53

Jayne

Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuantos días llevaba aquí. Mis muñecas ya ni siquiera las sentía, el dolor que me causaba estar amarrada había desaparecido hace poco. Mi cuerpo estaba sedado de nuevo, esta vez volvía a despertar por cuarta vez de una sedación.

No había comido en lo absoluto, a eso qué Adrian me daba no se le podía llamar como comida. Quien en su sano juicio sobreviviría a base de pan y agua. No me quejo, la sensación del hambre la había perdido desde que mis problemas se volvieron de mal en peor.

Estando aquí aprendí dos cosas, que mi vida no era tan infeliz del todo como lo está siendo ahora y que aunque intente gritar para que alguien me escuche nadie lo hará. No por estar "lejos", Adrian me sedaba cada cierto tiempo no encontraba el porqué lo hacía, no me había dirigido la palabra tal cual ya que siempre se portaba de una manera nerviosa al estar conmigo. Me di cuenta que su comportamiento era frágil y que estaba como una persona enferma mental encerrada en un hospital psiquiátrico por lo que llegaba a oír algunas veces le daban algunos ataques de ira por las noches lo cual hacía que sus gritos se escucharan por todos lados donde estábamos.

Mi brazo izquierdo dolía al moverlo ya que era donde frecuentemente Adrian me inyectaba para sedarme.

Había soñado últimamente con Kane, aunque pareciera extraño en mis sueños aquello me daba calma y me hacía sentir de una forma feliz, pero al despertar volvía a toda esta mierda.

Escuché los pasos de alguien que se acercaba a donde estaba, me quedé quieta y recostada como lo había estado desde que estoy aquí. No sabía cuánto tiempo llevaba aquí, la noción la había perdido desde que entré.

La puerta comenzó a hacer un pequeño ruido, la miré con la poca fuerza que tenía y vi como la abrían lentamente. Al abrirse por completo Adrian apareció en mi campo de visión, lucía elegante. Tan elegante que me hacía pensar en cómo una persona podía ser tan miserable y enferma para que en una situación así vistiese elegante.

Portaba smoking negro, entró con una jodida sonrisa en su rostro que me quería hacer arrancarla de su estupida cara.

—Veo que estás despierta—sonríe un poco y comienza a acomodarse su camisa de las muñecas—Me alegra que lo estés, hoy te tengo noticias algo buenas para ti.

Adrian se acercó frente a mi. Esta vez no se sentó, solo se quedó de pie mirándome.

—De seguro son tus noticias de mierda—respondí sin entusiasmo—no me importan ¿sabes?

Chasqueó su lengua y después me volvió a mirar con algo de desesperación.

—¿Aún no aprendes no? No te quedó claro hablarme bien, de una forma decente. Tratarme como debería ser tratado—habló de forma seca, no reflejaba esta vez alguna expresión en su rostro—Dime Jayne, ¿no te quedó claro?

—No me va a quedar algo en claro si como debo hablarte es como la basura que eres. No debo tratarte de una forma decente.—apretaba mis puños mientras lo dije, sentía que ardían donde la soga rosaba un poco—No se si sepas, pero solo eres una persona enferma de mierda.

Pasó una mano por su cabello, suspiró un poco y se veía como si tratara de mantener la cordura. Había algo que no le gustaba y era que lo retaran o no le dieran el trato que él merecía. Aunque sinceramente él no se merece ningún tipo de trato especial ni formal.

—Espero que puedas entender que esto no es un juego y que no me puedes hablar como te plazca–dijo amenazador—¿Entendiste eso?

—¿Que harás pedazo de idiota? ¿Sedarme de nuevo? Por favor, eres un débil tu también tanto como yo aquí. Solo me sedas por que tienes miedo de lo que pueda llegar a hacer, por qué sabes que soy más inteligente que tú—mientras decía eso podía jurar que su sangre se estaba calentando—La verdad me da pena que pudiendo tener una vida mejor estés haciendo esta basura, eres un...

Mis palabras se quedaron en el aire cuando una patada en el costado me hizo callarme. Me quedé mirando a la nada, quería evitar mirarlo. El dolor comenzaba a subir más sin embargo sabía controlarlo un poco.

Se acercó a mi para quedar frente a mi cara, de inclinó un poco y suspiró.

—Eres una tonta si piensas que me intimida una chica como tú, si te tuviera miedo no me hubiera metido contigo al secuestrarte—comenzó a hablar con voz neutra, carraspeaba de vez en cuando su garganta—Otra cosa si te digo, no quiero que molestes ni que hagas ruido alguno. Saldré este día a traer más gente como tú aquí, mañana nos iremos y no tengo mucho tiempo para conseguir más chicas.

Mi cara de asco volvió a hacer presencia ante él. Decía que no le daba miedo pero me tenía atada como si fuese a matarlo. No debía ser muy lista para saber que él en el fondo si me temía algo, lo sabía solo que era el típico hombre que buscaba hacerse El Fuerte ante una mujer.

—Y que pasará conmigo, ¿me volverás a sedar y me dejarás aquí?

—Eres algo lista, sabes exactamente qué eso es lo que haré.

—¿Tanto miedo me tienes? Si no me tuvieras miedo no me sedarías.—tratar de jugar con su mente era cosa fácil, el problema era que él se dejara—Ahora, no he comido nada, ¿piensas darle a un hombre de dinero una mujer sin comer y que se le marquen sus costillas? No te pagaran mucho.

—Mandaré a mi ayudante en esto a que te dé de comer, le ordenaré que te sede después de eso.—comentó con algún tono que asimilaba dulzura—Si tanta es tu hambre te cumpliré darte algo de comer, pero no te dejaré sin ser sedada.

Me dio un escalofrío ya que al momento de decir eso se acercó hasta mi cuello, respiró un poco haciéndome sentir mis vellos de punta. No era por otra cosa, solo eran nervios y traumas acumulados en mi interior. No soportaba la idea de volverlo a tener a pocos centímetros de mi, cada día.

Cerré mis ojos con fuerza. No podía esperarme algo peor que la sensación que está causando eso que hace en mi...

No, no era una buena sensación, prefería morir antes que sentirla de nuevo.

Se alejó con una sonrisa en sus labios, me miró por última vez y cerró la puerta.

Francamente ya no sabía cuanto llevaba aquí, pero sé que es más tiempo del que creía aguantar cerca de él.

_*_

Habían pasado algunas horas quizás, el tiempo de cualquier forma se me hacía lento. Estaba apunto de quedarme dormida por cuenta propia, mis ojos estaban con pesadez y mi cabeza estaba recargada contra la pared. Era la única forma en la que podía acomodarme de forma en que no tuviera molestia alguna con la soga que tenía en mis muñecas.

Un ruido me hizo abrir mis ojos de golpe. ¿Que Adrian no se iría?

—Veo que tengo que vigilarte un poco— mencionó un chico entrando a la habitación con un plato en mano—No me molesta, es mi trabajo de igual forma.

Estaba sentada en el suelo, había encontrado una posición para estarlo. Miré al chico castaño frente a mi, era algo alto, no demasiado. Vestía con ropa oscura, llevaba unos lentes como si hiciera sol aquí adentro.

¿Será algún idiota que Adrian contrató?

—Adrian me dijo que debo sedarte después de ver que acabes tu plato, así que disfruta mientras tengas algo de tiempo—acercó el plato hacia mi—¿si puedes mover las manos verdad?

—Un poco, de todas formas no creo que eso te interese en lo absoluto.

Dicho esto se sentó frente a mi en la pequeña silla que Adrian usaba para hablarme cuando no estaba frente a mi en el suelo. Miraba la comida con asco, puré, un pan, algo de arroz, nada de carne. Ni siquiera sentía el hambre en estos momentos, me sentía más vulnerable de lo que estuve cuando salí de casa...

—No soy una mala persona, ¿sabes?—trató de hablar con algún tono de compasión—yo era un chico común y corriente también, era mejor amigo de Adrian antes. A decir verdad no quería enrollarme en esto si te soy sincero.

Las palabras de este tipo solo me hacían querer dormir de nuevo. Me aburría tener que lidiar con gente nueva, acaso ¿ Trataba de hacerme creer que es una buena persona? Ni siquiera sé qué es lo que quiere hacer, a donde quiere llegar con este tipo de conversación.

—Mira, no me interesa mucho tu historia con el. Estás metido en la misma mierda en la que él lo está, aún así veo innecesario tus comentarios como si trataras de llevarte bien conmigo—murmuré un poco—no suelo llevarme bien con gente como tú.

El tipo dio una pequeña sonrisa como si aquello que dijera le hubiera parecido tonto.

—No quiero quedar bien contigo o algo parecido, eres solo una chica a la cual usaremos para hacer negocios.—me miró de forma sutil y después apartó su mirada fríamente—Más sin embargo esto no lo planeé yo, en ningún momento fuiste una opción para esto. Por lo menos para mi.

—De igual forma todo lo que hacen es una completa basura.—dije finalmente.

Buscaba tal vez terminar la conversación, pero algo me decía que debía seguir hablando con este tipo por alguna razón sentía que era una pieza importante que me ayudaría a salir de esta miseria.

Pasaron algunos minutos y yo seguía mirando el plato que estaba frente a mí con algo de asco. Nadie había dicho palabra alguna desde eso que dije.

—Creo que es mejor que haga lo que Adrian me mandó a hacer ya que no quieres comer—mencionó levantándose de la silla—No creo tener mucho que conversar contigo.

No dije nada, solamente lo seguí mirando. Sacó una jeringa del bolsillo de su pantalón, la abrió con delicadeza y comenzó a llenarla con un líquido extraño sobre la mesa. Estar viendo esto solo me hacía entrar en algo de pánico por que perdería más tiempo, tal vez no podría escapar.

No sabía que hacer, estaba en un punto donde me sentía vulnerable y había perdido toda clase de fe que tenía creando e ideando planes de escape. No me veía entrando en esta situación en algún punto de mi vida, quizás nunca nos imaginamos como es que posiblemente podríamos estar enredados en una especie de trafica de personas o en lo que sea que se relacione con lo que ahora estoy viviendo.

Lo único que podía pensar era que toda mi vida se había había dado un vuelco total para finalmente caer de una altura demasiado elevada. Tal vez es así, la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, un instante estás con una persona riendo y al otro solamente estás atada luchando por tu vida, es ilógico como a las personas nos pueden pasar cosas así, mas cuando no hacemos nada.

El chico se acercó a mi poco a poco, se puso en cuclillas y me miró.

—¿Cual es el brazo en el cual te pincha siempre?—quiso saber con la jeringuilla en una mano—La verdad no me dijo en cual era.

—Que te interesa, puedes buscarlo tú mismo solo son dos brazos y uno posiblemente tenga algunas marcas.—suspiré con fastidio—¿te gusta hacer esto?

Comenzó a observar mi brazo derecho y después pasó al izquierdo evitando mi pregunta.

—¿Que cosa?

—¿Te gusta hacer lo que los demás te mandan a hacer?

Por suerte aún no me había pinchado pero sé que esa pregunta le hizo pensar un poco por qué se quedó mirando a la pared. Veía como se tensaba un poco.

—Debe ser deprimente ser una persona como tú, hacer esto solo por la aprobación de tu mejor amigo y simplemente por el hecho de probar que también puedes servir en esto—comencé a mencionar con cansancio. Para ser sincera esta conversación no me llevaría a algún lugar pero quería saber si podría cambiar aquello—Pero también puedes hacer muchas más cosas buenas y en cambio estás aquí apoyando a la basura en la que tu amigo te metió.

—¡Tu ni siquiera saber una mierda de lo qué pasa!—gritó y después de eso podía ver cómo apretaba su mandíbula con enojo—No sabes ni una mierda, ni siquiera sabes cómo fueron las cosas. ¡No sabes ni siquiera el por qué estoy aquí!

—No creo que haya sido por tu propia voluntad, como dices Adrian es tu mejor amigo pero, solamente estás haciendo lo que te dice, a caso ¿alguna vez te ha dejado hacer lo que tú quieras en lugar de darte órdenes?

—¡Ya cállate Jayne! No sabes ni una mierda de verdad, solamente estás diciéndome esas cosas para ganar tiempo—¿sabía mi nombre? Claro, de seguro Adrian le había dicho—Crees que tus palabras pueden llegar a afectarme, no solo sigo órdenes de él, el también me ha dejado hacer lo que yo quisiera.

—La verdad es que a lo que veo solamente te manda, ¿acaso eres como su perro? ¿Recibes órdenes?

Con su mano libre  golpeó la pared a mi lado haciéndome sobresaltar un poco, creí que me rompería la cara. El enojo que tenía era solo una pequeña parte de lo que él traía en si, yo sabía eso podía verlo en el.

Lo miré un poco y sus ojos estaban cerrados mientras su respiración era acelerada, trataba de que su enojo bajara. Al darme cuenta que estaba un poco suelta la jeringa en su mano, tuve una idea de la cual solamente podía actuar rápido.

Rápidamente doble su mano débil y encajé la aguja con fuerza por donde estaba una de sus costillas. Comenzó a maldecir frente a mi, quitó la jeringa y la tiró al suelo. Su mano pasó a mi cuello y comenzaba a apretarlo con fuerza hasta que comencé a sentir que la sensación de sofoco se iba haciendo aún más fuerte. De pronto cuando comenzaba a ver negro, su mano bajó y él quedó inconsciente.

Una dosis más fuerte de seguro.

Su cuerpo estaba junto al mío, mi mano tenía la facilidad de buscar entre las bolsas de sus pantalones algo con lo cual pudiera cortar las sogas que tenía. Introduje mi mano en uno de sus bolsillos, primero había encontrado una cartera negra ahí dentro, al momento de abrirla vi que solo contenía efectivo y una identificación.

De pronto al ver su nombre sabía que la vida era tan miserable para ponerte personas en el camino.

Cloy langforth Philips

Maldita sea

Tiré su cartera junto con su tarjeta a mi lado y seguí buscando. Aquel idiota que quise a mis 14 años estaba aquí frente a mí sedado, siendo parte de un secuestro por mi primo enfermo. Una pequeña navaja apareció en su bolsillo lo cual me daba la esperanza de nuevo de salir de aquí.

Comencé a cortar las cuerdas de la soga hasta que pude mover mis articulaciones de una forma perfecta, sintiéndome aliviada. Me levante frente a él, lo vi en el suelo y lo ignoré. Miré unas llaves en la mesa que de seguro Cloy había dejado ahí, aun no supero que tuve a ese idiota de nuevo frente a mi.

Abrí la puerta y dudé en cerrarla con una de las llaves, no sabía el por que lo dudé pero después de unos segundos la cerré con llave y las guardé.

Caminar entre el pasillo oscuro me daba escalofríos, veía algunas puertas, al momento de abrir una vi a una chica rubia tirada en el suelo al igual que yo lo estaba. Después de estar mirando algunos segundos pensando en que hacer, decidí mejor cerrar la puerta y buscar ayuda, antes de que Adrian volviera ya que aunque quisiera llevarla conmigo no podría esta sedada.

Seguí el pasillo y vi una cocina algo vieja, las mesas eran de madera pero estaban algo agrietadas. Las sillas estaban un poco viejas y se veían rotas de algunos lados, estaban desgastadas. Había una pequeña ventana en la cocina  y una puerta que estaba cerrada claramente, en la ventana podías ver algunos árboles y nada de casas. Había un pequeño almacén fuera pero era pequeño.

¿Estábamos en un bosque?

Seguí buscando algo para que me pudiera ayudar a salir de aquí, corrí hasta la puerta principal pasando unas puertas más. A decir verdad este lugar se veía demasiado grande pero que puedo decir si alguien con dinero puede comprar algo así.

Llegue hasta la puerta principal donde estaba una gran sala, había un televisor viejo también pero a su lado había un teléfono de casa. Trate de abrir la puerta como un primer intento pero estaba Cerrada. Decidí dirigirme al teléfono que estaba sobre un mueble. Sentí algo de alivio al momento de poder tocar un teléfono, agarré el teléfono y lo coloqué en mi oreja derecha. Miré los números y trataba de recordar algún número, mi mente estaba borrosa, podría hablar a un número de la estación de policía.

Mierda ni siquiera recordaba un maldito número de la policía.

Traté de encontrar algo como un directorio en una mesita que estaba bajo la televisión donde guardaban libros. Había demasiados números pero todos eran viejos, quizás y si buscaba alguno de una estación podrían contactarla a otro lado, solo puedo intentar.

202 698 1500

Comencé a poner los números, al momento de haberlos introducido todos el teléfono comenzó a sonar. Estaba comenzando a desesperarme.

—Hola, hablas a la comisaría george Washington, ¿en que puedo ayudarte?

Un hombre había contestado la llamada, estaba algo nerviosa porque sé que podría no salir a tiempo de aquí.

—Hola, yo hablo para salir de aquí, un tipo me secuestró... lo conozco aunque bueno no lo veía en mucho tiempo y...

—¿Puedes decirme tú nombre?

—Claro,—estaba comenzando a temblar un poco, ya que al mirar a la ventana que estaba al lado de la puerta principal vi llegar el auto de Adrian—soy Jayne Collins, no tengo mucho tiempo. Quiero decir que estoy secuestrada y necesito ayuda, ahh maldita sea–veía como bajaba del auto—no se donde estoy.

—¿Que miras cerca?

Me sentía con presión, miraba para todos lados pensando en que hacer de una forma desesperante. Podría solo decir lo que veo por la ventana.

—Solo miro árboles, una pequeña carretera frente a la casa, es todo lo que veo... tengo que irme pero ¿pueden rastrear la llamada para que puedan ayudarme?

—Tu llamada está siendo rastreada mantén la calma, mientras si puedes mantente en contacto con nosotros...

Veía como Adrian bajaba a una chica del auto, se dirigía hacia aquí. No podía perder más, tenía que colgar.

Colgué rápidamente sintiendo la adrenalina en mi cuerpo, comencé a correr por el pasillo hasta llegar de nuevo a la cocina, la ventana podía abrirse y podía salir por ahí. Antes de que Adrian se diera cuenta que ya no estaba dentro del cuarto, oí como abría la puerta, mis manos estaban algo resbaladizas por el sudor en ellas.

—¡Cloy! Maldita sea te estoy hablando.

Su grito se escuchaba por toda la gran casa.

Logré abrir la ventana y como pude salí. Solo veía árboles al rededor, no sabía si correr o quedarme aquí esperando a que alguien viniera a ayudarme.

Lo que si sabía era que en cualquier momento Adrian podría salir y podría hacer lo que él quisiera conmigo. Solo podía mantenerme cerca de aquí para que un policía pueda ayudarme, se que será en vano si comienzo a correr.

Oí como Adrian gritaba en la cocina, sus gritos eran como si la locura lo estuviera consumiendo, yo estaba abrazándome a mi misma mientras pensaba en que hacer. Mi cabeza comenzaba a dolerme y estaba entrando en una parte donde ya me quería dar por vencida. ¿Tardarían mucho en llegar aquí? No se ni donde estoy.

En cuclillas comencé a caminar al rededor de la casa para observar donde podía esconderme hasta que alguien viniera aquí a ayudarme, volví a ver el pequeño almacén cerca de la casa era un cobertizo hecho de madera.

Corrí un poco hacia él y lo abrí, vi algunas herramientas ahí dentro y algunas tablas, no había mucho, me quedé en el suelo tratando de procesar lo que estaba pasando.

Así fue un buen rato, en todo eso solamente podía pensar en cómo me había metido en esta situación. Me estaba quedando dormida cuando escuché como alguien intentaba abrir el cobertizo, me quedé escondida tras una tabla que estaba al final cuando la puerta fue abierta de golpe y Adrian apareció en el campo de visión.

—¿Que hiciste Jayne? Se que estás aquí, se que estás escondida aquí, donde más podrías estar, si eres una mujer débil.—Veía como caminaba un poco entre las cosas—No voy a hacerte daño solo quiero que salgas para que finalmente pueda llevarte mañana con un hombre y cada quien se vaya por su camino. No soy una persona mala.

Podía caminar un poco cada que avanzara para que mis pisadas no se escucharan para que pudiera salir por la puerta y encerrarlo aquí. Aunque veía poca probabilidad de que pudiera hacer eso. Mis piernas comenzaban a debilitarse y empezaba a perder la esperanza de poder salir de aquí.

—No estoy enojado por que sedaste a Cloy, a decir verdad yo también lo hubiera hecho, era un idiota.

Veía como iba acercándose a donde estaba, podría también intentar hablar con él en lo que espero a que llegue la policía.

Al diablo, ya sufrí mucho de igual forma. Me levanté de donde estaba por qué veía inútil seguir escondiéndome, no podía moverme si quiera. Podría intentar otra cosa.

—Adrian, podrías simplemente olvidar esto y dejarme ir—comencé a hablar y el me miró—por favor, en serio me alejare de ti, no le dire a la policía, no le diré a nadie pero por favor.

—Ni siquiera podrías avisarle a la policía, si eso pasará yo tendría que matarte para que te vayas al infierno como yo me iría. Ahora, podrías simplemente tratarme bien—se acercó más hacia mi, quedando a poco de mi rostro—Se que puedes hacerlo, sé que podemos también hacer más cosas...

Una lágrima se resbalaba de mi mejilla mientras lo miraba a él, su mano comenzaba a tocarme el cabello. Veía como con la otra mano comenzaba a sacar un arma y la acercaba a mi abdomen.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando sentí el arma cerca de mi.

—Se que no quieres hacerlo, sé que tienes que entregarme al hombre—comencé a decir tratando de guardar la calma del arma frente a mi abdomen—No lo hagas...

—Esto es lo que vamos a hacer—tomó mi cabello hacia atrás—vas a hacerme caso, te meterás a casa y estarás conmigo hasta que pase la noche. Por la mañana te llevaré con el hombre, pero si no te portas bien tendré que matarte.

Tragué saliva.

El de alejó de mí para ponerse atrás mío y apuntarme con el arma por atrás.

—Comienza a caminar para entrar a la casa. Estará mejor.

A pasos lentos comenzaba a caminar sintiendo el arma aún más pegada a mi abdomen. Poco a poco sentía que mis piernas se estaban debilitando, mi cuerpo ya no tenía energía y sin haber comido algo en varios días sentía que podría desmayarme en cualquier momento. Al salir del cobertizo y miré la Casa Blanca de nuevo frente a mi.

Seguía caminando cuando al momento de estar frente a la casa, antes de entrar la puerta de la cocina se abrió de repente y dos oficiales con armas le apuntaron a Adrian.

—Suéltala, baja tu arma y acompáñanos—comenzó a hablar uno de ellos—¡Es mejor que lo hagas por qué te irá peor!

—¡Ni siquiera les haré caso!

—Levanta las manos, no quiero disparar.—el oficial apuntando hacia Adrian comentó—llevemos esto en paz y no será tan larga tu sentencia.

—Aléjense.

Fue todo lo que Adrian pudo decir.

Con la fuerza que pude le di una patada por detrás y intenté correr, hacia ellos.

Un disparo.

Mi cuerpo no respondía y comenzaba a sentir un horrible dolor en el abdomen, miré hacia abajo como pude y veía sangre en mi. Mis manos temblaban, mi vista estaba borrosa y apenas podía ver como los oficiales comenzaban a correr con Adrian cuando otros venían a ayudarme.

Mis ojos se cerraron y dejé de escuchar palabra alguna. La oscuridad de nuevo se hacía presente pero esta vez, se sentía de una forma extraña...

Para los que preguntan quien es Cloy, cambie el nombre de CRIS a Cloy, es el amigo de Adrian del cual Jayne estuvo enamorada.  Sin más que decir, ¿que les pareció el capítulo? En lo personal, sentí un vuelco en las sensaciones de Jayne. Aún así espero hayan disfrutado del capítulo.

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