Capitulo 5
Los personajes, de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Naruto guió a la ojiperla por todos los alrededores de Konoha. El lugar era muy agradable y la Hyuga, se sentía prácticamente en casa, como si siempre hubiera vivido en ese lugar.
—¿Que te pareció Konoha?—preguntó Naruto orgulloso de el lugar donde nació.
—¡Estoy fascinada Naruto! De verdad me gusto mucho... te agradezco que me mostraras todo—le dijo sonriendo y tuteándolo pues el Uzumaki se negó rotundamente a que continuara tratándolo de usted.
—No tienes nada que agradecer yo lo hago con mucho gusto. Todos los que vivimos en Konoha, nos sentimos orgullosos—declaró levantando los pulgares.
Hinata sonrió divertida. Algo en el comportamiento de Naruto se asemejaba con Ino y ese detalle hizo que el rubio le cayera muy bien—¿Y donde es el mejor lugar para comer? Me gustaría invitarte en señal de agradecimiento—añadió la ojiperla.
—El mejor lugar es el restaurante de ramen, pero no necesitas invitarme en agradecimiento. Yo de todos modos no me hubiera sentido satisfecho hasta no mostrarte todo lo mejor y el ramen está entre todo lo mejor de Konoha—declaró rascándose la nuca sonriendo.
Hinata no pudo argumentar y siguió al rubio hacia el lugar que el le indicó. Una vez dentro, ambos se sentaron a la orilla de la ventana.
—Buenas tardes... ¿lo mismo de siempre Naruto?—preguntó Ayame, la encargada de apuntar las órdenes y la también hija de dueño. Naruto asintió sonriendo ¿Y para usted señorita?—el rubio se apresuró a recomendarle el mejor platillo según su opinión y la ojiperla no dudo en aceptar.
—Vienes mucho a comer aquí ¿verdad?—tras la partida de Ayame, la Hyuga sonrió mirando como Naruto ni siquiera tuvo que ver el menu para ordenar su comida y la de ella también.
—Si... la verdad es que el ramen es mi comida favorita—reafirmo sin dudarlo—Mi madre me reprocha porque dice que me gusta mas comer aquí, que comer su comida—confesó algo nervioso.
Ayame regresó con las órdenes y ambos comieron en silencio. Naruto terminó rápido y pidió otro plato, mientras que la Hyuga apenas si podía con el de ella. Los cuencos eran muy grandes y el rubio no tuvo ningún problema en terminar con las dos porciones.
—¿Terminando con el ramen otra vez?—preguntaron dos recién llegados.
—¡Kiba, Shino!—soltó Naruto, limpiándose la boca. La morena miró a los recién llegados y sonrió con amabilidad.
—Veo que ya conociste a Naruto—le dijo Kiba, sentándose con ellos sin ser invitado por el rubio, pero si por Hinata, quien se hizo a un lado, para que también Shino se uniera a ellos.
—¿Ya se conocen?—pregunto el rubio a Kiba, ignorando sin querer a Shino.
—Si, nos conocimos gracias a Daimon—aclaró el Inuzuka.
—Y a Shino-san lo conocí en la escuela, él es uno de los profesores—les dijo Hinata al notar el disgusto que mostró el Aburame por ser ignorado.
—¡Que bien!—exclamo Naruto—¿Quieren comer con nosotros?—el chico no esperó la respuesta de los recién llegados, cuando ya le hacía señas a Ayame para que se acercara y así ordenar la comida de los dos jóvenes.
—¿Como te esta yendo con Daimon?—cuestionó Kiba, después de hacer su orden.
Hinata se llenó de alegría contando todos los trucos que su perro sabía hacer, incluso, hasta les mostró las fotografías en su celular. Kiba sonrió complacido al saber que no se había equivocado, ella quería a Daimon, al igual que él quiere a Akamaru.
Platicaron de todo y pasaron una agradable tarde. Hinata se sintió muy bien en compañía de los tres varones, quienes al parecer se llevaban muy bien. Le recordó la amistad que tenía con sus mejores amigas Ino y Tenten.
—Yo me tengo que ir—anuncio Hinata.
—Aún es temprano... quédate un rato mas—le pidió Kiba.
—Si quisiera, pero no me gusta dejar por mucho tiempo a Daimon. Él debe querer compañía—en ese momento Kiba recordó al cachorro y entendió su preocupación.
—Si un día necesitas dejarlo por mucho tiempo, puedes traerlo a mi clínica. Yo con gusto me encargare de cuidarlo por ti—ofreció el veterinario y la Hyuga no pudo estar más agradecida.
Los tres chicos intercambiaron los números telefónicos con la ojiperla para estar disponibles en caso de una necesidad, aunque el de Kiba ya lo tenia debido al perro.
...
La ojiperla se dirigió a su casa y al abrir la puerta, Daimon la recibió en seguida. Se veía muy imperativo y ella decidió cambiar su ropa para llevarlo a correr, de esa manera también ella se ejercitaba.
Corrieron por el camino que los llevaba donde estaban las otras casas, debido a que ya estaba anocheciendo y no quería adentrarse en el bosque, después de todo, Daimon aún era un cachorro y no le sería fácil detectar los peligros.
Cerca de una hora regresaron y su compañero se veía más calmado al haber podido sacar un poco de la energía contenida durante el día.
[...]
Madara se vestía de nuevo después de haber tenido relaciones sexuales con una rubia llamada Samui. Ellos llevaban alrededor de un año teniendo encuentros.
El azabache la conoció en un club nocturno, donde ella era una de las bailarinas exóticas. Itachi y Shisui, ya habían estado con ella en repetidas ocasiones y aseguraron que era bastante buena en la cama. El Uchiha mayor no prestó atención, pero en una reunión con Hashirama y sus sobrinos en dicho club, fue ella misma quien se acercó a él. Esa misma noche lo llevó a su casa y el Uchiha pudo comprobar que sus sobrinos tenían razón. La mujer era muy buena quitando la frustración en la cama. El único problema, era que cada vez ella se ponía mas exigente respecto a los días que quería verlo. El moreno no podía estar dejando a sus hijos con Mikoto cada vez que descargaba su libido, así que comenzó viéndola dos días a la semana, argumentando que sus niños no se podían quedar solos. La mujer parecía entender en un principio y después, ella misma se presentaba por las madrugadas en su rancho después que salía del club y para antes que los niños despertaban, ella se marchaba. Durante unos meses fue de esa manera, hasta que la chica tomo mas atrevimiento y se quedó para conocer los niños, lo que ocasionó un gran enojo en su hija mayor y una gran confusión en el menor.
Después de ese día, el azabache se molestó tanto, que dejo de verla por semanas. Ella no dejaba de buscarlo pidiendo otra oportunidad, asegurando que no volvería a pasar y finalmente, el moreno accedió a seguirse viendo algunos días en casa de la rubia. No era lo que ella hubiera querido, pero era mejor que nada. Por lo menos ya lo tenía de nuevo en su cama, pensaba la voluptuosa rubia al verlo vistiéndose frente a ella. Se había aferrado mucho a Madara, a pesar de que no le faltaban hombres, incluyendo a los sobrinos de este. Era con él con quien mas disfrutaba mantener relaciones íntimas. El hombre la había embrujado según sus conclusiones.
—Me voy—anuncio el azabache con la típica postura seria, puesto que a diferencia de ella, para él, los encuentros eran solamente sexo sin ningún compromiso. Era solo una manera de atender sus necesidades y nada más. Se encargó de dejarlo muy en claro y aunque a regañadientes, la rubia aceptó.
—¿Cuando nos volvemos a ver?—le pregunto con voz melosa, mientras se hincaba en la cama para darle vista completa de sus grandes senos desnudos.
—No lo se... pero no se te ocurra buscarme. Yo te llamo cuando quiera verte de nuevo—sin más, salió de la habitación y siguió hasta la puerta con la intención de regresar a su rancho.
La rubia se echó hacia atrás frustrada con la partida de Madara. Ella quería que se quedara por mas tiempo, que durmieran juntos, ya que casi no se veían desde que cometió el error de presentarse con los mocosos. Los muy malcriados terminaron arruinando todo.
...
El Uchiha llegó entrada la madrugada. Sus hijos se habían quedado a dormir en casa de sus sobrinos, así que no se dieron cuenta de su ausencia. Tenía que tener cuidado con ellos y con el ejemplo que les daba, ya que Aneko, era muy inteligente y se fijaba en todo y ni hablar de Kenji, quien muy a menudo preguntaba porque ellos no tenían madre como la tenían sus primos. Cada que los niños lo cuestionaron acerca de su madre, el padre maldecía aún mas a su ex esposa por haber abandonado a esos niños, sin siquiera preocuparse por ellos desde el día que se fue para estar con otro hombre. Uno refinado y con modales, no un burdo sin educación como él.
Les decía que ellos si tenían madre, pero que ella estaba haciendo un viaje muy largo y no podía regresar pronto. Al principio lo creían, pero pasados los años, Aneko se ponía triste al comprender que les mentía. No sabía que mas hacer, tampoco podía decirles que ella estaba muerta, pues llorarían a quien no lo merecía y no sabía como podía afectarles saber la verdadera razón por la cual ellos no tenían mamá.
[...]
Las semanas pasaron con mucha rapidez. La Hyuga se había acoplado muy bien a su trabajo y a todos los compañeros profesores. Conoció a una chica muy guapa llamada Karin, quien era la maestra de educación física, al igual que un chico con cabello redondo y cejas gruesas, llamando Rock Lee.
Ambos eran muy agradables, pero con Karin, había empezado saliendo a comer y también, fueron de compras al centro comercial. La pelirroja hacía reír mucho a la ojiluna, debido a sus muchas ocurrencias. La chica pronto le tomó confianza a Hinata y le contó su frustrada historia de amor con Sasuke Uchiha, el padre de Sarada. Karin aseguraba aún estar enamorada del azabache y decía que no podría amar a nadie mas, como lo amo a él.
La morena le contó un poco acerca de Toneri y como esté terminó traicionándolas en la casa que ambos pensaban compartir. Karin se quedó boquiabierta al escuchar lo que la ojiperla le confesó y terminó asegurando que los hombres eran todos unos sin vergüenzas, que no merecían las lágrimas de buenas mujeres. Hinata se sentía mal por la chica, debido a que se podía percibir el dolor que todavía guardaba dentro y aunque pudo comprobar que muchos hombres suspiraban por ella, para Karin no existía nadie mas. Parecía que no se daba cuenta de las miradas que atraía y todo por haberse cerrado al amor, tras la fuerte decepción que le tocó vivir.
A Hinata se le venían un sin fin de ideas para escribir nuevos libros al escuchar todo lo que le contaba la chica. Para sorpresa de los amigos y familiares de Hinata, ella no perdió las ganas de escribir, sino por el contrario. A ella le dio mucho alivio poder estampar sus pensamientos y también sueños dentro de las páginas, aunque todavía no lograba completar ningún libro y de hacerlo, no estaba segura si se atrevería a publicarlo.
Ese Viernes, ambas despedían a los niños frente a la escuela. Hinata había logrado mantener las distancias con el gorila mal educado, al cual ni siquiera volteaba a ver, cuando esté llegaba a levantar a su hija.
A menudo Rin se quedaba mas tiempo a conversar con ella. Las dos se habían hecho buenas amigas, después del incidente con el auto. Rin incluso le presentó a Obito en una de las tardes que ambos llegaron por su niño. A diferencia del grandulón, Obito parecía una buena persona, así como Itachi y Shisui, quienes a pedido de Kenji, se llevaron a Daimon dos veces por semana al rancho del Uchiha. Aunque en una o dos ocasiones, los primos llevaron a los niños a casa de la Hyuga sin que el padre de estos lo supiera y tampoco Hinata, ya que ella pensaba que el hombre les había dado permiso y lo agradecía porque sin proponérselo, se encariño mucho con los dos niños, especialmente con el pequeño.
Al único que no conocía era al padre de Sarada, el hombre del cual Karin seguía enamorada. Conocía a la madre, una hermosa mujer con cabello rosado y ojos verdes. No hablaban mucho, pero no parecía mala persona. La mujer siempre estaba a las carreras por su ocupado trabajo en el hospital y debido a eso, no podía conversar mucho mas que lo necesario.
Esa tarde todos los niños ya se habían marchado, solamente faltaba Sarada. Le correspondía al grupo de Hinata, pero Karin se quedó también para acompañarla, mientras llegaban por ella.
—Siento mucho que tengan que estar aquí conmigo—soltó la niña, sorprendiendo a Hinata. La niña era muy madura para su corta edad y se sentía apenada por creer que les hacía perder el tiempo.
—No digas eso... Nosotras no tenemos ningún problema en quedarnos aquí contigo—le dijo Hinata dandole una tierna sonrisa—Tu madre es una mujer muy ocupada y debió tener una emergencia, recuerda que los médicos siempre están ocupados—concluyó la dejando más calmada a la pequeña Uchiha.
Karin suspiro pensando en el pasado, cuando ella y Sasuke eran novios. Todo iba de maravilla, hasta que apareció Sakura y de buenas a primeras, él rompió con ella para casarse con la pelirosa, puesto que estaba embarazada. Sasuke le había sido infiel, mientras eran pareja y aún después de todo ese tiempo, le seguía doliendo mucho recordar todo lo que sufrió al verlo casado con otra que no era ella.
Le era difícil no verlo debido al trabajo del moreno, ya que los policías siempre deambulan por Konoha, resguardando el orden y a veces iban a la escuela, a realizar demostraciones frente a los niños. Los primeros años lo evito lo mas que pudo, hasta que finalmente dejó de esconderse, después de todo, ella no era la que había fallado y por ende, no tenía que pasarse la vida huyendo de ellos. Nunca tuvo la certeza de comprobar si Sakura sabía que Sasuke tenía novia, pero le resultaba imposible que no lo supiera, debido a que todos en Konoha lo sabían, incluso la misma madre del Uchiha, quien muy a menudo la visitaba en su apartamento y salían a comer juntas.
Lo mas irónico de todo, era el gran aprecio y apego que Sarada mostraba hacia ella y sin poder resistirse a tan adorable niña, también ella se encariñó con la chiquilla.
—No te pongas triste, mejor cuéntanos acerca de tu violín—sugirió Karin, recordando que Sarada siempre decía que al crecer quería ser violinista famosa.
La niña sonrió—Mis abuelos me lo regalaron hace un mes y estoy aprendiendo a tocarlo—narraba la Uchiha emocionada. Continuaron escuchándola contar sobre el regalo, cuando una voz femenina la llamo, atrayendo la atención de las tres.
—¿Porque no vino mama?—cuestionó Sarada decepcionada.
—Ella esta muy ocupada y le tomará mas tiempo salir del trabajo—respondió la dama—¿No te da gusto ver a tu abuela?—le cuestionó antes de llegar hacia ella.
—Disculpen la demora, estoy muy apenada—se disculpó y en ese momento enfocó a Karin—¿Como estas Karin?—sin esperar respuesta, la dama Uchiha atrajo a la pelirroja a un abrazo maternal, pues ella llegó a tener mucho cariño por esa chica y aún después de la canallada que sufrió, la joven siguió siendo cordial con ella y con Fugaku—y usted debe ser la hija de Hiashi y Hikari ¿estoy en lo cierto?—le pregunto a la morena cuando terminó el abrazo con Karin.
—Hinata Hyuga para servirle—se presentó la morena con respecto y con una sonrisa amable.
—Lo sabía, eres muy parecida a ellos... soy Mikoto Uchiha, abuela de Sarada y me da mucho gusto conocerla después de oír hablar tanto de usted—la ojiluna frunció el ceño y la Uchiha sonrió—Mis sobrinos Kenji y Aneko, no dejan de hablar de usted y de su perro—aclaró abrazando a su nieta.
—¡Kenji y Aneko son encantadores! Y Daimon los quiere tanto como a mí—confesó animada.
—¿Que les parece si les invito unos dangos? Por cuidar de mi nieta—les preguntó la Uchiha y las dos chicas no tuvieron otro remedio que aceptar la invitación.
Una vez dentro del local, las cuatro mujeres se sentaron a conversar después de hacer los pedidos. A Hinata le cayó muy bien la abuela de Sarada y le pidió que también la tuteara, tal como lo hacía con Karin.
—Y cuéntame ¿que te parece Konoha?—cuestionó Mikoto recordando lo que dijo Madara semanas atrás, asegurando que la chiquilla no aguantaría ni un solo mes sin correr de nuevo hacia la gran cuidad en busca de atención.
—¡Oh es realmente fascinante!—respondió sin dudarlo—Creo que siempre debi vivir aquí... lo único que extraño de la cuidad, es a mi familia, pero mañana vendrán a visitarme—añadió emocionada.
—Me da mucho gusto—reitero Mikoto sonriendo al igual que Karin—lástima que no vengan la semana siguiente, así podrían disfrutar las festividades de Konoha—añadió la azabache mayor con pesar.
—¿Son las fiestas que me contaste?—le pregunto la morena a Karin y está asintió—También, Itachi y Shisui mencionaron algo acerca de las fiestas—recordó la chica.
—Dime ¿se han portado bien mis muchachos contigo?—le pregunto y de nuevo Hinata se sintió fuera de lugar—Soy la madre de Itachi y Shisui, es mi sobrino—completo al ver que la ojiperla no había entendido.
—Ellos son unos caballeros... de hecho, además de Rin, los oficiales fueron de las primeras personas que me ayudaron cuando llegue y no conocía a nadie—Mikoto sonrió orgullosa de ellos y apenada por el comportamiento que le contaron, tuvo Madara hacia ella.
[...]
El azabache llegó a levantar a su hija, notando de nuevo a la Hyuga ignorándolo.
Desde el día en que llegó un poco tarde y le prohibió a Kenji hablar con extraños, la chica no le hablaba ni le miraba, ni siquiera por educación, la cual mostraba con todos, menos con él. Se había encontrado con ella por diferentes partes de Konoha y el comportamiento era el mismo, ella lo ignoraba completamente.
Shisui no paraba de hablar de ella y en ocasiones, hasta Itachi comenzaba diciendo lo linda que era y no solo por fuera, como lo era por dentro.
Ellos llevaron el famoso perro, dos veces por semana a su casa y ahora también sus hijos hablaban bien de esa mujer.
Se sorprendió cuando la vio uno de los días, corriendo por las orillas del camino junto a su perro. Luego se fue haciendo habitual verlos a ambos correr sin prestar atención a nadie, mas que a ellos dos y al camino. La chica parecía una amazona, una hermosa y tentadora amazona.
Perdido en su subconsciente, llegó a su propiedad con los niños. Después de darles la comida, cada uno se fue hacia su habitación y él salió con rumbo al lago. Necesitaba relajarse por un rato, así que se lanzó en el agua sin ropa, como lo hacía siempre y sin querer, lo invadió la imagen de esa mujer corriendo con el cabello levantado hacia arriba y esa ropa elástica, que no hacía otra cosa que marcar cada una de las curvas. Esa mujer podía combinar la elegancia y la sencillez al mismo tiempo, sin perder en absoluto la belleza que poseía.
Continuara.
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