Capitulo 9
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Kurenai atendió la llamada telefónica proveniente de Hinata—¿En que puedo servirte?—le preguntó la directora del plantel, aunque Karin le informó que su consejera no podía asistir debido a su salud, a la mujer le resultó raro, pues apenas el día anterior Hinata parecía estar completamente bien.
—Ademas de disculparme por mi ausencia... debo informar que no podre atender mas a Aneko Uchiha—informó con las lágrimas en las mejillas, causadas por la tristeza que le ocasionó la situación.
—¿Puedo saber el motivo?—inquirió Kurenai, dado que las dos parecían llevarse muy bien.
—S-son órdenes del señor Uchiha—vacilo al confesarlo, pero no pensaba mentir ni ocultar el verdadero motivo de su proceder.
La directora lo entendió perfectamente, pues una vez que ese hombre daba una orden, nadie se atrevía a contrariarlo, aunque le dio mucha pena pensar en lo que había pasado para que la joven Hyuga se escuchara tan triste y eso, sin pensar en como lo iba a tomar la niña, la cual se había apegado mucho a la consejera—Esta bien Hinata... no te preocupes, me encargaré de buscar a otra persona hoy mismo—le dijo de manera amable.
—Por favor Kurenai-san ¿podría buscar a alguien que la llegue a entender? No es mi intención interferir en sus decisiones, pero Aneko es muy sensible y yo le tengo mucho cariño. Sólo trató que ella no recienta el cambio—pidió apenada, pero con determinación.
—¡Te entiendo! Y no te preocupes, ya tengo alguien en mente, aunque no trabaja en este plantel, puedo arreglar que venga dos veces a la semana, ademas ella la conoce, pues es amiga de Itachi... su nombre es Konan—concluyó la directora.
—Muchas gracias y de verdad lamentó los inconvenientes que mi decisión pueden acarrear, pero no tuve otra opción—agregó la ojiperla tratando de ocultar el llanto en la voz.
—Todo bien, no hay ningún inconveniente, se que no es tu culpa y mejor dime ¿como estas? Karin me informó que te sentías mal—le preguntó cambiando el tema, ya que los motivos por los cuales abandonó ser la consejera de Aneko, no debían ser agradables y para muestra, bastaba el temor que demostraron los padres de la niña que peleo con ella, el día que les informó lo sucedido. Ellos prácticamente aseguraron que no ocurrirá de nuevo y que lo último que deseaban era tener conflictos con la persona en cuestión.
—Estoy mejor, no fue nada de cuidado, no obstante, el médico me aconsejó permanecer en casa—Kurenai quedó conforme y le reitero que no era necesario regresar hasta el Lunes para que estuviera totalmente recuperada.
Después que termino la llamada telefónica con la directora, Hinata sostenía los medicamentos insegura de tomarlos, o no. Lo cierto es que no quería volver al tiempo en el que pasaba los días completamente ausente y sin emociones. Daimon se acercó a ella, como si de alguna manera pudiera sentir su inseguridad y ese simple acto, le bastó para no ingerirlos. En su lugar, optó por salir al jardín trasero junto a su compañero y de esa manera plantar algunas semillas y macetas que le trajo Ino de la florería.
Paso la mayor parte del día arreglando el jardín, llenándose de tierra y agua toda la ropa, pero feliz de no tener que depender de la medicación.
—¿Que te parece? ¿Quedó bonito verdad?—le pregunto a Daimon, el cual no se retiró de su lado, sin importarle que también él se llenaba de lodo. Por lo menos en esta ocasión, se lleno de lodo por voluntad propia y no porque alguien sin educación lo hiciera por ella, como sucedió en el pasado. Sin querer, recordó la noche anterior y continuó sin entender el porqué del comportamiento de ese hombre hacia ella. Por otro lado, tampoco entendió que él trajera su electrónico, el cual debido a la conmoción, terminó hecho trizas frente a la entrada de su casa. Ino trató de limpiar bien, para que ella no lo mirara, pero aún entre las ranuras del piso, se apreciaban pequeños trozos de cristal.
Lo único que le quedó claro, fue que ese hombre era el único que la trató mal desde el día en que se miraron por primera vez y no pensaba exponerse de nuevo a su mal carácter, ya que lo vivido la noche anterior, le trajo horribles recuerdos de algo que hubiera preferido olvidar. Su corazón dolió recordando los niños, pero no podía hacer nada para acercarse a ellos sin molestar de nueva cuenta al padre y debido a eso preferiría ya no verlos mas.
Finalmente entrada la tarde, terminó y miro su obra contenta con el resultado—Espera aquí, traeré todo para darte un baño—el perro movió la cola gustoso. A él, le encantaba que ella lo bañara afuera, pues el tamaño que adquirió, le hacía muy difícil bañarlo dentro de la casa.
...
—¿Que hacen ustedes dos?—le pregunto Ino, cuando los miró en el porche totalmente mojados. Daimon se sacudió llenando de jabón y agua todo a su alrededor—¡Daimon!—lo reprendió la rubia, sin poder evitar resultar salpicada.
—No te sentí llegar—le dijo Hinata, con la manguera apuntando hacia el jardín—Le doy un baño a Daimon. El pobre quedó todo mojado, cuando me ayudó con el jardín—la ojiperla dirigió su vista hacia el lugar mencionado, obteniendo una sonrisa de su amiga.
—¡Hina...! Te quedó precioso—exclamó Ino, fascinada con el resultado y no solo por ver el jardín, sino por comprobar,que Hinata no había tenido que usar los medicamentos que la atontaban la mayor parte del día.
—Aún me falta, pero lo terminaré mañana mismo—declaró con orgullo por la aprobación de Ino.
—Me parece muy bien, pero tampoco abuses... Ahora date prisa, porque Shisui me dijo que esta noche vendrá con Itachi para ver como estás—la ojiperla abrió mucho la boca, pensando en lo que su amiga le dijo a Shisui.
—¿Le contaste lo que pasó?—cuestionó con vergüenza.
—Pero claro que le conte todo y no solo eso, sino que también le pedí que advirtiera a ese ogro sobre volver a estar cerca de ti—respondió con los brazos cruzados—Shisui me aseguró que hablarían con él y hasta se disculpó por el proceder de su tío.
Hinata no pudo argumentar nada y negó con la cabeza imaginando todo lo que Ino le dijo a Shisui para que optara por querer visitarla con todo y su primo.
[...]
—Hay algo que debo hablar con ustedes—les hizo saber Shisui a sus primos en el tiempo en que podían estar a solas, dentro de la jefatura.
—¿De que se trata?—Obito fue el primero en cuestionar, debido a la curiosidad que le dio ver el rostro de su hermano tan serio y eso no era algo normal.
Los otros dos hermanos, permanecieron en silencio, escuchando todo lo que el chico les contó
Itachi se tomó el puente de la nariz, molestó por lo que Shisui les acababa de informar acerca de Madara. Obito no estaba en mejor condición y Sasuke permaneció neutral.
—¿Y como esta ella?—preguntó Obito con preocupación, pues esta era ya la segunda vez, que su tío se portaba de forma deplorable con la chica.
—Al parecer, ya fue dada de alta... pero de verdad, esto es algo que no se puede pasar por alto. Hinata incluso, tuvo que declinar seguir atendiendo a Aneko por la prohibición que le hizo.
—Hablaré con él mañana por la noche, en cuando termine mi turno—todos miraron a Itachi—Esto no puede continuar y yo mismo me haré cargo de eso.
—¿De verdad creen que servirá de algo?—preguntó Sasuke, en tono de burla por la ingenuidad de sus parientes, ya que nadie le decía a su tío que hacer y que no hacer—De sobra saben que Madara no acata órdenes de nadie.
—De no hacerlo, tendrá que atenerse a las consecuencias—le respondió Obito, molestó por el comentario de Sasuke. Ellos no eran unos corruptos a los que pudieran acusar de solapar el mal proceder de su familia, ni de nadie mas.
—Claro... tu mismo deberías saberlo Sasuke, puesto que al igual que a nosotros, también te enseñaron que nadie esta por encima de la ley y justamente, nosotros somos la ley—añadió Itachi.
—Estaba seguro que podía contar con ustedes—sonrió Shisui con orgullo—y también yo iré contigo para hablar con él—Itachi asintió y todos regresaron a sus deberes.
[...]
Mikoto salió a pasos apresurados para recibir a su nieta—Que bueno que llegaron, la comida está lista—les dijo a su nuera y a Sarada.
—Siii... porque tengo mucha hambre—se emociono la pequeña, gustosa de poder saborear la sazón de su abuela, la cual según ella, era el mejor que había probado.
Las tres mujeres entraron en la casa, con la intención de comer junto Fugaku. Sakura pasó por Sarada, como lo venía haciendo últimamente, debido a que la llegada de Gaara fue de gran ayuda. Ahora ya no tenía que trabajar tanto por falta de personal médico y lo mejor de todo, era que podía pasar mas tiempo con su hija y también su esposo. Se había hecho costumbre para ambas, comer con sus suegros regresando de la escuela y ella disfrutaba mucho ver a su hija feliz, conviviendo con los abuelos.
La comida pasó entre platicas de Sarada, contando sobre sus avances en el violín y los compañeros de clase, luego Sakura recordó a las personas que miró la noche anterior, cuando se tuvo que quedar a realizar una cirugía.
—La chica que saludamos en el restaurante, la consejera del plantel, ingreso anoche en el hospital—soltó Sakura dejando a Mikoto atenta a lo que podía haber pasado con ella—No se que fue lo que sucedió exactamente, pero escuché que sufrió un fuerte ataque de pánico.
—Entonces por eso faltó hoy—dijo Sarada, poniendo atención al tema.
—¿Que pudo haber pasado?—murmuró Mikoto, preocupada por la salud de Hinata.
[...]
Los oficiales suspiraron complacidos, una vez se despidieron de Ino y de Hinata. Afortunadamente, la ojiperla ya estaba bien y evitó hablar de Madara durante el rato que permanecieron en su casa. Karin estaba también con ellas y las tres tendrían una noche de películas de horror, según lo dicho por Ino.
Ahora se dirigían hacia el rancho de Madara, donde también Obito se uniría a ellos con el propósito de hablar y poner los puntos en orden.
...
Madara no podía con su conciencia, sobre todo, no podía olvidar a su hija llorando, tratando de encontrar una respuesta al cambio de consejera y a eso le sumaba los ojos llenos de miedo que le mostró la chica.
La forma en que reaccionó no era algo común, ni tampoco la gran preocupación que mostraba la rubia, la cual no titubeó en llamar a la ambulancia, como si esa no fuera la primera vez que algo así sucedía.
Se peinó los cabellos hacia atrás, en un intento de calmarse. Simplemente no sabía que hacer, ni cómo proceder después de haberse portando tan mal con ella sin merecerlo. Frustrado, se mantuvo bañando los caballos y mientras lo hacía, se percató que dos autos se acercaban y él sabía perfectamente de quienes se trataba. Sin perder el tiempo dejó a los animales y se dirigió hacia sus sobrinos decidido a darles la cara.
—¿Que quieren?—le pregunto directo, sin siquiera saludar.
—Estamos aquí no como sobrinos, sino como las personas encargadas de guardar el orden y proteger a los civiles—declaró Itachi sin dejarse intimidar por su tío.
—¿Supongo que ya sabes lo que venenos a tratar?—le preguntó Obito colocándose al lado de Itachi y encarando a Madara.
—Hmph—soltó el mayor—Hablen de una vez porque tengo trabajo que hacer—exigió poniéndose a la defensiva, aún sabiendo que no tenía argumentos para hacerlo.
—Como quieras... iré directo al grano. Ya estamos al tanto de lo sucedido con Hinata—Madara quiso interrumpir, pero Shisui no se lo permitió—en esta ocasión no habrá represalias, sin embargo, si un incidente como esté ocurre de nuevo, tendrás que atenerte a las consecuencias de tus actos... Conoces la ley y sabes que no puedes quebrantarla sin importar quien seas—concluyó el joven.
Madara estaba muy molestó, pero al mismo tiempo, orgulloso ante el intachable comportamiento de esos muchachos. Los tres tenían la intención de acatar las leyes, sin importarles que fuera familia o no, la persona que las quebrada.
—Desde niños Izuna y tu fueron nuestros modelos a seguir al igual que lo fue mi padre, no entiendo que es lo que te está sucediendo con ella, para que te portes de esa manera tan cruel... Me decepcionas tío—el mayor sintió como puñaladas las palabras dichas por Itachi y lo que mas le afectó, fue saber que el muchacho tenía razón. Su comportamiento estaba logrando que poco a poco, sus sobrinos le perdieran el respeto.
Obito se preparó mentalmente, para el contraataque de Madara, sin embargo y para su sorpresa, este no llegó, al menos, no de la forma en que pensó.
—Imagino lo que ella les contó y desde ahora les diré, que pueden estar tranquilos, no la molestaré de nuevo—les confirmo, sin levantar la voz y sin permanecer a la defensiva, como lo estuvo cuando llegaron.
—Ella no dijo nada, fue Ino quien me informó del vergonzoso incidente, incluso, Hinata se negó en darle aviso a su padre para no hacer mas problemas. Ino como su amiga la quiere mucho y no desea que tenga que pasar por algo así de nuevo—reveló Shisui, molestó por insinuar que había sido ella, quien se fue a quejar.
Madara ya no pudo decir nada, pues de nuevo se quedó sin poder argumentar, comprobando que la chiquilla ni siquiera lo acusó de nada, muy a diferencia suya.
Una vez los jóvenes comprobaron que el mayor estaba advertido, se despidieron de él, en modo profesional, no como familia, pues aún portaban el uniforme y la visita no era de cortesía.
[...]
Finalmente la ojiperla regreso a su trabajo, contenta de ver a sus alumnos de nuevo, pero a la vez, tenía un toque de tristeza, por saber que no podía interactuar con Aneko.
Durante el fin de semana concreto una reunión con Gaara, con la condición de que fuera informal y fuera del consultorio médico. Entonces el pelirrojo, propuso verse ese mismo Lunes, en la plaza de Konoha, cerca de la florería de Ino. El hombre le dio mucha confianza y no quería regresar a los medicamentos, así que optó por aceptar ser tratada algunos días por él. Quizás, también podía sacar algo bueno de dichas reuniones, acercando a Karin, poco a poco con Gaara.
Se apresuró a entrar para no encontrase con nadie, para no mirar a esa persona. El día transcurrió tranquilo, hasta el momento en que se encontró con Aneko mirándole con los ojitos llenos de lágrimas. Hinata no se pudo contener y también se enterneció.
—¿Hice algo malo? ¿También usted me abandona como lo hizo mi madre?—el corazón de la Hyuga se estrujó de dolor, por lo que le dijo la pequeña. Sin pensar en las consecuencias, se colocó a la misma altura de Aneko y la abrazó con fuerza.
—No vuelvas a decir eso, tu no hiciste nada malo... son problemas de los adultos.
—Fue culpa nuestra por encontrar su radio—aclaró y eso era lo que Hinata necesitaba, para entender, porque el gorila tenía su iPod.
—No es culpa de nadie y mucho menos de ustedes dos. Es sólo que tu padre y yo, tal vez no compartimos las mismas ideas. Él es un buen padre y lo único que quiere es protegerte a ti y a tu hermanito—le trató de aclarar de la mejor manera posible, para que pudiera entender que nadie era culpable—Ahora dime ¿que te pareció tu consejera?—le cuestiono a la niña.
—Es agradable, pero es lo mismo que hablar con otro de los profesores—le respondió con inocencia y sin saber exactamente que palabras usar para que Hinata le entendiera.
—¡Bueno! Piensa que es muy pronto para que la veas con más confianza... quizás con el tiempo, la veas como lo hacías conmigo—le animo la ojiperla.
La niña se quedo un poco mas tranquila, sabiendo que no hizo nada malo para que Hinata ya no quisiera atenderla, después de aclarar las cosas, la abrazó y para ella eso significaba mucho.
Hinata por su parte, trató de pensar en otra cosa, que no fuera lo que escuchó de la pequeña Uchiha—¿También usted me abandonara como lo hizo mi madre?—Esa pregunta de verdad le llegó muy adentro del corazón. Ella no le había dicho eso con anterioridad, siempre evitaba hablar del porqué su madre no vivía con ellos y ahora le soltó, que la mujer los abandonó ¿que clase de mujer abandonaría a sus hijos? Entendía muy bien que el amor entre la pareja, en ocasiones se termina, pero el de una madre por sus hijos, no creía que pudiera tener fin.
El día de trabajo llegó a su fin y la hora de entregar los niños con sus padres también.
Hinata diviso a Madara entre todas las personas y su respiración se volvió mas pesada. Decidida a no tener una crisis, pidió ayuda a su amiga.
—¿Karin, podrías entregar a mis alumnos?—los ojos de la pelirroja se llenaron de preocupación por el pedido de Hinata.
—Claro que si... anda ve adentro y cuando termine te busco—la ojiperla agradeció y sin perder tiempo, entró dirigiéndose hacia los baños. Luego de unos minutos, la calma regresó y se fue a su oficina para recoger sus pertenencias y no llegar tarde a su cita con Gaara. Ahora mas que nunca, necesitaba esa conversación, ya que no podía vivir con miedo, ni tampoco podía ser irresponsable dejando abandonado su trabajo.
[...]
Madara se estacionó y fue caminando hacia el porche frente al plantel. Miró el auto de la Hyuga estacionado, donde siempre y suspiró sin pretenderlo.
—¡Mira papa Hina vino a trabajar!—exclamó Kenji, emocionado de verla después de varios días.
Eso lo hizo sentir un poco mejor, pero al acercarse mas, la vislumbró al mismo tiempo que cruzaron sus miradas durante unos segundos. Ahora la indiferencia y altivez que siempre tuvo hacia él, fueron reemplazados por pánico y miedo. La miró alterada y de pronto regresó adentro, sin que pudiera seguir mirándola, ni siquiera su hijo pudo verla debido a la rapidez con la que se marchó.
Por primera vez en muchos años, sintió culpa debido a sus acciones. De hecho, nunca antes se inmutó por lo que alguien pudiera pensar de él y preferiría que así hubiera seguido.
Kenji corrió hacia su hermana y comenzó a mirar a todos lados en busca de la chica.
—¿Donde esta Hina?— le preguntó a la hermana mayor.
—Se fue, vamos—la niña fue seca con la respuesta y al llegar hacia su padre, no dijo nada, sólo camino hacia la camioneta.
—¿Que les parece si compramos un helado?—ofreció tratando de que su hija se sintiera mejor.
—No gracias yo...—Aneko, no continuó con la negativa.
—Siiii yo quiero uno de chocolate—Kenji grito aplaudió debido a la emoción—¿Tu que sabor quieres?—le preguntó a su hermana y la chica ya no pudo negarse, así que también aceptó la idea del progenitor.
Los tres tomaron asiento afuera de la heladería, mientras la mesera les traía sus pedidos. El Uchiha quería quitar un poco la tristeza y el desinterés que tenía su hija, pero le estaba resultando muy complicado. Aneko no lloraba, ni tampoco era de las niñas,que hacían berrinches, ella simplemente se desconectaba y permanecía en silencio, sin mostrar interés en nada. Típico comportamiento de los Uchihas, pensó Madara con culpa.
—Miren... Hina ya tiene novio—las miradas se dirigieron hacia donde apuntaba Kenji, para ver a la ojiperla caminando frente a ellos con Daimon y un hombre de cabello rojo. Ella sonreía mientras él la guiaba del brazo hacia una de las bancas—Yo quería que Hina se casara con Itachi—dijo Kenji derrotando.
La mesera llegó con las órdenes y se marchó. Los niños comenzaron a comer, sin embargo, Madara no despegó sus orbes de la pareja, que al parecer, tenía una conmovedora conversación, ya que el tipo le ofreció un pañuelo y hasta se atrevió a limpiarle el rostro, de lo que seguramente eran lágrimas ¿porque eso le causaba tanta molestia? ¿Que demonios le estaba sucediendo? No podía negar que sentía mucha atracción sexual hacia ella, pero eso fue antes del incidente, ahora sentía algo diferente, algo mezclado con empatía y preocupación hacia ella. Pero que ridiculez, se regañó mentalmente por lo que penso, no obstante, no logró quitarles la vista de encima.
[...]
Gaara ayudó a Hinata con el perro, el cual según su evaluación, le hacía mucho bien a la estabilidad mental de la chica.
—Antes que nada, te dejaré claro que nada de lo que hablemos aquí, se dara a conocer a nadie—aseguró el pelirrojo cuando hubieron llegado a una de las bancas donde no se hallaba nadie cerca.
—Se lo agradezco mucho... yo no se como empezar—la ojiperla,se puso ansiosa, sin embargo, el médico supo cómo incitarla para que comenzara a relatar todo lo que de alguna manera, la estaba dañando.
—Sufriste un evento traumático en el pasado ¿no es cierto?—ella desvió la mirada, pero asintió al cuestionamiento.
—Además de ser psicóloga infantil, escribo libros y tres de ellos fueron publicados por sugerencia y ayuda de un amigo de mi padre—Gaara asintió para que continuara—La persona que me ayudó, me sugirió no revelar mi identidad por cuestiones de privacidad y así lo hice.
—¿De que trataban los libros?—le preguntó queriendo que continuara.
—El primero trató de poemas, el segundo de un asesino en serie... y el tercero—respiró hondo para seguir—el tercero trató de un hombre obsesionado con una chica. Esté último, fue todo un éxito, sin embargo, con el tiempo comenzó el acoso de una persona, la cual no se como hizo para saber mi verdadera identidad, cambié de número telefónico, hice de todo, pero nada funcionó hasta que finalmente...—la ojiperla comenzó a llorar, por los recuerdos tan dolorosos y Gaara le ayudó a limpiar su rostro, con un pañuelo.
—No es necesario que continúes, si quieres podemos dejarlo para otra cita—la chica negó, pues nunca antes se sintió cómoda con los médicos que intentaron ayudarla.
—Ese hombre me dijo que yo lo describía a la perfección en mi libro y que yo era la joven que también aparecía en la lectura. Le pedí disculpas por la coincidencia, mientras me acorraló en el baño de una disco, pero sus intenciones eran otras—la morena le contó absolutamente todo al pelirrojo, el cual se quedó sin palabras, pensando en la horrible experiencia que vivió la chica. La vio tan frágil, que lo único que se le ocurrió, fue ponerse de pie con ella y abrazarla contra su pecho. Era entendible que dependiera de los fuertes medicamentos que le prescriban, pero de esa forma, su calidad de vida se reducía al cincuenta por ciento.
Hinata se calmó luego de unos minutos y poco después, se sintió mucho mejor, de lo que hubiera podido imaginar. Era como si al contarlo a otra persona fuera de su círculo, le ayudara a sanar—No se como lo hizo, pero, me siento mucho mejor—le dijo al momento de separarse del abrazo.
—Eso es lo que importa—el pelirrojo sonrió complacido del resultado que tuvo la conversación, pues aunque trató de no mostrarlo, él era fanático de los libros que la chica frente a él escribió y ahora estaba feliz de conocer a la escritora—Estoy seguro que pronto estarás mejor, aunque nunca olvides lo sucedido, podrás lidiar con ello, como un mal recuerdo. Tu mascota te ayuda mucho y tus amigas también, mantenlas cerca de ti, pues se ve que te aprecian mucho—la Hyuga sonrió al ver como el médico hizo una pequeña sonrisa, cuando mencionó a sus amigas y estaba segura, que no fue Ino, en quien pensó.
Los dos se dispusieron a caminar para regresar hacia sus hogares. Gaara le ofreció el brazo a la joven y ella, gustosa lo aceptó, hasta que llegó a su auto, donde subió junto a Daimon. Antes de partir, le hizo una invitación a Gaara, para cenar en su casa, con la intención de invitar también a Karin.
[...]
Los días continuaron y Madara fue reprendido también por Mikoto, la cual se puso furiosa por el comportamiento de su hermano.
Shisui continuó con los preparativos de su fiesta, teniendo un encontronazo con Madara por disponer de su rancho sin contar con él, invitando a todos y dando por hecho que el mayor aceptaría.
Para el azabache mayor, todo fue de mal en peor, pues su hija se había vuelto mas callada de lo que ya era. Mikoto le informó los resultados de las evaluaciones que tenía con la consejera suplente y no hubo ningún avance, la niña no mostraba interés en nada.
Por otro lado, la joven Hyuga no lo volvió a mirar en ninguna manera, ni a él, ni a sus hijos, lo cual en cierta forma, le dolió, sobre todo por la decepción que mostró el pequeño rostro de Kenji. Su niño no podía entender porque ya no les hablaba, ni les permitía visitar a Daimon. Sus primos mayores no lo volvieron a llevar a casa de la chica, ni tampoco trajeron al perro a su rancho. La encontró en diferentes lugares y el resultado fue siempre el mismo, ella fingía responder el celular y se alejaba de ellos, para no interactuar con los niños.
Lo único bueno fue que su descarado sobrino, planeó una fiesta de cumpleaños en su rancho y por ende, sus niños, podían entretenerse con los invitados en la alberca.
...
Hinata se sintió complacida con el acercamiento que se dio entre Gaara y Karin, desde la noche que el médico cenó con ellas trayendo con él a Naruto. La ojiperla pasó una de las noches mas divertidas de toda su estancia en Konoha, entre los pleitos de Naruto y Karin, quienes no dejaron de argumentar y discutir en toda la noche. Hinata sabía que todo era para volcar la atención a otra cosa que no fuera Gaara.
También conoció a Konan y las dos compartían ideas y conversaciones, ya que ambas estudiaron la misma carrera.
Una vez por semana formaron el hábito de cenar todos en un restaurante del centro. Ino, Shisui, Itachi, Gaara, Naruto, Karin y ella, aunque en dos ocasiones, se les unieron, Konan y su esposo Nagato. La Hyuga se sentía segura con ese agradable grupo de personas, sin olvidar las tardes que solía pasear con Kiba y Akamaru, mostrando trucos a Daimon.
Lo único que empañó su alegría, fue ver el pequeño rostro de Kenji, desconcertado por su falta de atención hacia él. El niño quiso correr hacia ella, pero Aneko lo retuvo para que no lo hiciera. Ese día lloro por mucho tiempo, hasta que optó por ocultarse cada vez que los encontraba.
...
—Ya no te veas, de lo contrario te pondrás un traje de abuela—le reprendió Ino a la ojiperla, cuando se veía en el espejo no muy convencida de lo que llenaba puesto.
—Sabes que no me gusta usar este tipo de ropa—replicó Hinata mirando lo despampanante que se veía Ino con el traje de dos piezas en color morado.
—¿No entendió porque? Si té vez muy guapa... no dudó que mas de un hombre, sufra un colapso al verte—la ojiperla se puso un traje en color negro y plateado, de una sola pieza, debido a la cicatriz que tenía en el abdomen y que no le gustaba que nadie mirara, ya bastante tenía con mostrar la del brazo y la pierna, como para también enseñar la mas grande.
—¿No crees que se ve demasiado?—le cuestiono a la rubia, no muy convencida de como se le veían los senos.
—Claro que no, ademas tú vestido cubre todo... espero que te lo quites cuando lleguemos, porque no me esforcé tanto en escoger tu ropa, como para que la escondas—la rubia fue quien se encargó de conseguir los trajes para ambas, ya que de no hacerlo, Hinata no lo haría—Ahora vamos, que Karin ya esta por llegar—las dos chicas se fueron en diferentes autos, por si debían regresar a diferentes horarios. Hinata, optó por no llevar a Daimon, para que no se pusiera nervioso, dado que no sabía cuántas personas asistirían y tampoco, conocía el lugar, aunque Naruto y Kiba, le aseguraron que era de los más atractivos de Konoha.
Minutos mas tarde llegaron al lugar, siendo recibidas por el mismo Shisui. Ambas chicas le dieron el regalo y pasaron a la zona donde ya se encontraban todos los invitados.
Hinata quedó facinada con el rancho y admitió que sus amigos tenían razón, el sitio era de los mas llamativos que vio desde que llegó a vivir en ese lugar.
—Me alegro que vinieran—les dijo Mikoto cuando las guío a la alberca donde la los demás amigos se hallaban comiendo y algunos bañándose, como era el caso de Obito, Rin, Sakura, Sasuke y los niños. No había muchas personas, ademas de los familiares. Ino se fue con Shisui y la ojiperla se dirigió a sentarse con Gaara y Karin.
Riku, Sarada, Kenji y Aneko, se acecaron a la morena, sorprendiéndola ante la presencia de los niños de Madara, el cual no se veía por ninguna parte.
Ella trató de no excederse, pero ante la ausencia del padre, se derritió con Kenji y lo sentó con ella por unos momentos.
—¿Porque ya no te gustó?—le pregunto con tristeza y ella no supo que responder.
—Si le gustas, lo que pasa es que esta muy ocupada—Itachi se acercó y le ayudó con la respuesta.
—¿Entonces todavía te gustó?—la chica sonrió conmovida.
—Si me gustas, nunca lo dudes—el niño se abrazó a ella sonriendo feliz.
—¡Hinata unete a nosotros—le grito Kiba, desde adentro de la alberca. Naruto, Shisui, Ino y Shino, jugaban adentro usando ropa de baño. Itachi se fue hacia donde estaba Konan y Nagato, mientras que Gaara y Karin, mantenían una conversación muy privada, dado que casi no se escuchaban.
—No vayas con ellos, mejor ven conmigo y te mostrare el lago y los caballos—Kenji se llevó a Hinata con él, muy entusiasmado, pero ella no estaba muy segura de poder pasear por el lugar, aunque el mismo Shisui les dijo, que si lo podían hacer.
—Puedes ir Hinata, no hay problema, los niños te mostrarán todo el lugar—le dijo Mikoto al ver que dudaba. Riku sonrojado, le tomó la mano que no sostenía Kenji y Aneko, junto a Sarada caminaron frente a ellos, orgullosas de ser las anfitrionas frente a su maestra.
El rancho era enorme y hermoso, simplemente un lugar digno de revistas, pensó la chica mirando los alrededores.
—Es divino—les dijo a los niños cuando llegaron al lago.
—¿Te quieres bañar con nosotros?—le pregunto Aneko. La Hyuga se sorprendió al saber que también ahi se podían bañar y de inmediato asintió, después de todo, ellos eran niños y no sentiría vergüenza con ellos.
—Te esperamos adentro—ella se quitó el vestido, quedando en el traje de baño. El día era cálido y el agua estaba a temperatura perfecta. Apenas puso el pie adentro, cuando Kenji habló.
—Papá... mira quien esta con nosotros—Hinata se tensó y se giró lentamente, su objetivo era levantar el vestido, la toalla y escapar lo antes posible. Sin pensarlo, eso fue lo que trató de hacer. Salió del agua sin querer encarar al Uchiha, pues aunque ya no le temía, tampoco quería dar un espectáculo frente a sus hijos. Con torpeza trató de levantar sus cosas, cuando la voz del azabache la detuvo.
—¡Espera! No te vayas —la ojiperla se atrevió a verlo y se quedó pasmada con lo que veía. Madara vestía sólo un short negro, exponiendo todo el fuerte y grande dorso desnudó—Quiero discúlpame contigo por mi comportamiento—la ojiperla parpadeó repetidas veces, pensando que no escuchó bien—Por favor quédate—el azabache no sabía como hablar para convencerla, así que se lo pidió por favor.
Continuara.
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