Capitulo 22
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Hidan veía el techo, mientras estaba acostado en la cama, dentro de su celda. Recordó los acontecimientos que lo llevaron a ese sitió y no pudo evitar chasquear la lengua. Era de las pocas veces, que en realidad, no había hecho nada y terminó inculpado. El Uchiha con el que se estaba comunicando, había cumplido su palabra. Los días siguientes a la conversación que mantuvieron, uno de los abogados más reconocidos de la cuidad, llegó para hablar con él. Luego de exponer su caso, el abogado le aseguró que en poco tiempo, comenzarían a obtener resultados positivos, pues se realizaban las pruebas de ADN, que no se realizaron en el pasado. No obstante, él estaba consiente, que si lograban encontrar al verdadero perpetrador, el caso se adelantaría.
Como en pocas ocasiones, se sentía en deuda con el Uchiha que lo estaba ayudando. Lo menos que podía hacer, era ayudar a encontrar al culpable. Era obvio, que se trataba de alguien cercano a él, ya que sabía exactamente cuál era su rutina y encontró el momento justo, para saber que no estaría durante todas esas horas. Los vecinos lo conocían, sin embargo, ninguno de ellos encajaba en el perfil, sin contar con que tampoco, los invitó a pasar en ninguna ocasión, ni siquiera cuando las ancianas le regalaban platos de comida. No era una persona del edificio, tenía que ser alguien más.
Luego de negarse a pensar mal de su mejor amigo, finalmente comenzaba a unir las piezas y aunque se negaba aceptarlo, todo comenzaba a tener sentido. Kakuzu, era la persona que mas lo conocía, sabía todo de él, incluso tenía un juego de llaves de se departamento. Cuando lo encerraron, juro ayudarlo, buscando pruebas para demostrar su inocencia, también le dijo que mandaría un abogado para que se encargara de su caso, claro que era uno de los abogados de oficio, ya que su amigo era tacaño nivel dios.
Los meses transcurrieron y el abogado hizo, poco o más bien nada, para sacarlo de prision y cuando lo declararon culpable, su "mejor amigo" comenzó a excusarse, diciendo que debía salir de la ciudad y que ya no podía frecuentarlo seguido. Las llamadas y las visitas, fueron cada vez menos frecuentes y en los últimos meses, simplemente se perdió todo contacto. Claro, ahora todo tenía sentido. Kakuzu, lo uso para poder librarse de las autoridades. Con el supuesto culpable tras las rejas, su bastardo disque mejor amigo, podía continuar acosando a la vieja esa.
¿Quien lo diría? Se preguntó al momento de atar todos los cabos. Y resultaba que el raro era él. Vaya sorpresa... Apenas viera al su abogado, le pediría que llamara al Uchiha. Iba disfrutar enormemente, ver a ese tacaño traidor, descubierto frente a todos.
[...]
—¿Pasa algo tío?—preguntó Neji, cuándo Hiashi, lo mandó llamar. Ambos habían llegado el día anterior a la ciudad y esa mañana fueron a trabajar, sin embargo, a mitad de la mañana, la secretaria de Hiashi, le informó que su tío lo necesitaba lo antes posible en su oficina.
—Eso mismo, quisiera saber... Izuna Uchiha, llamó para pedir hablar con ambos... dijo que se trataba de algo muy delicado—el menor frunció el ceño ¿Que tenían ellos que tratar con el hermano de Madara? ¿Que podía ser tan delicado? Algo no estaba bien y su tío, también lo sentía—Debe estar por llegar—apenas lo dijo, la secretaria le informó que el Uchiha, ya había llegado y de inmediato, pidió que lo hiciera pasar.
—Se que deben preguntarse el motivo de mi repentino llamado, y les aseguro que de no ser de suma importancia, no los hubiera molestado—los dos Hyuga permanecieron callados a la espera de lo que el azabache tenía que decir—¡Bien...! Hace tiempo, Madara me pidió que investigara sobre el atentado que sufrió Hinata y lo que logré recaudar, no fue para nada bueno—Izuna, les entregó un sobre donde estaba todo lo recopilado. La indignation que mostraron los castaños fue en aumento, entre mas leían todo el contenido.
—¿Quiere decir que el verdadero culpable está suelto?—cuestionó Hiashi.
—Así es y lo peor de todo, es que la persona detenida, no ha podido darme una pista concreta para saber quien pudo tenderle esa trampa—les informo con pesar, al ver la molestia en los familiares de la ojiperla.
—Hinata puede estar corriendo peligro, debemos hacer algo—Neji no podía imaginar que algo malo le pudiera pasar a su prima. Ella había mejorado mucho desde que se marchó a Konoha y si ese demente la atrapaba, podía dañarla, tanto física, como mentalmente.
—Neji tiene razón, ahora mismo haré los arreglos correspondientes para que mi hija este a salvo y si debo mandarla a un país lejano para mantenerla alejada de todo mal, me ire con ella y con Hanabi—Hiashi no podía asimilar, que su primogénita, cayera en la depresión que cayó, tiempo atrás.
—¡Espere...!—Izuna llamó al mayor de los Hyugas para que no hiciera nada, antes de que les contara todo—Madara y yo, ya pusimos sobre aviso a todos en la jefatura de policía... esta vez, la ley no le fallará a su hija, ademas, para mayor seguridad, mis sobrinos, sugirieron que Shisui, se fuera a vivir a la residencia Hyuga, para cuidar de Ino y le pidieron a sus hijas que se fueran al rancho de Madara—los dos castaños se quedaron asimilando la información—Hanabi, declinó la invitación y dijo que se quedaría con Ino, pero Hinata, si se mudó a vivir con mi hermano... El se encargó de contratar sistemas de seguridad, como cámaras, alarmas y contrató guardias. Créame, Madara, dará su vida para protegerla—concluyó Izuna.
El Uchiha les contó, paso por paso, acerca de la situación de Hidan y como se dedicó a investigar a todos los posibles culpables. Neji se ofreció para buscar conexiones y el patriarca aseguró que cuando lograrán dar con el culpable, pondría una gran demanda en contra del departamento policiaco, por negligencia. Aunque tardaron mucho en asimilar todo, Izuna logró calmarlos, diciendo que el tipo podía estar en cualquier lugar del mundo y que si hacían algo muy radical, podían asustar a Hinata, la cual, según lo dicho por su hermano, se veía bien, a pesar de la situación.
—Le agradezco mucho su colaboración, de no ser por la suspicacia de su hermano, no sabríamos nada sobre esto—añadió Hiashi.
—No tiene nada que agradecer, para mi es muy gratificante, saber que logré ponerlos sobre aviso... Madara haría cualquier cosa por Hinata, y apenas supo lo que ella tuvo que vivir, se dispuso a encargarse de que ese tipo, no volviera a ver la luz del día, solo que nunca se imaginó, que esto estuviera pasando.
—Son unos incompetentes—soltó Neji, refiriéndose a las autoridades, que se encargaron de procesar a Hidan.
[...]
—No quiero que cuando terminen las vacaciones, continúes laborando, no mientras ese demente esté libre—soltó Madara, mientras acariciaba la espalda de su amada. La ojiperla, yacía desnuda sobre su pecho, luego de una intensa cesión de sexo.
—No puedo solo abandonar mis deberes como lo hice en el pasado por culpa de esa persona, ademas, si hasta ahora no me ha encontrado, quizás signifique que desistió o está molestando a alguien más—quería convencer a Madara de lo dicho, aunque ni siquiera ella, lograba convencerse a si misma. Tenía mucho miedo y lo peor era pensar en sufrir de paranoia, como antes de llegar a Konoha.
—En esta ocasión bonita, no pienso dar mi brazo a torcer, no dejaré que regreses a tu trabajo—ella pensaba decir algo, pero el azabache no le permitió interrumpir—Las indicaciones de mis sobrinos, fueron muy claras y la mejor manera de garantizar tu seguridad, es que evites salir sola a ningún lado—repuso con determinación.
—Pero yo...—el varonil rostro del Uchiha se volvió más serio y su mirada logró intimidarla. Él tenía razón y ella no podía continuar argumentando, estaba segura que si Neji y su padre estuvieran en Konoha, pensarían igual que Madara—Esta bien... lo siento—la expresión del azabache se suavizó de inmediato.
—No te pongas triste, no te estoy diciendo que tienes que permanecer aquí sin salir a ningún lado, solo te pido que no podrás hacerlo sola, es para evitar el peligro. Yo mismo te llevaré a donde tú quieras, ademas, puedes invitar a tus amigas a venir aquí, recuerda que esta casa, también es tuya y puedes disponer de todo, como mejor te parezca...absolutamente todo lo que poseo, también te pertenece—le levantó la barbilla con delicadeza, para que lo encarara y no se pudo resistir a besarla.
—Te amo Madara—confesó embriagada por todas las atenciones de ese hombre. No sabía cómo había podido llegar a ese punto, de ver a Madara como todo un caballero, el mismo que juro defenderla de todo mal. Quizás las cosas no empezaron de buena manera entre ellos, y antes ella lo considero una persona desagradable, pero con el tiempo, se fue mostrando, como en verdad era y lo que descubrió, no pudo ser mejor. Madara era su complemento en todos los sentidos. Lo que a él, le sobraba, a ella le faltaba y viceversa.
—Yo también te amo Hinata, y sabes que estoy loco por ti, por eso mismo quiero cuidarte, no soportaría que algo malo te suceda—de nuevo se dieron un apasionado beso. Las emociones de ambos estaban a flor de piel y todas las confesiones anteriores, pusieron un ambiente más íntimo. Ahora ya no había nada que ocultar, los secretos y temores habían sido expuestos y ese hecho logró unirlos más, de lo que ya estaban.
El azabache se recargó en la cabecera de la cama y subió a la ojiperla en su regazo. Ella entendió y se levantó lo suficiente, para que la hombría de su amado, entrara en su intimidad.
La Hyuga, se dispuso aprovechar al máximo en esa posición, ya que Madara, no era de los que les gustaba, quedarse quieto, a el le gustaba mantener el control y dominio sobre ella y la ojiperla, mentiría si decía, que no le gustaba, pues esa era una de las muchas cosas que le atraía de él, que la mayoría del tiempo, era quien mandaba. Sin duda alguna, un hombre acostumbrado a ser obedecido, aunque con ella, se mostraba suave y siempre dispuesto a complacer, cualquier pedido que le hiciera y que claro, no tuviera que ver con el sexo.
Las grandes manos del Uchiha, abarcaban por completo la esbelta cintura femenina, mientras la sostenía, para ayudarla a moverse. Tal y como lo imaginó, su amado, no se quedó con las manos quietas por mucho tiempo y había llegado la hora de obtener el control. Ella se sostenía de sus hombros, moviéndose con destreza, gracias al azabache. La verdad, era que desde la primera vez que ella se entregó a él, había mejorado notablemente durante las entregas. El Uchiha, no podía estar más orgulloso del resultado, pues gracias a sus "clases" ella se había vuelto muy apasionada, casi tanto, como él, incluso cuando recién llegaron al rancho, fue ella quien propició todo, con gran necesidad de ser poseída.
—Ah—Hinata se estremeció cuando Madara la sostuvo de los glúteos y llevó su boca a los erectos y rosados pezones. Al azabache, le enloquecía ver todas las reacciones de la chica, cuando estaba tan perdida y dominada por la lujuria. Siempre pensó que ella no podía ser mas hermosa, pero luego de verla haciendo todos esos gestos, especialmente cuando le mordía los senos, ella era lo mas parecido a una diosa.
Dejándose llevar por el inmenso placer y sintiendo como su interior se preparaba, apretó la cabeza del azabache, pegándola mas a sus sensibles senos, no obstante, Madara quería escucharla pedir más, era casi su fantasía, quería que ella demandara más. Eso era casi lo único que le faltaba de su mujer, así que se dispuso a obtener ese gusto.
—¿Te gusta?—cuestiono con una sonrisa llena de satisfacción, al ver la decepción en las hermosas orbes color luna. Él deliberadamente, disminuyó la velocidad de sus movimientos pélvicos, para moverse tortuosa y dolorosamente, más lento y todo para conseguir, los ruegos de la ojiperla. Ella trató de continuar con el mismo ritmo que estuvo manteniendo, pero el Uchiha, la mantuvo sujeta, obligándola a moverse lento, como lo hacía él.
—Yo... ah... Madara por favor—la arrogante sonrisa del varón, le dejo claro a la chica, que se estaba burlando de ella, sin embargo, no le importaba en ese momento, dado que sólo quería sentirlo, más dentro de su ser.
—¿Dime que quieres bonita? Pídeme cualquier cosa y sabes que te la daré—mas que provocar los pedidos de Hinata, se estaba castigando a si mismo, pues su deseo era arremeter con profundas y poderosas envestidas, el cálido interior de su amada.
—Mas rápido... mas fuerte, te necesito—no le importaba la sonrisa estampada en el perfecto rostro de Madara, ella sabía que la estaba provocando para que lo necesitara y desde ese día, se lo pediría mas a menudo, solo para verlo sonreír de esa manera, que lo hacía aún más encantador, de lo que ya era.
—Debiste pedirlo antes—sin más, la puso de espaldas a la cama y él se colocó encima de ella. Con una manó apoyada en el colchón y la otra sosteniendo las dos manos femeninas sobre la cabeza de la Hyuga, comenzó con las poderosas envestidas. La ojiperla, no tardó en volver a sentir el estado de éxtasis y ahora era mucho más intenso, pues Madara se movía de una manera, que hasta la cama crujía bajo sus cuerpos—¡Vengámonos juntos!—el pedido hizo que ella estallará, al mismo tiempo que lo hizo él.
Ambos quedaron sudados y cansados, pues desde que hablaron, para aclarar todo, habían hecho el amor en tres ocasiones y la última, los dejó exhaustos, o al menos a ella, ya que algunas veces, pensaba que Madara, nunca se cansaba.
—¿A que hora regresarán los niños y Daimon?—preguntó cuando Madara la atrajo hacia él—No quiero que nos encuentren aún encerrados aquí... pueden pensar que es raro, o quizás...—ya no sabía que decir, pero de una cosa estaba segura, no quería que los pillaran en una situación vergonzosa, no deseaba dar ninguna mala impresión a esos pequeños.
—No creó que lo hagan temprano y en cuanto a pensar algo raro, no veo porque, pues pronto...—pensaba decirle que pronto sería su esposa, pero aun no tenía el anillo para proponerle matrimonio debidamente—bueno... ellos saben que te amo y están felices de que estés aquí—concluyó, antes de delatarse.
[...]
Kakuzu, supuso que el mejor lugar para obtener información sobre su musa, eran los antros de Konoha. La mayoría de los hombres iban a esos sitios y sin pensarlo, soltaban información cuando estaban borrachos, como le ocurrió al Otsutsuki, cuando inconscientemente, habló del sitio donde se estuvo escondiendo Hinata, durante todo ese tiempo.
Tan pronto cómo llegó, una chica se sentó con él. Era una de las bailarinas que se dedicaban a dar compañía y placer a los que lo buscaban.
—¡Hola guapo! ¿Me invitas un trago?—el varón sonrió cuando la chica se sentó a su lado. Iba a tener que gastar dinero, lo cual, no le ponía muy feliz, pero tenía que hacer lo que fuera necesario, para obtener la información que buscaba. Tenía apenas tres días en Konoha y lo que logró averiguar entre los residentes, fue muy escaso, sin embargo, uno de los comercios de inmediato llamó toda su atención y fue la florería perteneciente a Ino Yamanaka. Él sabía quien era esa chica.
Adulando las bonitas y variadas flores, en uno de los restaurantes cercanos a la florería, se enteró por la mecerá, que el local era efectivamente de Ino y que ella llegó a Konoha, al poco tiempo de la llegada de la consejera que trabajaba en la escuela primaria, y su nombre era Hinata Hyuga. Con dicha información, aseguró que su sobrino necesitaba terapias urgentes de una buena consejera, ya que tenía muchos problemas de conducta debido a la muerte de su madre. La mecerá se conmovió y le dijo que la Hyuga, estaba de vacaciones, por el verano, pero que vivía en la residencia Hyuga, a las afueras de la cuidad. Esa misma noche fue a inspeccionar el lugar y estuvo durante horas, esperando desde lejos, a que ella saliera, sin embargo, no lo hizo.
Pronto, abandonó la vigilancia, debido al chico vistiendo uniforme de policía que llegó. Apretó los puños con rabia, pensando que era novio de Hinata y desde entonces, moría por saber más. No le importaba, si ella ya estaba con alguien más, de todos modos, lo quitaría de en medio para llevársela con él y si tenía que pasar el último tramo, que era asesinar, estaba dispuesto hacerlo, después de todo, casi lo hizo con la misma chica, la noche en que perdió el control.
—¿Porque no?—le respondió con falsa coquetería.
—Mi nombre es Samui y nunca te había visto por aquí... ¿De donde eres?—cuestionó recibiendo el trago que Kakuzu ordenó para ella.
—Soy de Tokio y vine aquí, luego de la muerte de mi hermana, en busca de tranquilidad, como muchas otras personas—decidió continuar con la mentira sobre tener un sobrino que necesitaba ayuda. Era bien sabido que los hombres interesados en el bienestar de los niños, eran mucho más confiables, ante los ojos de las chicas—Mi nombre es Zabuza y es un placer conocerte Samui—como bien lo había dicho Itachi, una persona que se obsesionaba con otra, jugaba sus cartas, sin prisa. No tenía ningún afán de apresurarse, para obtener toda la información que deseaba, era mucho mejor irse lento, pero seguro, de igual manera, ya había esperado por largo tiempo, no haría mucha diferencia, esperar un poco mas y al menor descuido, ahí estaría él, para aprovecharlo... así de compleja era la mente de un depredador.
Samui, quedó deslumbrada por el "espléndido hombre" ya que durante toda la noche, estuvo gastando dinero en ella. Desde que Madara ya no la buscaba, se había estado dedicando al baile y a los hombres dispuestos a pagar por sus caricias, sin embargo, luego de tener a ese condenado Uchiha, ningún otro, podía darle la talla, así que el recién llegado, le brindó un nuevo desafío.
Cuándo llegó la hora de despedirse, quedó de regresar al día siguiente, argumentando, que se sintió muy cómodo con ella. La primera parte de su plan estaba lista, ahora seguía ganársela por completo, para obtener toda la información posible. Esa mujer debía conocer al joven oficial, que miró en la residencia de Hinata, ademas, no estaba nada mal, para pasar el rato, en lo que obtenía el premio mayor.
—Que hombre tan misterioso—añadió Anko, cuando Kakuzu finalmente abandonó el club y su amiga se quedó sola—me atrevo a decir, que le da un aire a la bestia Uchiha—era el apodo que le dieron a Madara por ser tan malhumorado y a la vez, salvaje.
—Lo se, también a mi me lo pareció, quizás por eso me atrajo tanto—espetó la rubia, sin dejar de mirar la puerta, por donde salió el corpulento varón.
[...]
Gaara y Karin, llegaron al rancho de Madara, apenas se enteraron lo sucedido. Gaara como médico, quería estar seguro sobre la estabilidad mental de Hinata, no quería que recurriera de nuevo a los potentes antidepresivos que uso en el pasado y si en sus manos estaba ayudarla, lo haría sin pensarlo.
Karin era quien mas consternada se veía, dado que sólo Imaginar a su amiga en esa situación, logró ponerle los nervios de punta. Hinata había sido una gran amiga desde que la conoció, entre Ino y ella, lograron sacarla del lugar vacío y sin amor, donde se había refugiado mentalmente, luego de su decepción amorosa. Ahora era más feliz que nunca y no podía soportar, que una de sus amigas, sufriera.
—Bienvenidos... pasen por favor, Hinata está preparando dangos con Aneko—la pareja se sorprendió, cuando Madara los recibió con amabilidad. Gaara no lo conocía desde el pasado, pero Karin si y debía admitir, que el gruñon hombre, que siempre fue, quedó en el pasado. El Uchiha se veía feliz y ni hablar del pequeño niño que jugaba con Daimon.
—¡Chicos...! Que gustó verlos—de nueva cuenta, la pareja se sorprendió, con el relajado y feliz, humor de Hinata. Ella al igual que su novio, se veía feliz y radiante—llegan justo a tiempo, para que nos acompañen a tomar el té—les dio un abrazo a ambos y se mostró segura, para que no se preocuparan por ella. Estaba segura que ellos estaban allí, por lo sucedido y aunque en un principio, sintió que el mundo se le venía encima, con ayuda de Madara, se sintió mucho mejor. También su padre y Neji, la llamaron y le dijeron que no se moviera del rancho y con esa aceptación, por parte de su familia, se sintió mucho más tranquila.
—¡Aneko!—la llamó Madara—ayúdanos a tu hermano y a mi, a poner la mesa para comer los dangos que prepararon—el azabache deliberadamente, persuadió a la niña, para darle privacidad a la ojiperla con sus amigos.
—¿Estás bien Hinata?—cuestiono Gaara, sin dejar de evaluarla
—Ya nos enteramos de lo sucedido y desde ahora te aseguro, que también haremos todo lo posible por estar al pendiente de que nada malo te suceda—añadió Karin abrazando a su amiga.
—En un principio, sentía que prefería estar muerta que enfrentarme a ese hombre, pero luego de venir aquí y recibir todo el apoyo de Madara, me siento segura y la ansiedad, desapareció—Gaara soltó un suspiro de alivio, mientras que Karin ponía una sonrisa llena de satisfacción, la cual Hinata, conocía bien.
Esa tarde se unieron a ellos, Naruto, Hanabi, Ino y Shisui. Todos se sintieron complacidos, cuando comprobaron, que la ojiperla estaba en perfecto estado de ánimo, inclusive, se veía muy feliz.
Ellos no se equivocaban, pues apenas llegaron los niños y Daimon, comenzó una nueva aventura para la familia. Aneko, le pidió a la Hyuga, que la enseñara a cocinar y por supuesto, ella no se pudo negar. Los cuatro fueron a una tienda de repostería y compraron todo para preparar cualquier tipo de postres. También llevaron unos delantales iguales, que la niña escogió. La ojiperla, se echó a llorar, cuando Aneko dijo que quería que ambas lo usaran, como madre e hija. Durante el corto trayecto de regreso, la morena no dejó de llorar de alegría, Madara la calmaba también conmovido por la actitud de ambas féminas. Para él, no fue sorpresa la aceptación de sus hijos, pues desde tiempo atrás, le pedían que la trajera a vivir con ellos.
Con el transcurso de los días, la Hyuga, se enamoraba mas de esa familia y ellos de ella. Juntos paseaban a caballo por el bastó terreno, seguidos por Daimon, luego se bañaban en el lago. Estando los niños de vacaciones, hacían todo tipo de actividades, que no hacían en el pasado, debido a que Madara, no sabía mucho sobre como divertirse con ellos, aunque era un excelente padre, no podía con todo él solo.
Para Madara, todo era como un sueño, pues su ojiperla, no hacía mas que consentirlos a los tres y la casa a menudo estaba llena de alegría, incluso acomodaron una de las habitaciones, de manera que parecía una sala de cine y en la cual, entre sus niños y su mujer, lo obligaban a mirar películas de princesas y de un tal Harry Potter. No podía evitar sentirse completo, cuando Hinata y los niños reían mientras veían Lilo and Stitch. Las edades de los tres, eran diferentes, sin embargo, parecían compartir los mismos años, por la forma en que se divertían.
Kenji, terminaba dormido en las piernas de Hinata y poco a poco, Aneko también se iba recargando con ella para quedarse dormida.
...
El Sábado por la mañana, Hinata y Aneko preparaban el desayuno. En la noche, todos irían a un carnaval que llegó días atrás. Obito y Rin fueron quienes los invitaron y como era de esperarse, los niños se emocionaron, haciendo imposible para Madara, negarse a los pedidos de sus tres amores.
—Hina, ahora que ya vives con nosotros ¿cuando tendremos un hermanito?—la morena, se atragantó con el agua que estaba bebiendo por la pregunta hecha por Kenji.
—Yo no quiero otro hermano, prefiero una hermana—sugirió Aneko, como si fuera algo que pronto pasaría.
—Pero yo quiero un hermano, para ser como papá y tío Izuna, así yo puedo ser el mayor y cuidaré de él—la ojiperla se puso roja, por la conversación de los niños, como por la intensa mirada de Madara sobre ella.
—Estamos trabajando para que suceda pronto—Hinata miró al azabache con desaprobación, por decir algo así frente a los niños y pronto se sorprendió cuando sintió la mano sobre su vientre. Los niños terminaron y se fueron a pasear a Daimon, mientras los mayores se quedaron en la casa, Hinata permaneció sentada y Madara se retiró por unos minutos, para regresar al mismo lugar donde estaba antes—Estoy de acuerdo con mis hijos... quiero embarazarte—desde que ella se entregó a él, quiso que le dijera que había quedado embarazada, sin embargo, no sucedió, ya que estuvo durante varios días con su período, luego continuaron con las candentes noches de amor y no pasaba nada, fue entonces, que llegó a una conclusión... Hinata se había estado cuidando para evitar embarazos, ellos nunca hablaron sobre ese tema y no podía culparla por no querer tener bebés, pues aún era joven y quizás, no se sentía lista.
—Nosotros nunca hablamos sobre ese tema—le dijo con timidez debido a la marea de emociones que le ocasionó la inocente platica de los niños y ahora también de su amado.
—Lo se bonita y me disculpo por haberte dejado sola en algo que a ambos, nos concierne—sin ningún problema, la sentó sobre sus piernas para continuar acariciandola del vientre—se que eres joven y quizás no estes lista, pero cuando lo estés, nada me hará mas feliz, que darte una parte de mí, para que crezca aquí—la chica comenzó a derramar lágrimas. Madara, no dejaba de sorprenderla y lo que le acababa de decir, la hizo muy feliz. Ella pensó que él no quería tener mas niños, al menos, no por el momento.
Ella se cubrió el rostro para limpiarse las lágrimas, pero el Uchiha, le sostuvo una de las manos y sin que la ojiperla se percatara, le colocó algo en su dedo anular.
—¿Ehh?—las lágrimas en las perladas orbes, se detuvieron, debido a la sorpresa.
—No pensaba proponértelo así, pero las cosas se dieron solas y creo que el momento, no puede ser mejor... ¡Hinata! ¿Quieres casarte conmigo?—Madara había comprado un hermoso anillo de diamante rosado. Era un diseño exclusivo, elegante hermoso y delicado, como lo era ella.
—Si quiero ser tu esposa y también quiero a nuestros bebés aquí—se colocó las dos manos en su vientre aún plano, donde Madara las había colocado minutos atrás. Aunque la escena fue en la mesa de la cocina, la cual tenía platos y vasos, no pudo ser más perfecta, al menos para ella.
Los dos se abrazaron muy conmovidos, sabían que estaban atravesando un momento difícil, por la situación de Hinata, pero mientras duraba la calma, ellos no podían contener el anhelo de un futuro prometedor, para los cuatro miembros de esa familia, a la que pronto, también la ojiperla pertenecería legalmente y por ende, ya la contaban entre ellos.
...
Llegada la tarde, los cuatro, salieron para ir al carnaval. Madara sorprendió a su prometida, cuando le mostró las llaves del impala negro que tanto le había gustado, desde la primera vez que lo miró.
—¿Que es esto Madara?—los niños sonreían, cuando miraron la sorpresa de la Hyuga.
—Es un regalo de parte de nosotros tres—aclaró Kenji.
La ojiperla, trató de negarse, pero ninguno de los tres desistió y rápidamente, la hicieron subir en el asiento del chofer. Conducir ese hermoso auto, fue mejor, de lo que pudo imaginar. Madara había hecho un excelente trabajo de restauración y lucía impecable, como si fuera una obra de arte.
Llegando al carnaval, se encontraron con Mikoto, Sakura, Sarada y Fugaku. Luego llegó Rin con su hijo y también Hanabi, Ino y Naruto. Karin y Gaara, ya debían estar entre los juegos y los oficiales Uchihas como los compañeros, tenían mucho más trabajo que hacer. Itachi sugirió, que se vistieran de civiles, para pasar desapercibidos por quienes no los conocían y todos estuvieron de acuerdo, solo unos cuantos, conservaron el uniforme, para no levantar sospechas.
La noche transcurrió tranquila y muy divertida para los niños. La mayoría de los conocidos, asistieron al carnaval, incluyendo a Shikamaru, Temari y Shikadai. Ellos llegaron junto a Gaara y Karin. Konan y Nagato, también se saludaron con los Uchihas y hasta Hashirama con su familia, se miraron paseando por los diferentes juegos.
Madara, no perdió de vista a Hinata en ningún momento, parecía un fiel guardián. Ella y Kenji subieron al carrusel, mientras que Aneko, paseaba con Riku y Sarada.
—¿Todo bajo control?—le preguntó Shisui, cuando pasó a un lado de Madara.
—Hasta ahora si—respondió, mirando como su prometida, se agachó a levantar algo que se le cayó, seguramente el,celular. Kenji se adelantó y pronto llegó a su lado. Bajo la mirada por unos segundos, enfocando a su hijo, así que no pudo ver que alguien a quien conocía se acercaba hacia ella y hacia el tipo que se agachó primero para darle el celular. Cuando finalmente la miró, ella estaba recibiendo el celular de un corpulento sujeto, el cual era el acompañante de Samui. Antes que esa mujer, le faltara al respeto a su prometida, se acercó para llevársela con ellos.
...
Hinata bajo del carrusel y cuando se dirigió hacia Madara, sintió que se le caía el celular, sin embargo, debido a las sombras, no logró verlo de inmediato y pronto su mano chocó con la de alguien más causándole un repentino escalofrío. Se levantó con rapidez, encontrándose con un hombre desconocido, el cual le extendió la mano. Al principio no supo que pretendía, pero luego miró que le estaba entregando su celular.
—Gracias...—no pudo decir nada más, debido al pálpito que sintió en su pecho. Nunca antes había visto a ese hombre, sin embargo algo en él, le resultaba muy familiar. Por alguna razón, que ni ella misma supo, temió escuchar su voz.
—Aquí estás... te estaba buscando—una rubia llegó y se colgó en el brazo de ese hombre. La chica miró a la Hyuga y no pudo evitar su molestia, no era secreto para nadie, que esa mocosa, era la novia de Madara Uchiha.
—Vamos Hinata, nos esperan—Madara ignoró a los presentes y rodeó la cintura de su prometida, llevándosela lejos de la pareja.
—Imbeciles—soltó Samui con sorna.
—¿Los conoces?—cuestionó Kakuzu, casi en automático. La rubia asintió y le contó con lujo de detalles, quien era Madara y la insípida que estaba con él. Sin dudas, la idea de acompañar a la rubia, a ese sitio, fue la mejor. Todavía estaba eufórico por haber tenido tan cerca a su musa y lo mejor de todo fue, que no lo reconoció, todo, gracias a que no habló, no obstante, no todo salió bien, pues el maldito tipo, se la llevó con él, como si fuera su dueño.
Continuara.
Me disculpo por la larga demora y por las faltas de ortografía, luego las iré corrigiendo y no tardaré mucho en actualizar. Creo que solo me quedan dos capítulos más para terminar esta historia.😊💕
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