quince
Richard:
Me bajo del taxi muy contento, ¡por fin estoy en casa! No me gusta la idea de quejarme por pasar cinco días con mi padre, pero se ha vuelto tan orgulloso y obstinado que ni siquiera me animaba a conversar con él. Para lo único que tiene tiempo es para su teléfono y negocios. También cree que soy un tonto; sé que ya hizo su vida con alguien más, pero quiere seguir ocultándolo y decir que está soltero.
Era mi madre quien nos obligaba a estar juntos, y como ya ella no está, es muy difícil cumplir sus deseos.
Abro la puerta y no hay nadie. Subo a mi habitación y también está vacía... ¿Dónde estarán?
Llamo a Leo.
—Mi negrito bello —siempre con su cursilería.
—¿Dónde están, princesita?
—Vine con Gissel al médico, hoy tiene cita. Pero ya vamos para allá.
—No me dijiste nada, los espero.
—Adiós, te amo —me dice y río.
—Yo también te amo, Leodín.
Él es el mejor amigo.
Decido ir y darme una ducha.
Sonrío al recordar a Gissel; se siente raro, pero la extrañé estos días. Creo que ya me acostumbré a verla por acá.
Es una chica muy sencilla y eso me gusta mucho. Aparte de que, adoro cuando cocina; tiene un talento increíble para la gastronomía, y no solo eso, también tiene talento para hacerte olvidar cualquier cosa y mejorar tus días. Nunca me arrepentiré de haberla ayudado, sé que mamá estaría muy feliz.
No ha sido fácil, porque ella es bastante cerrada, pero poco a poco me he ganado su confianza. No sé exactamente qué siento por ella, desde hace mucho, mucho tiempo que no me gustaba una mujer. No sé si estoy preparado para todas las tonterías del amor.
Tampoco sé si puedo corresponderle.
A lo lejos escucho el timbre. Tomo una toalla y bajo las escaleras con ella enrollada en mi cintura.
—Bebecito —saludo a mi amigo.
—No me llames así, sabes que no me gusta.
—Perdón, Mister Ben, ¿qué se le ofrece?
—¿Y es que ahora soy un extraño en tu casa o qué?
Frunzo el ceño. Jamás se comporta tan irritante cuando se juegan con él, ¿le pasará algo?
—Pasa, no sabía que estabas tan de mal humor.
Cierro la puerta y le ofrezco una cerveza. Me sorprendo cuando la rechaza, definitivamente sí le pasa algo.
—¿Qué tal el viaje? —pregunta.
—Bien, ya deseaba llegar a casa. Las cosas con mi papá siguen igual, o tal vez peor —no dice nada—. ¿Y ustedes cómo la pasaron sin mí?
—Ah..., bien, sí. Leo se toma el papel de niñero muy en serio.
—Sí, es verdad. Creo que comenzaré a pagarle, sé que si se lo propongo va a decir que soy un ridículo.
—Conociéndolo, es lo más seguro.
—Mañana le haré una transferencia a su cuenta, como tengo los datos, lo haré sin consultar.
—Es buena idea, Leo realmente se ha portado excelente y merece una recompensa, más que cervezas.
—Te noto raro, ¿pasó algo? ¿Tal vez un mal polvo? —me río.
—Sí, fue una chica. Pero, para ser honesto, tenemos que hablar de algo muy serio.
—Está bien, ¿qué ocurre...?
—¡¿Y dónde está el negro más sabroso?!
Leo siempre con su escándalo. Mi mirada viaja casi de inmediato a Gissel, se ve preciosa.
—No sabía que ya me habías probado —lo abrazo.
—Yo no, pero Gissel, sí. Me dijo que sabes a chocolate, o tal vez era el condón, no lo sé.
Observo sus mejillas, están rojas como un tomate. Comienzo a reírme, tengo un amigo muy fantasioso.
—Pero qué niña tan mentirosa —la abrazo a ella también. Se tensa cuando lo hago—. ¿Cómo estás, dulzura?
—Bien... —susurra.
—Bueno, yo solo vine a dejar a esta princesa y ya me voy, que tengo fiesta esta noche.
—Claro, como tienes una casi novia ahora sales solo —reprocho.
—El próximo fin de semana salimos.
Me doy cuenta que Gissel se está yendo a la habitación. ¿Será que algo le ocurre?
—Leo..., ¿Gissel está bien?
Mira a todas partes antes de responderme.
—Sí..., ¿tú cómo estás con Ben? —lo mira a él también.
—Bien, ¿debería estar mal?
—No, no no, yo mejor me voy.
Noto cómo su rostro cambia. Parece molesto.
«¿Qué pasa con esta gente?»
Me despido de mis amigos y me dirijo al cuarto. Toco la puerta antes de entrar.
—Pasa.
Camino unos pasos y me encuentro con ella. Parece triste.
—¿Estás bien? —me siento en el borde de la cama a su lado.
—Tengo que contarte algo. Si no lo hago ahora, no podré más con esto.
—Me estás asustando —digo.
—Yo... —desvía su mirada.
—¿Tú...?
—El día que te fuiste seguimos bebiendo.
—Sí, lo sé. Eso me parece excelente, no tenían que parar por mí.
—Bebí mucho.
—¿Y qué hay con eso?
Está asustada, todo su cuerpo irradia temor. Tomo su mano para que sea capaz de decirme lo que le está costando demasiado.
—Leo se fue a llevar a Melisa y me quedé con Ben. Me ofreció una botella y sin darnos cuenta, ya habían sido muchas —su voz tiembla, ¿va a llorar?—. Él y yo estábamos hablando y no sé qué pasó, cuando caí en la cuenta ya no tenía ropa. Richard..., estuve con él; tenía que decírtelo, ya no podía más. Me siento muy mal, él es tu mejor amigo —se limpia las lágrimas—. Me iba a ir esa misma noche, pero Leo dijo que tenía que hablar contigo primero antes de tomar una decisión así...
Sus palabras me han envuelto totalmente, era algo que sinceramente no me esperaba. Por eso Ben estaba así, por eso Leo hizo esa pregunta.
Ahora entiendo.
Dejo su mano e intento ser el mismo. Yo no soy nadie para decirle con quién debe estar, solo la estoy ayudando porque así lo decidí. Si le gusta mi mejor... Ben, está bien.
Tal vez fui yo el que se equivocó. Vi cosas donde no las había, y me creé la idea de que tal vez podía llegar a sentir algo por mí.
Pero está bien, ahora las cosas son diferentes. No voy a obligarla a nada. Lo que más me importa es su bienestar y que esté segura, mi intención desde un principio fue solo ayudarla. No contaba con que ella me comenzara a gustar.
—No tienes que sentirte mal —no puedo estar igual que hace unos segundos—. El hecho de que yo quiera que estés bien, no significa que debes estar conmigo. Jamás te pedí eso. Eres totalmente libre de seguir tu vida, y tampoco te pediré que te vayas.
—Pero...
—Pero nada, esta ya es tu casa y no voy a permitir que por tonterías te pongas en peligro.
—Richard...
—Buenas noches, estoy un poco cansado, descansa tú también.
No tiene por qué darme explicaciones.
Salgo de la habitación y voy a la mía... No puedo creer que Ben me haya hecho esto, él más que nadie sabía que ella me gusta.
Será mejor dejar estos sentimientos estúpidos atrás.
···
¡Ay, me dolió! Pobre Rich...
¿Qué tal les va, chamas?
¿Les gustó la nueva portada?
Todo los créditos para mi hermosa y mejor amiga, es una gran editora y sin ella tal vez ni siquiera fuese escritora. Por eso le debo tanto, me ha enseñado muchísimo. Me gustaría que también la leyeran, pásense por sus obras.
Saben que las quieroooooo
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