52 "That dick is all mine"

¿Qué pasaría si les digo que tuve que hacer una traducción especialmente para este capítulo? Quedó bien cringe, pero igual :')

»──── « ♡ » ────«

-¡Ahg! ¡Déjame meterla entera! -me exigió Mateo.

-¡Ya no cabe nada más Mateo! -le reclame, quejándome.

-¡Oigan! ¡Heiko tiene las dos metidas! ¡No es justo! ¡SON GIGANTES! -se quejó Kei, removiéndose con fuerza en el sillón, intentando echarme hacia un lado.

-¡Hey! ¡Yo también quiero meterla! -exclamó la emo y me dio un codazo.

-¿Enserio se están peleando...? ¿Por un calentador de manos? -dijo Boris indignado.

Después de la batalla, Kei y la emo ganaron. Quedando con sus manos a cada lado, dentro del calentador en forma de oso panda que me regaló Mateo. Suspire y Kei me miró maliciosa. Yo entrecerré los ojos.

Esto no se quedará así.

-Se me había olvidado -escuché decir a Heiko. Levanté la vista y lo miré-. Feliz cumpleaños -dijo, y me entrego un pequeño paquetito.

-Gracias Heiko -dije y se lo recibí sonriente. Lo abrí. Probablemente es dinero...

Mire lo de adentro. Mire a Heiko. Y la sonrisa se me dibujo por si sola en el rostro.

-¿Te gustan? Ni siquiera sé si te sirven -dijo y se rió un poco, nervioso.

-¡Están geniales! ¡Gracias! -dije alegremente.

-¿Qué es? -pregunto Mateo.

Le mostré los dos pares de piercings que me regalo Heiko. Un par son argollas, como las que tengo ahora, pero en color calipso. Y los otros son topes con pinchos negros. Son hermosos.

-Ah... -dijo Mateo asintiendo. Sonrió y ladeo la cabeza a la derecha.

Narra Mateo:

Otra vez... ¡¿Como no se me ocurrió?!

Apreté los ojos con fuerza y solo lo dejé pasar. Soy un bobo.

Alexis se cambió las piezas en sus labios. Admito que me resulto extraño verlo por esos breves diez segundos sin nada en ellos. Se los cambio por esos con pinchos negros.

Reconozco que gusta mucho como se le ven.

Pedí otro pedazo de pastel. La verdad nunca había probado un pastel tan delicioso. Alexis me explico que quien lo había hecho era Federico, su cuñado. Y todo tuvo mucho sentido.

-Es parecido a la receta de trufas -lo escuche decir. En un tono el cual solo yo pude escuchar. Trague saliva y lo mire. Recordando aquella vez... en su pieza...

Y lo cómodas que son sus piernas...

Gire mi cabeza rápidamente y mire al frente. Sintiendo como sonreía maliciosamente. Se acomodo de tal manera que quedo mucho más apegado a mí. Brazo con brazo. Muslo lateral con muslo lateral. Y por si fuera poco puso su brazo en el respaldo. Yo... sentí ese estúpido calor en mis mejillas y bajé mi vista.

Empecé a calcular los tiempos... la locomoción...

Suspire y haciendo una mueca dije: Ya me debo ir.

-No -dijo Alexis como un niño pequeño y me tomo del brazo cuando me pare, jalándome para que me volviera a sentar. Yo me reí.

-Es que ya se hizo tarde Alexis -dije e hice otra mueca. El suspiro y se puso serio.

-No pasa nada si por un solo día no llegas a la nueve a tu casa -dijo y se estiro. Poniéndose de puntillas y alzando los brazos. Llegando a tocar el techo.

-Recuerda que vivo en Amoniaco Alexis, hay seis cerraduras en mi casa y estoy solo en la noche -dije, modulando "Amoniaco" muy bien.

Alexis rodó los ojos y se abrocho su chaqueta azul hasta arriba.

-Yo te voy a dejar al paradero -dijo rodando los ojos y yo sonreí.

Se paro del sillón, me despedí de todos. Cuando llegue donde Anaís la abrace fuertemente y a escondidas le entregue un billete, a lo cual ella me respondió con una adorable e inocente sonrisa. Aferrándose a mi cuello.

-Pórtate bien -le dije y ella asintió. Obviamente no lo hará, pero bueno...

Llegue a donde esa otra niña, le acaricie el cabello.

-Chao -dije y le sonreí. Ella levanto su vista y por fin pude reconocerla...

-Oh, ouh...

Recordé aquella vez en el supermercado, cuando a esa niña se le callo la botella de vino en el pasillo. Es ella...

Inevitablemente me reí. Mamá tiene razón, ¡el mundo da muchas vueltas!

Las calles están muy silenciosas, aun no es completamente de noche, hay luna llena. Una luna llena muy hermosa y grande. Vamos los dos callados. Yo intentando dificultosamente igualar mis pasos junto a los de Alexis. Y el con sus manos en los bolsillos, escondiendo su boca en el cuello de su chaqueta.

Va serio. Bueno, esta con su expresión de... nada.

Falta una cuadra y llegamos al paradero. Tomé aire y lo hice. Acerque mi mano a la suya, metiéndola en el bolsillo de su chaqueta y el la sacó. Primero toque sus dedos, y al sentir su piel congelada una electricidad me viajo por el cuerpo.

Es como tomar las manos de un muerto.

Mis sentidos se aliviaron al sentir como tomaba mi mano delicadamente y entrelazaba sus dedos con los míos. Firmemente.

Sin despegar la vista del frente sonreí sin separar los labios. Simplemente me encanta cuando nos tomamos de la mano. Me hace sentir protegido, seguro a su lado. Me hace sentir... que de verdad me quiere.

...

Miércoles. Miércoles y estoy en el gimnasio, ya siento la mano dormida de tanto recortar decoraciones. Ya me empiezo a marear con tanto subir y bajar esta escalera y colgar luces en el techo. Debido a que cierta señorita con vértigo llamada Mikaela le da pánico el hecho de estar a menos de un metro del suelo, y a que cierta señorita llamada Lucy dijo que solo se enfocaría en inflar globos.

En cuento corto: el baile de primavera es el viernes. Ese baile lo hacen para toda la escuela y para todos los niveles. ¿Y a quién les toca organizar la decoración este año?

Exacto, a los dos segundos. ¿Y a quién corrieron de clases para organizarlo?

Exacto, a Lucy, Mikaela, Lulu (que se coló), Ben y a mí. Del otro segundo hay muchos más, con la diferencia de que ellos están viendo el tema de la comida, las fotos, el deejay y esas cosas...

-¡Terremoto! -escuche que exclamó alguien y mi cuerpo se tensó al sentir como la escalera se remecía con violencia.

-Pa... para -le dije a Ben, intentando sonar lo más calmado posible, él se siguió riendo como el gran idiota que es y lejos de hacerme caso. La sacudió más aún.

Aunque me haya aferrado con todas mis fuerzas, la naturaleza, la gravedad, la ciencia logró su cometido y caí al suelo del escenario. A más de un metro de altura.

Mi quejido fue opacado por el ruido de la explosión de tres globos que se rompieron al yo caer en ellos.

-¡Estúpido! -le gritó Mikaela a Ben. Yo me pare rápidamente.

Mi espalda duele como el infierno... siento como si me hubieran clavado cien cuchillas... Y mi pie... ¡Había estado de maravilla! Ayer por fin había logrado caminar normalmente y sin cojear mucho. Pero ese imbécil...

-Vuelve a decirlo -le dijo Ben a Mikaela con tono amenazante, acercándose a ella. Ella retrocedió y lo miró asustada-. Ve a acostarte -dijo Ben burlón y se carcajeo delante de ella.

Mikaela tiene narcolepsia. Creo que se hacen una idea de porque Ben le dijo esa estupidez de mal gusto. Ben, por lejos; es el "matón" más ridículo que he visto en mi vida. Es de esas personas que molestan sin razón. Solo por diversión.

Pero ya me cansé.

-Ay Dios... ¡P-perdón! -dije desesperado y me llevé las manos a la boca. Por todos los santos...

No logré darme cuenta... en un fugaz segundo la rabia supero a mi autocontrol, a mi sumisión y miedo... y una adrenalina me llevo a tener el coraje y la fuerza para golpear a Ben en la cara. En la nariz...

Ahora está en el piso inconsciente.

Narra Alexis:

Entré a la enfermería y lo vi. Sentado en la camilla, llorando desconsoladamente y con la pierna inquieta. Mordiéndose las uñas...

-Me enorgulleces -dije y el volteó a mirarme rápidamente. Suspiró y se secó sus lágrimas y ojos rápidamente. Me acerqué a él y sin más lo abracé con fuerza. Sin poder sacarme la sonrisa del rostro.

-No digas eso -sollozo y se aferró a mí.

-Tranquilo Mateo, ese imbécil se lo merecía -dije y el volvió a suspirar y lamentarse silenciosamente.

-¿Co-como sabes...?

-Un pajarito me contó. Eres famoso Mateo -dije y me reí.

Esa carita no tiene por qué estar triste.

-¡Ja! ¿Por haber golpeado a alguien? -dijo y sonó su nariz, yo acaricie su mejilla-. Qué vergüenza -dijo y se tapó el rostro con sus manos. Yo me reí...

Esto. En definitiva. Es una de las situaciones en que ha sido más tierno...

-Alexis me van a expulsar -dijo desesperadamente y rompió en llanto de nuevo.

Juro que no me deja de sorprender su nivel de candidez...

-Mateo eso es imposible -dije y negué con la cabeza. Ay mierda... no puedo dejar de sonreír. Es hermoso. Mateo es precioso-. Ya no llores más -dije y le sequé sus lágrimas. Acaricie su cabello. Ángel. Eso es. Un ángel.

La enfermera llegó. La señorita Jennifer. Mi vieja amiga...

Me faltan dedos para contar las veces que me desfile por la enfermería y ella me atendió. Sobre todo, el año pasado.

Me miro. Mateo se separó de mí.

-Alexis Quivera, ¿qué hiciste ahora? -dijo ella, como suspirando. Me reí y miró a Mateo.

-¿Y a usted que le paso? -preguntó a Mateo afligida.

-Es que... me trajeron porque me dolía la espalda -dijo Mateo tímidamente. Volviendo a con esmero secarse sus lágrimas.

-¿Que le paso? -le preguntó nuevamente la señorita Jennifer a Mateo.

-Es que me caí de una escalera -dijo Mateo. Ella hizo una mueca preocupada.

-A ver, déjeme revisarte -dijo ella, Mateo asintió y tragó saliva nervioso-. Permiso -dijo y le subió el chaleco y sacó la camisa desdé la parte de atrás, que está metida en su jean. Igualmente, subió esta, descubriendo su espalda.

Vi como abrió los ojos como plato y yo fruncí el ceño. Miré su espalda. Y al igual que la señorita Jennifer, abrí los ojos como platos.

Tiene toda su bella y suave espalda, (en la parte baja justó donde está la columna) moreteado.

La señorita Jennifer rápidamente trajo hielo. Tuvo que improvisar y tomo una toalla de manos que estaba en una repisa, poniendo muchos hielos en ella, y cerrándola.

-Toma Alexis, ayúdalo. Yo voy a buscar mi cartera, espérenme un poco -dijo y salió de la sala. Tomé la repentizada bolsa de hielo que hizo la señorita Jennifer y volví a subir su ropa, descubriendo su espalda.

-Estas muy moreteado -dije y el me miro.

Igual como si lo abrazara, lo acurruqué en mis brazos y el apoyo su cachete en mi hombro, yo puse el hielo en la zona afectada y Mateo se quejó un poco.

Mateo en un momento suspiro. Mire su espalda. Y por primera vez note una imperfección en su piel. Una manchita redonda y pequeña en su zona lumbar del lado izquierdo. Yo fruncí el ceño, con preocupación...

Eso es marca de ciga...

-Qué semana -balbuceo irónicamente y me saco de mis pensamientos-. Me torcí el tobillo, tengo ese moretón en mi costilla y ahora esto... Ayer el tipo en la tienda... ¡Ahg! Alexis... -dijo quejándose. Yo sonreí de lado y lo miré-. Dame un... beso -dijo y bajo su vista a mi cuello.

Esa era mi intención desde el principio...

A punto de apresar sus labios con los míos, Mateo se sobresaltó al sentir como la señorita Jennifer llegaba. Se alejo y sonrojo.

Ese Dios en el tanto que cree Mateo nos odia. Lo sé.

Narra Mateo:

La crema que me unto la enfermera me alivio mucho. Luego me llamaron a dirección y explique la situación, mi versión. Ben, que tiene un parche curita con dibujitos de ositos en su nariz, se victimizo diciendo que solo estaba bromeando. Y que quizás "se le había pasado un poquito la mano". Pero por suerte, y por Mikaela, que me sirvió como testigo me creyeron. Y Ben quedo vetado de ir al baile.

...

-La mamá de Alexis me llamo ayer -escuche decir a mamá, la mire y trague saliva.

Ya estoy en mi casa, estoy en su pieza, recostado en su cama y mamá me está masajeando la espalda.

-Mamá... se me olvido contarte -dije e hice una mueca. Ella me miro y suspiro.

-Mateo eso no se hace, desde pequeño, siempre, siempre, siempre me cuentas todo. No te puedo creer eso de que se te olvido -me regaño seriamente.

-Perdón... Es que ya no quiero que te preocupes... A veces siento que te doy demasiadas preocupaciones y malos ratos -dije y decaí.

-Mi amor... ¿cómo puedes decir algo así? -dijo y me abrazó. Yo suspire.

Si lo digo es porque en verdad lo pienso.

...

Treinta de... agosto...

No entiendo por qué Alexis me dijo que recordara esta fecha...

En fin. Hoy es un día ajetreado así que será mejor que llegué a la hora o el coordinador Carlos me asesinará.

Y no es broma.

Narra Alexis:

Las clases se terminaron. Llegué a mi casa y me desplomé en la cama, de espaldas. Saque mi celular.

-Alexis -escuché que me dijo Martina entrando a mi habitación.

Yo asentí, sin despegar la vista de mi celular.

No recibí respuesta alguna. Lo que recibí fue una funda de ropa en la cara que Martina tiró por los aires y cayó en mi cama.

Me quejé, sacando eso sobre mí.

-Ten, los zapatos, las llaves del auto -dijo y me pare para tomarlas, pero ella las alejo-. Mas te vale que no le pase nada -dijo y yo asentí-. ¿Qué más me falta? -preguntó a ella misma. Pensante.

-¿Mi beso de despedida? -dije y sonreí. Me miró e igual lo hizo.

Nos abrazamos fuertemente. Una pequeña intrusa se unió a nuestro abrazo y yo sonreí. Me agaché a la altura de Anaís y volví a sonreír.

-¿No estas emocionada pequeña? -le pregunte, pero ella solo siguió mirando al suelo, triste.

-¿Por qué no puedes venir con nosotros? -preguntó afligida. Yo me paré y la tomé en brazos. Ignore su pregunta.

-El abuelo te ha extrañado mucho, y son solo cuatro días Anaís -dije y ella asintió. Haciendo que sus rizos se movieran de una manera muy cómica.

Ayudé a subir las maletas al auto de Federico y nos despedimos por última vez.

-Mándale saludos a papá- le dije a Martina y ella antes de entrar al auto me miro y sonrió. Asintiendo.

Volví a la casa y fui directo a mi habitación.

Después de una siesta desperté eufórico. Exaltado. Sábado de energía.

Salí de la ducha con la toalla a la cadera. Me puse mis boxers negros. Sequé mi cabello con el secador y lo peiné con mis dedos.

Loción. Desodorante. Mi anillo favorito, uno dorado, en mi dedo anular. Y como no, mi colonia.

Miré a la cama, tome el terno y lo saque. Suspiré y rodé los ojos.

Odio los trajes. Las corbatas. Los zapatos. Las incomodas camisas y esos pesados sacos. No. Definitivamente no es mi estilo.

Me puse el ridículo vestuario que me prestó Federico y saqué los zapatos de la caja. Reconozco que el olor a cuero me encantó. Tomé la corbata y me miré al espejo, en definitiva, hacer el nudo de esas cosas no es mi fuerte... Vi mi reflejo atentamente.

Tragué saliva. Me siento... algo confundido y extrañado. Me gusta cómo me veo...

Ya lo dije. Odio los trajes. Nunca usaría uno a voluntad propia, pero esta vez no está nada mal. Y no es como que me incomode, con Federico somos de la misma talla. Me queda perfecto.

Después de ver un tutorial de cómo hacer ese maldito nudo de corbata logre, después de muchos intentos, hacerlo. Me impregne en más colonia, fui a lavarme los dientes, me eche un chicle a la boca y peine mi cabello por última vez. Salí de mi casa y fui al garaje. Prendí el auto y en ese momento recordé una cosilla y deduje que los milagros realmente existen. Ya que mi madre no ha usado su auto. Y de la vez que vomito Mateo en el...

Jamás lo limpie.

Me reí y lo único que hice fue sacar la alfombra del piso. No tengo tiempo para ponerme a limpiar ahora. Esa siesta se pasó de lo debido y ya falta poco para que oscurezca completamente.

Narra Mateo:

El gimnasio se tornó azul, azul neón. Entras y se te explota la cabeza con tantos colores, tantos brillos, tantas luces y tantos colores fluorescentes.

No sé qué tiene de primavera esto, pero parece que de verdad encanto. Esta toda la escuela divirtiéndose. Bailando, comiendo y solazándose con la decoración y el ambiente temático de neón.

Estoy en la entrada, junto a Mikaela, entregando pulseras, calcomanías, accesorios que brillan en la oscuridad, etc. Mikaela está demostrando sus dotes como artista, está en una especie de puesto haciendo maquillajes artísticos que bajo el neón se ven realmente hermosos.

Por la puerta los vi entrando, los tres. Boris trae todo lo que se considera como un traje formal, excepto por...

-Quítate eso ridículo -le regaño Keila jalándole de su abrigo café. La verdad, he llegado a pensar que Boris duerme con él.

Keila trae un vestido de encaje rojo, el cabello ondulado y unos tacones muy altos, que la hacen estar casi a la altura de Alexis. Se ve muy bonita. Bueno... Keila es muy hermosa. Siempre.

Volví a ver. Volví a ver si solo era una ilusión. Pero no, es real... Alexis está vestido formalmente. Con algo que no son busos ni polerones de deporte. Me reí, me reí y puse nervioso. Sentí como mi corazón se aceleraba. Es que... se ve...

Raro. Pero muy bien. Realmente guapo... mucho... es Afrodita hecha hombre... Y todos, bueno no todos, pero muchos chicos y chicas se le quedaron viendo. Es que quien no.

Desgraciado... desgraciado y esplendoroso diablillo.

Mier... siento como si mi cuerpo se abrasara... con tan solo mirarlo, por tan solo... imaginar...

Pase una gran cantidad de saliva que se había acumulado en mi boca. Llegaron a la entrada y Boris me saludo. Iba a ofrecerle si quería ponerse algo, pero paso directo a la mesa donde hay bocadillos y bebidas. Keila por su parte, se emocionó mucho e hizo la cola que hay para que Mikeala te haga uno de esos maquillajes.

Me tiro el lóbulo de la oreja y me sobresalte. Gire, lo mire y me sonrió. Osadamente y de improviso, me beso en la mejilla. Me dio una puntada en el pecho...

Otra vez esa colonia, ese olor. Sus ojos con ese resplandor áureo pasmaron mi noción del tiempo, de mi ubicación, me hicieron llegar a la conclusión de que no hay nada que me encante más en el mundo. Nada. Porque son fríos, son achinados, son alargados y pareciera como si estuvieran delineados. Como los de un faraón egipcio. Como los de un felino a punto de cazar, con el iris encogido. Son fluorescentes. Son sensuales y atrapantes. Me generan temor, pero a la vez me generan esa sensación de... lividez...

Que siendo honesto...Alexis me provoca desde el día en que llego a tutorías y se sentó bruscamente en la silla, frente mío, comiéndome con la mirada.

-Hola... uhm... ¿quieres alguna calcomanía, una pulsera? Yo tengo estrellitas -le dije nervioso, y me toqué los pómulos, alardeando mis estrellitas a cada lado. Empecé a escarbar en la caja buscando esas calcomanías.

-No gracias, tengo esto -dijo y sonrió, miré lo que está en sus manos y asentí, sonriendo sin separar los labios. Prendió y se puso una diadema con cachos rojos de diablo en la cabeza.

-¿Tienes estrellitas? -le pregunte.

-No.

Le pegue una en su pómulo derecho y él sonrió.

El rato paso, chicos y chicas siguieron llegando y a Mikaela se le acabaron las pinturas. Están todos mirando hacia el escenario, puesto que van a dar los reyes del baile de este año.

No puedo explicar esto o yo siquiera entenderlo, pero ganaron Keila y Boris. Deduje que Keila se inscribió con él.

Narra Alexis:

-¡Anda! -le dije a Boris, sin poder dejar de reírme, está en shock, no entiende nada. Reaccionó y se dispuso a subir al escenario, pero lo tome rápidamente del brazo-. Sácate eso -le dije y le saqué su abrigo café de vagabundo. Corrió al escenario y los coronaron. Con Rodrigo estamos cagados de la risa, Boris es un payaso. Definitivamente.

Los siguieron aplaudiendo y Boris tomo de la cintura a Keila y echándola hacia atrás, le planto un beso de telenovela. Causando más risas y más aplausos.

El director dio un aburrido discurso y las luces se prendieron a normales y no a neón.

-Este año agradecemos a los segundos por este hermoso baile. Y sobre todo al equipo de decoración -dijo el director y aplaudí fuertemente. Keila y Boris bajaron del escenario y llegaron a nuestro lado con Rodrigo. También, y de sorpresa, llegaron a nuestro lado Isaac y Anabelle.

Narra Mateo:

Seguí aplaudiendo y Mikaela también. Pensé que nadie lo diría...

-Les invito a subir al escenario.

Si... yo creo que no... se ve muy bien desde aquí atrás. ¿Aparte que pasa si sigue llegando más gente?

-Hay... que ir -dijo Mikaela nerviosa. Lucy y Lulu ya están arriba...

¿Nadie se va a dar cuenta si no voy verdad?

-¡Mateo! -dijo el coordinador Carlos, lo mire y sonreí, negando con la cabeza-. Ven -dijo y me tomo del brazo, me sobresalte y sonroje al instante. Me arrastro hasta el escenario y me paralice. Tantas personas viendo... es simplemente una tortura.

Listo. Ya subí. Ya aplaudieron. ¡YA FUE! Voy a bajar.

-Tome señorita -dijo el director a Mikaela y prácticamente le tiro el micrófono.

-Ah... ¿q-que...? -balbuceo Mikaela nerviosa y le indicaron que hablara.

-¿Cuál es su nombre? -le pregunto el director.

-Mikaela -dijo ella. Dios... esta temblando como un chihuahua.

-Un aplauso para Mikeala -dijo el director y escuché y vi como Isaac le silbo desde abajo, a Anebelle aplaudiendo muy entusiasmada y a los chicos también. Y al resto de la escuela... aplaudiendo vagamente.

-Gracias -dijo ella tímidamente y miro al director, que no tiene ninguna intención de volver a tomar el micrófono, miro para todos los lados, y el director le asintió con la cabeza-. Ah... ahora mi compañero Mateo va a decir unas palabras -dijo y me paso el micrófono.

-N-no, no, no... -dije ya en la cúspide de mis nervios.

-Ve -escuche que dijo Lucy desde atrás y me dio un pequeño empujoncito.

Tome el micrófono con ambas manos y me acomode los lentes. Siento mi cuerpo quemándose... siento un nudo en el estómago horrible... Hablar en público...

No es una de las cosas que me salen bien...

Los chicos de la nada empezaron a aplaudir, sobre todo Alexis. Rodrigo silbo en forma de piropo y yo inevitablemente me reí. Todos se les quedaron mirando.

Carraspee la garganta y hable-. Esto... na-nada... solo esperamos que les haya gustado y que sigan disfrutando -balbucee nervioso y sonreí nervioso al final. Cuando termine los chicos volvieron a aplaudir eufóricos y a silbar. Mientras todo el resto de la escuela estaba callada.

No es como que la gente me quiera aplaudir.

-¡Hazme un hijo! -grito Rodrigo y me volví a reír. Le devolví el micrófono al director y escuché como dijo "suficiente" entre dientes.

-Un último aplauso -dijo el director y sus órdenes fueron acatadas.

Baje del escenario y Rodrigo me abrazo con fuerza. Yo solo me reí. Volvieron a bajar las luces y volvieron a ser neón. Nos quedamos mucho rato todos conversando en las gradas.

Bueno yo en estos casos nunca digo nada, solo escucho. La cosa es que estamos todos juntos.

Me llamaron nuevamente a mi lugar en la entrada y suspirando fui. No llega nadie más... absolutamente nadie... pero el coordinador me está vigilando desde una silla al lado de las mesas donde están los canapés.

-Hola -escuche decir... a Angelita. Giré rápidamente y sonreí. Justo estaba empezando a guardar las decoraciones que habían sobrado.

-Hola -dije y la saludé-. Pensé que no vendrías -dije, la noto algo nerviosa...

-Pero vine, eso es lo importante -dijo y yo sonreí asintiendo. Mire a su lado.

Esta del brazo, con un chico... con terno y un peculiar gorro negro y muy holgado.

-El es... Sa-Salomón, mi... primo -dijo Angelita. Yo asentí y volví a mirar al chico.

-Hola -dije amablemente, el me miro.

-¡Mateo! -dijo alegremente y yo fruncí el ceño rápidamente.

-¿Como sabes mi nom...? -no pude terminar, Angelita se exalto.

-Ya, vamos... ¡Llegamos muy atrasados y esto ya debe estar por terminar! -exclamo ella y empezó a caminar, arrastrando a ese chico-. Chao Mateo -dijo y sonrió nerviosa. Se fueron a la mesa de bocadillos y yo me quede confundido, extrañado.

Nunca he visto a ese chico... al parecer el sí a mi...

¿Qué más da? Debo seguir estando aquí, como estúpido. ¡Ahg! ¡Quiero ir al baño!

-No está mirando -escuche susurrar a alguien detrás mío y di un respingo de la impresión.

Narra Alexis:

Lo tomé de la muñeca y corrí, arrastrándolo. Salimos del gimnasio y corrimos por los pasillos, yo me carcajee fuerte. Está desesperado.

Llegamos hasta el baño al lado de la cafetería. Me quedo embobado... hasta el baño está decorado, esta con una luz led neón, y tiene estrellitas en el techo y las paredes que brillan mucho.

Mateo se metió a un cubículo y de un portazo cerró la puerta. Se que quería orinar, lo veía removerse y saltar en su sitio, apretando las piernas. Lo veía desde las gradas.

Salió y suspiro cerrando los ojos. Sonrió y se dirigió al lavamanos. Desde acá se puede oír la bulla y la fuerte música que hay en el gimnasio.

Esa melodía... esa canción la conozco... si... la conozco...

Sonreí, está sonando una canción que me encanta.

Mire a Mateo, está estilando sus manos. Se quedo mirando el techo, poniéndole atención a la canción. Me acerque a él.

-¿Bailamos? -dije y él sonrió.

-Okey -dijo y se acercó a mí.

Esa risita juguetona y esos ojitos achicados, sus manzanitas aperladas... simplemente me encantan.

Tome sus muñecas e hice que pusiera sus manitas sobre mis hombros, yo lo tome de la cintura y empecé a mover mis pies.

-¿Por qué yo soy la mujer? -se quejó haciendo una mueca y dejo escapar una risilla.

-No eres la mujer -dije frunciendo el ceño.

-Pero me tomas como si fuera la mujer -se quejó nuevamente.

Lo solté, puse mis manos sobre sus hombros y sonreí.

-Ven aquí -dijo en un tono burlón y me agarro de la cintura con ambas manos, pegándome por completo a él. Rápidamente. Ambos reímos.

-Esto es lo más raro que hemos hecho -dije y él sonrió achicando sus ojitos.

Me imagino que pensaría alguien que va entrando al baño y ve a dos chicos bailando de esta extraña forma. Que es lo que pasaría por su mente.

Puso sus pies arriba de los míos y creció un poquito. Lo tome de la muñeca y lo gire rápidamente, puse mi mano en su torso y él se sobresaltó cuando apegue su espalda violentamente a mi torso.

Junto con la canción, me acerque a su oído y le cante, susurrando, esa parte de la canción que me gusta tanto.

-Tell me that the dick is all mine...

Mateo se carcajeo fuerte. Ese hermoso sonido de su risa se oyó como un eco por todo el baño. Me reí junto a él.

Si es por hacerlo feliz, si es por hacerlo reír, si es por ver su rostro con esa bella sonrisa... hago cualquier estupidez.

-Alexis... eres un tonto -dijo y se rió. Me mordí el labio...

Mateo... sin darse cuenta se está meciendo de una manera que me está desesperando...

-Mateo... ¿qué fecha es hoy? -le pregunte.

Tardo un poco en reaccionar.

-Uhm... treinta de agosto -dijo, un tanto nervioso.

-No lo olvidaste -susurré en su oído y sonreí. El me miro para atrás y sonrió sin separar los labios, negó con su cabeza.

En ese momento vi esa adorable mirada en sus ojitos brillantes, su piel, que se ve azul, pero que aun así deja ver lo perfecta que es. Y sentí como poso sus manos encima de las mías, yo entendí y relajé mis manos, dejando de apretarlo en el torso.

Ay pendejo...

-Hoy, mi madre, Martina, Federico y Anaís viajaron para ver a mi padre. Mañana es su coronación en la armada, lo suben de nivel, el ultimo nivel -dije y Mateo me miro. Asintió y trago saliva, apreté la mandíbula y clave mis ojos en los suyos-. Y no quiero estar solo en mi casa, ¿te gustaría quedarte por hoy? -termine de decir. Mateo abrió sus ojos y sentí como la tensión se liberó en su cuerpo.

-Uhm... claro, le tendría que p-pedir permiso a mi mamá -dijo y bajo su vista. Yo asentí y lo solté. Saco su celular de su bolsillo y le marco a su madre.

Me empiezo a imaginar lo cómodo que será dormir abrazado a su cuerpo...

Claro; si es que dormimos.














Muchas gracias por leer. Muchas gracias por la 6K, ¡estoy demasiado feliz! Haré lo posible para sacar el próximo capítulo en la noche.

No olviden votar y comentar.

💓💓💓

-Dolly

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top