nueve
—Eh..., estaba a que una amiga —balbuceo.
—¿Crees que soy estúpido? Ni siquiera te dio la gana de responder el teléfono, ¿dónde putas estabas?
—Ya te respondí, ¿es que no escuchas o qué? —comienzo a cansarme de su modo de hablar.
—¿Ahora te la das de payasita?
—No soy ninguna payasa, y si vine, es porque vengo a buscar mis cosas.
—¿A dónde crees que vas?
—Mi tía Ester está muy enferma e iré a verla... No tengo que pedirte permiso para ver a mi familia.
—Pero qué equivocada estás. Si a mí no me da la gana de que vayas, no vas y punto.
—Tú no eres nadie para decirme qué hacer y qué no. Si a mí me da la puta gana de ver a mi familia, voy y ya.
Le paso por un lado y comienzo a sacar varias cosas del armario. Él no tarda en venir tras de mí y tomarme fuertemente por los brazos.
—¿Eres estúpida?, ¿acaso no escuchaste lo que te dije?
—El idiota aquí eres tú —intento zafarme de su agarre.
—Que no vas a ningún lado.
Me lanza a la cama y no puedo evitar gritar. Cualquier roce altera mi dolor en la espalda.
—¡Yo me voy y punto! ¡Me vale mierda si te gusta o no!
Me levanto jadeante y me posiciono frente a él.
—¡A MÍ ME VALE MIERDA LO QUE PIENSES! ¡Seguro vas a irte con el maldito con el que estuviste anoche!
La piel se me eriza cuando lo escucho decir nada más que la verdad.
—¡Anoche estuve con una amiga! ¿Crees que eres el único que tiene derecho a beber? Pensé que solo actuabas así cuando estabas ebrio, pero ahora me doy cuenta que no. ¡Me das asco!
Aprieto los puños cuando un golpe es recibido en mi mejilla. La sangre me comienza a hervir por el coraje.
—¿Así es como te sientes hombre, pegándome? ¡Eres un maldito cobarde!
Esta vez caigo. Otro grito es liberado de mi garganta cuando mi espalda impacta contra el suelo. Él se posiciona encima de mí y sin piedad da puñetazos en mi rostro.
Intento cubrirme con la manos, pero es inútil. Comienzo a lloriquear por el dolor.
El aire me falta, siento mis mejillas húmedas e hinchadas. Mi vista falla y todo se torna borroso. Solo soy capaz de sentir cómo su puño se estrella.
—¡Gissel! —escucho a lo lejos. No es Charles quien grita mi nombre. No distingo aquella voz.
—¡MALDITO, HIJO DE PUTA! —es Richard.
Solo siento que mi cuerpo queda más ligero, ya no hay nadie que me impida mover. Cierro los ojos y caigo en un abismo de dolor...
***
Observo a aquel hombre, mas no logro reconocerlo bien. Estoy atada a una cama, mis muñecas duelen y mi rostro está bañado en lágrimas.
Escucho sus gritos, me pide que aguante. Logro reconocer esa voz..., es Richard, pero no lo veo. Mi pulso se acelera cuando oigo un disparo. De pronto, ya no hay nadie que grite mi nombre, solo hace eco el zumbido de mi corazón.
Ahora sé quién está delante de mí, es aquel hombre que quería abusar de mí en ese edificio abandonado.
Veo cómo se acerca y me susurra en el oído:
—Ahora es tu turno de morir, perra...
Me levanto alterada. Siento que el corazón se me va a salir del pecho, e inmediatamente una ola de dolor me atraviesa todo el cuerpo.
—Gissel, ¿estás bien? —corre hasta mí.
—Richard...
Mi cerebro no parece comprender. Todo era un sueño... No estoy atada a una cama.
Escaneo el lugar donde me encuentro; el hospital.
—¡No, otra vez aquí, no!
Mis ojos se llenan de lágrimas.
Charles. Sus golpes, ¡de nuevo en esta maldita clínica por su culpa!
—Ya cariño, por favor, intenta calmarte. Ya estás bien, yo estoy aquí.
Su voz es como una canción que trae paz. Me acuesto de nuevo en la camilla. Mis músculos se tensan por el dolor. Siento mi rostro hinchado y tengo una venda en mi nariz y otros lugares.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Estabas tardando demasiado. Mi mente tiende a ser muy negativa y bajé del auto para buscarte. Había una señora afuera del edificio y le pregunté dónde vivías. Cuando llegué, la puerta estaba entreabierta. Escuché tus gritos y comencé a llamarte —respira hondo para conseguir la calma—. Vi que ese hijo de puta te estaba maltratando y te lo quité de encima. Él comenzó a gritarme, que quién rayos era y no pude aguantarlo más..., le di la paliza que se merece...
···
¿Cómo están, linduras?
Bien, tengamos una conversación de lectora a escritora.
Comenten su opinión.
Me he dado cuenta que las novelas de Richard —no lo digo solo por esta— siempre tienen poco apoyo. Mi pregunta es, ¿por qué? ¿Qué tienen los demás que no tenga él?
Es algo que sin duda, me molesta muchísimo. El deber ser es que si tú dices que eres cncowner de corazón, los apoyes a los cinco.
Como muchas sabrán, a la mayoría les he hecho una invitación para que lean mis novelas. Agradezco las que de verdad se toman el tiempo de hacerlo como ustedes.
Pero con Richard es distinto. Antes cuando recomendaba mi historia de Christopher o Zabdiel, todas inmediatamente decían que sí y, ahora que lo hago con Richard, casi todas me ignoran.
Siempre les he dicho que yo no escribo para tener éxito y recibir muchos votos, sino para desahogar mi amor por ellos.
Pero no me gusta esa preferencia tan arrecha, diríamos en mi país. ¿Ustedes no creen que nuestro moreno a veces se sienta mal por esto? ¿Por ver que todo es los demás? Esto no pasa solo aquí, en todas las redes sociales es así.
Era algo que tenía que decir, no sé si estén de acuerdo. Son libres de comentar lo que quieran, es mi turno de leerlas.
Gracias sinceramente por leer Tu Luz.
Las quierooo.
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