Capitulo 11

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.


Madara regresó de dejar a Hinata en el auto y se fue hacia adentro de la casa, ya no quiso pasar por donde todavía se encontraban los chicos cantando. Mikoto entró un rato después, con los niños, para que tomaran un baño y se fueran a dormir.

—¿Cenaron ya?—les preguntó a sus hijos.

—Si, comimos de todo y también pastel—respondió Kenji sonriendo y Aneko se limitó a afirmar con la cabeza.

—Entonces vayan a bañarse y yo pasaré a darles las buenas noches, antes que se duerman—los niños se despidieron de Mikoto y subieron a sus habitaciones, para hacer lo que les ordenó el azabache.

—Veo que finalmente, dejaste de ser un ogro con Hinata—señaló la femenina sonriendo.

—Hmph...Solo hice lo que tenía que hacer, por el bien de todos, especialmente por el bien de los niños—trató de restarle importancia, sin lograrlo—Ellos la quieren mucho y yo quiero que ellos estén contentos—afirmó sin inmutarse.

—Pues parecía que no solo los niños, se sentían contentos con ella y no puedo culparte, Hinata es muy linda ¿no crees?

—No es como yo pensaba—confesó, recordando la forma en que se sonrojaba—Te confieso, que me ha sorprendido de muchas maneras. Ahora me doy cuenta, que no todas las mujeres, refinadas y bonitas, son como Mei. Ella y su amiga rubia, demostraron ser sencillas, no parece importarles los lujos, ni la elegancia, sino todo lo contrario—Mikoto sonrió, al escuchar lo que decía su hermano—Hinata me dijo que soy un afortunado, por ser quien cuida del rancho...no parecía decepcionada, al saber que soy un simple trabajador.

—Me da mucho gusto que te hayas dado cuenta y dejes de maltratarla...Ahora creo que deberías tratar de enmendar tus errores, llamando a la escuela y pidiendo que sea ella quien trate a Aneko.

—Lo haré apenas llegue el Lunes—él ya lo había pensado, pero primero debía disculparse con ella—La invite a cenar el próximo Sábado, aquí mismo—confesó sonriendo.

—¡Madara...! Te gusta Hinata ¿verdad?—ante la pregunta, el azabache se quedó pensativo. Claro que le gustaba y le gustaba mas, de lo que hubiera querido.

—¿Que pensarías si te respondo que sí?—cuestiono dudoso, porque técnicamente, él no era el hombre adecuado para ella, puesto que era varios años mayor y ademas, ya tenía a dos hijos, mientras que ella, fácilmente podía escoger a cualquier hombre que le ofreciera ser la primera en todo, sin imponerle hijos de otra mujer, convirtiéndola en madrastra.

—Pensaría que es genial, porque veo mucha química entre ambos. Estoy segura que harían una hermosa historia de amor. Son tan diferentes y a la vez tan similares, es como si lo que a ti te falta, a ella le sobra y viceversa—ahora si estaba segura que a su hermano, le atraía Hinata y la idea le gustó mucho. La ojiperla, se encargaría de sanar las heridas que dejo la desvergonzada de Mei y también sería una excelente madre, con esos niños.

—Todo se escucha perfecto, pero no creo que ella piense lo mismo—soltó siendo realista, pues no podía descartar la idea, de que quizás ella no se sentía atraída en lo mas mínimo hacia él. Aunque con los días se dio cuenta que el pelirrojo, no estaba con ella, tuvo que ver, como cualquier joven menor que él, podía llegar a ganársela, incluyendo a Itachi, con quien se le veía muy cómoda.

—Asegúrate entonces, de que Hinata sienta lo mismo—concluyó lo mas obvio—¿No estarás dudando de tus tácticas de conquista o si?—ambos se rieron y la hermana mayor se despidió, de lo contrario Fugaku entraría a buscarla.

...

Madara entró en la habitación de Aneko y la encontró ya acostada a punto de dormir.

—¡Buenas noches hija!—se acercó y le dio un beso en la frente, después la arropó bien y salió, para dirigirse con Kenji.

—¡Buenas noches hijo!—el pequeño sonrió.

—Estoy feliz papá...—aseguró entusiasmado—A Hina, le gustó mucho el rancho y creó que regresará—el Uchiha asintió y lo arropó al igual que a su hermana. Salió de la habitación para dirigirse a la suya, contento por ver a su pequeño tan contento.

Se adentró en la ducha, sin dejar de pensar en la chica y en lo tentadora que se veía con ese traje de baño. Los perfectos senos, subiendo y bajando al compás de su respiración. Sin mas que poder hacer, se tomo su hombría para darse atención, dado que el tamaño comenzaba a molestarle, con tan sólo imaginarla. Los movimientos de adelante hacia atrás, mientras el agua le acariciaba la piel, hacían imaginar que estaba con ella y que eran sus pequeñas manos, las que se encargaban de darle placer—Ahh...Hinata-Hinata—la nombró con la voz cargada de deseo. La volvió a llamar saboreando su nombre y aumentando los movimientos—Hinataaa—finalmente estalló dejando salir el viscoso líquido, que el agua logró llevarse sin dejar rastro. Respirando cansado puso las manos, sobre la pared, para terminar de ducharse y también de relajarse después de masturbarse a si mismo, imaginándola a ella—Pero que patético—se dijo en forma de regaño ¿desde cuando una mujer, se volvió su fantasía sexual? ¿Cuando empezó a desearla tanto? Peor aún...ahora quería saber todo de ella. El porque vino a Konoha, esas cicatrices frescas, el motivo de sus lágrimas, mientras hablaba con el pelirrojo. Todo, quería saberlo todo.


[...]

—Ayer ni siquiera pude contarte que Shisui y yo, ta somos novios—Hinata se llevó las manos al pecho sonriendo, aunque eso era algo que ya se esperaba—Me lo pidió durante  la fiesta frente a todos, bueno, casi todos, porque tu te la pasaste con el grandulon Uchiha y ni te enteraste de nada—añadió Ino, con picardía.

—Me alegro mucho por ustedes, la verdad es que hacen, una bonita pareja...Y en cuanto al gorila, bueno yo...—la Hyuga se ruborizo sin saber el porque, pero con solo recordar a Madara, le entraba un cosquilleo en el vientre—Él se disculpó conmigo, como te lo dije ayer y después de tratarlo, ya no me parece tan malo ¿crees que estoy loca verdad? Después de que tiempo atrás, apenas y podíamos permanecer en el mismo lugar.

—En primer lugar, no creo que estes loca...el hombre es bastante atractivo y en segundo lugar, lo de permanecer en el mismo lugar, es solo de tu parte, porque hasta antes del incidente donde se portó como una bestia, él siempre te comía con la mirada—la morena se ruborizó mucho mas que antes—Y el que se disculpara también conmigo, le suma muchos méritos—aclaró la rubia—También mire, como te acompaño hasta el auto. Parece que cuando quiere, el tipo puede ser un verdadero caballero.

—Él-él, bueno...el Sábado, me invitó a cenar en el rancho, junto a los niños y también me ofreció llevar a Daimon—la Hyuga lo contó todo, muy nerviosa y a la espera de lo que ella pudiera opinar.

—¿En serio? Hinata, eso no me lo esperaba, pero creo que es una buena idea para que continúen conociéndose—Ino la miró arqueando una ceja, como si tratara de evaluarla—¿A ti te gusta? Quiero decir ¿te parece que puedan llegar a algo?—lo pregunto con esperanzas, pues Hinata nunca tuvo experiencias amorosas además de Toneri, al que realmente, nunca llegó a amar. Después vino lo del maldito que trató de asesinarla y ahora, quizás podía haber una esperanza, para ella.

—Es atractivo, muy corpulento y su mirada, me hace temblar, ademas es muy trabajador y amoroso con los niños—respondió sonrojada.

—Pero no has respondido mi pregunta ¿él te gusta Hina?

—Yo no lo se, pero antes de la noche en la que me asusto, él me pareció agradable y su tacto me hizo sentir cosas que yo nunca antes había sentido, como mariposas en el estómago—Ino ya no insistió en la pregunta, ya no tenía dudas. A Hinata, le atraía Madara Uchiha y aunque eran muy diferentes, eso solo lo hacía mejor para ambos. Quizás ese hombre, era todo lo que Hinata necesitaba, para olvidar y dejar atrás su pasado.

Después del desayuno, amabas limpiaron todo y cada una se fue hacer los pendientes del día. Ino se fue arreglar para salir con su flamante novio y la ojiperla, se llevó a Daimon, para visitar a Karin, ya que desde el día anterior quedaron en salir a pasear con el perro por las avenidas de Konoha.

[...]

El Lunes llegó y con él, un nuevo día de trabajo, para la mayoría de las personas. Obito desayunaba junto a su familia, antes de partir a la jefatura de policía.

—¡Oye campeón! ¿Como se portó el tío Madara con la maestra?—preguntó a su hijo, apenas se enteró que también él, estaba en el mismo lugar donde estuvo la consejera y Madara.

Riku, lo pensó por unos momentos y se dispuso a responder—Él se portó bien y no la dejó estar sola con nosotros en ningún momento—respondió decepcionado—También le tomo la mano, para llevarla a ver los carros y los caballos—Obito y Rin, se miraron el uno al otro, mientras que el hijo de ambos se levantó, en busca de su mochila, dejándolos a solas.

—¿Tu crees que ella le guste?—cuestionó Rin, a su esposo.

—Por lo que nos contó Shisui y después de escuchar, lo que dijo Riku, estoy seguro que si—respondió el azabache, con una divertida sonrisa.

—Pero él es tan tosco, y ella es tan delicada, es gentil, amable, ademas de ser muy bonita—el azabache la miró sonriendo—No-no, estoy diciendo que él sea desagradable, no es eso, lo que pasa, es sólo que me resulta difícil imaginarlos juntos como pareja—concluyó Rin, esperando haber podido explicar su punto de vista. No es que pensara, que Madara era malo, pero en el tiempo que llevaba de conocer a Hinata, le tomó mucho aprecio, por su forma de ser y no quería que el tío de Obito, pudiera dañarla de alguna manera.

—Te entiendo, porque yo me siento igual, pero no te preocupes, no creo que él esté pensando en dañarla y en cuanto a lo diferentes que son, pues piensa, que los opuestos se atraen y creo que es justo, lo que esta sucediendo con esos dos—Rin se quedó mas tranquila, pensando que tal vez, Obito tenía razón y si tenía lógica pensar que los opuestos se atraen.

[...]

Hinata llego a su trabajo, vistiendo una falda negra y una blusa roja, de cuellos. Acostumbrada a caminar con zapatillas de tacón alto se dirigió a toda prisa, para llegar hasta la entrada, como lo venía haciendo el tiempo que le siguió después del incidente con el Uchiha, sin embargo, esta vez ya no necesitaba ocultarse de él. Él se disculpó con ella y también la invitó a cenar. Perdida en sus pensamientos, no se dio cuenta del momento en que la vieja camioneta del azabache se estacionaba para bajar a Aneko.

—¡Hina!—la llamó Kenji desde la ventana de la camioneta. La morena se giró para verlo encontrándose con la intensa mirada de Madara sobre ella. Las piernas se le aflojaron y de nuevo sintió esa sensación de mariposas, dentro del estómago. Nerviosa se colocó el cabello tras de su oreja y le sonrió al niño, también saludo a Aneko.

—¡Buenos días señor Uchiha...!—Madara no le quitaba la mirada de encima, admirándola como si estuviera hipnotizado por ella y ese escrutinio la ponía aún más nerviosa.

—¡Buen día Hinata!—saboreó mencionar su nombre, como si de miel muy dulce se tratara, al verla sonreírle solo a él. Los dos se quedaron en silencio conectando las orbes hasta que el sonido de un claxon, rompió el hechizo—Te miró en la tarde Aneko...también espero verte—le dijo el azabache, antes de arrancar su camioneta.

—Vamos Aneko—la incitó a entrar en el plantel, muy sonrojada, por lo último dicho por Madara. Llegó a su oficina, luego de dejar a la niña, en el salón de clases, cuando sonaron la puerta. Pidió entrar y se trataba de Kurenai.

—Te tengo buenas noticias—le dijo luego de saludarla y sentarse un momento—El señor Uchiha me llamó muy temprano, para pedirme que te convenza de tratar a su hija de nuevo ¿que dices lo harás?—la morena no pudo evitar sonreír, tanto por acercarse de nuevo a la niña, como por saber que el azabache, llamó tratando de arreglar las cosas.

—Claro que si...eso me dará mucho gusto—Kurenai asintió complacida y se dirigió a su oficina, para avisar a Konan, que ya no tenía necesidad de regresar, lo cual le aminoraría el trabajo a la chica, para que no anduviera de una escuela a otra.

...

Aneko entró feliz en la oficina de la ojiperla y sin más, se lanza darle un fuerte abrazo.

—Estoy muy feliz, porque mi papá y usted ya no están enojados—la morena se conmovió con lo dicho, pues era obvio que también los niños pagan las consecuencias, de los actos hechos por los adultos.

—También yo estoy feliz—ambas comenzaron, justo donde se quedaron la última vez que se vieron. La Hyuga pudo notar que la Uchiha, se encontraba mucho mejor y sonreía más, de lo que hizo las últimas veces. Luego de un rato volvió a reiterar, que todo se debía a su acercamiento con su padre.

Tal y como lo dijo el azabache, esa tarde llegó a levantar a su hija y se quedó mas tiempo, conversando con Hinata, según él, arreglando los detalles de la cena. Los días que siguieron, continuaron haciendo lo mismo, a fin de cuentas, él era el último en llegar y con esa intención, fue que comenzó a demorar unos minutos.

...

Con los días Hinata le contó a Karin, sobre la cena con Madara y la pelirroja, al no saber nada sobre el incidente entre ambos, solo se quedó pensativa, analizando la situación. Ya se había dicho, que ellos dos andaban juntos en el carnaval y ahora incluso cenarían juntos.

Karin también le contó que ya se había empezado a llevar mejor con Gaara y que se disculpó con él, por lo sucedido el día que se conocieron.

—Gaara es una buena persona y por la forma en que te mira, puedo intuir que le gustas—añadió la ojiperla, mientras comían acompañadas de Shino. El varón no decía nada, solo se limitaba a escucharlas. Las dos le caían muy bien y era entretenido compartir con ellas la hora de la comida.

—Se que es una buena persona, lo juzgue mal, pero de ahí a sentirse atraído por mí...no lo creo.

—¿Y como explicas que el sobrino, te llevé todos los Viernes una flor? No creo que sea el niño el que la compre y mucho menos su padre—remarcó Shino, atrayendo la atención de ambas, por lo dicho, como por hablar después de casi nunca hacerlo.

—¡Bueno! Quizás tengan un jardín en su casa, con muchas flores—Karin todavía se resistía a querer tener esperanzas con el apuesto médico, a pesar de haber estado a punto de besarse durante el cumpleaños de Shisui, ella pensó que se debía al alcohol.

—Por favor Karin, tu misma sabes que esa explicación, no tiene lógica—sonrió Hinata, divertida por la forma en que su amiga trataba de engañarse a si misma. Definitivamente, Ino tenía razón, cuando sugirió darles más ayuda. Algo así, como más encuentros por "coincidencias" a fin de cuentas, la química entre ambos era palpable, pero el miedo en Karin, no le permitían verlo.

[...]

La ojiperla se veía una y otra vez en el espejo de su cuarto, pensando si lo que vestía era adecuado, o no. Al ser una cena solo para ellos cuatro, optó por usar un vestido sencillo, ajustado de arriba y suelto de abajo, con dos tirantes anchos que se cruzaban en la espalda, dejando los brazos al descubierto y un poco de escote frontal. La prenda le llegaba justo a la rodilla y completó el atuendo con cinturón blanco, al igual que las bailarinas. Después de todo, no era adecuado usar tacones altos, debido a que tenía que llevar a Daimon y no sería cómodo.

Nerviosa se hizo una coleta alta y se maquilló muy poco. Ahora solo debía poner la correa de Daimon y subir los postres que preparo.

—¿Te vas?—le preguntó Shisui, sonriendo al saber por su novia a donde se dirigía Hinata. La pareja se quedaría en la residencia, para ver "televisión" como lo dijo Ino, remarcando las comillas y sonrojando a Hinata, al imaginar lo que ambos harían quedándose a solas.

—Si...no quiero llegar tarde...¡Vamos Daimon!—el perro se acercó de inmediato a ella y se dejó poner la correa—Hasta luego—se despidió de sus amigos y se fue con Daimon al hermoso rancho, donde trabajaba Madara.

...

En casa del Uchiha, todo estaba casi terminado. Aneko puso la mesa y Kenji le ayudaba a su padre con la comida. Los pequeños estuvieron felices, cuando el padre le informó quien cenaría con ellos. Apenas podían creerlo y se entusiasmaron aún más, cuando supieron que también Daimon estaría en la cena.

—Papá, creó que Hina ya llegó—Kenji se fue corriendo hacia la entrada, para mirar si era ella. Abrió la puerta y se encontró con la ojiperla sosteniendo la correa de Daimon con una mano y con la otra sostenía unos moldes de metal tapados con una tapas transparentes donde estaban unos dangos y otro con rollos de canela. Ella los llevó, para agradecer la invitación.

—Bienvenida a nuestro hogar—el azabache la miró deslumbrado.

Hinata miró hacia arriba encontrándose con el apuesto Uchiha, vistiendo ropa negra, pero olvidó quitarse el delantal y eso solo lo hizo lucir más hogareño. Daimon soltó un gruñido, mostrando los colmillos apenas lo miró y todo empeoró cuando el azabache intentó acercarse a la ojiluna.

—¡Oh cielos Daimon!—el animal ya estaba muy crecido y no era fácil dominarlo—Está bien, bonito shhh—Aneko tomo los moldes que llevaba la ojiperla, mientras que ella, se puso a la altura del perro—Que pena...creó que esto no funcionará, lo mejor será que me retire y regrese en otra ocasión—sugirió dominando a su perro, el cual apenas la sintió abrazarlo y se calmó.

Madara no estaba dispuesto a dejarla ir y por ende, tuvo que pensar a toda prisa. Se fue hacia la cocina y regresó con un filete cocido, para intentar ganarse al fiero guardián.

—¡Espera! Demostremos que no soy un peligro para ti—Madara le entrego el filete al animal y esté, lo olfateo dudoso—Dame tu mano para que vea que ya no me temes—Hinata lo hizo y sintió, como el animal dejo de estar tenso. En seguida aceptó el filete y la ojiperla se pudo incorporar, ayudada por el azabache. Apenas la acercó a él y sintió el agradable aroma proveniente de esa linda mujer. Los niños se encargaron de meter a Daimon.

—No temas—le dijo Madara con voz muy cautivadora y muy cerca de su oído. Ella no entendió el porque de lo dicho hasta que la abrazó, haciendo que soltara un jadeo por ser tomada de sorpresa—Es para que confíe en mí—le dijo de nuevo, tardando mas tiempo del necesario. La lentitud, le permitió observarla a su antojo, sintiéndola temblando en sus brazos.

Hinata, sintió sus senos aprisionados en la dura y musculosa anatomía del Uchiha. Su toque era cálido y muy agradable. Ese hombre la tenía muy confundida. Teniéndolo tan cerca, se deleitó con el varonil aroma y también escuchaba los latidos de su corazón, pues su rostro quedó justo a esa altura. Se olvidó de Daimon y de los niños, sintiéndose completa y a la misma vez protegida, era como si nadie pudiera hacerle daño, estando en esos fornidos brazos. Fue irónico, dado que apenas tiempo atrás, terminó en el hospital por temer que la dañaría.

—Papá—lo llamó Kenji, haciendo que ambos regresaran a la realidad, en especial Hinata.

—Parece que funcionó—ambos vieron a Daimon jugando con los pequeños sin prestarles atención a ellos dos—¡Pasa...!—Madara la soltó lentamente y la guió hasta adentro, pues, todavía estaban en la entrada, junto a la gran puerta de madera oscura. La Hyuga pensó, que ese lugar no podía impresionarla más, pero se equivocó, ya que la casa era realmente hermosa. Con paredes en colores claros, las molduras de madera oscura, igual que la puerta, resaltaban a la perfección. En el recibidor donde entró, miro un gran espejo colgado en la pared, con adornos de metal y una mesa de pared que tenia un bonito florero...En la sala se veían muebles de cuero negro, y los cuadros de la pared, eran de paisajes y animales. Mientras avanzaba por el ancho pasillo, miró el brillante piso de cerámica hasta el inicio de las escaleras, las cuales eran de madera oscura. La casa era como las mansiones de las grandes ciudades, techos altos muy elaborados y enormes candelabros colgando desde lo mas alto.

Le resultaba muy extraño el contraste de ese lugar, ya que por dentro la casa era concepto de cuidad y afuera el campo abierto, la chica pensó, que encontraría algo rústico y bonito, como los hoteles en forma de cabañas, pero de nuevo el rancho la impresionó, dejando en claro el buen gusto de los dueños.

—Es una hermosa casa señor Uchiha—le dijo cuando llegaron al comedor, donde ya se hallaban los niños con el perro—Definitivamente, el rancho no deja de sorprenderme. Madara agradeció, con una sonrisa y la invitó a tomar asiento. Le agrado impresionarla de nuevo, aunque la condición de la casa, había sido gracias a Mei. Por lo menos las exigencias de esa arribista sirvieron para algo, pensó el Uchiha.

—Espera aquí, en seguida traeremos la cena—informó el azabache. Hinata se quedó sentada observando la mesa de ocho sillas, también en madera oscura. La casa se veía muy limpia y en ausencia de más empleados, la morena concluyó, que también Madara era quien limpiaba.

El Uchiha y los niños regresaron trayendo los platos y a decir verdad, se veían bastante apetecibles.

—Espero que le guste...papá es un excelente cocinero—remarcó Aneko, orgullosa de su progenitor. Madara negó con la cabeza, mientras que ponía una copa con vino frente a Hinata y otra para él, dejando a los niños solo con jugo de frutas, servido también en copas, por petición de Kenji.

—¿Usted hizo la cena?—el Uchiha asintió, al mismo tiempo que se sentó en la silla, frente a la mesa, Hinata ocupó la derecha y frente a ella se sentaron los dos niños. Daimon permaneció sentado al lado de Hinata sin causar problemas. La cena continuó entre pláticas de los mas pequeños y risas por parte de la ojiperla. Madara la observaba cada vez que podía, disfrutando al verla saborear todo lo que cocino, para ella.

—¿Te gusto la cena Hina?—preguntó Kenji.

—Fue deliciosa—y no mentía, ese hombre era una caja de sorpresas—Cocina usted muy bien—enfatizó mirándolo directamente a esos hipnóticos ojos negros, solo para percatarse que él ya la veía desde antes.

—También yo ayudé a papá—agregó el niño con orgullo —¿Ahora podemos comer los dangos que trajiste?—cuestionó y la Hyuga, asintió.

Terminada la cena, los niños se llevaron a Daimon a jugar con ellos, dejando a solas a los mayores.

—Gracias por venir...de verdad te lo agradezco—el azabache la veía sonrojarse, cada vez que le hablaba de cerca y eso le gustaba.

—Por el contrario, gracias a ustedes por invitarnos y en agradecimiento, yo lavaré los platos.

—De ninguna manera, tu eres invitada y eso lo haré yo mas tarde—a ella le conmovió escucharlo decir eso. Entre mas lo conocía, mas comenzaba a admirar su dedicación hacia sus hijos.

—Por favor, yo no estaría cómoda, si no lo hago—el Uchiha no se sentía cómodo, dejándola hacerlo, pero la forma tal dulce, en que se lo pidió, lo dejó desarmado. Esa mujer, era capaz de tumbar las defensas de cualquier hombre.

—Está bien, pero lo haremos juntos—sin esperar respuesta, el azabache le dio la mano para ayudarla a ponerse de pie y entre los dos llevaron todo hacia la cocina. Hinata miró el delantal que uso Madara cuando llegó y sin preguntar nada, se lo puso, mientras él continuaba trayendo lo que se quedó en el comedor.

Ella se colocó frente al lavabo y comenzó a lavar todo, cuando sintió al Uchiha justo al lado suyo.

—Te queda muy bien, mi delantal—lo dijo sonriendo, cuando ella le entregaba los platos limpios para que se encargara de secarlos. Hinata, se permitió echar un vistazo a la hermosa y espaciosa cocina, que parecía estar diseñada para la altura de Madara, ya que no se tenía que esforzar para guardar todo, dentro de los gabinetes color almendra.

Continuaron del mismo modo, ocasionando toques involuntarios. Hinata se permitió prender la cafetera, para comer los roles de canela con él. Ella le pidió sentarse en las sillas de la barra, para servirle. Luego de hacerlo, también ella se sentó a comer.

Madara la escuchaba conversando sobre la comida y fue entonces que se puso de pie y luego de abrir un cajón, regresó hacia ella con una bolsa. Se la entregó y ella arqueó una ceja—¡Es para ti, ábrelo!—le pidió Madara.

Hinata, abrió la bolsa para encontrar una caja de un iPod, mas avanzado, que el cual ella usaba y que terminó ocasionando todo el mal entendido—No...yo no puedo aceptar esto—decreto convencida. No podía permitir que gastara su dinero en algo que no era de vital importancia, ademas ellos dejaron todo aclarado y no tenía ninguna necesidad de comprar el modelo más nuevo y por ende, más caro—Usted no debería haber gastado su dinero en esto...por favor regreselo, en verdad yo no puedo quedarme con el.

—Por mi culpa ya no tienes el tuyo, esto es lo justó—tomo sus manos con las suyas, para que ella lo tomará, pero no logró que lo hiciera—¿Porque no lo quieres? ¿No te gusto?

—No podría dormir tranquila sabiendo que parte de su sueldo se gastó en algo, que no es necesario...no se enfade conmigo, pero de verdad no puedo—ella apretó las manos grandes del Uchiha y al igual que Hinata, cuando pensó que el rancho, no podía sorprenderla más, así le pasó a él, con ella. Madara tuvo que admitir, lo mucho que Hinata lo había descolocado y que posiblemente, continuaría haciéndolo, porque de una cosa podía estar seguro, no la dejaría irse de su lado.

Continuara.

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