si es para vos va a ser, hijo; se van a reencontrar o van a poder superar los obstáculos y las distancias.

»Yo sé que hoy te parece imposible y que pensás que tus sentimientos son los más importantes, los únicos que valen. Pero no es así Daniel, ella va a sufrir, vos vas a sufrir, pero va a pasar... todo pasa. Yo que creí que jamás iba a superar la muerte de Hugo y ahora estoy bien otra vez. Eso no quiere decir que me olvidé de él, pero lo superé. Y vos también lo vas a lograr.

Daniel dejó pasar lossiguientes días encerrado en su cuarto, sin saber qué hacer y cómo ir adecirle a Panambí que la amaba, pero quese iba a ir a Brasil a vivir y que la había traicionado. 

7chongo: expresión despectiva para una pareja.

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