veintiocho ~final~

—¿Por qué Gissel tardará tanto? —pregunta el moreno con el ceño fruncido.

—Seguro el repartidor le está coqueteando —se ríe Leo.

—Iré a ver.

Richard sale, y de inmediato observa cómo se llevan a su novia.

—¡Gissel!

Corre desesperado, pero antes de dar un paso más, alguien lo toma por detrás y lo derriba. Cae al suelo dándose un fuerte golpe en la cabeza. El aire comienza a fallarle cuando le colocan algo en la nariz, inmediatamente va perdiendo fuerzas, a tal punto que se queda dormido.

Ellos lo cargan y meten al auto junto a la chica.

—¡Richard! —grita Leo al darse cuenta.

Pero ya es demasiado tarde. El auto se a ido.

—¡BEN! —llama a su amigo. Entra a casa alterado, buscando el móvil. —Se los han llevado, ¡esos desgraciados se los llevaron!

Tembloroso marca a la policía.

—¿Agente Rodríguez? Necesito que venga, ¡ya! Charles se llevó a Richard y a Gissel. Por favor, ¡rápido, maldita sea!

***

—Mel, vete a casa. Yo te llamaré. No puedes venir con nosotros.

Ella asiente. Leo y Ben se suben en el vehículo de la policía muy asustados.

—Vayamos al edificio —dice el peli negro.

—¿Por qué ahí? —pregunta el agente.

—Estoy seguro de que están ahí. ¡Muévase!

Lleva el corazón en la garganta. Tiene deseos de gritar.

Ella, la chica de la que está enamorado, está en peligro; y su mejor amigo también.

El carro va a toda marcha, tanto que en unos minutos bajan todos justo enfrente de aquel edificio. Hay un auto más aparcado, esa es una señal.

—Bien, quédense aquí. Nosotros iremos a ver.

—Yo no me voy a quedar aquí, mi mejor amigo y mi... Y Gissel están en peligro —contesta Ben en un tono muy grosero.

Sin embargo, el policía no dice nada. Entiende la situación.

Se quedan varios en la parte baja mientras que otros suben con ellos.

Un escalofrío asalta a Leo al oír los gritos e insultos. Tal vez eso sintió Richard la vez que salvó a Gissel.

—Es tu turno, puta —se ríe Charles.

—Mátame, maldito infeliz. ¡Me quitaste a la persona que más quiero! ¡Eres un animal! ¡Te odio, Charles!

Sus lágrimas caen. Ya no lo soporta más. Quiere que acabe con su vida de una vez por todas.

Ya él no está.

—Vete al infierno, perra.

Sin piedad, la bala se estrella atravesando su estómago. Una carcajada escapa de sus labios porque cobró su venganza. Pero, esta se apaga cuando recibe una bala en la espalda.

De pronto, todo se vuelve un caos. La policía llega y disparan.

Aquel hombre que quiso abusar de ella, cae al suelo sin tener tiempo de pronunciar una palabra.

Charles maldice, pero su tiempo también acabó, ha muerto.

¡GISSEL!

Ben corre a toda prisa a donde ella está. Tiene lágrimas en el rostro. Se arrodilla y toma su rostro.

—No te vayas, amor. ¡Por favor, no!

Sus ojos se cruzan con las grandes esferas azules que él posee. Agoniza, el dolor la carcome cada segundo que pasa.

Logra con esfuerzo, tomar su mano y le dice:

—Gra-cias, Ben. 

—Gissel..., te amo, siempre te quise.

Su agarre va perdiendo fuerza, el calor va abandonando su cuerpo.

Ya no puede sentir nada más.

Solo se deja llevar por esa luz, con la esperanza de volver a encontrar a ese chico que amó de verdad...

FIN.

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