tres
No sé si es impresión mía o Gissel ha vuelto a temblar. Apenas ese chico se le acercó, pude notar el miedo en sus ojos.
¿Por qué...?
—¿Qué haces aquí? ¡Vete! —le grita.
—Amor, perdón. Yo no quise hacerlo, sabes lo mucho que te amo.
—¡QUE TE VAYAS! —sus lágrimas se reanudan.
—No puedo estar sin ti, Gissel. Por favor, tienes que perdonarme.
Él trata de acercarse, pero ella lo aparta como puede.
—¡Vete, vete! ¡No quiero nada contigo!
—¡No voy a irme!
—¡Te dijo que la dejes en paz! —reacciono y su mirada se dirige a mí.
Trago grueso cuando se posiciona enfrente. Me estudia con desprecio sin entender qué hago aquí.
—¿Quién putas eres tú? No eres nadie para decirme qué hacer, imbécil.
Respiro profundamente para mantener la calma. Si no fuese porque no puedo mover ni un músculo, ya le hubiese partido la cara.
—Aquí el imbécil eres tú, que no eres capaz de respetar a una mujer. Será mejor que te largues o...
—¿O qué? Estás en una puta sillita. No podrías tocarme un pelo —se ríe con ironía.
—Ya basta, Charles —percibo el temor de ella.
—Tú, cállate —le escupe él.
—El único que tiene que cerrar la maldita boca, eres tú. Mejor vete ya, animal.
—Qué imbécil eres.
Ahogo un grito cuando recibo un abrupto golpe en mi hombro lastimado.
Vuelo lejos a causa de la silla de ruedas y eso, es la gota que derrama el vaso.
—¡MALDITO, HIJO DE PUTA!
Intento levantarme. Evidentemente, no puedo. La rabia me ciega y lo único en que puedo pensar, es en acabar con ese idiota.
—¡¿Qué está pasando aquí?!
Entra un doctor junto con un policía.
Siento que la bata que me han puesto comienza a humedecerse. Estoy sangrando, otra vez.
—¡Este patán no quiere dejar en paz a la chica! ¡Le pedí que se fuera y miren cómo ha reaccionado! —no sé si mi voz es tan eufórica por el dolor o la rabia.
El tal Charles desaparece.
El doctor se acerca a mí y me examina. Gissel está en un estado de shock y la pobre ni siquiera es capaz de hablar.
—Ay, joven, debes ser más cuidadoso con tus palabras. Tu herida se ha vuelto a abrir...
***
Gissel pov's:
Observo cómo se llevan a Richard de la habitación. Trato de calmar mis sollozos, pero es una tarea muy difícil.
Esto es demasiado duro para mí. Apenas estoy intentado calmar mis nervios por la noche anterior y ya ocurre esto. Mi cuerpo duele. Cada movimiento es una lágrima y mis pensamientos no paran de atormentarme.
«¿Por qué ese chico salvó mi vida...?»
Mi novio pudo haber acabado con él. Como es costumbre, nunca mide las consecuencias y por ese mismo error, yo estoy así.
Cuando entró por la puerta sentí unas ganas de abofetearlo. No puedo perdonarle lo que me hizo. Y lo que más duele..., es que aún lo sigo queriendo. Pero, ¿por qué me vendió? No puedo superar el hecho de que para él, solo fuese un premio. Prefirió todo el dinero del mundo que mi amor.
Me regaló como a un dulce, a ese miserable que quiso asesinarme.
—¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ TENÍA QUE DESTROZAR MI VIDA DE ESA MANERA?!
¡Todo por el maldito vicio! El alcohol, el casino, los juegos de azar; en eso se convirtió su vida los último años. Cada fin de semana es un infierno para mí.
—¡NO PUEDO PERDONARTE! ¡NO QUIERO AMARTE MÁS!
Grito con todas mis fuerzas.
Estoy demasiado alterada, solo quiero salir de aquí. Hubiese preferido morir a sentirme tan miserable, tan... usada. Él sabe que no tengo a nadie más. No tengo familia, mis padres murieron. Su amor era la única recompensa por todo lo que he pasado.
Comienzo a quitarme la intravenosa y a desconectar todos estos aparatos ridículos. Lloro sin cesar. Ya no aguanto más...
***
Mi vista se siente pesada cuando abro los ojos. Me cuesta recordar qué pasó, pero lentamente las imágenes llegan.
—¿Cómo se siente, Gissel? —interroga una enfermera que me acompaña en la habitación.
—Recuerdo que desconecté todo de mi cuerpo. ¿Cómo es que otra vez estoy así?
—Tuvimos que cedarle. Estaba muy alterada y no acataba nuestras órdenes.
—Yo..., lo siento.
—No se preocupe, estará bien.
—¿Y Richard, cómo está?
—¿El joven moreno?
—Sí, él.
—Está bien, aunque ahora debe guardar más reposo. El golpe fue bastante fuerte y la verdad, tenía muy delicada esa zona.
—Todo es mi culpa... —susurro.
—¿Cómo dice?
—Nada. ¿Puedo ir a verlo?
Ella baja un poco la mirada apenada.
—No lo creo. El médico encargó que cuide muy bien usted, ya que no queremos más riesgos.
—Solo quiero agradecerle y vendré a dormir...
—Me convenció. Iré a traer una silla de ruedas.
Sale de la habitación.
No sé ni siquiera qué voy a decirle, pero necesito verlo; saber que está bien.
Se ha arriesgado mucho por mí.
—Bien. Prometa que será rápido.
—Lo prometo —le sonrío.
Me ayuda con mucho esfuerzo a levantarme y me guía a la habitación del chico de piel obscura. Abre la puerta con cuidado y lo observo.
Hay un chico en el cuarto y ambos se silencian al verme.
—La joven quería venir a verle. Espero que no le moleste —dice la enfermera.
—Claro que no —sonríe.
Qué bella sonrisa tiene. No había captado ese detalle.
—Volveré en un instante, Rich.
—Ahorita nos vemos, amigo —dice él.
Minutos después, nos encontramos a solas.
—¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, Gissel. No te preocupes —me guiña el ojo—. Me enteré del incidente que pasó contigo. ¿Tú estás bien?
—Eh..., sí. Eso creo —pronuncio nerviosa.
—Gissel, ¿ese tipo es tu novio?
Me toma por sorpresa su pregunta.
Entiendo que se le haga extraño la manera tan patética en la que me habló. Comenzó con un 'amor' y terminó mandándome a callar. Así es Charles.
—Sí...
—¿Y por qué estás con un descarado como ese?
···
La pregunta del millón le ha hecho.
¿Cómo están las mejores y fieles lectoras?
Espero sinceramente que les esté gustando la historia.
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