Capitulo Veinticuatro.

"You're a troublemaker. You're a troublemaker

You ain't nothing but a troublemaker girl

You had me hooked again from the minute you sat down

The way you bite your lip

Got my head spinnin' around..."

Girando sobre si mismo, Zayn abrió los ojos lentamente, aun aferrando la cobija que lo cubría, poco dispuesto a recuperar su telefono que seguía fastidiando su descansar. Había estado dibujando hasta tarde y había aprovechado que sus hijos adoraban tanto el descansar como él, para poder dormir sin despertador, cosa que el cruel ser que llamaba a su celular estaba interrumpiendo.

El sonido de la canción llegó a sus oidos aun cuando colocó una almohada sobre su cabeza, por lo que harto, extendió una mano y atrapó el maldito aparato, oprimiendo el botón de aceptar antes de llevarlo a su oido.

—Buenos días, amor.

—Que te joda un elefante, Liam —gruñó—. ¿Que mierda quieres a las nueve de la mañana? ¿Acaso me odias? ¿por qué me fastidias cuando estoy durmiendo?

La risa melodica que traspasó el auricular lo hizo enojar aun más—. Mm, aun tienes ese tan buen despertar, ¿eh?

—No seas ironico tan temprano, bastardo. —rodó hasta quedar boca arriba—. ¿Que quieres?

—Quería ver si habías despertado, basicamente, pero creo que acabo de obtener mi respuesta sin siquiera tener que preguntar.

—Mm —murmuró—. ¿Me necesitas para algo?

—¿Te estas ofreciendo?

—Depende, si es para asesinarte, entonces sí, me ofrezco primero.

—Ow, extrañaba tu mal humor mañanero, bebé. —canturreó.

Rodando los ojos, jaló la manta más arriba en su cuerpo—. Estoy a punto de cortar y apagar mi telefono, dime para que me llamaste.

—¿No puedo llamarte para hablar contigo?

—No si es a las nueve de la maldita mañana. —siseó.

—En serio, cariño, no sabes lo lindo que es escucharte insultarme tan temprano.

—Que masoquista eres, Payne. —escondió una sonrisa, impulsandose para sentarse en la cama. Sus ojos somnolientos desembocaron en el enorme agregado que no había estado allí cuando se había ido a la cama—. ¿Liam?

—¿Si?

—¿Tienes algo que ver con el enorme ramo de rosas que esta en mi habitación?

El castaño rió desde el otro lado—. Me preguntaba cuanto tiempo demorarias en percatarte de su presencia.

—Dificil no verlo cuando es rojo y tiene, ¿cuantas? ¿doscientas flores?

—En realidad, son un poco más que eso.

Arrastrandose por la cama, se acercó al borde donde las mismas se encontraban y pasó sus dedos con suavidad sobre los petalos. Eran rosas pequeñas y estaban lo suficientemente amontonadas para hacerse pasar por una pelota de petalos—. ¿Por qué estas regalandome flores?

—¿No puedo hacerlo?

—Puedes —se apresuró a responder—. Pero, ¿por qué me las estas dando ahora?

Liam se quedó en silencio por un largo momento antes de suspirar—. Te lo prometí, ¿no lo recuerdas?

—¿De que hablas ahora?

—Cuando empezamos a salir, te regalé una rosa blanca cuando te pedí ser mi novio, ¿acaso no lo recuerdas? —preguntó.

—Lo hago, lo recuerdo.

—¿Recuerdas también lo que te dije?

Si, él lo recordaba y... — Liam, ¿que hiciste?

—Será mejor que mires alrededor, amor.

No, él no quería hacer eso, pero de todas maneras, lo hizo, solo para ver otro enorme ramo, estas blancas, en un rincón y otro, con rosas rosadas al otro lado de las puertas acristaladas del balcón.

—¿Liam...?

—Levantate y sal de la habitación. —pidió.

Con piernas temblorosas, hizo lo pedido, deslizandose fuera de la cama y arrastrando los pies por el pasillo hasta la sala. Tres enormes ramos más, amarillas, naranjas y violetas.

—¿Estas bromeando? —susurró, sus ojos abiertos de par en par.

Liam rió en su oido—. Deberías mirar tu estudio —canturreó, refiriendose al lugar donde creaba sus diseños, el cual estaba posicionado en la habitación más alejada del departamento—. Y yo que tu, llamó a la tienda.

—¿Que locura hiciste ahora, idiota?

—Te lo prometi, ¿no lo recuerdas?

—Lo recuerdo —susurró, aun mirando los ramos, incredulo—. Pero esto no era necesario en absoluto, ¿cuanto dinero gastaste en esto?

—¿Eso importa?

Se mordisqueó el labio, negando—. No realmente.

Se quedaron en silencio por un largo momento.

—Cuatro mil setecientas cuarenta y cinco rosas, Zayn —informó Liam de pronto—. Todas las que debí darte en el correr de estos ultimos trece años.

—Fue una promesa de niños, Liam, no debiste hacer esto.

—Te dije que te daría una rosa por cada día que fueses mi novio —le recordó—. Y para mi, nunca dejaste de serlo, amor.

Con una pequeña sonrisa, Zayn se dejó caer en el sofá y miró alrededor—. Eres un maldito cursi, ¿lo sabías?

—Lo sé, ¿te molesta eso?

Cerró los ojos, intentando no derretirse en el suelo como un charco de baba—. No, sabes que no.

—Eso es bueno, porque no creo poder dejar de serlo.

—Me gusta como eres ahora —se aclaró la garganta, sintiendose un tanto vulnerable por esa declaración—. ¿Que se supone que haga yo con tantas rosas?

—Podrias poner una florería. —se burló.

—Idiota. —se recostó en el sofá—. No hay modo de que me deshaga de ellas.

—Es tu decisión —Liam aseguró—. Pero antes de que te deshagas de ellas, ¿me harías un favor?

—No voy a deshacerme de ellas, ¿pero que quieres que haga?

—El ramo rojo en tu habitación, revisa entre las rosas.

Con el ceño fruncido, se puso de pie y volvió a la habitación, deteniendose frente al ramo indicado. Con suavidad, temiendo herir los petalos, buscó alrededor hasta que encontró un sobre escondido entre la extensión de rojo terciopelo de las mismas.

—¿Que es esto?

—Abrelo.

Sin mirar dentro, podía decir que el sobre guardaba algo con forma irregular, ya que podía sentirlo a través del papel. Subiendo la solapa, miró adentro y sintió sus ojos aguarse al ver el contenido.

—Lo guardaste.

—Te lo dije, Zayn —susurró—. Aun luego de todo lo que sucedió, te seguía y te sigo queriendo como el primer día, eso fue lo único que me quedó de ti cuando nos separamos.

Enganchando el delgado cordón negro en sus dedos, sacó el collar, observando el dije mecerse en vaivén frente a él. Era una simple medalla que Liam le había obsquiado para su cumpleaños, tenía un pequeño lobo al frente y sus iniciales atrás. Cuando el castaño había terminado con él, había lanzado la pobre joya a su rostro en un arranque de ira y se había olvidado de ella.

Era increible que la hubiese guardado.

—Usala, por favor. —pidió el castaño—. He estado esperando mucho para devolvertela.

—Yo...

—¿Zayn? —lo interrumpió.

Apretó la medalla en su mano—. ¿Que sucede, Liam?

El castaño pareció dudar por un largo momento antes de suspirar—. ¿Te gustaría salir a una cita conmigo esta noche?

Zayn sonrió, mordisqueandose el labio—. Me encantaría.

—¡Papá, alguien se metió a la casa y la convirtió en florería!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top