Capitulo Treinta.
—¿Por qué tu hermano se junta con esas chicas y actua como si le agradaran?
Apartando la mirada del libro en su mano, Nee giró un poco su cuerpo para poder ver a Blue bajar y subir las gradas al tiempo que arrojaba pequeñas miradas en dirección a algún punto a su izquierda. Curioso, ante la expresión confundida del rubio, buscó lo que él miraba, encontrandose con la imagen de su mellizo en medio de un grupo de feminas risueñas que estaban mirando hacia ellos con poca sutileza.
Nada nuevo, solo Nick siendo, bueno, Nick.
—Yo creo, que ellas realmente le agradan. —se encogió de hombros suavemente.
Blue detuvo su pie a medio paso de subir el escalón y lo miró—. ¿Hablas en serio?
—Por supuesto, ellas son sus amigas, a él le agradan o no se juntaría con ellas.
Volviendo sobre sus pasos, se sentó un escalón más arriba de donde Nee se encontraba y lo miró expectante—. ¿Por qué?
—¿Por qué que?
—¿Por qué esas chicas le agradan? —preguntó como si fuese obvio a lo que se refería.
Nee miró al grupo, intentando verlo de la manera en que su amigo lo veía, sin ver nada extraño en ellos aunque se esforzó—. ¿Que hay de malo en ellas?
—¿Bromeas? —lo miró con los ojos enormes—. ¿Acaso las has visto últimamente? Esas chicas bien podrían ser unicornios con tutú, con toda su cosa de maquillaje pegado a su rostro, faldas con flores y decoraciones brillantes en su cabello. Parece como si hubiesen estado en el medio de un carnaval cuando un huracan azotó y se les pegó todo lo que volaba al rostro.
Intentó no reirse de la imagen—. Eso es un poco cruel, Blue, solo son niñas.
—Niñas y tu hermano. —corrigió.
—Interiormente, cuento a Nick como una niña.
—Y me dices cruel a mi, hipocrita.
Sonrió—. No cuenta cuando es algo entre hermanos, nací para molestar a Nick, es mi misión en la vida.
—Tu si que eres ambicioso. —ironizó.
—Tienes celos porque nací con un esclavo personal integrado y tu no.
El rubio golpeo su hombro—. Te quiero ver diciendole eso a la cara a tu hermanito.
—Nah, gracias, él podría arrancar mis cejas mientras duermo.
—No creo que sea tan cruel.
—Él ya lo hizo una vez. —admitió, dandole una mirada seria—. No te creas el aspecto de dulce caramelo de Nick, sigue siendo mi hermano aunque no lo aparente, lleva el mal en el interior.
Eso hizo reir al chico—. Tienes razón, a veces lo olvido.
—No te preocupes, te acostumbrarás a verlo de la forma en que en realidad es, con el tiempo.
—Ah, mierda —jaló la capucha de su sudadera, escondiendo su cabello dentro de la misma—. Tu hermanito y su séquito vienen hacia aquí.
—No les digas de esa forma.
—¿Como quieres que les diga? Ellas parecen haberse adherido a él, donde Nick va, ellas estan a pocos pasos de distancia —simuló un escalofrio—. Extraño.
Nee elevó una ceja en su dirección—. ¿Cuando se trata de ti, es normal?
Blue le dedicó una mala mirada, pero no logró soltar una de sus respuestas inteligentes cuando el grupito se detuvo frente a donde se encontraban. Eran cinco personas, Nick al frente y sus cuatro amiguitas flanqueandolo. Nee conocía a dos de ellas, porque iban a la misma clase, estaba bastante seguro de que la morena se llamaba Ivonne, la otra era... bueno, la rubia de la tercer fila, él no era muy detallista cuando no le interesaba saber. Las otras dos, eran dos sombras que seguramente, olvidaría en cuanto se marcharan.
Volviendo a mirar a su hermano, notó la sonrisa compradora bien colocada en su rostro, lo que en realidad, le produjo un verdadero escalofrio—. ¿Que quieres, chiflado?
—Bueno, yo estaba pensando...
—Comenzaste mal.
Nick parpadeó hacia él, confundido—. ¿Eh?
—Si tu pensaste, entonces estamos jodidos.
—¡Imbecil! —le dio un golpe certero en la frente antes de que el mayor pudiese apartarse.
—No estas ganando puntos, hermanito.
—No intento hacerlo —se cruzó de brazos, inflando sus mejillas sonrojadas—. Solo quería pedirle un favor a mi hermano mayor.
—¿Por eso trajiste a tus guardaespaldas? —Blue arrastró las palabras haciendo un gesto sútil hacia las chicas, aunque se mantuvo escondido en su sudadera.
—No son mis guardaespaldas —se defendió—. En todo caso, tu usas a mi hermano como defensor personal.
—Como si necesitara que alguien me defienda, no soy un enano flaco como tu, Nick.
El pequeño ceño se profundizó y Nee sabía lo que venía mucho antes de que su hermano se arrojara a golpear su amigo—. ¡Te voy a enseñar lo que este enano flaco puede hacer, imbecil!
—Detente ahí, campeón —lo atrapó antes de que pudiese tocar al rubio, arrastrandolo lejos con facilidad—. ¿Que haces, Nick?
—Tu amigo me ofendió, Nee.
—Si, bien, bienvenido a mi vida ahora. Cada palabra que sale de la boca de Blue, es algún tipo de insulto hacia alguien —se encogió de hombros, poco interesado en las miradas que las chicas estaban arrojando hacia él y Blue y más concentrado en el inusual comportamiento extraño de su hermano—. ¿Que era lo que querías de todas formas?
Nick arrastró la mirada fuera de Blue y lo miró—. Cuando venía hacia aquí, luego de acompañar a Sara a la tienda de-
—Tss, detente ahí —elevó una mano, acompañando sus palabras—. ¿Estuviste fuera del colegio sin mi?
—Solo fue una cuadra.
—No me importa si solo pusiste el pie al otro lado del portón principal y volviste, me prometiste que no saldrías del predio del colegio sin mi y lo hiciste.
El moreno hizo un pequeño puchero—. Lo siento, pero las chicas dijeron que estaría bien, solo fue una cuadra, lo prometo.
—Por supuesto, hazle caso a cuatro feminas que conociste hace un par de semanas y que no tienen idea de la situación que vivimos, antes de a tu único hermano, que lo único que hace es protegerte —soltó, algo enojado—. ¿Por qué no aceptas los caramelos y te subes a la Van, también?
—¿Eh?
—No importa —negó—. No vuelvas a salir sin mi.
Los ojos ámbar bajaron al suelo—. No lo haré.
—Prometelo. —exigió.
Nick enganchó sus dedos meniques—. Lo prometo, hermano.
—Bien. Ahora, dime lo que querías decir.
—Bueno, cuando volviamos de la tienda, vi a un cachorro escarbando en la basura del callejón cercano —tosió de forma extraña antes de sacudirse—. Él estaba buscando comida en la basura, me dio pena, pero las chicas no quisieron detenerse a ayudarlo.
—Y tu quieres hacerlo, ¿me equivoco?
—No —sonrió, sus ojos brillando—. Sé que eres alergico y además, seguramente papá me arrojaría con perro y todo fuera del apartamento si me atreviese a llevarlo allí, pero me gustaría al menos comprarle algo de comida y dejarla en el callejón para él.
—¿Y que quieres de mi, entonces?
—Yo... mhm, bueno —se mordisqueó el labio, luciendo avergonzado—. Necesito dinero.
—¿Dinero? ¿que pasó con tu mesada?
—Me la gasté.
Elevó ambas cejas—. ¿En qué?
—Estan esas sabrosas galletas con forma de unicornio en la tienda del colegio, el llavero de gatito y esos cuadernos que no necesito pero, ¡ellos brillan, Nee! Y los boligrafos con tinta brillante y el labial con sabor a cereza, ¡Y también ese esmalte de uñas color Barbie y también uno celeste pastel! Oh, y la camiseta de-
—Tu necesitas aprender a ahorrar antes de que envies a nuestros padres a la quiebra comprando cosas inservibles.
—No son inservibles, yo las necesito.
Rodó los ojos, divertido—. Lo que digas.
—Entonces, ¿me prestas dinero? —presionó.
—No pidas prestado si no tienes intenciones de devolverlo.
—Bien, entonces, ¿me das dinero?
Eso hizo reir a Nee, deteniendose para mirar a su hermano extrañado cuando volvió a toser—. ¿Te sientes bien, Nicky?
—Si —asintió, haciendo una mueca—. Es solo que mi garganta me esta molestando un poco.
—¿Cuando empezó a molestar? —tocó las mejillas sonrojadas con el dorso de sus dedos, notando que la piel estaba más caliente de lo normal.
—Desde que desperté, pensé que se pasaría, pero creo que esta empeorando.
Colocando sus labios suavemente sobre la frente del menor, hizo una mueca al alejarse—. Tienes fiebre, hermanito.
—¿Estas seguro?
—Si —lo miró con dulzura y protección—. Seguramente tengas tu garganta irritada también.
—No quiero enfermar, Nee.
—No debimos acceder a jugar una guerra de agua con tío Yago, debí saber que esto sucedería, tu siempre enfermas fácil.
—No lo hago.
—La fiebre dice lo contrario —tomó su muñeca—. Vamos, te llevaré a la enfermería para que llamen a papá y venga por ti.
—Espera —clavó sus talones en el suelo—. ¿Que hay del perrito?
—¿Que con él?
—Debo darle de comer o él tendrá hambre todo el día, Nee —lo miró suplicante—. No podemos dejar que tenga hambre.
Mirando hacia él, Nee soltó un suspiro pesado, sabiendo de sobra que no había forma de que no cediera a algo que su hermano le pedía—. Yo le daré de comer si tu vas a la enfermería.
—¿Pero que hay de tu alergía?
—Me cubriré con un pañuelo —solucionó—. Mientras no tenga contacto con su pelo, estaré bien.
—¿Seguro?
—Por supuesto, vamos a la enfermeria, hermanito, necesitas volver a casa antes de que la fiebre empeore.
—¿Empeorará?
—Seguramente, pero siempre mejora luego —le sonrió—. Estaré allí para cuidarte, como siempre, no debes preocuparte.
Nick le sonrió, confiado—. Está bien.
Recuperando su mochila, empujó su libro dentro de la misma antes de despedirse rápidamente de Blue, dejando que Nick hiciera lo mismo con sus amigas para luego arrastrarlo fuera del gimnasio y por el pasillo. La enfermería era bastante grande, había varias camillas allí por si algún estudiante necesitaba ser recostado para atenderse o simplemente, quería arrojarse a dormir una siesta. La enfermera, una señora regordeta, con sonrisa simpatica, los atendió al instante, colocando un termometro en Nick mientras Nee llamaba a su papá.
Zayn respondió al primer timbre—. Hola, cariño.
—Hola, papi —sonrió—. ¿Estás en la tienda?
—Eh, si, estoy arreglando un par de cosas con tu tío Niall para reacomodar las prendas y demás —explicó con rápidez—. ¿Sucede algo?
Vaciló—. Si, pero no te asustes.
—Con decirme eso, solo logras asustarme, amor, ¿que sucede?
—Es Nicky —miró hacia la puerta de la enfermería mientras se paseaba por el pasillo—. Tiene fiebre, creo que esta incubando un resfrío, ¿puedes venir por él?
—Estoy saliendo en este momento para allí.
—Gracias —suspiró, aliviado—. Y papi.
—¿Que?
—Creo que sería bueno que también vuelva a casa —susurró—. No le digas a Nick, pero en realidad, siempre enfermamos juntos y solo es cuestión de tiempo antes de que comience a tener fiebre.
—Lo sé —Zayn aseguró—. Pasaba igual cuando eran bebes.
—¿En serio?
—Si, pero eso es algo que voy a contarte luego —prometió—. Estoy saliendo hacia el colegio, estaré allí pronto.
—Está bien, estamos en la enfermeria, esperando por ti.
Despidiendose, volvió adentro con su hermano, viendolo recostado en una camilla, viendose adormecido.
Acercandose a la misma, le sonrió cuando los ojos ámbar se dirigieron a él—. Papi está en camino.
—Genial.
—Llegará pronto, así que voy a correr a la tienda a comprar la comida y dejarsela al perro antes de que él llegue, ¿si?
Nick asintió—. Vuelve rápido, por favor.
—Lo haré —besó su mejilla—. Descansa.
Cuando los ojos del menor volvieron a cerrarse, se giró hacia la puerta y salió de la enfermería con su mochila golpeando su espalda baja. Nadie cuidaba la puerta principal cuando la atravesó hacia la calle, cosa que agradeció, ya que no tenía ganas de explicarle nada a nadie.
La tienda más cercana quedaba a poca distancia por lo que antes de darse cuenta, estaba caminando hacia el callejón con una bolsa de comida para perro en su mochila. No fue dificil ubicar el lugar que Nick había nombrado, ya que las tiendas de ropa donde sus compañeras iban quedaban de un solo lado y el único callejón allí era ese.
Abriendo la bolsa con unas tijeras que sacó de su mochila, cubrió su rostro con un pañuelo azul que su tío Will le había obsequiado y comenzó a arrojar las pelotitas de comida por todo el lugar. No tenía idea de donde estaba el perro, pero esperaba que lo encontrara allí, él y todos los otros animalitos de calle que se paseaban por el lugar. Caminando un poco más lejos dentro de la oscuridad, se aseguro de dejar pequeños montones en varios lugares antes de arrojar la bolsa dentro de un contenedor.
Volviendo sobre sus pasos, recuperó su mochila del suelo y comenzó a caminar para alejarse cuando escuchó un sonido detrás de él. Volteandose, vió a un pequeño perro amarillo comiendo con entusiasmo de uno de los montones.
Sonrió.
Su hermano tenía razón, hacer cosas buenas sin esperar nada a cambio, se sentía jodidamente bien.
—Volveré mañana. —prometió, detrás de la tela—. Te traeré más comida.
Dio otro paso atrás y se aterró cuando alguien lo atrapó por la espalda, intentando colocar un pañuelo en su boca. Revolviendose, luchó con todas sus fuerzas para escapar, sintiendo el olor dulce que provenía de la tela que empujaban hacia su nariz, siendo detenida por su mano que sostenía su propio pañuelo sobre la misma.
Aun cuando se sacudió y pateó en todas direcciones, lograron quitar su mano y no pudo evitar respirar aquel olor, sintiendo su mente nublarse mientras más entraba a sus pulmones. Cuando su vista se oscureció, el terror lo tomó por completo, sabiendo que estaba en peligro, pero sin poder hacer nada.
En la enfermeria, Nick comenzó a llorar sin control en sueños, aterrado.
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