VEINTICINCO
—Al fin vuelves, muñeca. —Dijo, alegre.
—Quiero hablar contigo. —le dije, seca y directa.
—¿Qué pasó?
—Antes de... Sí te pusiera a elegir entre Caitlyn y yo... ¿Me elegirías?
Joel no respondió, al menos no habló. Se quedó mirándome fijo... Quizás analizando mi pregunta.
—¿Joel? —incité.
—Zaphir... Es diferente.
—¿Qué? —pregunté, incrédula.
—Ella es como una hermana, tu eres mi novia...
—¿Familia primero? —pregunté, clavando mi mirada en la suya... Otra vez no respondió. —Entiendo. —respondí en un hilo de voz... Ella estaba primero.
—¿Qué pasó, muñeca? —me abrazó, aunque todo se había marchado de mí cuerpo... No sentía nada más que un vacío en ese momento.
Era hora de comentar sobre el pequeño encuentro con Caitlyn.
—Ella... Me dijo que no me metiera en el camino de ustedes, que es la única en tu vida... —suspiré, intentando tragar el nudo en mi garganta por lo que iba a decir. —Joel, volveré a casa.
No sentí el cuerpo de Joel tensarse sino hasta que dije aquello, "Volveré a Casa", poco a poco me liberó de su agarre y pude ver la decepción en su mirada.
—¿Me estás dejando? —preguntó.
—No, solo digo que creo que es mejor volver a casa... —murmuré.
—No mi vida, mejor hablemos... No te vayas. —otra vez me rodeó con sus brazos, pero esta vez más fuerte.
—No sé Joel... Las cosas no van como quiero, solo de mal en peor... No sé.
—Escucha, en unos días vamos a Miami... Yo hablaré con Caitlyn, no sé por que te dijo eso. —sus manos tomaron las mías. —Pero hablemos, sí no hablamos no podremos resolver nada y eso creará un conflicto.
—Está bien... No quiero que Caitlyn sepa nada privado de nosotros, ¿Está bien? —asintió, besando mi frente.
—Me gusta cuando me dices las cosas, así puedo corregir lo que hago mal. —admitió, besando otra vez mi frente.
Suspiré y asentí... Quizás ese era mi problema, no me gustaba decir mis problemas, mi confianza estaba en el suelo y mi inseguridad en el cielo.
***
Como torpe que era, había olvidado totalmente la pastilla... Richard cumplió con llevármela pero yo por distraída, torpe y hormonal la había olvidado completamente sino hasta ahora... Cinco días después, ya en Argentina, en medio de una presentación de los chicos; Había leído las instrucciones y advertencias... Tenía tres días para tomármela pero por estúpida habían pasado cinco desde aquella vez... Y algunas horas desde la última. Suspiré frustrada en la audiencia, dejé mi asiento y fui con el equipo... Quería volver al hotel.
No había vuelto a ver o hablar con Damián, sin embargo las veces que me topé con Caitlyn me ignoró completamente... Joel no me había contado que ocurrió con ella, pero mientras no estuviera molestándome, todo bien.
—Renato, ¿Dónde puedo tomar agua? —le pregunté en voz baja a Renatito, no quería llamar la atención.
—Toma Hija. —me pasó una botella de agua sin destapar.
Justo cuando la iba a abrir el celular de Joel empezó a vibrar como loco en el bolsillo de mi pantalón, espantandome. Con mucho atrevimiento tomé la llamada, alejándome del lugar de la presentación para poder escuchar mejor .
—¿Hola?
—¡Por fin puedo hablar contigo! —chilló Sasha al otro lado de la línea.
—¡Sasha!, ¿Cómo estás? —pregunté, alegre. —Cada vez que hablo con Mamá nunca estás, ¿qué has hecho sin mí hermanita?
—Me he quedado con Sarah, es aburrido estar sola en casa... Pero te llamaba para decirte una mala noticia. —su voz era seria... ¿Qué estaba pasando?
—¿Qué ocurrió?
—Zaphir, no sé como decirlo... Sarah me pidió que le dijera a Joel para que él te dijera a ti, ¿Dónde está él? —preguntó.
—Cantando... ¿Qué pasa, Sasha? —pregunté, insistiendo en saber.
—Zaphir... Mamá t...........
La llamada se cortó, no dudé en marcarle otra vez aunque no fuera mi celular... —el mío estaba en el hotel— pero ni siquiera sonaba el timbre de llamada.
¡GENIAL! En buen momento se le apaga el celular, cuando mis pelos están de punta y mis nervios haciendo una fiesta, seguí llamando hasta que luego de unos treinta intentos por fin pude comunicarme.
—¿Sasha? —pregunté, cuando levantaron la línea del otro lado.
—Creo que soy Sarah. —Bromeó mi hermana mayor con amargura. —Sasha no te pudo decir... ¿Dónde estás?
—Estoy en Argentina.
—Eso lo sé, mensa... Me refiero sí estás en un lugar tranquilo, no sé.
—No... Bueno algo así.
—Toma asiento, y busca a alguien.
—¿Pero para qué?
El comportamiento de mis hermanas me estaba asustando.
—Haz lo que te digo, Zaphir... Por Favor. —pidió, a juzgar pro su tono de voz, cansada.
Bien, no dije nada y miré al rededor... Renato estaba mirándome así que le hice una seña para que se acercara, cuando por fin lo tuve a mi lado le pedí a Sarah que continuara.
—¿Ya? —preguntó.
—Sí, dime. —exigí.
—Mamá está interna. —mi corazón se detuvo.
—¿Qué tiene Mamá?
—Tuvo un accidente volviendo a casa del trabajo... Está un poco delicada.
Todo a mi alrededor empezó a dar vueltas.
—¿Estás bien? —preguntó Renato, tocando mis hombros, y tomando el celular. —¿Hola?
—No paren la presentación... — le murmuré sintiendo que me faltaba el aire.
—¿Inconsciente? —preguntó Renato abriendo los ojos como dos platos, el aire se esfumó de mí con tal sólo imaginar lo que Sarah le decía al otro lado de la línea.
Sólo fue cuestión de segundos para que todo a mi alrededor se volviera negro, frío y aterrador. Borrosas imágenes de Mamá pasaban por mi cabeza, junto a Papá, cuando nació Sasha, ayudándome a vestirme, cuidando de Sarah cuando se enfermaba... Mamá.
—Zaphir, pequeña todo estará bien. —escuché a lo lejos, todo estaba oscuro... Intentaba moverme pero no podía sentir nada. —Tranquila, mi reina. —Aquella voz no la había escuchado en años, era Papá... ¿Pero dónde estaba?, ¿Dónde estaba yo?.
Todo a mi alrededor de sentía helado, escuchaba un murmullo pero no podía distinguir nada... Abrí los ojos poco a poco y la luz me cegó, tampoco tenía mucha fuerza para dejarlo así.
—¡DESPERTÓ! —exclamó alguien, aquello retumbó en mi cabeza dolorosamente.
—Zaphir, muñeca... ¿Me escuchas? —preguntó aquella dulce voz, demasiado fuerte para mi ahora delicado estado, asentí débilmente.
La voz de Sarah hizo eco en mi cabeza diciendo aquellas palabras que me hicieron desvanecer. Toqué mi cabeza, tenía algo frío. Mis dedos chocaron con una húmeda bolsa de hielo. Abrí un poco los ojos y pude ver la cara de Joel sobre la mía, a un lado pude ver su torso... Llegué a la conclusión de que mi cabeza estaba sobre sus piernas.
—Quita... —murmuré, refiriéndome al hielo... Gracia al cielo mi novio no era estúpido y entendió a la perfección mi pedido.
—¿Despertó? —Escuché a lo lejos, estaba casi segura que era Renato.
—Sí, manín. —¿Ese era Erick o Richard?
—Quítate Erick, búscale agua por favor... —pidió Renato, así que sí era Erick.
—Joel... Mamá... —murmuré, sintiendo el nudo en mi garganta.
—Lo sé, princesa... Tranquila, ¿Sí? —no sé como, pero besó mi frente con delicadeza.
—Mi mamá... —murmuré, esta vez con las lágrimas en mi rostro.
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omg..
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