44 "Control de ira"
Narra Mateo:
El agua está muy tibia, no es tan hondo y el agua es tan limpia que hasta puedo abrir los ojos debajo del agua, ya que tampoco es salada.
Estaba en la cúspide de mi felicidad cuando sentí algo que hizo parar mi corazón.
Me toqué mi entrepierna y noté como estaba totalmente desnudo. Me agache rápidamente, dejando solo mis ojos a la vista y mire hacía todos los lados. Menos mal nadie se ha dado cuenta.
Apunto de llorar nade sigilosamente a una parte de las rocas, donde hay una cueva muy escondida. Tragué saliva y me agarré el cabello con fuerza, desesperado.
Estoy en shock, no sé qué hacer, realmente no sé qué hacer. Podría llamar a los chicos... ¡pero estoy muerto de vergüenza!
¡Ahg! ¡¿Por qué a mí?! Esto... ¡¿de verdad está pasando?! Dios, ¡¿DE VERDAD ESTA PASANDO?! ¡¿Tanto me odias?!
—No, no —murmuré.
¡¿QUÉ HAGO?! No veo la dichosa prenda por ninguna parte, no es como que tenga un traje de baño extra... No... No quiero morir aquí...
Narra Alexis:
—¡Alexis son geniales! —dijo la emo muy emocionada. Mirando mis tatuajes. Sonreí y le tiré agua. Se pico y empezamos una pequeña lucha.
Mire el cielo, esta hermoso, pero... Note, y no veo a Mateo.
Me puse serió y empecé a buscarlo con la vista. No esta. Ni en el agua, ni en el puente, ni debajo del quitasol en la orilla. Simplemente no está.
—¿Oye y Mateo? —le pregunte a la emo. Se paro de reír y me miro. Miro a todas partes he igual que yo se preocupó.
Lo empecé a buscar, pero nada. Fui a la otra parte del lago. Pero tampoco, nada, no está en ninguna parte. Mi corazón se empezó a acelerar. Si le pasa o pasó algo... Me muero...
¡¿Y si se ahogó?! Ay mierda... ¡¿Mateo donde estas?!
Volví con los chicos, que lo seguían buscando y llamando. Doble por una parte de las rocas y lo vi. Lancé un hondo suspiró y fui. Esta en una cueva, solo le puedo ver la cabeza y como tirita.
—Mateo, ¿dónde te habías metido? —le regañe serió. Volteó a verme y se sobresaltó. Fruncí el ceño y lo miré. Esta temblando— Mateo... ¿Estás bien? —dije preocupado y me acerqué más.
—Si... Ósea n-no, es qué... Se... Se me salió el traje de baño —dijo y se puso rojo como tómate. Bajo su vista y yo no pude evitar sonreír enternecido.
—Ay... Mateo, nos preocupaste —dije y él se alejó un poco de mí. Me miro hacia arriba y trago saliva—. No te preocupes, ya vuelvo —le dije y sonreí. Sali de la cueva rápidamente y volví con los chicos.
—¡¿Lo encontraste?! —pregunto Kei histérica, yo les asentí e igual asintieron y suspiraron. Sonreí y miré para todos los lados, buscando aquel traje de baño. Busque bajo el agua, llegando hasta el fondo. Pero nada...
Decidido a ir a buscar una toalla o mi otro traje de baño caminé hacía la orilla, pero justo lo divisé en la orilla. Su empapado traje de baño rojo agarrado a un palo del puente. Lo agarré rápidamente y llegué en un santiamén a la cueva. Nadie se dio cuenta. Lo vi, esta igual, temblando y avergonzado. Sonreí y me agaché, me acerqué lentamente, el esta sin darse cuenta.
—¡Mateo! —dije y él se sobresaltó. Me miro furioso y yo solo me reí.
—¡Idiota! —dijo enojado y me arrebato el traje de baño.
Narra Mateo:
Me lo puse y por fin, me pare, suspire y lo volví a ver...
Diosito... Esta sin la polera... Recuerdo esa noche en su pieza, solo pude mirarlo como dos segundos, pero ahora puedo hacerlo en todo su esplendor...
Tragué saliva bajé mi vista.
—Gracias —dije y él sonrió, se acercó y me alejé un poco. Me volví a subir el traje de baño—. Me queda un poco grande —dije y me reí nervioso.
—Tienes que amarrártelo así, mira —dijo y se acercó más a mí. Me tomo de las caderas y me acerco a él, me levanto un poco y tomo los cordones de mi traje de baño en la parte de atrás. Los jalo e hizo que mi cuerpo se pegará al suyo. Sentí un bochorno y me estremecí, al sentir... Su cuerpo mojado y caliente, los músculos duros y marcados de su torso y sus fuertes brazos sujetándome firmemente. Hizo un nudo y me sonrió.
Dios... ¿Por qué...? ¿por qué tiene que ser tan atractivo?
Ese maldito vídeo, después de ese vídeo que vi estoy nervioso. Y ahora más que nunca lo estoy recordando... Pero... Alexis y yo, el... Bueno... Siempre son besos y abrazos...
—Ya está —dijo y me soltó. Salí de mis pensamientos y tome aíre.
—Gra-gracias —dije y bajé mi vista. Me tomo de la mano y salimos de la cueva. Volvimos donde estaban los chicos jugando, yo me apoye en el puente y me quede tranquilo, no me moveré. No correré peligro de que me vuelva a pasar.
Alexis... Es tan blanco, tan alto y tiene ese cuerpo tonificado, tan natural...
Vi cómo se acercó y me sonreí sin mostrar los dientes.
—¿Tienes hambre? —me pregunto y froto mi cabello. Yo me encogí de hombros y le sonreí frunciendo los labios.
Levanté mi vista a su torso y sonreí nuevamente.
—El panda —dije y con mi dedo índice toqué su costilla, es un dibujito muy tierno, a decir verdad. Alexis se rió y yo le sonreí.
—El corredor —dijo y tomo mi mano, hizo ponerla en su pectoral izquierdo y sentí lo duro y a la vez suave que es. Lo miré a los ojos y bajé rápido la vista. Toqué su hombro, viendo esas flores... Ese árbol con pequeñas flores...
—Este es muy hermoso —dije y él sonrió.
—Aquí me voy a tatuar Mateo —dijo y toco su cadera izquierda. Abrí los ojos como platos y rápidamente negué con la cabeza. El solo se rió y yo sonreí.
—Tonto —dije y lo miré por un instante.
Quise... Quise mantener la vista, pero me es imposible, no puedo...
Después de un rato salimos del agua. Fuimos a nuestra carpa y luego a los baños. Me metí a una regadera y me duché muy bien, me fui a cambiar ropa y salí. Los chicos también se han bañado y estamos todos vestidos, no sé si decir formales, pero si muy ordenados y con prendas para la ocasión. Fuimos a la mansión, donde esta toda la escuela, harán una charla y luego nos darán comida.
La charla fue muy aburrida. Ahora se puede comer, es un tenedor libre y es un gran salón, acomodé el cuello de mi camisa y me pare. Angelita me pidió que le llevara más arroz...
Llegué a la parte de sacar comida y tomé un cucharon colgado en una pared. Giré, pero choqué con alguien, lo miré y sentí un escalofrío.
Es Max... Hace mucho no lo veía... Me miro de pies a cabeza y yo volví mi vista al frente nervioso.
—¿Te puedes apurar? —murmuró enojado y yo sentí otro escalofrío. Torpemente serví arroz en el plato, luego me quede pensando, intentando ignorar la penetrante mirada de Max, tomé unas pinzas y me dije que tal vez comería algunas papas, oí como Max suspiro—. Oye enserio, ¿te puedes apurar? —dijo levantando la voz. Uno de los camareros nos miró y muchas personas también.
Sentí un nudo en la garganta... Estoy harto de los abusivos... De los malditos que se creen capaces de tratarme así...
—Tu ten un poco de paciencia también, ¿tan hambriento estás? —dije enojado he inmediatamente arrepentido. Bajé la vista nervioso y vi cómo se puso rojo de irá. Yo lo miré y quise llorar, pero fui fuerte. Tomé mi bandeja y me volví a la mesa con los chicos. Supe que Alexis me había estado mirando y estaba serió mirando a Max.
—¿Qué paso? —me pregunto con el ceño fruncido y serió. Yo negué con mi cabeza y fruncí los labios.
No entiendo que es lo que tiene ese chico con molestarme. Pienso... Si alguna vez Alexis se entera de lo que paso esa vez en los camerinos... Se volvería loco...
Narra Alexis:
Max. Creí que estaba muerto, pero no. De hecho, se ve más vivo que nunca. Nadie le habla, absolutamente nadie, no ha dejado de mirar a Mateo en todo el rato, sé que Mateo se da cuenta, está nervioso y asustado.
Entiendo el miedo que le tiene, el temor y ese trauma cuando lo molestó, pero... Nunca le llegó a hacer nada, bueno... Mateo es muy sensible, pero yo siempre lo cuidé... Por eso, no entiendo por qué le teme tanto a ese idiota...
—Mateo —dije bajo, cosa que solo el escuchara, me miró y asintió, está temblando— ¿qué pasa? —dije preocupado y afligí mis cejas, acaricie su cabello y sus ojos se llenaron de lágrimas, acomodó sus lentes y bajo la vista—. Ya no está, no te preocupes —le mentí. Me miró y miro hacia los chicos, ellos están conversando con Rodrigo y su novia. Me volvió a mirar— sabes que puedes contarme lo que sea, ¿sí? —dije suavemente y bese su cien. El suspiró y se froto los ojos.
—Si te cuento... ¿Me prometes que no harás nada? —dijo tímidamente. No le puedo prometer eso... Pero ya en la cúspide de mis dudas, curiosidad y preocupación solo asentí.
—Es que... ¿Tu recuerdas ese día que te sacaste un nueve como a tres? —dijo y yo fruncí el ceño. Lo recordé y asentí— ese día... Yo tenía educación física y la cosa es que estaba en los camerinos, sólo, y llego... Llego Max y me empezó a molestar... —dijo y sentí como mi cuerpo se empezó a tensar de ira. Ya imaginando las peores cosas— y... Se puso raro y... En un momento hasta pensé que quería be... —balbuceo poniéndose rojo.
Mis dientes chirriaron. No sigas Mateo...
—Besarme —balbuceo y me miro, luego bajo su mirada rápidamente. Pasaron diez segundos en los que no reaccione.
—¿Lo hizo? —le pregunte.
—No, pero se pegó tanto a mí que igual toco mis labios —dijo, y me lo imagine...
Bote aire y me pare rápido, pase a empujar a una camarera y me alcanzo a agarrar para que no me cayera—. Cuidado —me dijo preocupada.
—Alexis... —dijo Mateo desesperado, me sujeto los brazos, pero me zafe rápidamente.
—Necesito estar solo... Ya vuelvo.
Me fui rápido hacia los baños de esa mansión, llegue y suspire. Giré y me vi en el espejo. Mis ojos rojos, la cara roja, los músculos tensados y mis nudillos blancos por la presión que hago al apretar los puños.
Recuerdo ese día, yo andaba más feliz que nunca, en tutorías él estaba nervioso y yo no entendía que le pasaba esta vez... Ya que últimamente estaba acostumbrado a que actuara raro. En ese tiempo yo no quería reconocer que estaba loco por el... Por una razon que hasta el día de hoy tengo. Temo hacerle daño, temo que sufra...
Todo este tiempo pensé en que lo había cuidado, pero esto me deja claro que no...
Lance un suspiro. No puedo parar de imaginar... No puedo siquiera creer que ese maldito lo llego a tocar. Me decepciono de mí, todo este tiempo lo callo, seguramente porque temía a como reaccionara...
"Controla esa ira Alexis, respira profundo y entiende que la violencia no soluciona nada".
Recuerdo las palabras de la psicóloga, me atendía justamente por eso... Pero no puedo...
Me agarré el cabello con fuerza y suspiré.
Narra Mateo:
Por fin salió y lo vi de nuevo caminando a nuestra mesa. Suspiré aliviado, pero hice una mueca. Esta serio y parece enojado, muy enojado.
Los que quisieron se quedaron en la mansión, seguir comiendo y así. Otros chicos y chicas volvieron al lago. Keila, Boris y Angelita querían seguir ahí, yo la verdad no sé qué hacer. Alexis se paró y se fue. Yo bajé la vista e hice un puchero. Suspiré y fui al pueblito, recorrí unos callejones con artesanías, una calle llena de verdulerías y muchas personas disfrutando de sus vacaciones.
Yo con las manos en los bolsillos camino lento y con la cabeza gacha. Triste, arrepentido, de muchas cosas...
Llegue a un puesto donde están vendiendo muchas frutas y me quede mirando a la señora que atiende, me sonrió adorablemente y yo igual le sonreí.
—¿Buscas algo hijo? —me dijo y se paró de su silla, es una anciana bajita y arrugada, muy tierna. Sonreí y suspire, me quede viendo unos damascos, unos damascos demasiado lindos.
—¿Cuánto valen los damascos? —pregunte y me lo dijo, por un kilo. Hice una mueca y le indique que me esperara, saque mi billetera y vi el poco dinero que ando trayendo.
—Mmm... —dije y sonreí, haciendo una mueca. Ella entendió y solo sonrió.
—No te preocupes, en esta temporada llegan muchos damascos, te los regalo —dije y abrí los ojos. Sonreí ampliamente.
—¿Enserio? Muchas gracias, muchísimas gracias —dije muy alegre. Ella se rió y tomo una bolsa transparente, empezó a echar los damascos, muchos. Mi corazón salta de alegría.
Me los dio, me quede conversando con ella, eso de no conversar con desconocidos me vale, realmente no quiero pensar nada ente momento. Por un momento olvide todos mis problemas, absolutamente todos. Luego me despedí, me dio un cálido abrazo y dijo que me estaría esperando la otra primavera.
Me regalo una adorable sonrisa y me fui. Volví con los chicos, están en el mismo lugar. Me vieron y fue como si saltaran de alegría.
—Miren, tengo duraznos —dije y se los enseñé.
—Si, lo sabemos —dijo Angelita y levanto sus cejas jugando. Le pegue en la cabeza suavemente y se rio. Yo rodé los ojos y sonreí.
—¿Donde esta Alexis? —le pregunte a Keila en volumen bajo, ella hizo una mueca y me acaricio el cabello.
—Dijo que quería estar solo —dijo y yo asentí. Baje mi vista y suspire. Empezamos a comer duraznos y me arrepentí de habérselos enseñado, se los empezaron a devorar.
A Alexis se le pasara su enojo... Espero...
No olviden votar.
💓💓💓
-Dolly
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