Capitulo Seis.

Sentándose con las piernas flexionadas, Nee empujó sus lentes por su nariz, observando la mirada concentrada que su hermano lucia mientras dibujaba en su cuaderno de bocetos. Tan sigilosamente como pudo, tomó el pequeño recipiente transparente donde su padre había puesto algunos snacks y lo quitó del alcance del de cabello oscuro, escondiéndolo detrás de su espalda.


Una sonrisa se curvó sus labios cuando el más joven extendió la mano, esperando tomar algunas galletas, solo para encontrar el vacío donde el recipiente había estado. El ceño se frunció y confundidos ojos marrones se apartaron del papel, buscando alrededor hasta que se toparon con él.


—Devuélvemelos. —exigió.


Nee elevó una ceja—. ¿Por qué debería hacerlo?


—Son míos, tu ya te comiste los tuyos, devuélvemelos.


—No quiero hacerlo.


—¡Nee!


—No seas un bebé —golpeó el puchero del otro con su dedo—. ¿Por qué siempre tienes que hacer eso cada vez que peleamos?


—Porque tu eres malo conmigo.


—Bueno, soy tu hermano mayor, se supone que nací para hacer tu vida difícil.


Eso logró que la expresión de Nick estuviese aun más cerca del llanto—. Eso no es verdad, tu naciste para ser mi otra mitad, tu lo dijiste.


—Ya, ya, no llores —le devolvió el recipiente—. Solo te lo devuelvo porque lo que dijiste fue lindo. Nick sonrió—. Recordaré eso para la próxima vez.


Rodando los ojos, Nee se arrastró más cerca y observó el dibujo que su hermano hacía—. ¿Estas dibujando a papá?


El menor asintió—. No quiero volver a olvidar su rostro otra vez.


Sin saber que decir al escuchar a su hermano ponerle voz a su propio miedo, Nee cambió de tema—. ¿Qué crees que debamos hacer ahora?


—¿De que hablas?


—¿Cómo se supone que actúan los hijos? —lo miró—. No sé como debemos actuar o que debemos hacer. La señora Charles solo nos pedía que limpiáramos lo que ensuciábamos y estudiáramos, ¿debemos hacer lo mismo aquí?


Nick frunció el ceño, pensativo—. No había pensado en eso.


—¿Qué crees que debamos hacer?


—No lo sé, yo tampoco he sido hijo antes, ¿deberíamos preguntarle a papá?


Mordisqueándose el labio, Nee negó con suavidad—. No, creo que deberíamos intentar descubrirlo por nosotros mismos primero.


—¿Cómo hacemos eso?


—Igual que encontramos el camino hasta aquí —sonrió—. Investigando.


—Pero...


Dos golpes en la puerta logró que se quedaran en silencio al instante antes de que Nee se pusiera de pie para abrir, encontrándose con Zayn del otro lado—. Hey, niños, vengan a la sala, hay alguien que quiere verlos.


—¿A nosotros?


El moreno asintió, haciéndoles un gesto para que lo siguieran. Compartiendo una mirada confundida, ambos se encogieron de hombros al mismo tiempo antes de salir de la habitación de invitados que estaban utilizando e ir detrás del mayor. Ninguno de los dos se había percatado de que habían llegado visitas, pero el hombre sentado en el sofá de la sala no había estado allí antes.


Un ligero perfume a jazmines flotaba en el aire y cuando el hombre se puso de pie, algo en él llamó la atención de Nee. Era alto, bastante más que ellos, con rizos castaños enmarcando su rostro y grandes y llamativos ojos verdes. Su ropa parecía pertenecer a un modelo de revistas, de esos que la señora Charles siempre adulaba. Pero no era la ropa, ni siquiera los rizos que parecían tener mente propia, no, era algo más, algo...


—Lo conozco —susurró, acercándose hasta que estaba a solo un paso de distancia del hombre. Su ceño se frunció en concentración, intentando atrapar esa memoria escurridiza que se escapaba de su alcance—. Sé que lo conozco, pero no puedo... no sé.


—Lo conociste, ambos lo hicieron —Zayn aseguró.


El perfume de jazmines. Nee conocía ese aroma, se había dormido muchas veces rodeado del mismo, en el calor del pecho de... Avanzando, acortó el espacio entre ellos y rodeó al hombre con sus brazos, sintiendo las lágrimas picar un poco en sus ojos. No tenía idea de quién era, pero sabía sin lugar a dudas, que había sido muy importante para él y que lo había extrañado muchísimo luego.


—Ahora, baby Nee, esa no es forma de saludar a tu tío luego de tantos años, ¿mm? —la voz ronca del hombre susurró mientras lo rodeaba con sus brazos—. ¿Por qué no lo intentas con un "Hola, tío Harry"?


—Hola, tío Harry —repitió obedientemente, sorbiendo su nariz.


—Hola, cariño —respondió, besando su cabello antes de hacerle un gesto a Nick para que se acercara a él—. Ven aquí, baby Nicky, tu tío necesita un abrazo tuyo también.


Aun cauteloso, el menor se acercó, permitiéndose ser arrastrando al pecho del mayor y murmurando un "Hola" contra la tela de su camiseta.


—Han crecido tanto —Harry comentó, su mirada rebotando de ellos a Zayn antes de volver—. Son pequeños hombres muy hermosos, también.


—Tienen buenos genes. —Zayn se jactó, ganándose un rodar de ojos.


—Por supuesto que los tienen. —sentándose en el sofá, jaló a ambos jóvenes con él—. Su padre me contó lo valientes que fueron ambos al buscarlo y viajar hasta aquí solos.


—No fuimos valientes.


—Estábamos asustados —Nee confesó antes de mirar a Zayn a través de sus espesas pestañas húmedas—. Pero papi estaba esperando por nosotros, así que vinimos.


Zayn se acercó y acarició sus mejillas—. Me hicieron esperar mucho tiempo, ¿lo saben?


—Lo sentimos, papi.


Sus voces a dúo hicieron sonreír tanto a Zayn como a Harry.


(...)


—¡Tengo una granja de hormigas, ¿quieres verla, tío Harry?!


Nick sonrió cuando su tío parpadeó hacia él, confundido—. Nunca he visto una granja de hormigas antes, me encantaría, baby Nicky.


De un salto, se puso de pie—. Iré a traerla.


Antes de que nadie pudiese responder algo, salió corriendo por el pasillo hacia la habitación que él y su hermano estaban ocupando. Había dejado su granja cerca de la ventana que decoraba la pared que enfrentaba la puerta, para que pudiesen tener un poco del calor solar sin ser demasiado brusco. Sus hormiguitas eran sus queridas mascotas y él realmente tenía mucho cuidado de ellas.


—Tenemos un tío, niñas —les informó, levantando el recipiente de cristal—. Se llama Harry, les agradará.


Los pequeños insectos lo ignoraron totalmente mientras corrían de un lado a otro, llevando y trayendo comida de un lado a otro, y reformando la parte de su casa que se había arruinado al caer frente a la cafetería. Él aún se sentía algo culpable por haberlas dejado caer de esa forma, ellas podrían haberse lastimado mucho.


Abrazando la granja contra su pecho, comenzó a caminar hacia la puerta cuando el teléfono comenzó a sonar desde su base, sobre la mesa de noche. Dudando un momento, lo escuchó sonar varias veces antes de suspirar y acercarse a tomarlo. Sabía que no debería hacerlo, pero si nadie atendía, la llamada se perdería y podía ser muy importante.


—¿Hola? —murmuró al llevarse el aparato al oído.


Hubo un momento de duda en la línea—. Buenos días, estoy llamando para hablar con Zayn Malik, ¿esta él allí?


—Papi esta en la otra habitación, espere un momento, le avisaré.


—¡No! —el grito llegó a sus oídos aun cuando ya había alejado el teléfono para dejarlo sobre la mesa de noche e ir en busca de su padre.


Devolviéndolo a su oreja, preguntó—. ¿Qué sucede?


—¿Tu... tu acabas de decir "papi"?


—Uhm... si. —respondió—. Zayn es mi padre, nosotros le decimos "papi".


—¿Nosotros?


—Sip —dio un pequeño saltito sobre sus pies—. Mi hermano mellizo, Nee, y yo, le decimos de ese modo.


—Mellizos... —la voz fue un susurro suave y lejano.


Colocando la granja sobre la superficie, observó dentro de ella—. ¿Usted es amigo de mi padre?


—Creo que podrías decirlo de esa manera.


—Mm —asintió—. Yo no tengo muchos amigos, solo a Nee.


—¿Cómo te llamas, pequeño?


—Yannick. Pero todos me dicen Nick o Nicky, ambos me agradan.


—¿Puedo decirte Nicky?


El pequeño sonrió—. Claro.


—¿Qué edad tienes, Nicky?


—Tengo doce —respondió con facilidad—. Nee y yo acabamos de cumplirlos, el dieciséis de este mes, ¿tu que edad tienes?


Hubo una especie de risa cariñosa desde el otro lado—. Tengo veintinueve, cumpliré treinta pronto.


—Oh, ¿harás una fiesta?


—No lo sé aun, talvez la haga. —evadió— ¿Te gustaría venir a festejar mi cumpleaños conmigo?


—¿Me invitarías?


—Por supuesto.


—Entonces, si, me gustaría ir.


—Esta bien, tendré muchos sándwiches esperando por ti, Nicky —prometió—. Sin tomate, lo prometo. Confundido, Nick observó el teléfono por un largo momento al percatarse de que la llamada había sido terminada sin una despedida. Encogiéndose de hombros sin darle mayor atención, devolvió el aparato a su base y tomó a sus hormigas, corriendo hacia la sala nuevamente.

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