Capitulo Treinta y Dos.

Las cosas no habían salido de la manera en que Nee las había planeado, pero en realidad, él no había contado realmente con que las cosas fuesen faciles.

La empleada, una mujer bastante mayor con canas pinceladas blancas en su oscuro cabello y amables ojos oscuros, había sido relativamente fácil convencerla de llevarlo a la cocina para comer algo. Era obvio, por la manera en que ella estaba comportandose, que pensaba que él solo era una visita en aquella casa y no tenía ni la más pálida sospecha de la verdad.

Él podría haberse aprovechado de su inocencia y correr lejos, pero no lo hizo. Y no, el hecho de que su jodida abuela estuviese sentada al otro lado de la mesa, luciendo tan falsa como su hija, observando todos sus movimientos de cerca, no tenía nada que ver con ello.

Era la niña que había traido con ella lo que lo había hecho quedarse.

No podía tener más de dos, talvez, tres años. Con el cabello castaño claro, cayendo lacio hasta la mitad de su espalda, y grandes ojos marrones que parecian totalmente asustados. Llevaba un vestido blanco con flores rojas y azules, y una muñeca de trapo apretada contra su pecho. Era obvio que no estaba familiarizada con nadie allí y que tenía miedo.

¿Acaso sus retorcidos abuelos se estaban dedicando al secuestro o qué?

Percatandose de la mirada constante que estaba dedicando hacia la cajita de jugo frente a ella, la alcanzó y colocó el sorbito, cendiendosela. Una dulce sonrisa le fue dedicada mientras los deditos regordetes la aceptaban—. Gracias.

—No es nada. —le devolvió el gesto—. ¿Cual es tu nombre?

—Ámbar.

—Es un nombre muy bonito, yo soy Nee. —le tendió la mano, enternecido cuando la pequeña estrechó la misma al instante—. Es un gusto conocerte, Ámbar.

—Es un gusto conocerte, Nee.

Ella era muy dulce, le recordaba a Nick cuando eran pequeños. Por ello, sabía que no había forma de que la dejara sola allí, tenía que encontrar la manera de sacarlos a ambos y salir echando humo lejos de aquellas personas, luego ya vería como llamaría a su padre.

—¿Tu nombre es Nee? —la voz de la mujer al otro lado de la mesa lo sosprendió, ya que ella no había hablado en todo el tiempo que habían estado allí.

Girandose, decidió que mantener su fachada de buen niño era su mejor jugada por el momento—. No, esa es la forma en que mi papá me dice —explicó—. Mi nombre es Nilo.

—Nilo —repitió pensativa—. El apodo de mi padre era Nilo.

Esta vez. no le costó demasiado actuar sorprendido ante ese dato, ya que su padre nunca había asociado al hombre amable del que su papá hablaba, con la mujer odiosa frente a él—. ¿En serio?

Asintió suavemente—. Es un nombre bastante... particular, ¿no lo crees?

Se encogió de hombros suavemente, volviendo a su comida—. Puede ser.

—¿Fuiste nombrado así por algo en especial?

—No lo sé —¡Mantente dulce, Nee! No la mandes a meter las manos dentro de una licuadora encendida tan pronto—. Debería preguntarle a mi padre por ello cuando venga por mi.

—¿Venir por ti?

—Bueno, supuse que él vendrá por mi pronto. Tía Bianca dijo que él me había permitido quedarme, pero en algún momento debo regresar a mi casa, ¿no?

Ella sonrió, tan falsa como una muñeca de plastico—. Por supuesto, seguramente, llegará por ti pronto.

—Genial.

Volviendo a su comida, masticó lentamente cada porción, esperando pacientemente cual sería su próximo paso. Cuando Ámbar jaló su manga, se volteó a verla para encontrarla señalando a su propia comida. Entendiendo el gesto, cortó en pequeños trozos la fruta en su plato y le cedió solo el tenedor, observandola comer encantada.

La señora Payne lo estaba observando estrechamente cuando le arrojó un vistazo—. Quiero hacerte una pregunta —llamó su atención hasta que la miró—. Puedes no contestarme si no lo deseas, pero tengo una duda y me gustaría que me la aclares.

—Claro.

—¿Que te dijo tu padre sobre mi hijo Liam?

Parpadeó confundido—. ¿Sobre qué exactamente?

Ondeo su mano, abarcando sus palabras—. No lo sé, ¿como se los presentó a ti y a tu hermano?

—Liam es un amigo de papá, de su tiempo en el instituto.

—Mm, si, lo supuse.

Inclinó la cabeza, mirandola desafiante—. ¿Eso que quiere decir?

—Nada en particular, cariño, sigue comiendo.

La miró sospechosamente—. ¿Hay algo que quiera decirme?

—Yo... —pareció dudar—. No, nada.

—¿Segura?

Ella colocó una mano en su mejilla, observandolo falsamente preocupada—. En realidad, siento que me estaría entrometiendo en un asunto ajeno a mi si sigo hablando. Tu padre se enojaría mucho conmigo de decirte lo que sé.

—Estoy seguro de que no lo hará.

—Oh, Nee, no lo sé, yo...

La miró con grandes ojos—. ¿Por favor?

—Bueno, yo solo estaba pensando —susurró—. Su otro padre hubiese amado haber podido verlos crecer.

—¿En serio?

—Por supuesto, él los habría amado —suspiró, recostandose en su silla mientras apartaba su taza de café lejos de ella—. Es una pena que Zayn hubiese decidido no decirselo, él en realidad, creyó que podría cuidarlos solo.

—Papá dijo que nuestro otro padre no estaba preparado para ser padre.

—Oh, no, por supuesto que lo estaba —aseguró—. Pero tu padre pensó que no lo estaba y lo mantuvo ignorante de su existencia, fue un acto un poco egoista, pero puedo comprenderlo, haría lo mismo por cualquiera de mis hijos.

Echandose hacia atrás en su silla, Nee le dedicó una mirada pensativa. Ahora, todo tenía coherencia. Ellos nunca habían querido que se tratase de un secuestro, no uno verdadero, solo querían ponerlo en contra de su padre, pero, ¿para qué?

¿De que les serviría a ellos, que él renegara de su propio padre?

(...)

—¿Que estás planeando, hermano?

Volteandose, Zayn se encontró con la mirada preocupada de Yago y le sonrió para tranquilizarlo—. Nada que me meta en problemas, lo prometo.

—Eso no me tranquiliza, por lo general, cuando dices eso, es porque estas en proceso de crear una jodida tempestad.

Sonrió un poco más amplio—. Entonces, ¿para que preguntas?

—Porque quiero estar preparado para lo que se viene —dijo con obviedad—. No me gustaría quedar atrapado en el centro de toda esta cosa, sin saber siquiera a donde correr.

Mirando alrededor por un momento, soltó un pequeño suspiro—. ¿Donde está Liam?

—Acabo de darle su medicamento a Nick, esta cuidandolo hasta que se duerma.

—Genial, no quiero que él me escuche, no estaría de acuerdo.

Eso alertó a Yago aun más—. Joder, hermano, ¿que diablos estas haciendo?

—Recupero a mi hijo, Yago, solo eso.

—La policia lo recuperará.

Bufó—. ¿Como lo hizo hace nueve años? —elevó una ceja antes de sacudir suavemente la cabeza—. Eso no sucederá, no dejaré todo esto en las manos de alguien más, quiero a mi hijo de vuelta y lo quiero ahora.

—¿Que harás?

Zayn aun estaba un poco renuente a compartir su plan, pero sabía que su hermano podría ayudarlo de necesitarlo—. Llamé a un viejo amigo, un tipo que conocí mientras buscaba a los niños.

—¿De que tipo de amigo hablamos?

—Uno con armas.

Los ojos de Yago se ampliaron—. ¿Estás bromeando?

—No —negó—. Te lo dije, no voy a dejar que mantengan a mi bebé lejos de mi nuevamente.

—Lo entiendo, ¿pero enviar a un tipo con armas allí?

El moreno rodó los ojos—. Por favor, Yago, no contrate un jodido sicario, ¿si?

—¿Entonces?

—Mike es hijo de... alguien importante —sonrió—. Él solo descubrirá donde tienen a Nee exactamente.

—¿Y luego?

—Me llama.

Yago arqueó una ceja en su dirección, esperando más—. ¿Que harás tú con esa información?

—No quieres saberlo. —evadió.

—Si, si quiero. —insistió—. Dimelo.

—Yago.

—Dimelo —demandó.

Parandose con la espalda recta, le envió una mirada seria al mayor—. Traeré a mi hijo de nuevo a casa, aun si tengo que dispararle en la jodida cabeza a alguien, Yago.

Dando un paso atrás, lo miró sorprendido—. Tu no serías capaz.

—Talvez, yo no, pero conozco a varias personas que por la cantidad de dinero correcta, estarían más que dispuestos a hacerlo por mi.

—Zee, no creo que-

—¿A quién debemos llamar? —la voz de Louis lo cortó mientras entraba a la cocina, mirando directamente a Zayn.

El moreno lo miró sorprendido—. Louis...

—Dime, ¿a quién debemos llamar para entrar en la jodida casa de los Payne?

—Yo... —lo miró confundido—. No tienes que mezclarte con esto, Louis, no te involucraré en algo así, tienes una carrera que mantener.

—Tu también —le recordó—. Y aun así, lo harás.

—Mi hijo está allí.

Los ojos azules de Louis brillaron con humedad—. Mi hija también.

—¿Que?

—Me acaba de llamar la niñera —levantó el telefono, pareciendo a punto de quebrarse—. Se llevaron a Ambar mientras estaban en el parque.

Zayn parpadeó, horrizado—. Pero... pero, ¿por qué? ¿con qué intenciones?

—Seguramente, para que no siga con la denuncia en su contra por lo que le hicieron a los mellizos.

—Esos hijos de perra. —Zayn gruñó, apretando los dientes.

Yago se veía perdido mientras miraba a Louis, su voz fue baja cuando habló—. No sabía que tenías una hija.

Louis le dedicó una larga mirada, evaluadora—. La tengo, cumplirá tres años pronto.

—¿Tres años?

Zayn frunció el ceño ante lo pálido que Yago se puso de pronto, con los ojos ámbar amplios en dirección al castaño. Estaba a punto de preguntar que le sucedía cuando su celular comenzó a sonar, el nombre de "Mike" parpadeando en la pantalla.

Las cosas solo iban a complicarse aun más. 

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