Capitulo Ocho.
Las cosas jamás suceden como uno las planea, Liam había aprendido eso de la manera más dolorosa existente. Había cometido errores, errores que doce años atrás parecieron aciertos, pero que ahora, mirando hacia atrás, podía ver cuan idiota había sido. Usualmente, culpaba a su juventud e inexperiencia, pero a parte de ello, sabía bien que la culpa de todo lo sucedido había sido en gran parte suya.
Debería haber hecho algo.
Joder, él debería haber reaccionado de otra manera y haber hecho las cosas distintas. Pero había sido malditamente estúpido y ahora podía ver con claridad lo mucho que se había perdido por dejar que otras personas controlaran su vida con tal facilidad.
Su pulgar se demoró sobre la pequeña marca en el cuello del pequeño frente a él, una marca familiar que él mismo lucia en su cuello, como su padre y su abuelo hacían. Un rasgo totalmente hereditario que respondía muchas de las preguntas que habían surgido en su mente luego de la llamada telefónica.
Pero muchas otras cuestiones surgieron. ¿Por qué había sido excluido de tal suceso? ¿Acaso no merecía haber sido al menos informado? ¿Tan jodida estaba la imagen que Zayn había guardado de él que había preferido ignorar su papel en sus vidas? Él podría haber simplemente llamado y Liam hubiese estado a su lado en un instante, aunque, probablemente, el moreno no tenía idea de eso. Joder, era obvio que él pensaba lo peor de Liam si lo había mantenido ignorante de todo durante tantos años, él solo...
¡Maldición! Zayn había pasado por todo solo y todo era culpa de Liam.
Antes de que pudiese hacer o decir algo, alguien se acercó por detrás del pequeño y un momento después, este estaba siendo alejado de su toque. Mirando hacia arriba desde donde estaba arrodillado, Liam se topó con una seria mirada evaluadora. Había conocido a ambos niños antes, sabía que eran mellizos, pero con ellos era obvio cual era el mayor, y no solo era por sus alturas.
Nee, Liam recordaba su nombre. No había heredado su marca, pero sí su cabello castaño indomable y la misma aura rebelde y protectora de la que él mismo se había deshecho en la adolescencia. Siendo sinceros, él solo había aprendido a esconder esa parte de él, deseosa de revelarse con la autoridad, de su familia, porque por dentro, seguía sintiéndose de la misma manera.
—La sección de hombres esta por allí —señaló al otro lado del local, mirándolo con ojos estrechados—. Esta es ropa juvenil, señor.
Tuvo que morder el interior de su mejilla para evitar sonreír—. ¿Qué te hacer creer que no quiero comprar ropa juvenil?
—Es para adolescentes, no tenemos su talla.
—Mm, no sabes cual es mi talla, así que quiero arriesgarme y probar. —replicó, devolviendo la mirada directa del joven.
La risita infantil de Nicky logró que volviera a mirarlo, solo para ver como cubría su boca con sus pequeñas manitos y lo miraba con ojos llenos de diversión—. Eso sería muy gracioso.
—¿Crees que sería gracioso verme probándome esta ropa? —elevó una ceja, encantado con el pequeño—. Estoy bastante seguro de que esa camiseta que esta en el maniquí me quedaría muy bien.
Ambos voltearon a ver donde señalaba, justo a la camiseta roja oscuro ceñida al torso, que obviamente no le quedaría ni en su próxima vida. Pero la risita y el ceño fruncido en respuesta fueron un encantador resultado.
—Tal vez, si buscamos bien, podremos encontrar alguna camiseta que le quede, Nee.
El mayor sacudió la cabeza—. No lo creo.
—Nee...
—¡Niños! —la voz llamó, cortando lo que el pequeño iba a decir—. Su tío Niall tiene su almuerzo listo en la sala de descanso, vayan a comer.
—Esta bien, papi. —respondieron a dúo. Nick se detuvo un momento, dedicándole una sonrisa a Liam—. Adiós, señor, otro vendedor lo atenderá y seguro encontrara lo que busca.
Liam tuvo el impulso de atraparlos entre sus brazos cuando comenzaron a alejarse, la mano de Nee aun aferrada a la parte posterior de la camiseta de su hermano, desde donde lo había jalado lejos del tacto del mayor.
—¿Qué haces en mi tienda, Liam? —Zayn exigió, una vez que los niños estaban fuera del alcance del oído.
Poniéndose de pie, ya que no quería tener tal conversación en una posición tan indefensa, lo enfrentó—. No sabía que me habías negado la entrada.
—No lo hice, pero solo porque jamás tuviste el descaro de entrar aquí antes.
Liam ignoró la grosera respuesta, tomándose un momento para poder observar al hombre frente a él. Poco más de doce años habían pasado y Zayn seguía siendo tan hermoso como la última vez que se habían visto. Un poco más alto, su cuerpo se había convertido en el de un atractivo adulto, aunque aun era delgado. La sombra oscura de barba espolvoreada por sus mejillas, mandíbula y barbilla, no había estado allí antes. Su cabello era más largo ahora y Liam no podía recordar que él se viese tan malditamente sexy mientras lo fulminaba con la mirada.
—Deja de mirarme de esa forma. —el moreno gruñó entre dientes.
El castaño no escondió su sonrisa, dándole una obvia mirada desde los pies hasta encontrarse con sus ojos—. Sip, malditamente sexy.
—Jodete, Liam.
—¿Esa es tu manera de darme las gracias por un cumplido? —bromeó.
La expresión de Zayn no cambió—. ¿Qué quieres?
—Sabes exactamente porque estoy aquí, Zayn.
Un tic nervioso hizo saltar la mandíbula del más joven—. No, en realidad, no lo sé.
Elevó ligeramente una ceja—. ¿Realmente quieres que hablemos de esto aquí?
—No tengo nada que hablar contigo, lárgate.
—No lo haré —toda la diversión se había ido de su tono—. Y te recomiendo que hables conmigo ahora, porque no quiero tener que tomar medidas más drásticas para que esta conversación tenga lugar.
—¿Es una amenaza?
—Tómalo como quieras. —cedió, ya que de dar marcha atrás, no obtendría nada del moreno.
—Ya veo, te has vuelto digno de llevar tu apellido —escupió—. Sígueme.
Volteándose, comenzó a alejarse hacia la zona trasera del local, Liam haciendo lo pedido dos pasos detrás. Alejándose de la zona de descanso, donde los mellizos estaban, el moreno los dirigió hacia una puerta al final de un pasillo. Al entrar, Liam se dio cuenta de que se trataba de una pequeña oficina que, tomando en cuenta el desorden, no era muy usada.
Zayn rodeó el escritorio de madera oscura que se encontraba en el centro del espacio, como si quisiera poner algún obstáculo entre ambos, y lo miró—. Habla.
—Debería ser yo quién te exigiera eso, ¿no te parece?
—No, no me parece, ¿Qué quieres?
Acercándose, Liam colocó las manos planas sobre la superficie de madera, inclinándose hacia adelante y acercándose a Zayn sobre el mismo—. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Decirte qué?
—Podemos estar aquí todo el día si deseas seguir jugando este jueguito.
—No estoy jugando a nada.
—¿No? —bufó—. Sabes exactamente de lo que estoy hablando, deja de hacerte el tonto.
—Jodete.
Liam llamó a su infinita paciencia y decidió cambiar de táctica—. ¿Por qué llamaste a mi oficina?
—No llamé a tu oficina.
—¿Le estas diciendo mentirosa a mi secretaria? —Zayn apartó la mirada, sacándole un suspiro frustrado—. ¿Por qué querías hablar conmigo?
—¿Acaso no puedo llamar para saber si sigues vivo? Tu te apareciste en mi tienda sin ser llamado, ¿por qué no puedo llamar a tu empresa?
—Deja de comportarte como un niño.
—¿Un niño? —sonrió sin diversión, mirándolo con reproche—. Dejé de ser un niño hace muchos años, Liam.
Eso logró que Liam retrocediera un paso, porque a pesar de que Zayn estaba intentando esconderlo, había dolor detrás de esa frase—. Lo sé.
—¿Lo sabes? —exigió—. ¿Realmente sabes lo que es, Liam? ¿Entiendes el miedo y desesperación que se siente? ¿Sabes lo que es estar completamente solo en una situación así?
Negó con suavidad, porque no, no lo sabía—. ¿Por qué no me llamaste?
—Oh, vete al infierno, Payne.
—Debiste haberme llamado, habérmelo dicho.
Ira brillaba en los orbes ámbar—. ¿¡Como se supone que debía darte una noticia así por teléfono!? ¿¡Que debería haber dicho!?
—No lo sé, algo como "Hey, Liam, estoy embarazado" o "Liam, voy a tener a tus mellizos" habría servido.
—¿Tus mellizos? —repitió incrédulo, golpeando su mano sobre el escritorio—. ¡Son mis hijos!
—¡Son nuestros hijos! —corrigió—. Mi sangre también corre por sus venas.
—¿Cómo estas tan seguro?
Ahora era Liam quién apretaba la mandíbula, haciendo crujir sus dientes—. No lleves esto ahí, Zayn, no caigas tan bajo al negar mi paternidad.
—¿Caer bajo? —susurró, una lágrima se deslizó por su mejilla—. Tu no tienes idea de nada. No quieras venir aquí actuando como el padre sufrido porque no lo toleraré.
—¡Soy su padre también!
—¿Dónde estabas tú mientras yo mendigaba por un jodido biberón de leche para los mellizos? —gruñó—. ¿Dónde estabas cuando ellos enfermaron luego de que tuviese que llevarlos a mi trabajo nocturno en un restaurant mediocre porque no tenía dinero para una niñera? ¿Dónde mierda estabas cuando...? —se detuvo de golpe, quitando las lágrimas de su rostro con brusquedad—. No importa.
—Tu me negaste todo eso al no decirme sobre ellos, no quieras arrojarme la culpa de lo que sucedió a mi.
—No a ti, a tu jodida y enferma familia.
—¿Sigues con eso? —rodó los ojos—. ¿Después de todos estos años sigues sintiendo ese sin sentido odio hacia mi familia?
Zayn rió, sacudiendo la cabeza de forma decepcionada—. Sigues siendo el mismo imbécil ciego que eras hace años.
—Zayn...
—Solo lárgate, nosotros no tenemos nada más de que hablar. —hizo un gesto hacia la puerta—. Y, Liam —su rostro era totalmente decidido cuando habló—. Protegeré a mis hijos con uñas y dientes, y no vacilaré en destruir a cualquiera que intente dañarlos. Y no es una advertencia, es una amenaza.
—Jamás los dañaría.
—No estoy hablando de ti. —susurró.
Liam se perdió la frase cuando dos golpes sonaron en la puerta.
—Adelante. —Zayn permitió.
La madera se apartó y el rostro de Nee apareció—. Siento interrumpir, papi, pero, ¿puedo ir a comprar un trozo de tarta de manzana a la cafetería? Tío Niall nos pagó de más y tengo muchas ganas de comer eso.
Liam observó sorprendido cuando el rostro del moreno se suavizó, una pequeña sonrisa apareciendo en sus rasgos mientras rodeaba el escritorio y se acercaba a su hijo—. Por supuesto, cariño —besó su cabello, ganándose una gran sonrisa del menor, lo que sorprendió aun más al castaño—. Si quieres, puedes esperarme un momento e iré contigo, ¿si?
—Suena genial, gracias.
—De nada, ve e invita a tu hermano, tal vez él quiera algo.
—Esta bien —retrocedió un paso, pero se detuvo a darle una larga mirada a Liam antes de avanzar hacia él. Tomando su mano, colocó un billete en la palma del castaño—. Por el sándwich que le compró a mi hermano.
Dicho eso, se volteó y se fue.
—Quiero tener un lugar en sus vidas. —su petición fue baja, implorante.
Zayn lo miró—. Gánatelo.
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