veintidós

—¿Gissel...?

—¿Leo? —levanto el rostro para observar sus preciosos ojos azules.

—¿Qué haces aquí, muñeca? —frunce el ceño, sentándose a mi lado.

—Es Ben —hipo—. Charles llegó y le disparó.

—¿CÓMO? —se altera.

—Sí, estaba sola y creí que era él, pero resultó ser Charles. Quería llevarme y ahí llegó Ben. Me amenazó con que, si no me voy con él, el que sigue es Richard o..., tú.

Y lloro. No puedo permitir que nada les pase a ellos, cuando lo único que han hecho es ayudarme.

—Perdóname, Leo —me aferro a él como si dependiera de ello—. Yo nunca quise ponerlos en peligro. Me iré con él, ustedes no merecen pasar esto por mi culpa.

—No digas eso, amor, nosotros no vamos a dejarte sola...

Me siento tan mal. Creí que todo estaba bien. Ahora hemos vuelto a caer.

—¿Familiares de Ben Colson?  

—Soy yo —digo, inmediatamente.

—Ya puedes pasar a verlo.

Leo me dice que irá por unas cosas para Melisa y en minutos vendrá conmigo. Me adentro a la habitación, y me da una punzada en el estómago de solo verlo.

—Hola, preciosa —sonríe.

—Ben...

—Estoy bien, no te preocupes.

—Lo siento mucho.

Su mano está vendada, tiene el cabello desordenado y sus ojos grandes y azules brillan.

—No te sientas mal, lo importante es que nada te pasó a ti. Pensé que ese desgraciado iba a llevarte.

—Hubiese preferido eso que verte así.

—Para nada, tú vas a estar bien.

Suspiro.

—Gracias, Ben.

—No hay nada qué agradecer, cariño —con su otra mano sana, toma la mía y aprieta con fuerza. Él ha sido muy respetuoso desde que prometió cambiar, también se está convirtiendo en un buen amigo, y hasta el sol de hoy, se disculpa por lo que pasó.

Siempre lo he dicho, es un buen chico.

—¿Cómo estás, Ben? —entra Leo.

Su amistad poco a poco ha ido mejorando. Al que le cuesta un poco más es al moreno.

—Bien...

—Y esta niña aún llorando.

Me abraza. Acaricio los dedos de Ben, quien aún no me suelta.

—Son los mejores. Los quiero demasiado, amiguitos...

***

—¿Por qué no me llamaron para contarme esto?

—No queríamos asustarte.

—¡Pero les dije que para estas cosas tienen que llamarme! —reprocha.

—Lo siento, Rich.

—Lo que importa ahora es, ¿qué vamos a hacer? —pregunta el rubio.

—No tengo idea, pero Gissel no se irá de aquí —me advierte.

Recién acaba de llegar. Estamos los cuatro en la sala.

—¿Y si se vienen ustedes dos? —propone.

—¿Vivir juntos? —dice Ben.

—Solo por un tiempo. 

—No me parece mala idea —comenta Leo.

—¿Tú qué dices, Gissel?

—No lo sé. Es tu casa, tus reglas.

—Yo digo que sí.

Sigo sin estar de acuerdo con que todos tengan que arriesgarse por mí.

Mientras continúan planeando la llegada de los chicos, me dirijo a la puerta que han tocado dos veces, sin usar el timbre, muy raro.

Me encuentro con un sobre en el suelo.

Lo recojo y pesa más de lo que debería.

Saco una bala de él, con una hojita que dice:

"La próxima va entre tus cejas".

C.

—Chicos... —paran de hablar.

—¿Qué sucede? —se acerca Camacho. Con los dedos temblorosos le paso la nota.

—Ese maldito no nos dejará en paz...

***

Impaciente, espero que Richard pase por mí. Ya he terminado el día de trabajo, y para ser miércoles, me siento agotada.

Veo el auto plateado de Ben y eso me sorprende.

—Sube —indica.

—¿Por qué has venido tú?

—Richard tenía cosas que hacer...

—¿Alguna novedad?

—No, aún siguen con lo mismo.

Miro a través de la ventana para distraerme. Pocos minutos después llegamos, sin embargo, el auto aún sigue encendido.

—¿No vienes? —le pregunto.

—Iré a mi casa. Regreso más tarde.

—Te veo luego, entonces —le doy un beso en la mejilla.

—Adiós, Gissel.

Me dedica una larga mirada y luego me dirijo a la puerta principal.

Me encanta el paisaje con el que me encuentro, si así puedo llamarle. Es él: sin camiseta y dejando a la vista todos sus músculos. Lleva un boxer azul marino, pegándose a sus grandes piernas y trasero. Es divino.

—H-hola —saludo con notable nerviosismo.

—¿Cómo te fue, nena?

—Bien..., creo. Estoy cansada.

—Bueno, ve a darte una ducha. Te espero aquí. Necesito mostrarte algo.

Intrigada le sonrío. Obedezco y, me doy una cálida ducha.

Opto por ponerme una pijama cómoda, ya que los chicos no están en casa. Una camisa de tiritas y un short liviano.

Bajo nuevamente y allí está, pero esta vez se ha puesto unos pantalones de algodón.

—Ven —me extiende su mano. La entrelaza con la mía y me lleva a una habitación; la de música. Casi no he entrado por respeto. A veces se mete aquí y tarda horas sin salir—. Siéntate ahí —indica. Hay un sofá.

Él se sienta frente al piano.

—Escúchala... —comienza a pasar sus dedos por las teclas y la melodía se mezcla con su dulce voz: —¿Dime tú, cómo hago para captar tu atención? —me observa—. Sé muy bien que en el pasado te han roto el corazón. Abrázame fuerte y no tengas miedo, amor. Déjame explicarte... —hace una pausa—. Quiero ser el que llena de felicidad cada espacio de soledaddéjame ser tu luz —repite el coro, mientras todo mi cuerpo parece desfallecer—.Tus ojos no mienten, te puedo descifrar, que de pronto lo que sientes no lo puedes evitar. Abrázame fuerte y no tengas miedo, amor. Déjame explicarte... Quiero ser el que llena de felicidad cada espacio de soledad. Déjame ser tu luz. —mi corazón se paraliza cuando—: Por más que trate de sacarte  y echar todo a perder, quiero intentarlo y hacerte feliz de una vez... —y canta por última vez—: Quiero ser el que llena de felicidad cada espacio de soledad. Déjame ser tu luz...

Las paredes me asfixian, las lágrimas me ahogan, el aroma de su perfume me hipnotiza, su voz... Me atrapa.

Mis latidos son rápidos. Ni siquiera me doy cuenta cuando está a mi lado, atisbándome.

—¿Estás bien...?

—Sí... —susurro—. Finalmente oí la canción completa.

—La hice por y para ti...

Trago saliva.

—¿Para..., mí?

—Sí —sus dedos se sitúan en mi barbilla—. Me inspiraste a hacer algo que me gusta mucho. A mí me cuesta un poco decir lo que siento, y la mejor manera de hacerlo es a través de una canción. Gissel... —está a milímetros de mis labios—. Con esto quiero decirte que..., si te gustaría que lo nuestro fuese más fuerte, ¿me dejarías ser tu luz...?

···

¡Por fin! ¿Verdad?

No es por ser aguafiestas pero estamos a seis capítulos del final.

Muchas gracias por sus felicitaciones y buenos deseos por mi cumpleaños.

Me animaron mucho ese día porque no fue tan bueno.

Las quiero bellas cncowners.

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