Capitulo 7
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro. La portada de arriba también fue creada por Mairim Alfaro y le quedó estupenda, como todas las que ha hecho 💗
Hinata, Ino y Karin, paseaban juntas por el centro comercial de Konoha. Decidieron ir a comprar ropa para usar en las festividades, aunque eso era solo un pretexto, pues lo que en verdad deseaban era pasear, ya que ninguna de las tres había comprando nada, que no fuera lencería y maquillaje.
Era Viernes por la tarde, así que no tenían intención de apresurarse y decidieron comer un helado. Una vez sentadas reían viendo a las personas que iban y venían, cuando alguien llamó la atención de Hinata y Karin.
—¿No es ese Naruto?—preguntó la Hyuga, viendo la cabellera rubia entre todas las personas.
—Ese mismo es—respondió Karin poniendo los ojos en blanco al comprobar que se dirigía hacia ellas. Ino frunció el ceño y se quedó callada esperando la llegada del sonriente hombre, el cual cada vez se acercaba mas a ellas.
—¡Hola chicas!—saludó sin dejar de sonreír—Que coincidencia encontrarnos aquí—les dijo hacendase a un lado para mirar a Ino.
—¡Hola Naruto!—le respondieron—Esta es mi amiga Ino Yamanaka y vivirá aquí al igual que yo—le dijo la ojiperla.
—Mucho gusto Ino... Naruto Uzumaki, para servirte—saludo y se giró hacia atrás haciendo una seña a la persona que esperaba por él—También yo quiero que conozcan a uno de mis mejores amigos y al igual a tu amiga, él acaba de llegar para quedarse en Konoha—un atractivo pelirrojo se acercó, mostrando un semblante imperturbable.
—Buenas tardes—saludo el recién llegado.
—Ellas son Hinata, Ino y Karin—soltó el rubio a su amigo y las jóvenes saludaron con la cabeza.
—Gaara Sabaku, encantado de conocerlas señoritas—el joven se presentó ocultando la vergüenza que sentía. Él no era muy sociable, pero estando con Naruto, siempre terminaba en esa clase de aprietos.
—¿Gustan acompañarnos?—preguntó Ino directamente al grano.
Sin perder el tiempo, Naruto se acomodó en medio de Hinata y de Ino, dejando a Gaara junto a Karin.
—Entonces ¿también tu eres un recién llegado como yo?—le pregunto Ino a Gaara.
—Así es, mi hermano y yo, nos mudamos de Suna para vivir aquí en Konoha y de ese modo estar mas cerca de nuestra hermana, la cual se mudó aquí la semana pasada—respondió sin emociones.
—Temari la hermana de Gaara, se caso con uno de mis amigos y se fueron a vivir en Suna durante unos años, sin embargo, la semana pasada regresaron a Konoha y lo mas probable es que el Lunes, el hijo de ambos entre a la escuela—rebeló Naruto sin reservas.
La tarde continuó entre pláticas y anécdotas. Ino y Naruto eran los que más hablaban, haciendo que Hinata sonriera y prestara toda la atención a ellos.
—¿Y siempre eres así de amargado?—soltó Karin, haciendo que las risas cesaran. El tipo le estaba cayendo mal, pues parecía creerse mejor que ellos, ni siquiera se reía con nada y se veía incómodo, con ganas de estar en cualquier lugar, excepto en el que se hallaba.
—¡Karin!—la llamó Hinata, sonrojada por la vergüenza, ante la falta de tacto que mostró su amiga con el pobre hombre.
—Nada Hina, tú sabes que no soporto a las personas que se creen superiores a los demás y él se porta como si nos hiciera el favor de iluminarnos con su presencia—Gaara permaneció en silencio sin saber cómo responder a semejante hipótesis sobre su personalidad.
—Gaara es un poco serio... pero eso no quiere decir que no esté cómodo con ustedes. No deberías juzgar a las personas tan a la ligera Karin—le reprocho Naruto, sabiendo que el pelirrojo era una persona íntegra y nunca se caracterizó por juzgar a las demás como lo estaba haciendo Karin.
—Esta bien Naruto, no te preocupes... Ahora le responderé a su pregunta señorita...No, no suelo ser así de amargado, sólo en las ocaciones en las cuales hay personas desagradables—hizo una pausa y miró hacia Hinata, Ino y Naruto—y no me refiero a los tres frente a nosotros. Le dejare de tarea averiguar ¿quien de esta mesa es la persona desagradable?—Karin enfureció, no obstante, ya no pudo responder nada, puesto que Gaara se levantó para marcharse, despidiéndose únicamente de las dos chicas.
—¡Bueno! Las veo mañana en el centro—les dijo Naruto, antes de despedirse, con la intención de alcanzar a Gaara.
—¿Que fue eso?—inquirió la rubia, echándose aire con unas servilletas—Ademas de guapo con penetrantes ojos y presencia que hipnotiza, el tipo también tiene carácter—soltó mirando por donde se fueron Gaara y Naruto.
—Hmph... ese tipo no es más que un arrogante, que se cree, la última Coca Cola del desierto—declaró Karin muy molesta por la actitud de ese pelirrojo.
—Ino tiene razón Karin, el hombre es bastante atractivo y tiene algo que logra atrapar la atención de las personas a su alrededor ¿en serio no te pareció apuesto?—le preguntó la Hyuga con inocencia, pensando que quizás no le había gustado Gaara, haciendo que Ino rodara los ojos ante la ingenuidad de Hinata.
—¡Claro que no! Preferiría mantenerme casta de ahora en adelante, que tirarme a ese tipejo—aseguró la pelirroja molesta—y creo que ya debemos irnos para estar listas mañana—las tres se levantaron y se dirigieron hacia la salida—llamare un taxi—Karin se disponía a sacar su celular, pero la ojiperla la detuvo.
—De ninguna manera... nosotras te dejaremos en tu casa—declaró sin dar lugar a las réplicas. Karin asintió y todas se subieron al auto de Hinata. Acordaron verse en la plaza al día siguiente, para disfrutar de las bebidas y las comidas del festival.
[...]
—Esta noche nos toca trabajar el doble para salvaguardar el orden del festival—declaró Itachi, mirando como Shisui, pensaba dejarle todo a él y así perseguir a las chicas.
—Lo se ¿por quien me tomas?—preguntó ofendido por lo que le reprochaba Itachi.
—Cada año haces lo mismo, no sería de extrañase que esta vez también lo hagas—el primo mayor, sabia que Itachi tenía razón, sin embargo, esa noche era diferente. Desde que conoció a la amiga de Hinata, no había dejado de pensar en ella y por alguna razón que aún no lograba descifrar, quería impresionarla, haciendo su trabajo lo mejor posible y de ese modo, ella sabría que era un hombre de confianza.
—Pues esta noche no lo haré... yo me encargaré de proteger a todos los civiles de Konoha—aseguró con convicción, dejando a Itachi con el ceño fruncido ante tal declaración. No entendía, que mosca le había picado al mujeriego de su primo. Aunque esta vez también se trataba de una dama, ya que la cantidad de perfume que se aplicaba, resultaba obscena por así decirlo.
—¿Están listos chicos?—les preguntó Obito haciendo una mueca por el fuerte olor a perfume—Parece que alguien tiene la intención de conquistar esta noche—se burló Obito dirigiéndose a Shisui.
—Pero que desagradable—reprochó Sasuke desde el pasillo que unía todas las habitaciones de interrogatorios y archivos—¿No crees, que es mejor si te perfumas en el auto?—le cuestiono muy molesto, pues el aroma fuerte le desencadenaba una fuerte migraña.
—¡Que amargado! Recuerda que yo no tengo la culpa de siempre estar rodeado de hermosas mujeres y mi forma de corresponder, es oliendo bien para ellas—se burlo con arrogancia.
—Estamos listos—declaró Itachi negando con la cabeza y respondiendo, antes que su primo y Sasuke, comenzarán una de sus cotidianas discusiones.
—Ustedes dos, quiero que se encarguen del área designada para los invitados, como el alcalde y su esposa—Shisui asintió sonriendo—y tu te encargarás del área de los juegos mecánicos, junto a Sai y Kakashi—le ordeno Obito a Sasuke.
—¿Y tu que harás?—preguntó Kakashi, hojeando su pequeño libro, para adultos.
—Vigilarlos a ustedes—respondió con sarcasmo a su mejor amigo y también rival. El peli-plata se encogió de hombros sonriendo bajo la máscara, por la molestia de Obito—Genma y Yamato, se quedaran aquí haciendo guardia en caso de una emergencia—dicho esto, todos salieron de la jefatura de policía para tomar sus lugares.
[...]
Madara vistió a Kenji dejándolo listo. Apenas había hablado con Aneko después del día anterior en que llegaron de la escuela. Su hija no mencionó nada acerca de la riña que tuvo y él tampoco sabía como iniciar la conversación. Era tan irónico que él sabía hacer prácticamente cualquier cosa que le pusieran enfrente y ahora no tenía idea de cómo portarse con su propia hija. Por otro lado, apenas y podía creer la forma en que esa chiquilla Hyuga lo trato. Lo hizo ver como un completo imbecil y lo peor de todo, fue que lo dejó sin palabras ni argumentos para responderle.
Debía admitir que era realmente hermosa, unida a ese carácter altanero y autosuficiente, lo hacía querer domarla como a un potro salvaje que no ha sido montado. Desde que la miró correr, no podía evitar imaginarla nadando en el lago con la luz de la luna, desnuda junto a él. Tal pensamiento lo endurecía de inmediato. El deseo de tocarla y poseerla se hacía cada vez mas grande.
Era raro que la imaginación lo llevara a esa imagen, ya que Mei, jamas se rebajó a entrar con él a dicho lago, argumentando que debía tener una infinidad de bacterias, razón por la cual, lo persuadió de construir una piscina, así ella podía tomar el sol.
—Estoy lista—Aneko se unió a ellos dos y se dirigió hacia la camioneta.
—Te vez muy linda hija—le dijo el azabache. No mentía, su hija era muy bonita y agradecía al cielo que no se pareciera a su madre.
—Gracias papá—los tres salieron hacia el festival, donde quedaron de verse con los demás Uchiha.
...
Los autos se estacionaron un poco alejados de la plaza principal, donde ya se encontraban aglomerados un gran número de personas. Mas adelante, cerca del rio, se colocaron los juegos mecánicos y desde el agua se lanzarían los fuegos artificiales.
—Esperen, no corran—les grito Rin a su hijo y a Sarada, cuando se dirigieron hacia Aneko y así subir los tres en la rueda de la fortuna.
Mikoto llegó con Fugaku y Sakura los acompañaba. Madara los saludo y se pasó de largo con Kenji, dispuesto a subirlo en juegos para niños mas pequeños. El pequeño Uchiha tenía los brazos cruzados molestó por no poder estar con sus primos, sólo porque eran mayores que él y a ellos si les permitían subir a juegos mas grandes.
Madara le despeinó el cabello, divertido por la actitud de su hijo, no obstante, esa acción, logró que el pequeño se enfadara aún mas.
—¡Papá!—le dijo molestó—No hagas eso, todos pensarán que soy un niño—el azabache soltó una carcajada por la molestia de su hijo. Él no quería que lo miraran como niño, pero apenas y tenía tres años—No es gracioso—espetó con el labio fruncido.
—Esta bien... ya no voy a reír—le aseguro y juntos continuaron abriéndose paso entre todas las personas.
—Por fin llegaste—el Uchiha puso los ojos en blanco, cuando escuchó la voz tras de ellos—¿Como te ha tratado este gruñon?—Kenji sonrió por el comentario del alcalde y mejor amigo de su padre.
—¡Hashirama! ¿No tienes invitados a quienes atender?—el alcalde comenzó a reír.
—Ya los atendí a todos, ademas ustedes también son invitados, al igual que todas las personas, aquí presentes—Hashirama dirigió su atención en Kenji—¿Quieres saludar a Mito y a Keiko?—el niño asintió y el alcalde no perdió tiempo para llevarlo con él y pudiera saludar a su esposa e hija de apenas dos años. La pareja se había casado unos años antes que Madara y tenían dos hijos, uno de doce años y la pequeña de dos años.
[...]
Hinata Ino y Karin, llegaron casi al mismo tiempo al festival. La ojiperla optó por usar pantalón de mezclilla a la rodilla con sandalias de piso. Ino y Karin, optaron por vestir casi igual, la única diferencia eran las blusas, ya que las de ellas eran más reveladoras a comparación con la que usaba Hinata y la razón se debía a que no quería dar una mala impresión en los niños de su escuela.
—Esta noche quiero beber—anuncio Ino sonriéndoles a sus amigas.
—Pues si me lo permites, te puedo invitar un trago—Itachi negó con la cabeza por el comportamiento de su primo.
Ino se sonrojó y no atinaba las palabras adecuadas para pronunciar. Tenía que estar prohibido lucir tan jodidamente sexy, como lucían esos hombres frente a ellas. Los dos Uchiha vestían el uniforme, dejando a Ino sin aliento. Ellos ya le habían parecido apuestos, pero verlos así, casi le provoca un sangrado nazal. Hinata y Karin, no se sorprendieron, pues ellas ya los habían mirando antes.
—Que dices ¿aceptas?—Karin prácticamente la arrojó a los brazos del azabache, puesto que Ino pareció congelarse.
—¿Subes con nosotras a la rueda de la fortuna?—le preguntó Karin a Itachi.
—De verdad me encantaría, pero estoy en horario de trabajo, igual que el atolondrado de mi primo, ahora tendré que cubrir el doble para reemplazarlo.
—Pero eso no le impide comer unos dangos ¿que le parece si lo invitamos?—muy apenada por el Uchiha, la única forma que Hinata encontró para aligerarlo, fue invitarlo a comer dangos. Los ojos del azabache brillaron y después de pensarlo por unos segundos, las acompaño hasta el puesto que los vendía.
Los tres se sentaron en los bancos al aire libre, lo que le permitió a Itachi estar al pendiente de todo lo que sucedía frente a ellos. Desde el lugar que escogieron, podían divisar a Ino conversando con Shisui. Ella bebía de un vaso largo con diferentes colores, mientras que el chico sólo sostenía una botella de agua. No era permitido ingerir bebidas alcohólicas cuando usaban el uniforme, ni tampoco estando en horario de trabajo.
—Estos son los mejores roles de canela que he probado desde que llegue—afirmó Hinata extasiada. Karin, no pudo evitar reírse, al mirar a ambos disfrutando de los postres, Itachi al igual que la ojiperla, tenía la boca llena con los dangos y las expresiones eran de pura satisfacción.
Cerca de veinte minutos mas tarde, Ino y Shisui, se acercaron a ellos, para que el Uchiha pudiera continuar con su trabajo. Por lo menos unas horas mas.
—Espero que podamos vernos más tarde—Shisui beso la mano de Ino y antes de marcharse, le cerró un ojo con coquetería. La rubia sintió las piernas temblando. Ese hombre era demasiado atractivo para ser verdadero.
—Claro... espero que me dejes corresponder a tu invitación—respondió haciendo uso de todo su autocontrol.
Las chicas se despidieron de los oficiales y continuaron el recorrido hasta los juegos mecánicos. Llegaron a las sillas giratorias y se formaron en la fila. Las sillas eran para dos personas, así que una de ellas tendría que subir con alguien mas.
—¿Ustedes también subirán a las sillas?—preguntó Naruto tras ellas. Gaara también estaba con él, irritando de inmediato a Karin.
—Se miran divertidas—respondió la ojiperla en el momento que el encargado los llamó para que avanzaran. Ino y la Hyuga se sentaron juntas, Naruto subió con una rubia, Karin permaneció sola hasta que el encargado llegó con Gaara y no tuvo mas remedio que acceder a sentarse con él, ya que todos los demás lugares estaban llenos.
Gaara no dijo ninguna palabra y permaneció con el semblante serio. El tiempo de juego comenzó y las sillas en forma de tazas, giraban al compás del los dos mandos. Karin y Gaara sostuvieron la palanca redonda frente a ellos, pero no se ponían de acuerdo, haciendo que la silla girara con brusquedad, molestando de mas a la volátil pelirroja.
Hinata diviso a Kiba haciendo fila, con Shino y les saludo desde arriba, ellos correspondieron con alegría. Las risas y protestas de Naruto se escuchaban por todos lados contagiando a todos los presentes, excluyendo a los pelirrojos. El juego continuó por unos pocos minutos, hasta que se escuchó el timbre que anunciaba el final del tiempo.
Karin se bajo tan rápido sin prestar atención a nada. Su pie se atoró dentro de la silla y cuando creyó que golpearía el suelo, los fuertes brazos de Gaara la sostuvieron. Ambos se quedaron mirándose. Ino tenía razón, los ojos jade de este hombre eran hipnóticos, ella no podía ni parpadear.
—¿Esta todo bien?—preguntó Naruto, llegando hacia ellos con Ino y la ojiluna.
—Si, no fue nada—Karin se recompuso saliendo del trance y sin decir nada, estiró las muñecas de sus amigas. Naruto miró hacia Gaara y este a su vez, se encogió de hombros, restándole importancia.
—¿Pasa algo Karin? Estas muy sonrojada—cuestionó Ino con burla, pues conocía esa mirada, la cual, era la misma que ella debía tener frente a Shisui.
—Estoy bien, sólo que ese juego me mareo un poco—respondió con el corazón latiendo de una manera que no lo hacía desde hace mucho tiempo atrás, tiempo en el que todavía era una chica tonta y soñadora... tiempo en el que Sasuke la engañó. Desde entonces, no se sintió como se sentía y sólo con una mirada ¿que era lo que le estaba pasando? Si apenas un día antes lo conoció y le cayó muy mal—Ahora vuelvo, tengo que ir al baño—les dijo y se fue.
—¡Bueno! Entonces yo iré por un trago ¿quieres algo?—Hinata negó y la rubia se fue hasta el lugar donde los vendían, dejando a la morena en una banca donde se habían sentado.
—¡Hina!—la llamó una voz infantil desde lejos. La Hyuga volteó y miró a Kenji corriendo hacia ella con un algodón de azúcar en cada mano—Es para ti—le dijo el pequeño extendiendo su mano hacia ella.
—¿Para mi? ¿Como sabías que me gustan?—le pregunto y en ese momento el padre de Kenji también llegó con ellos.
—Lo adivine...¿verdad papá?—el azabache mayor no respondió con palabras, solo se dedicó a mirarla sin reparos.
—Gracias—le dijo a Kenji, invitándole a sentarse con ella—Buenas noches señor Uchiha—saludo al gorila por cortesía, sin poder evitar mirarlo. El tipo lucía muy atractivo, ella no se había tomado el tiempo en verlo bien, pero ahora que lo hizo, se dio cuenta que era muy imponente. Itachi le parecía atractivo y según ella, el joven oficial era el hombre mas guapo que hubieran visto sus orbes, sin embargo el hombre frente a ella, también era muy atractivo. Ese aire hostil con postura soberbia y toscos rasgos, unidos a ese enorme cuerpo musculoso, lo hicieron interesante ante sus ojos. Sonrojada por el nivel de sus pensamientos, desvió la vista hacia el algodón de azúcar.
—Buenas noches—respondió el Uchiha. Él y su hijo la miraron durante un rato mientras ella comía con Itachi. Su hijo quería acercarse, pero él no se lo permitió. Luego la vieron subir a los juegos y Kenji le pidió comprar algodón de azúcar para ella. No le quedó otro remedio que acceder. Regresaban hasta el área donde la miraron y el niño corrió, hacia ella al comprobar que se hallaba sola y con un suspiro frustrado lo siguió.
—¿A cuantos juegos te has subido?—le preguntó ella al niño, mientras el azabache la veía desde su altura. Ella se miraba muy atractiva vestida informal, sin contar que sus atributos físicos se hacían muy notables, aunque tratara de ocultarlos. La forma en que se entendía con Kenji, lo dejaba más confundido, unido a lo mucho que Aneko la apreciaba.
—Papá no me deja subir a los juegos donde subió Aneko—respondió cruzando los pequeños brazos en forma de enojo. Hinata se tapo la boca para no reír frente al comportamiento adorable del chico.
—Lo que sucede es que puede ser peligroso para ti—le dijo con cariño—¿Y que hay de malo con los juegos para tu edad y altura?—le cuestiono.
—Papá no quiere subir conmigo al carrusel y yo no quiero hacerlo solo—le respondió sin ánimos. Hinata volteó hacia ambos lados, buscando a sus amigas y al ver que no venían, se le ocurrió una idea.
—¿Quieres que yo suba contigo a todos los juegos?—los ojos de ambos Uchiha se abrieron con asombro.
—Si... vamos—el pequeño estiró a la chica y juntos se fueron hasta la fila del carrusel. Una vez arriba, la ojiperla montó un caballo blanco con colores lilas y Kenji escogió uno negro con azul y rojo.
Madara los observó desde abajo, cuidando los algodones. Ambos se reían y sin ser consciente también él sonrió.
El tiempo del juego terminó y el azabache se acercó a la zona donde salían todos, el lugar era alto y Kenji debía tener cuidado. Antes que Hinata lo cargara, él lo tomó y sin decir nada, también sostuvo a la chica del brazo para ayudarla. La sensación que ese contacto trajo en los dos, fue algo que ellos no pudieron haber previsto. Era como electricidad recorriendo sus cuerpos. Se miraron fijamente el uno al otro, pareciendo estar a solas, dentro de una esfera hecha solo para los dos.
—Con permiso... Estas atravesada—una molesta voz femenina, rompió el momento pasado en medio de ellos y haciendo que Madara soltara el brazo de Hinata, el cual había mantenido sostenido en su mano.
—Disculpe—la ojiperla recuperó la cordura y miró frente a ella a dos mujeres que la veían con molestia. La que hablo, era una rubia con los senos casi a punto de salir de la diminuta prenda que llevaba puesta, la otra era una castaña, con ropa también reveladora, pero al no tener los senos del mismo tamaño, no se veía tan exuberante como la rubia.
—¡Hola Kenji!—la rubia prácticamente empujó a Hinata con el hombro, para llegar hasta el pequeño Uchiha.
—¡Hola!—respondió el niño sin emociones. Esa mujer no le gustaba y tampoco a su hermana, él aún recordaba cuando se presentó en su casa y Aneko lloró mucho. No sabía que fue lo que pasó, pero su padre se molestó demasiado y la sacó del brazo. Desde ese día, ella no regresó—Hina ¿vamos a los carros chocadores?—sin esperar respuesta, Kenji se llevó a la ojiperla sin despedirse de esas mujeres, las cuales le parecían brujas.
Madara apretó la mandíbula y dirigió una mirada asesina hacia Samui. Anko que estaba con ella, se retiró unos pasos hacia atrás. Ella no quería ser quien enfureciera aún mas a esa bestia, como lo llamaban las personas a sus espaldas.
Sin decir una sola palabra, el azabache se fue siguiendo a la Hyuga y a Kenji.
...
Desconcertada por la actitud de esas mujeres, Hinata siguió al niño. Sentía todas las emociones latentes en su cuerpo. Abrumada y confundida, decidió que lo mejor era marcharse, después de todo, las tres llegaron en autos diferentes para no molestarse entre si. Fue con el niño a los carros y por un rato se olvidó de todo, hasta el momento en que bajaron y miró a Madara esperando por ellos.
—Debo regresar a casa—le dijo a Kenji, colocándose a su altura. El pequeño hizo una mueca, en desaprobación—Recuerda que Daimon depende de mí y no le agrada estar mucho tiempo sólo—el niño se relajó después de escuchar eso y le dio un beso en la mejilla como despedida.
—Hasta luego señor Uchiha—se despidió de Madara sin querer verlo de nuevo y casi se fue corriendo.
...
—Oye por fin te encuentro—le dijo Ino, llegando acompañada de Shisui, pues él la había encontrado entre las personas y no la dejó escapar de nuevo—Karin se fue a su casa, me dijo que la disculpara contigo.
—¿Le pasó algo?—preguntó preocupada pero Ino negó y le dijo que era un simple dolor de cabeza.
—También me voy...Te veo mas tarde—le dijo a la rubia y luego se despidió de Shisui.
Madara la miró irse, perdiéndose entre las personas y deseo seguirla. De no haber sido por Aneko la hubiera seguido para sentirla de nuevo. Quería su tacto y su cercanía, quería saber si ella también sintió lo mismo.
Continuara.
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