51

Jayne

Me sentía sola, triste y sinceramente solo quería gritar hasta mas no poder. Estar en un auto con la persona que mas odiaba contra mi voluntad me hacía querer simplemente darme por rendida. Aunque trataba de procesar el porqué de todo esto ni siquiera podía comprenderlo. Adrián estaba sonriente a mi lado. Mis manos me dolían, sentía como mis muñecas se pondrían moradas de lo fuerte que estaba amarrada la soga en ellas. Me parecía ridículo a la vez estar en una situación cómo esta, de todas las personas con falsedad en el mundo, ¿porque de nuevo el?

Veía como nos alejábamos poco a poco de la ciudad donde había crecido. No vi ni siquiera por donde había agarrado camino, me sedó.

—Créeme es lo mejor que te puede pasar, después de ver todas las decisiones que tienes que tomar, es la mejor decisión escapar conmigo. Aunque bueno, también es un favor que te estoy haciendo a ti.

Al mirarlo hice un cierto gesto de asco. Sacó un cigarrillo y lo puso en sus labios.

—No hay necesidad de hacer esto. Ni siquiera me diste opción de elegir solo me sedaste...—Murmuré con cansancio—¿Qué planeas hacerme ahora? Después de esa horrible cicatriz que me marcó no se de que mas podrías ser capaz.

—Nada en especifico. Mi prioridad por ahora es huir de Washington por lo pronto.

—Mis tíos se preocuparan por tu desaparición y la mía. Lo sabes, ¿no?—Por lo menos iba a intentar intimidarlo para hacerlo regresar de alguna forma—Ellos van a preocuparse por mi, porque sin mi se quedan sin su arreglo por lo del matrimonio.

Soltó una carcajada amarga y me miró.

—¿De verdad piensas que me buscarán a mi o a ti? Siendo realistas, ambos somos unas personas algo impulsivas o por lo menos a mis padres se les haría común que haya escapado—fumó y soltó humo casi en mi rostro, después miró rápidamente hacia el frente—No necesitas chantajearme con eso, no va a servir.

Ni siquiera sabía exactamente qué estaba pasando, tenía una horrible jaqueca. Todo estaba mal, todo en este maldito auto me hacía estar mal.

—Bueno, ahorita solamente ¿tú plan era llevarme contigo?

Se quedó serio unos segundos. Demasiado a decir verdad, al parecer era una respuesta que lo había puesto a pensar demasiado. No entendía por qué, no entendía el porqué pensar tanto para responder algo de lo que estuvieras seguro.

—Si—dijo finalmente—no preguntes demasiado, no soporto a las personas que suelen preguntar mucho.

Tiro una risa con ironía—Que patético.

—¿Que cosa?

Me dio una mirada rápida, volvió al frente y se quedó callado esperando una respuesta. Pasaron solo algunos segundos quizás.

—¿Que cosa es patética?—me preguntó desesperado—¿no me lo dirás?

—Esto, estar aquí contigo en un auto. Tu conduciendo mientras me tienes atada de manos quien sabe por qué, creo que tienes miedo de lo que pueda llegarte a hacer y es patético—volví a dar una risa con ironía, no me daba miedo—qué patético que me mandaras esas cartas para simplemente secuestrarme y ni siquiera saber exactamente para qué.

—¿Cartas?— fue lo único que me contestó ante todo lo que dije—Nadie te mandó cartas, yo no lo hice. Ahora, Jayne no te tengo miedo, es para evitar que salgas del auto.

—Estas enfermo—dije finalmente—Siempre lo has estado, ¿no es así? Mentiste esa vez en la cena, mentiste diciendo que no recordabas, ¿no?

Simplemente me ignoró, me enfoqué en la carretera y mi dolor de cabeza aumentaba. Podría jurar que soltaba un quejido cada minuto, comenzaba a sentirme mareada de igual forma. Mi vida estaba destruyéndose, me daba cuenta de ello conforme avanzaba el camino, conforme pensaba y miraba a mi al rededor.

Sentía mi estómago revuelto aunque sabía que no habría nada ahí. Sentía como todo esto me estaba haciendo querer morir.

Adrian frenó derrepente en una parte de la carretera. Me miró, yo lo miré con odio eso era notorio mientras él me miraba de una forma normal. Como si esto lo fuera, como si la situación no lo hiciera sentir nada en absoluto. Sabía exactamente que el, no se arrepentía de esto que estaba haciendo.

Se acercó poco a mi, a una distancia suficiente para poder mirar más de cerca sus ojos. Me giraba demasiadas veces para mirar de nuevo al frente pero me estresaba la idea de tenerlo frente a mi.

—Yo te puedo aliviar el como te sientes ahora.

—No creo que puedas hacerlo—dije cansada—por favor siéntate y conduce, no quiero que me molestes. Ya lo has hecho mucho.

Lo miré por última vez y me volteé para mirar hacia el frente de nuevo.

—Como digas.

Sentí un pinchazo en el brazo  y comencé a ver borroso. Mi mirada se nubló a tal punto que vi oscuridad. Probablemente a eso se refería con aliviar lo que sentía.

_*_

—¿De verdad pensaste que mandar puñeteras cartas le iba a dar miedo? Si mis tíos las llegan a encontrar esas cartas van a dar con nosotros.

La voz de Adrian se hizo notoria al momento que me desperté. Al abrir mis ojos me encontraba en el suelo de una habitación con una manta. Mis manos volvían a estar atadas a una parte de la pared, la manta que cubría un poco mi cuerpo era de un color blanco viejo, con suciedad.

La habitación era amplia, no había muebles más que una televisión al frente, un televisor viejo que dudo que sirva. Al seguir mirando a mi al rededor solo noté que había una pequeña ventanilla hasta lo alto, de esas de las cuales no cabe una persona fácilmente.

Me quedé sentada un poco en el suelo para tratar de seguir escuchando.

—Eres un estupido, por ello quería irme ya de Washington rápido y sin levantar sospechas lo único bueno que hiciste fue no traer a las demás aquí, porque hubiera sido peor.

¿A las demás?

—Creí que sería mejor para darle un poco de más miedo—la voz de un chico se escuchaba al fondo—ya sabes, al recibir cartas anónimas con frases raras le podría haber metido más miedo.

—Idiota, ella no cae tan fácilmente. Ella no es como las demás, ella no va a tener miedo de unas simples cartas.

Al momento de escuchar eso, el silencio se apoderó un rato. Sentía que me faltaba el aire, mi respiración fallaba un poco y quería comer o tomar algo ya que mi estómago lo sentía vacío.

Miré hacia abajo tratando de pensar en todo lo que estaba pasando mientras mi cabeza aún dolía un poco. Duré así unos minutos quizás, no tenía noción del tiempo hasta que escuché como la puerta se abrió.

Adrian entró con una silla y se sentó frente a mi. Me negaba a mirarlo pero si no lo hacía me vería débil ante él y no quería eso. Mi mirada se encontró con la suya y no podía descifrar qué quería decirme con ella.

—Bien Jay, no sé si hayas dormido bien a decir verdad planeaba tenerte algún colchón aquí pero no pude conseguirlo a tiempo, tuve que adelantar todo el plan un poco por algunas cuestiones que surgieron.

—No quiero explicación sobre un patético colchón. Quiero respuestas, me tienes atada, fuiste a recogerme, me secuestraste y me tienes aquí, quiero que me respondas o me des un porqué—hablé claro y directo, el me miró sonriente y después su sonrisa había desaparecido–Pero quiero la respuesta ahora.

—Bien, Bien, te daré tu respuesta. Aunque bueno no la que quieres escuchar o no toda la verdad, porque podrías arruinar mi plan y para que quisiera eso, ¿no?

Después de decir esto, se  levantó de su silla y se acercó a mi. Se puso en cuclillas y me miró seriamente.

—Por donde puedo comenzar, mmm—acarició un mechón de mi cabello y después sonrió soltándolo—Veras, mi plan no era secuestrarte, yo ya no estaba ligado a ti ni estaba interesado en ti.

Se levantó y después volvió a sentarse frente a mi.

—Yo no te quería secuestrar, aunque bueno siendo tu una ilusión desde hace años no me quejo de haberlo hecho, no puedo decir que hice mal o alguna de esas mierdas porque no lo hice realmente por mi mi por aquella ilusión de hace algunos años. Tal vez no me entiendas mucho, pero te pongo un ejemplo—sonríe un poco y después me mira seriamente—supongamos que yo soy un pequeño niño, el niño mira a un juguete que desea con su corazón pero está prohibido, sus padres le prohíben que lo obtenga ya que es un juguete especial que él no puede tener. Pasan los años y el niño se convierte en adulto y pierde el interés en el juguete.

Mi cara de asco se hizo notoria y él volvió a sonreír al ver aquello. Honestamente todo lo que podía ver respecto a sus expresiones era que estaba enfermo como lo había dicho anteriormente. Quizás un problema mental que él tenga.

—Entonces Jayne, yo había perdido el interés en ti, quería hacer como que nada pasó y empezar de cero. Yo en mis asuntos, tú en los tuyos y no volvernos a ver. Sinceramente yo me ocupo, somos una familia rica ocupada, nosotros hacemos negocios y la fortuna y fama de nuestra familia crece. Sin embargo—levanta una de sus cejas y se acomoda el cabello ridículamente delante de mi—Jayne, no creo que sepas a qué se dedica realmente nuestra familia del todo, ¿no?

—¿De que hablas? Todos sabemos a qué se dedican los Collins, somos una familia encargada de las empresas en negocios grandes y de importaciones especiales sobre artículos demandados y creación de algunos otros para hacer tratos con otras empresas y crecer—comenté segura—No somos otra cosa, a eso se dedican los Collins.

Una risa amarga sale de su boca, comienza a carcajear demasiado tanto lo que dije.  De una manera tan estupida que no sabía realmente qué le pasaba a él.

¿Que le daba tanta risa?

—Perdón, pero realmente me da risa como Richard no te ha contado nada de ello. Pero no lo culpo, eres mujer, tú no servirías mucho en nuestras empresas, más bien siento que estropearías todo lo que hemos tardado en construir.

—Que tanto dices, siendo mujer o no podría tener más poder que ustedes. Y estoy segura de ello.

Me dio una mirada con ironía y suspiró con
fastidio—seguiré con lo que estaba diciendo porque siendo sincero no quiero alargar tanto la explicación de nuestro trabajo. Verás, hay dos tipos de trabajos en los Collins, los legales... y los que no son tan legales. Yo soy de la segunda parte, tu padre y el mío son de la primera.

—¿A que te refieres?

—A que, hay una parte de los Collins que no conoces. Aunque bueno tampoco te culpo, no a muchos se les dice solo a los que realmente quieren trabajar. Nosotros les ayudamos a algunos contactos con sus necesidades, ya sabes las necesidades de un hombre. No muchos consiguen mujeres fácilmente, algunos ni siquiera se casan, ¿lo sabes no?—me quedo pensando un poco y no respondo a su pregunta—No muchos tienen suerte en el amor como tú.

Por más que hablaba, Adrian solo me estaba confundiendo más.

—No muchos consiguen lo que quieren y algunas veces pagan para ello. Yo, soy uno de los de nuestra familia que trabaja en conseguir algo para que las necesidades de esos hombres sean cubridas, como verás al momento de ayudarles a su necesidad pagan fortuna. Pero, ¿si fueran muchos hombres cuánto llegarían a pagar? Esa pregunta llegó en mi hace dos años. Antes de comenzar a trabajar. Yo no soy un empresario como ellos, un patético empresario que pierde su tiempo en una oficina o frente a un computador.

—No entiendo una mierda de lo que quieres decir.

—Yo, estoy en trafica de mujeres para sacarlas de Estados Unidos y llevarlas a otras partes del mundo.—al momento de decir eso, quedé en shock sin poder decir palabra para atacar—Cubro necesidades de hombres a cambio de dinero, es la parte secreta de nosotros. Más bien la mía, primos de nosotros también están metidos en esto. Somos más bien como los hijos de aquellos empresarios legales metidos en lo ilegal. No es algo malo, ¿sabes? Ganamos bien, brindamos una vida buena a esas mujeres que vendemos.

Comenzaba a entender porque parecía un enfermo al hablar, realmente él era uno. Quien en su sano juicio encuentra bueno vender mujeres para satisfacer necesidades de hombres viejos o sin vida propia para conseguirse a una mujer de una forma normal y sin pagar.

En estos momentos estaba sintiendo tanto asco que mi estómago volvía a revolverse al pensar en eso.

—Jayne, por eso dije que aliviaría tu sufrimiento. Evitarás que tu matrimonio sea hecho, a cambio de estar con un hombre mayor. Es divertido, vender a tu propia prima de la cual alguna vez te ilusionaste—empezó a reír—es una pena no haber podido quedarme yo contigo, pero no te preocupes estos días estaremos juntos como no tienes idea.

Se levanta de su silla, yo aún estaba en un trance de shock. No podía decir nada ante esto, no podía hablar ya que no sentía que de mi boca podría salir palabra alguna.

Se acerca a mi de nuevo y se vuelve a poner en cuclillas a mi lado. Acaricia con un tipo de amabilidad mi cabello y después quita su mano de mi.

—Probablemente te preguntas, como te elegí a ti para hacer un trato con un hombre de otro país. También te daré esa explicación.

Se levanta y se queda frente a mi para de nuevo sentarse.

—Es agotador estar en esa silla, me debo estirar un poco. Pero bueno, retomando el tema. Te escogí a ti ya que no podía tenerte antes, en un principio después de lo que había pasado como te dije quería estar en mis asuntos y dejarte en los tuyos dejando eso atrás. Pero no pude, me metí con tantas mujeres pude que se trataran de parecer a ti. No podía, no podía estar con esas mujeres, me aburrían, las dejaba o solo las utilizaba para algo sexual. Pero esa vez en la cena, al momento que te fuiste supe que no podía dejar todo eso atrás o de lado. Aunque antes también te había vigilado un poco.

—Si lo podías dejar atrás pero eres un idiota que no intentó hacerlo.

Giró su cabeza hacia ambos lados diciendo que no—no podía hacerlo, te seguí algunas veces, sabía que tenías novio e investigué la situación actual de tu vida. ¿Color de rosa no?—me preguntó con ironía— Se que querías escapar para evitar que tu padre estuviera tratando de casarte con alguien que no querías, se que sufrías y ahí fue cuando decidí hacerte el favor. Aliviar tu sufrimiento.

—En vez de aliviarlo harás que se repita de nuevo.

—No Jayne, no haré que sufras más de lo que tu padre y tu vida te estaban haciendo. Yo solo te venderé para sanar tu sufrimiento. No te preocupes sé que me lo agradecerás a futuro si es que aún tenemos contacto, no quería hacer esto aunque bueno supongo que el dinero suele mover a todos, ¿no lo crees?

—¿Entonces crees que venderme te hará tener toda una fortuna?

—No, pero si la haría aumentar. Aunque bueno en estos días, podríamos seguir disfrutando como aquellos días que convivíamos tan bien, ¿no lo crees?

—No, no quiero convivir con un idiota como tú. Menos si me da asco, porque eso es lo que me das, asco.

Sonrió y apoyó sus manos en sus rodillas.

—No me molesta que te de asco, al final tú diste más asco al momento que te besaste con tu primo hace unos años. Pero no me gusta recordar el pasado, no ese. En unos días nos iremos, estamos aún tratando de recoger más mujeres antes de irnos, de todas formas tú permanecerás aquí en lo que nos vamos.

—¿Que te asegura que estaré aquí? Podría delatarte

–No te preocupes puedes gritar todo lo que quieras y no molestarás a nadie, no creo que alguien te escuche estamos muy lejos de alguna casa o señal de que alguien viva por aquí.

Por lo menos después de todo esto que me dijo quería saber o tratar de hacerlo, donde estábamos. A donde me había traído para tratar de pensar en algo para escapar de aquí antes de que mis días se agotaran.

—¿Si? No conozco algún lugar cerca de Washington donde no se escuche nada, de seguro solo me estás mintiendo.

—No te miento, puedes comprobarlo. Pero si tratabas de sacar información respecto de el lugar donde te tengo, no podrás. Soy más inteligente que tú, que eso te quede en claro.—se quedó callado y después se acercó un poco— No te culpo si te doy miedo.

Una risa amarga salió ahora de mi. No quería verme débil ante él, no me daba miedo como las veces que soñaba cuando él trataba de abusar de mi. No me da miedo como aquella escena que se repetía en mi cabeza demasiadas veces al punto de querer morir.

—¿No te doy miedo?—preguntó serio.

Negué con mi cabeza.

Al momento de decir esto, se levantó decidido hacia mi. Volvió a ponerse de cuclillas y su mano tocó mi pierna.

No se porque al momento de sentir su tacto en mi pierna me hizo querer vomitar. Aquella sensación que me había atormentado por años estaba haciendo acto de presencia ahorita.

—Quita tu mano—dije firme.

Trate de quitarla con mis propias manos pero no pude, por las sogas que tenía en ambas. El comenzó a subir su mano por mi pierna lentamente.

—Por favor, déjame en paz.

Cerré mis ojos con fuerza y comencé a suplicar que se alejara de mi. No lo hacía, subía aún más su mano a mi pierna.

—Déjame, por favor. Déjame en paz.

Una lágrima comenzó a resbalarse de mi mejilla y otra después también. Comencé a temblar y a suplicarle que no me hiciera nada. Sentí como su piel rosó mi cicatriz y aquello me hizo temblar aún más.

Volvió a reír y al momento que su mano iba a llegar más allá sólo la quitó y se alejó un poco.

—No digas que no me tienes miedo, acabas de hacerlo. No quiero que mientas y te hagas la fuerte conmigo porque no funcionará—habló con algo de ira— deja de tratar de hacerte la fuerte porque no lo eres. Y eso lo acabo de comprobar.

Volví a cerrar mis ojos. Escuchaba como se alejaba poco a poco de mi hasta que escuché como la puerta se cerró. Traté de abrazarme a mi misma en aquel rincón en el que me encontraba amarrada.

Mis ganas de dejar de vivir eran aún más notorias. Quería desaparecer toda sensación que me causara ser vulnerable. Me odiaba a mi misma por quebrarme ante esto, me estaba deshaciendo poco a poco.

Me sentía encerrada, tenía miedo como una niña pequeña. Como aquella vez que mi pesadilla había sido creada en mi vida por primera vez.

Después de todo, estamos a pocos capítulos de dar por finalizado el libro, agradezco a todos los que se quedaron a leerlo. Próxima actualización serán los otros 2 y de ahí ya solo faltarán 2🤍

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top