Capitulo Cinco.

De pie en la puerta de la habitación de invitados, Zayn apoyó el hombro en el marco de madera mientras observaba las dos siluetas acurrucadas en la cama de dos plazas en el centro de la misma. No tenía dos camas individuales en un dormitorio, solo un par de habitaciones de invitados, pero por más que había preguntado, los mellizos habían sido tercos en ocupar solo una de ellas en vez de dormir separados. No habían tenido que insistir mucho antes de que Zayn cediera, él aun recordaba como una de las cunas que había comprado había quedado sin uso cuando sus bebes se habían negado a ser separados y lloraban desconsoladamente si siquiera lo intentaba.


Una pequeña sonrisa curvó el borde de sus labios ante el recuerdo. Había sido difícil al principio, criar dos bebes por su cuenta sin tener ni la más pálida idea de como hacerlo. Sus hijos habían sido especiales desde el primer momento, y aunque pareciese un poco absurdo ahora, había sido Nilo quién más cuidados necesitó al nacer. Eso sin contar con que ellos habían llegado con sus propias reglas, no separarlos nunca era una de ellas, la otra era que si él estaba cerca de su cuna, entonces era mejor que les hablara, cantara o hiciera algún sonido que delatara su voz o las cosas solían ponerse bastante escandalosas.


Y Zayn había aceptado cada uno de sus caprichos con alegría, porque a pesar de que no lo admitía, era un padre baboso.


Tampoco, jamás podría olvidar como las diferencias entre ambos niños habían sido tan obvias. Nick había despreciado totalmente usar chupón desde el primer día, mientras que su hermano lo había necesitado para dormir hasta los dos años. Nee en cambio solo necesitaba la presencia de su mellizo para estar tranquilo, pero si Nick no tenía su osito de peluche cerca, el drama tenía un comienzo.


Si cerraba los ojos, aun podía escuchar el suave llanto, la risa, los gimoteos que se convirtieron en balbuceos al crecer y lo más importante, el recuerdo al que Zayn se había aferrado con tanta fuerza y la única razón que lo había mantenido cuerdo por tanto tiempo, la primera vez que le dijeron "papi". Esas vocecitas suaves y dulces, gritando por su atención...


Esos recuerdos lo habían sido todo para él por mucho tiempo.


Pero ya no más, ahora que tenía a sus hijos de nuevo con él, tenía toda la intención de recuperar todos esos años perdidos con ellos. Y también de protegerlos de todas las personas que quisieran hacerles daños sin importar quienes fueran.


Dándoles una última mirada, entrecerró la puerta, antes de alejarse por el pasillo. Entrando a su propia habitación, observó la discreta decoración en blancos y negros con una atención que no había puesto antes, notando como aquel lugar se diferenciaba tanto de su dormitorio de adolescente. No había colores, no cuadros, ni nada que delatara algo de sentimientos. Las paredes eran blancas, cuando antes habían sido verdes, y no había decorado ninguna de las superficies con sus murales, lo cual siempre había sido una especie de tradición en cada casa que había vivido.


No parecía un lugar donde alguien como él viviría, pero por alguna razón, había estado haciéndolo por cinco años sin percatarse de su entorno.


Sacudiendo la cabeza, ya que no podía hacer nada por ello en ese momento, se acercó a las puertas de su vestidor y las abrió, encendiendo la luz y permitiendo que la claridad dejara ver los estantes llenos de ropa y las prendas adornando cada pared. Usando una pequeña llave que escondía dentro del protector de su teléfono, abrió las únicas puertas que estaban bloqueadas antes de recuperar la caja de madera de buen tamaño de su escondite.


No había abierto la tapa de la misma desde hacia años, no desde que había colocado todo lo más importante en su interior. Con dedos temblorosos, acarició la madera con cariño, delineando las alas de ángel que había pintado allí hacia tiempo. Nunca había pensado que abrir una caja iba a ser difícil, pero lo era. El tiempo que pasó solo mirándola fue demasiado a su parecer.


Sacudiendo la cabeza, se dijo interiormente lo estúpido que era por dudar antes de tomar un aliento para darse fuerza y empujar la tapa. Dos pares de escarpines celestes le devolvieron la mirada desde el interior y por primera vez en mucho tiempo, Zayn no lloró al verlos.


Álbumes de fotografías, suyas durante el embarazo y de los niños mientras crecían, en una pequeña caja guardaba las ecografías y sus respectivos Cd's. En otra caja un poco más grande, había doblado cuidadosamente las primeras prendas de ropa que sus bebes habían usado y no pudo evitar tocar la suave tela, una celeste y la otra verde, con cariño. Tenía absolutamente todo lo que le había parecido un buen recuerdo, todo allí dentro, guardado con cuidado.


—¿Zayn? —el sonido de la voz de Nee lo sobresaltó, logrando que se girara para verlo de pie en el umbral de la puerta del vestidor. Se veía un tanto culpable cuando miró sus manos—. Siento haber entrado así, la puerta estaba abierta y cuando llamé, nadie respondió. Yo solo...


Pasándose las manos por el rostro, Zayn secó la humedad que no se había percatado que estaba allí—. Esta bien —se aclaró la garganta, intentando que su voz no sonara ronca—. ¿Qué haces despierto?


Nee lo miró con preocupación por un momento antes de suspirar—. Nicky tiene hambre... de nuevo.


Mechones de cabello oscuro aparecieron por el borde de la puerta, grandes ojos marrones le siguieron—. ¿Puedo tener otro vaso de jugo de manzana?


—Claro, cariño, creo que quedó algo de la cena, puedo calentarlo para ti.


—Eso sería... —los ojos cayeron sobre algo más allá de Zayn antes de que el más pequeño entrara a la habitación, dirigiéndose directamente a la caja abierta—. ¡Esto es mío! ¡Rayo!


Zayn observó con asombro como Nick levantaba el peluche de osito y lo apretaba contra su pecho—. ¿Recuerdas su nombre?


—Claro que lo recuerdo, lo extrañé mucho cuando no lo tuve más.


—Él lloraba por las noches, nunca podía dormir. —Nee agregó.


—¿Cómo pueden recordar eso? —preguntó—. Eran tan pequeños cuando todo sucedió.


—No tenemos recuerdos verdaderos, solo... recordamos cosas.


—Como que siempre dormía con mi peluche Rayo. —Nick sonrió.


Nee se adentró un par de pasos en la habitación—. Me gusta el perfume de los jazmines, creo que había algo que olía así de pequeño y que me gustaba, pero no sé que era.


—Tu... —se aclaró la garganta—. Tú tío Harry, él siempre huele a jazmines.


El mayor sonrió—. Tu voz.


—¿Mi voz?


—Cantabas —Nick se acercó un paso a él, el peluche aun contra su pecho—. Tu siempre cantabas para nosotros.


—Ni siquiera recordamos que canciones eran, pero si tu voz. Siempre la hemos recordado.


—Cuando teníamos miedo o nos sentíamos solos, recordábamos como tarareabas para nosotros. —Nick frunció suavemente el ceño—. Ni siquiera tiene sentido realmente, porque no recuerdo la melodía, pero de alguna forma...


—...estabas con nosotros.


Y eso lo hizo, eso rompió totalmente a Zayn y cayó de rodillas sobre la alfombra azul que decoraba el suelo. Sollozos dolorosos rompiendo a través de sus labios y esta vez, él realmente lloró. Lloró por todo lo que le había sucedido, por los años que le habían arrebatado y por todo el sufrimiento de esos nueve años sin saber donde se encontraban sus hijos. Por todas esas noches que se quedó despierto, pensando que los había perdido para siempre.


Por la horrible experiencia de vivir cuando te han arrancado el corazón y la razón de vivir. Dos pares de delgados brazos lo rodearon un momento después, suave perfume infantil cubriéndolo.


—Ya no llores, papi, estamos aquí —Nick susurró, besando tu mejilla—. Ya no estarás solo nuevamente.


—Nosotros cuidaremos de ti —Nee decretó—. No dejaremos que nadie vuelva a hacerte daño, papi, nadie.


Apretándolos contra su pecho, Zayn purgó con sus lágrimas todo el dolor, sintiendo que finalmente estaba libre de esa sensación de continua tristeza.


(...)


"Positivo".


Zayn acarició la palabra en tinta negra impresa en el papel mientras sostenía el teléfono contra su oído—. Te lo dije, Niall. Tengo los resultados en mis manos, ambos son positivos, son mis hijos.


—¡No hay manera!


—Créelo, rubia.


La línea quedó en silencio por un momento antes de que un sonido ahogado rompiera la paz—. ¿Cómo rayos sucedió esto?


—¿Un milagro?


—¿Desde cuando crees en ellos?


Se encogió de hombros—. Ahora lo hago.


Un toque en su espalda lo hizo voltearse para ver a Nick parado detrás de él—. Lo siento, pero, ¿puedo tener un poco de azúcar para mis hormigas?


—Claro, cariño, tómala de la alacena.


—Gracias.


Antes de que pudiese alejarse, Zayn lo atrapó de un brazo y lo jaló a su pecho, abrazándolo allí por un momento. Nick rio contra su pecho antes de ponerse de puntas de pie y besar su mejilla con dulzura. Devolviendo el gesto, Zayn besó el cabello oscuro y rizado de su hijo, notando que aunque había heredado el mismo color que él tenía, la forma rizada era totalmente de Liam. Ambos compartían ese rasgo con su otro padre.


Un recuerdo doloroso para Zayn.


Cuando finalmente estuvo conforme, lo dejó ir suavemente, observándolo acercarse a la alacena y recuperando una bolsa de azúcar.


—Ellos ya te tienen comiendo de su mano, ¿no es así? —Niall canturreó.


Zayn no pudo evitar sonreír—. Son adorables, Niall, solo debes conocerlos.


—Estoy seguro de que los adoraré tanto como tu lo haces —y esa era una de las razones por las que el rubio era uno de sus mejores amigos—. ¿Qué harás ahora?


—Ya llamé a mi abogado, lo iré a verlo hoy mismo para iniciar con el papeleo. Quiero que todo vuelva a estar en su lugar y ellos lleven mi apellido nuevamente.


—Eso es genial, estoy seguro de que todo irá bien a partir de ahora, Zee.


—Estoy seguro de que lo hará.


—Papá —Nee llamó, empujando los lentes de fino armazón negro por su nariz, que Zayn le había obligado a ponerse al saber que los necesitaba y que los tenía escondidos en su mochila, y mirándolo con sus hermosos ojos a través del cristal—. El repartidor ya llegó, le dije que subiera, pero no tengo su dinero.


—Yo lo atiendo, cariño, vuelve a mirar tu película. —cuando el pequeño se alejó hacia la sala, Zayn suspiró—. Debo irme, Niall, nos vemos luego.


—Nos vemos luego, no olvides llamarme para saber como te fue con el abogado.


—Lo haré. Adiós.


Cortando, Zayn tomó el dinero que había apartado para pagarle al tipo de la comida rápida y comenzó a arrastrar sus pies hacia la puerta. Había llamado a Harry luego de recibir los resultados, no le había dicho nada de lo que sucedía, pero había logrado convencerlo de que lo visitara esa misma tarde. Personalmente, quería ver la reacción, tanto del rizado como de sus hijos al encontrarse.


Harry había sido muy apegado a sus bebes y él había sufrido tanto como Zayn al perderlos, estaba esperando por ello.


Atendiendo la puerta, pagó al repartidor y tomó las bolsas, cerrando y apoyando la espalda en la madera mientras observaba el número que había marcado en su teléfono. Su dedo dudó sobre el el cuadrado verde, pero la risa de sus hijos desde la sala le dio el impulso que necesitaba para oprimirlo y llevar el aparato a su oído.


—Oficina de Liam Payne.

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