Capítulo 10: "¿Cuánto cobras?"

—Adelante, señor Hamilton — habló el director señalando la silla para luego juntar sus manos sobre la mesa lleno de papeles y lápices —Lamento mucho llamarlo y molestarlo a estas horas, pero no me queda de otra porque su sobrina ha corrompido con las reglas —contó mirándonos seriamente.

Dallas suspiró pesadamente y me lanzó una mirada de desaprobación.

—Ella me provocó —me defendí mirando al director.

—Eso no es razón para hacer lo que hizo, peleó con una alumna, el motivo no importa porque sus acciones fueron graves y las consecuencias serán un castigo de tres días — habló escribiendo en una hoja para luego pasárselo a Dallas junto con un bolígrafo de color negro.

Dallas tomó el bolígrafo, comenzó a leer lo que estaba escrito en la hoja para luego finalmente firmarlo.

—Pueden retirarse — ordenó guardando algunos papeles.

Dallas se levantó y salió de la dirección detrás mío, Rick y la chica tonta se encontraba sentados con los brazos cruzados. El corredor estaba vacío y nos encaminamos en donde se hallaba su camioneta estacionado, abrió la puerta y me dio espacio para entrar lo hice y lo cerró con mucha fuerza. Abroché el cinturón de seguridad y miré a mi derecha, él me miraba con furia.

—¡Te pedí que te portarás bien! — gritó molesto.

—Sólo debiste darme un beso y nada de esto iba a ocurrir — dije tranquila revisando mi celular.

—¡Soy tu tío! —gritó mirándome aún más enojado.

—No lo eres, y lo sabes. No lo uses por excusa — negué aún más tranquila, dejando mi celular a un lado y desabroché unos botones de mi camisa. Dallas suspiró pesadamente y finalmente arrancó el vehículo.

Las calles de Londres se encontraban repletas de personas caminando aquí y allá, las hojas de los árboles caían fuertes por las leves turbinas de viento, el cielo estaba nublado al parecer se aproximaba una tormenta, típico de esta ciudad. El tráfico no era tan exagerado como en la mañana, pero de todas formas llegamos a casa en veinte minutos, Dallas abrió la puerta de copiloto y me dio paso a la entrada, me siguió y volvió a abrir la entrada de nuestro departamento, me adentré y me senté en el sofá cruzando las piernas dispuesta a encender la televisión.

—Ahora debo llamar a tu padre e informarle sobre lo ocurrido— dijo serio tomando el teléfono.

—Sólo debiste darme un beso —dije cambiando de canales.

—¡Eres una niña! —gritó aún más molesto.

—¡Te mostraré que no lo soy! — exclame irritada parándome.

—Siendo más madura, ¿tal vez? — preguntó irónico presionando los botones del teléfono. No respondí, me acerqué a él desprendiendo más mi camisa y con una sonrisa pícara.

—Vamos, bebé. Podremos divertirnos mucho — pedí rozando mi dedo sobre su torso. Apartó mi mano fruscamente.

—Me pagan por cuidarte, no por tener sexo contigo — dijo con un tono de voz amargo. Sonreí aún más.

—¿Cuánto cobras? — preguntó tomando el teléfono y mirándolo a los ojos. Él solo me observó y sonrió.

Eso es una buena señal para mí.




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