El despertar
Zeldris: ¿Cómo que Meliodas y los otros están aquí? Ese maldito, prepárense porque este día vamos a acabar con el traidor.
Todos se preparaban para la gran lucha que se aproximaba, todos excepto un peligris que se encontraba en el calabozo del gran castillo de Camelot junto con otras dos chicas.
Chiara: ¿Qué hacemos aquí Estarossa?, ¿No debería ir con los mandamientos para enfrentar a los pecados?
Estarossa; Sí pero tengo que hacer algo primero, Clarise por favor ponte en esa estrella.
Clarise: ¿Para que o qué?
Estarossa: Quisiera comprobar algo–en eso entró Melascula– Llegaste justo a tiempo Melascula, necesito que intentes este conjuro.
Melascula: ¿Y por qué lo haría? No me da confianza esto Estarossa.
Estarossa: Es algo para lograr vencer a los pecados y ese humano que te quemó tan vilmente.
Melascula: Dame acá eso. Entre la mirada de la luna y oscuridad del cielo, las estrellas se esconden por miedo. Qué escape de su prisión aquella castigada por la deidad y que su luz vuelva a la tierra. Sácala de dónde no ve nada, traerla devuelta a la gran vida– en esos instantes la estrella comenzaba a brillar y la fuerza de Clarise se comenzaba a ir– Combate a la traidora que te encerró y trae tu venganza a la faz.
En el exterior los pecados combatían con todo lo que tenía contra los demonios, Escanor se abría paso entre toda la batalla para ir acercándose al castillo a toda prisa pero alguien se le puso en frente.
Estarossa; Pero miren quien es, que bueno verte Escanor. Sabes Clarise está bastante feliz aquí como para que vengas a interrumpirnos con tu presencia.
Escanor: No tengo tiempo para tí, ahora estoy algo ocupado así que si me haces el favor de moverte te lo agradecería.
Estarossa: Pues lastima, ahora comienzas a sentir odio por mí, lo sé pero no hay nada que hacer.
Escanor: Te equivocas, no siento odio por tí, aún siento lástima pero no solo tu eres dueño de ese sentimiento sino yo al no cuidarla pero eso se arregla hoy.
Los dos comenzaron una feroz batalla que comenzaba a calentar el ambiente, ninguno de los dos perdería contra el otro, tenían un objetivo en común y era eso lo que los hacía seguir a pesar de los fuertes golpes, sin importar cuánto sufrieran, ni los golpes que recibieran. Nada los iba a detener para proteger a quien amaban.
Mientras en el castillo una fuerza mayor comenzaba a cubrir los alrededores con una tenue niebla azul, la hechicera reconocía esto como un gran mal, algo peligroso e intento detenerse pero era muy tarde.
–¿Dónde esta Mael– fueron las únicas palabras que pronunció la desconocida antes de comenzar a subir las escaleras del calabozo para al fin ver el exterior que ya hace tiempo no observaba.
Melascula: Lo lamento pero no te puedo dejar ir ahí, así que te volveré a encerrar. Adiós, jovencit...- de la nada una gran bola de luz termino por golpearla de lleno, al levantarse logro identificarlo como Ka el ataque del clan de las diosas.– ¿Quién rayos eres?
–Mi amado me espera, no perderé tiempo contigo– en eso simplemente la encerró de nuevo en esa esfera brillante con toques azules.
Seguía la pelea sin piedad, todos contra todos con sus mejores ataques o defensas esperando que uno quedé en pie al final, o así era hasta un hecho que hasta logró detener al mandamiento del amor y el pecado del orgullo.
La Luna se movia demasiado rápido por lo que poco a poco el Sol fue opacado por el astro, causando consigo asombro y quitándole poder al hombre del bigote. Justo cuando el cuerpo celeste tapó por completo la estrella apareció de forma imponente y cubierta de un manto negro con estrellas la jóven que había vencido a Melascula. Parte del clan de las diosas.
Mi nombre es Geali, y vengo por Mael.
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