Capitulo Nueve.
Empujando sus lentes por su nariz, Nee frunció el ceño hacia el libro en sus manos e intentó prestar atención a las letras allí plasmadas. Había mencionado a su tío Harry anteriormente el ser fan del personaje literario con el que compartía nombre, Harry Potter, por ello, el rizado le había obsequiado la colección completa de libros y él no había podido resistirse a gritar un poco y lanzarse emocionado hacia ellos. El de ojos verdes había estado encantado con su emocionada reacción y cuando Nee había preguntado la razón del obsequio, le había dicho que eran una pequeña compensación por todos los cumpleaños que se había perdido.
Eso realmente hirió a Nee, porque él deseaba haber pasado todos esos días especiales con esta familia que parecía quererlo tanto a él y a su hermano. Pero como no podía ser, él solo había agradecido muchísimo por ello y dado el beso y el abrazo que su tío había exigido.
Nick, por su parte, había recibido una bonita grande hormigas que tenía pequeñas conexiones a otros recipientes, creando distintas áreas. Harry había conseguido todo lo necesario para que las mascotas de su hermano estuvieran a salvo. Y en ese mismo instante, ambos estaban buscando la manera de pasar los pequeños animalitos a dicho lugar.
Todo era bonito, todo perfecto... menos una cosa que seguía molestando a Nee.
Su papá se había ido a trabajar y los había dejado al cuidado de Harry.
No es que a Nee le molestara su tío, no era así, estaba comenzando a quererlo mucho. Pero no entendía porque su padre los había excluido de esa forma de un momento a otro. A él realmente le gustaba estar en la tienda, hablar con los clientes y los empleados, había disfrutado pasar tiempo con su papi allí.
Y ahora, él solo se había marchado y los había dejado.
Nee había notado el nerviosismo de su padre luego de salir de aquella oficina donde había estado hablando con el fastidioso hombre. Liam, se recordó. Su nombre era Liam. Aunque sinceramente, le daba igual como se llamara. Había notado la rojez que rodeaba los ojos de su padre cuando había ido a preguntarle sobre ir a la tienda, sabía que había estado llorando. Y él había hecho la promesa de protegerlo de todo daño, eso sin lugar a dudas incluía a las personas que lo llevaban hasta las lágrimas.
Ese hombre había herido a su padre, lo que hacía que automáticamente desagradara a Nee. Podía tener solo doce años, pero luego de vivir tanto tiempo en una casa hogar, había aprendido a aferrarse a todo aquel que considerara familia. Su hermano siempre había sido parte de ella, su papi había entrado automáticamente en esa categoría y aunque aun no estaba seguro sobre su tío Harry, él aun los protegería a los tres sobre todas las cosas.
Cerrando el libro, observó sobre el respaldo del sofá hacia donde Nick y Harry se encontraban. Sentados alrededor de la mesa de la cocina, al otro lado de la barra que separaba los ambientes, ambos estaban totalmente concentrados en su tarea. El mayor seguía con su celular en mano, leyendo las indicaciones en alguna pagina de internet mientras su hermano las seguía con cuidado de no herir a los pequeños insectos.
Viendo su oportunidad, dejó el libro sobre el sofá y caminó casualmente en dirección al pasillo de las habitaciones. El solo llevar medias ayudó a no llamar la atención sobre él. Ignorando la habitación de invitados, se coló en el dormitorio de su padre y observó alrededor. La laptop estaba sobre la mesa de noche, su superficie plateada brillando bajo el sol de la mañana.
Nee dudó al cerrar la puerta, mordiéndose el labio con ansiedad. Había hecho algo malo antes y se había arrepentido de ello, pero no podía olvidar que había sido esa falta la que los había llevado con su padre. ¿Hacerlo de nuevo era tan malo?
Tenía tantas dudas y preguntas, pero no tenía idea de a quién planteárselas. Necesitaba información, tan simple como eso. Siempre le había desagradado ser ignorante o no comprender las cosas que sucedían a su alrededor. Habían cosas sucediendo en ese mismo instante, cosas que no le habían sido explicadas.
¿Quién era ese hombre? ¿Por qué había tocado a su hermano de esa manera tan familiar y amorosa? ¿Su padre lo conocía? Si no lo hacia, entonces, no lo habría invitado a su oficina a hablar, ¿no? Había escuchado una pequeña parte de la discusión, pero no había entendido algunas partes, solo... ¿Qué había sucedido entre su padre y la familia de Liam?
Con demasiadas dudas en su mente, soltó una susurrada maldición y se impulsó lejos de la puerta. Tomando la computadora, la colocó sobre la cama y la abrió. Su padre la había dejado encendida, aunque ninguna ventana estaba abierta en la pantalla. Buscando el icono de internet, se esforzó por recordar el nombre que Emily, una de las vendedoras, le había dado cuando preguntó quién era el hombre que había estado hablando con su padre.
La señora Charles siempre le decía que su gran curiosidad lo metería en problemas algún día, pero no podía evitarlo. Él había preguntado el nombre y se había dicho a si mismo que lo dejaría así, pero, simplemente, no podía hacerlo.
Una vez que el buscador abrió, escribió con rapidez el nombre que recordaba.
Liam Payne.
Su mirada se disparó a la puerta al clickear sobre el primer vinculo que apareció en la pantalla. Cuando nadie apareció por ella, leyó la información escrita allí con rapidez. Liam Payne era el próximo heredero de una enorme y conocida empresa de construcción, la cual tenía conexiones en toda Europa, Estados Unidos y parte de América del Sur. Según internet, la familia entera era asquerosamente rica y aun así seguían produciendo más dinero.
—No lo entiendo. —susurró para si mismo.
¿Que tenía que ver un asquerosamente rico arquitecto con su padre?
Preguntarle a Zayn estaba totalmente fuera de cuestión, él había intentado preguntar por el nombre del tipo y el moreno casi había tenido un colapso frente a sus ojos -ese había sido el momento en que había decidido preguntar a una de las empleadas de la tienda.
Algo había sucedido y él estaba totalmente dispuesto a descubrir que era.
Buscando dentro de los cajones de la mesa de noche, tomó una libreta y un bolígrafo, y anotó la dirección de las empresas que figuraban allí. Arrancando la hoja, la metió dentro de su bolsillo y abrió un mapa de la ciudad, buscando el sitio antes de colocar otro trozo de papel sobre la pantalla, copiando el camino hasta allí lo más rápido que pudo.
Cerrando la laptop, corrió en dirección a la puerta y salió, cerrando detrás de él. Una fugaz parada para conseguir zapatos y un abrigo antes de seguir su camino. Su tío y hermano estaba ahora haciendo un desastre con la tierra de las hormigas sobre la mesa de la cocina, ensuciando todo y hablando al mismo tiempo. Ni siquiera se dieron cuenta cuando corrió hacia la puerta y salió.
Llegar a la calle fue todo un logro gracias a la gran cantidad de seguridad que el edificio tenía, pero su condición de preadolescente y su mentira de ir a comprar galletas a la tienda le dieron pase libre. De pie en la vereda, se sintió un poco perdido sin la presencia de su hermanito a su lado, pero intentó ignorar eso ante su necesidad de información.
Por temor a que su tío lo atrapara en el acto, se echó a correr por el cordón, cometiendo el error exacto por el que vivía aleccionando a Nick. La persona con la que chocó no parecía ser mucho mayor que él, ya que al colisionar, ambos cayeron al suelo.
En automático, sabiendo que había sido su error, comenzó a balbucear—. Lo siento, realmente lo siento, yo no veía por donde caminaba y...
Se detuvo completamente al levantar la mirada. Ojos de un marrón oscuro con una forma obviamente asiática, pequeños labios rosa y piel pálida. Tenía un cuerpo pequeño, delgado y solo un poco más alto que Nee. Por la camisa que anunciaba un restaurant japonés de nombre extraño, supuso que era un empleado, lo que automáticamente lo hacia varios años mayor que él.
El otro joven levantó la mirada, también analizándolo—. ¿Te encuentras bien?
—¿Eh? —parpadeo, aturdido.
—Te pregunté si te encuentras bien —el otro sonrió, logrando entibiar algo en el pecho de Nee—. A mi me dolió bastante.
—Yo... oh, lo siento —repitió, poniéndose de pie y ayudándolo a hacer lo mismo—. Realmente lo hago.
—Esta bien, por suerte no llevaba ninguna entrega o ambos habríamos terminado embarrados en comida. —sacudió su ropa antes de mirarlo—. Soy Kai, mis padres son dueños del restaurant japonés al final de la cuadra.
—Nilo. Aunque puedes llamarme Nee. —sonrió, señalando sobre su hombro—. Acabo de mudarme con mi padre, al edificio de allí.
—Sabía que no te había visto antes por aquí.
—Llegué con mi hermano hace unos días, no hemos tenido tiempo de conocer mucho. —Ah, ya veo. Bueno, si lo desean puedo darles un paseo guiado por el lugar cuando quieran, con mi trabajo de repartidor conozco todo lo interesante que hay que ver por aquí.
Nee suprimió un saltito emocionado al pensar en pasar tiempo con el hermoso joven frente a él. Deteniendo ese pensamiento, se frunció el ceño interiormente, ¿desde cuando él se fijaba si un chico era hermoso?
—¿Ibas con prisa a alguna parte? —Kai interrogó.
—Ehm, si —rebuscó en su bolsillo, pasándole la hoja con la dirección—. Tengo que ir aquí... a encontrarme con mi padre. —agregó lo último con rapidez al ver la mirada interrogante del chico. Mentalmente, escribió "mentira" a su lista de faltas.
—Sé donde es, queda un poco lejos —miró el transito por un momento antes de suspirar—. Deberías tomar un taxi, es lo más directo.
Palmeando su bolsillo, Nee se aseguró de que el dinero que su tío Niall le había pagado aun estuviese allí. No había gastado nada de lo que le había sobrado luego de enviarle el dinero a la señora Charles, por lo que suponía que sería suficiente para pagar su viaje hasta allí.
Con una mirada rápida sobre su hombro, suspiró—. Lamento haber chocado contigo, enserio, pero mi padre me esta esperando y realmente tengo prisa.
Kai le dedicó una mirada sospechosa, pero no comentó nada—. Esta bien —le devolvió el papel—. Ten cuidado, y si alguna vez quieres ese paseo, solo tienes que preguntar por mi en el restaurant.
Nee le sonrió—. Lo haré.
—Adiós, Nee, ten un bonito día.
—Tu también. —respondió, observándolo alejarse por un momento antes de sacudirse la extraña sensación de estupidez que el joven le producía y corrió hacia el borde de la vereda.
Encontrar un taxi pareció más fácil de lo que pensó, su mirada se mantuvo en la puerta del edificio mientras el auto se alejaba. Nadie salió por él, pero sabía sin dudas que si su padre se enterara de lo que había hecho, estaría en grandes problemas. Oh, rayos, él seguramente metería a su tío en problemas.
Mirando por la ventana, tuvo la tentación de bajarse y volver, pero quería tanto encontrarle sentido a todo. Y esa pequeña espina de duda clavada en su mente no lo dejaría en paz hasta que lo supiera.
El auto se detuvo frente a un enorme edificio lleno de ventanas, tan alto que su cuello dolía cuando miraba hacia arriba, intentando ver la azotea. Pagándole al chofer, se bajó del mismo y observó las puertas de cristal con el apellido "Payne" grabado en letras doradas. No tenía idea de como entraría allí, estaba seguro de que la seguridad no lo dejaría pasar. Lo que lo hacia darse cuenta de que no había planeado las cosas como debería.
Mirando alrededor, caminó con paso lento por la vereda un momento, pensando. La vista de una cafetería con mesas fuera llamó su atención, recordándole los billetes que aun quedaban en su bolsillo. El local estaba justo en frente del edificio donde Liam trabajaba, así que podía sentarse allí por un tiempo y esperarlo, el almuerzo se acercaba, por lo que supuso que no tardaría demasiado en aparecer.
Había mucha más gente aquí que en la zona donde estaba el edificio en el que vivía ahora. Alguien lo empujó y se apresuró al borde de la vereda, observando el transito ir y venir con rapidez. Rebuscando en sus bolsillos, juntó las monedas sueltas con sus pequeños dedos e intentó recordar cuanto había gastado para saber cuanto debería tener.
Cuando alguien volvió a empujarlo al pasar, perdió el equilibrio. Su pie se zafó del cordón, torciéndose al tocar el asfalto de la ruta. Su cuerpo se fue hacia adelante, el sonido de una bocina ensordeciéndolo cuando cayó. Sus manos y piernas se rasparon, la sangre caliente humedeciendo sus dedos.
Las ruedas del auto que venía hacia él se arrastraron sobre el pavimento, el miedo congelando su cuerpo completamente e impidiéndole hacer caso a la obvia orden de su cerebro de moverse del jodido camino. Todo estaba pasando tan rápido, solo segundos desde que había caído al suelo, pero a él le parecían años.
Era increíble como el terror de no ver más a su padre y hermano lo dominó tan rápido, porque sabía que si ese auto lo golpeaba, él no sobreviviría.
Y entonces, en medio de todo eso, sintió un brazo rodeando su cintura y levantándolo. Su cuerpo impactó contra el pecho de alguien, un temblor sacudiéndolo con tal fuerza que sus dientes castañearon.
—¡Nilo! —alguien gritó. Su mente confundida se aferró a lo único conocido, al rostro de Liam, quien lo sostenía por los hombros, sacudiéndolo—. ¿¡En que estabas pensando!? ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? ¿Por qué estas solo? ¿Dónde esta...?
Todo el miedo, la desesperación y la idea de su muerte lo empujaron al borde, y algo hizo click en su mente. Arrojándose al frente, rodeó el cuello del mayor con sus brazos, sollozando—. ¡Papá!
No lo entendía, no tenía idea de como lo sabía, pero algo en su interior se lo estaba gritando. El cuerpo del mayor se tensó por un momento, pero no le importaba, porque era su papá quién lo protegía con sus brazos a su alrededor. Estaba tan confundido y asustado que esto era lo único que lograba comprender. El abrazo se apretó y su rostro fue guiado a un cuello cálido que ayudó un poco a su estado—. Te tengo, hijo, estoy aquí.
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