74- Kaldor.


Cuando regresaron lo hicieron en silencio.

Olivia estaba anonadada, como si hubiera aterrizado en una realidad diferente, era mucho para que su cabeza lo pudiera procesar. Para empezar, la existencia de otros mundos que eran conquistados por un invasor ancestral que le había dicho a su antepasado cómo superar a una diosa. Y ese mismo conquistador, Gartet, había creado imitaciones vulgares y mundanas de la diosa dorada en varios de otros mundos para controlar otro tipo de gente.

A Kaldor le daba igual, su mundo siempre había sido gobernado por otros, poco importaba si era por un rey o por un extranjero de tierras inhóspitas. Tampoco era difícil para él comprender que había mundos diferentes al suyo, desde que había salido de prisión todo era tan nuevo como asombroso. De por sí él ya estaba en un mundo completamente ajeno al suyo.

Gran Gartet había sido benevolente con su pasaje y los había conquistado sin violencia, haciendo un trato con Thelonious. Seguro le dijo que le diría como establecerse en el poder si le dejaba cosechar flores venenosas en Sombras y le daba vía libre a todos los bucles que estaban en Fuente Negra. Jora y Pepa dijeron que mientras más se acercaran a Fuente Negra más bucles y manchas habría.

Kaldor no podía imaginar todas las ventajas que tendría un terreno como ese. A Gran Gartet se le haría agua a la boca con tantas puertas a otros mundos en un mismo lugar. Debería usar a Sombras como atajo para ir a otros pasajes, como haría con el acceso a una autopista...

Como un puente.

Gartet usaba su mundo como un puente para ir a otros mundos.

Y Olivia en unas horas moriría si su alma no era convertida en un puente. Kaldor no creía en las ironías.

Todo Reino había sido engañado. Thelonious los vendió para ser rey de un mundo esclavizado. Si Thelonious hubiera sido menos ambicioso habría declinado la oferta de Gartet, les hubiera dicho a los reyes del momento la inminente invasión y habrían luchado contra los conquistadores. Pero no, prefirió alimentar su ego y darle a Gartet, en secreto, poder sobre su mundo.

Ahora dudaba. Tal vez la barrera de hojas de Muro Verde no había sido puesta para que los desterrados con maldiciones no salieran, era para que los habitantes de Reino no entraran. Era un límite entre naciones, una frontera.

Cuando vio al padre de Olivia creyó que él era el Rey Negro, tenía sentido. Si continuaba vivo era porque se había recluido en donde nadie lo buscaría: en el reino de cenizas de Fuente Negra. Sin embargo, luego de hablar con los muchachos dudaba que existiera un rey en ese lado de Sombras. Al menos dudaba que existiera alguien con poder. Gartet no hubiera permitido que una persona gobernara en la tierra repleta de portales, en su puente.

Olivia continuaba muda, caminando de regreso a la mansión. El campo de cenizas negro dio lugar al familiar bosque blanco que crecía a los alrededores de la casa de Jora. Se preguntó por qué estaba tan callada. Pero él no cargaba con una sombra, ella sí. Olivia había perdido toda su familia y Kaldor jamás había tenido.

Luego, claro, estaba el detalle de que su padre estaba vivo y quería matarla, y probablemente mató a toda su familia, incluso a su querida bebé sonriente y pelirroja: Abbi.

Sin embargo, Kaldor tenía cosas que pensar. Si de algo estaba seguro era que, aunque se fuera de ese pasaje, no sería un mercenario de Gartet. Tal vez lucharía contra él, escuchó que en Dadirucso estaban rebelándose, tal vez podía unírseles o ir con los debiluchos del Triángulo donde sea que quedara eso.

Jamás le habían gustado los matones y ese tipo Gartet sonaba a matón. Sus manchas nunca tuvieron sentido, pero ahora pensaba que podrían ser más que útiles en una guerra. No pelearía contra el invasor para vengar a Reino, él le tenía tanto afecto y lealtad a esa tierra como a la diosa, pero sentía que debería hacer algo, explorar un poco sus manchas y todo lo que en él desconocía.

Averiguar por qué las tenía sonaba igual de bien.

Había tantas cosas que quería conocer y no sabía.

No habían matado a los trotadores. Olivia creyó que sería inútil y dijo que en la corteza de un árbol había leído lo que Witerico había dicho, intuía que matarlos sería un error. Kaldor optó por creerle, aunque tenía ganas de consumirlos porque ellos habían convertido Ruinas Honrosas en ruinas.

Antes de liberarlos, les preguntaron a los trotadores, otra vez, si habían visto en ese pueblo abandonado a un hombre con mascara blanca y roja. Dijeron que no. Los jóvenes se fueron sin mirar atrás, como si estuvieran acostumbrados a encuentros tan atípicos y anormales.

De regreso a la casa de Jora, Olivia caminaba por delante de él.

—Olivia —la llamó.

—¿Qué? —preguntó con la voz comprimida, sin voltear.

—¿Estás molesta?

—¿Molesta? ¿Yo? —Lo miró encima de su hombro.

—A ver —preguntó él soplando un mechón de cabello lejos de las cejas.

—No ¿Por qué estaría molesta? —estalló molesta, separando los brazos bajo la manta de lana que cubría sus hombros— ¿Por ver a mi difunto padre tratando de matarme? ¿Por enterarme que mi antepasado le hizo caso a un conquistador de mundos, algo así como un esclavista, solo por fama? ¿Acaso me molestaría pensar que Thelonious pudo alertar a todo reino que sería invadido, pero en lugar de eso prefirió gobernar de mentira en pueblo de esclavos? ¡Esclavos de dos amos, para variar! ¡Adoramos a la fuente y en secreto nos gobierna Gartat! ¿Molesta por caer en la cuenta de que soy la reina de un mundo sin libertad? ¿Por no averiguar qué quiere la diosa de mí o por qué mi padre asesinó a Abbi, mis hermanos y al imbécil de Jasper?

—Ya habías mencionado a tu padre —recordó Kaldor.

Ella suspiró.

—Creí que el sicario era Grady Grimmer —musitó—. Ahora ya ni siquiera sé que...

Otra vez ese nombre de mierda, Kaldor ya estaba cansado de ese Grady Grimmer, a dónde iba no lo dejaba tranquilo.

—Entonces... —chasqueó la lengua— ¿Estás molesta?

—¡Claro que sí, Kaldor! —se volteó hacia él enervada— ¡Somos controlados por otros que explotan nuestra tierra para hacer veneno! ¿Los escuchaste, acaso? Usan bosques agresivos para cercar naciones enteras y tenerlas alejadas de sus caminos y portales. Nos metieron en una especie de establo, somos como un ganado molesto para ellos ¡Y ni siquiera lo sabíamos! ¿Tú sabes quién puso el muro de hojas que separa Reino de Muro Verde?

Kaldor meneó la cabeza

—Creí que ese muro de hojas lo había puesto la diosa o magos, creí que era para separar a los paganos de los obedientes. Pensé que no conocía el origen porque era un dato perdido en la historia ¡Pero ahora es obvio que lo pusieron esos infelices para alejarnos de sus portales y que no rebotemos de un mundo a otro como ellos! ¡Ese... maldito... Gran Gartet!

Kaldor revoloteó los ojos.

—Que se quede con Reino si quiere, es lo mismo que la fuente, no le veo diferencia.

—¡La hay!

—Nosotros no elegimos a la fuente ni tampoco a Gartet. Es lo mismo. Por mí que Gartet imite a la fuente en otros mundos y la deshonre, que explote las tierras, lo que sea. Este siempre fue un mundo de esclavos, ahora solo cambiaron de amo.

—¿Por qué no podemos ser dueños de nuestra vida? —lamentó al borde de las lágrimas, él no podía verle la cara, solo la nuca, pero intuía que estaba repleta de dolor—. De nuestro destino... ¿Acaso siempre habrá alguien más controlándonos?

—Entonces matemos a la diosa —propuso él, otra vez con la idea de vengarse de sus amos— Y luego matamos a Gartet... pero me da la impresión, preciosa, de que siempre encontrarías a alguien más, allá arriba —dijo él.

Al parecer eso era lo que más le molestaba en lugar de que su padre continuaba vivo, tal vez, en el fondo ella siempre había sabido que no estaba muerto. Decidió atragantarse con la pregunta, ella ya tenía suficientes problemas como para que él le preguntara si siempre había sabido que la corona mentía en todos los aspectos, había engaños en sus destinos, en los funerales y en todos aspectos de su vida.

—Ah, ahora eres un puto y genio analista —masculló.

En las últimas horas Olivia había soltado más insultos que en toda su jodida vida, apretó los labios para no reír y provocar que se encabronara más, eso haría que entrara en un trance de psicópata.

—Lo soy, pero no analista —sonrió.

—Ash —se volteó.

Kaldor apretó el paso para alcanzarla y ubicó la lata de cenizas bajo el brazo.

—Oye, lamento que tu padre sea un monstruo.

—Siempre lo fue.

—¿Sabes cómo hacía tu familia para liberarse de la maldición y pasársela a otro?

—No —respondió con la voz comprimida—. Ya tampoco me importa, seguro usaban artes extrañas. O algún rito horroroso ¡Porque al parecer todo lo que orbita a mi alrededor es horroroso!

Hubo silencio, tan denso e increbantable como el miedo de un traidor.

—Kaldor quiere ponerte mejor —canturreó caminando a su lado, inclinándose para llegarle a la altura del rostro, pero ella le desvió la mirada—. Kaldor no sabe cómo hacer que estés mejor ¿Puede usar la carta de tu dueño y ordenarte que te pongas feliz?

—No creo que sirva —suspiró desesperanzada, como si hubiera sido una buena idea—. Y por favor, que Kaldor deje de hablar en tercera persona. Espanta.

—Kaldor lo hará en este preciso instante —aseguró dándole palmaditas a la lata de pintura.

No habían podido deshacerse de las cenizas del fauno, Olivia estaba demasiado aturdida como para notar que habían pasado junto al río donde prometió tirarlo. Kaldor necesitaba más tiempo.

Cuando llegaron a la casa de Jora, Kaldor encontró a Cer sentada en los escalones del pórtico, habían crecido plantas blancas a sus pies, florecillas de primavera y algunas hierbas silvestres, ella enterraba los dedos en la arena albina y blanca y observaba aburrida el aleteo de una abeja sin color.

Continuaba con su uniforme de presa, jamás la había visto con otra ropa, pero se había remangado el pantalón hasta las rodillas. Sus muslos estaban juntos como dos árboles que crecen uno al lado del otro. El cabello se le caía por un hombro. Sus rodillas... no, sus labios, ah, tenía las mejillas rosas y los labios con un color que Kaldor juró ver por primera vez. No tuvo fuerzas para correr hacia ella, caminó lentamente, como en una ensoñación. Tenía miedo de hablarle y que Cer se esfumara.

—Iré a comprobar si Calvin... Yabal está bien —notificó Olivia, abrumada.

—Piérdete Olivia, me quitarás mi momento.

Olivia saludó a Cer cuando pasó a su lado, le dio un abrazo, tuvieron una breve conversación y finalmente subió los escalones para sumergirse en la casa como si se la tragara un lago hambriento. Kaldor peinó su cabello hasta que Cer alzó la mirada para buscarlo. 










¡Triple actualización por ser el cumpleaños de Villow!

(espero que sea hoy, siempre me da pánico de anotar mal la fecha y equivocarme XD jajaj)

¡Ojalá la hayas pasado genial! ¡Estoy satisfecha con los capítulos que te tocaron, este tiene mucha información y siento que vas a hacer tus teorías (casi siempre acertas en lo que decís)!

 Como ya vieron en algunos capítulos esta novela es un spin off de una saga que tengo. Pero se supone que los spin off se entienden por sí mismos, independientemente de la historia original en la que se basan. Ruego porque sea el caso jeje. En la saga "Las malas acciones de Jonás Brown" Gartet es el villano contra el que pelea Jonás (el protagonista), Jonás y sus amigos trotadores van liberando mundos que él esclavizó. Esta historia transcurre en uno de esos mundos. Lo demás, como las conspiraciones de la corona, son cosa de Kaldor y Olivia. 

¡En fin, me pongo a "hablar" y me desvío! ¡Buen fin de semana a todos! ¡Abrazos!


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