35 "Mateo tortura a Alexis"
🔴ADVERTENCIA🔴: Capítulo con contenido sexual explícito.
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Martes, primer receso, castigados sin salir. A un idiota se le ocurrió la brillante idea de ponerse a pelear con el profesor de matemáticas. Simplemente no hay forma de que ese viejo sea amable, es imposible. ¿Qué es lo que ganamos?, esto. Ese idiota, es mi mejor amigo, Boris, te quiero un montón, pero henos aquí. Lo peor es que quiero orinar.
Cuando ya quedaban como tres minutos para que acabara el receso, nos dieron permiso de salir justamente para eso, ir al baño. Yo quería ver a los chicos, sobre todo, a Mateo.
Segunda hora, mucho desorden, la profesora no ha venido y el coordinador Carlos vino a "cuidarnos", se supone que iba a quedar a cargo con unas guías, pero nos dejó libre, sin pasar los limites obviamente. Estamos con Boris parados, conversando con Rodrigo muy aburridos.
—Ya —nos dijo el coordinador, bostezando—, ustedes vayan a sentarse —nos ordenó.
—Estamos tranquilitos —dijo Boris haciendo un puchero, yo me reí.
—No, después llega el director y a mí me llaman la atención —dijo el coordinador, frustrado, yo sonreí y Boris se fue cabeza gacha a sentarse con Kei.
—Alexis, ya pues —dijo, yo sonreí divertido. Vi hacia el mueble a mi lado, lo abrí y saqué una escoba.
—Yo estoy barriendo —dije sonriendo. Empecé a realmente hacerlo, me miró y sonrió de lado negando con la cabeza. Volvió su vista a su netbook, se agarró el cabello con fuerza y suspiró.
—Ahí te falta —dijo Kei desde su asiento, apuntando con su barbilla frente a su puesto, nos reímos, mientras siento como la bulla se hace cada vez más fuerte.
Narra Mateo:
Vi por la ventana a mi izquierda, no estamos haciendo nada, ya terminé los ejercicios de la guía, me los corrigieron y pues estoy libre. Hay demasiado ruido, creo que fui el único que realmente hizo los ejercicios.
De repente alguien tocó la puerta, y entró un chico por esta misma—. Permiso profe, el coordinador busca a Mateo Zúñiga, pegunta si lo puede sacar un ratito —dijo el chico, y rápidamente vi a mi profesora.
—Vaya Mateo —dijo mi profesora y seguido volvió a bajar la vista a su celular. Me paré, salí de la sala, Marco me quedó viendo y yo aparté la vista rápidamente. Seguí al chico por el pasillo, me miró y sonrió amablemente, es un muchacho delgado con gorro de pescador y cabello ondulado, creo haberlo visto con Alexis una vez. Justo noté que nos dirigíamos a la sala del susodicho.
Ay no, yo estoy enojado con él. Recuérdalo, no lo olvides... No lo debo olvidar...
Pasé después del chico, hay un ruido y desorden muy grande en su sala. Inmediatamente me dirigí al coordinador Carlos, que me saludó cordialmente como siempre—. Mateo, ayúdame por favor —dijo indicándome su computador, me acomodé los lentes y al mirar al frente, Kei me saludó risueñamente, luego siguió tomándose fotos con la chica a su lado, y yo seguí prestando atención a lo que me decía el coordinador.
Narra Alexis:
Me he paseado por toda la sala con mi escoba, haciendo todo menos barrer. Llegué donde mi mejor amigo, de repente sentí como alguien me abrazaba por atrás con fuerza y empezaba a frotar mi pecho ágilmente con la palma de su mano.
—¡Alexis! —chilló Rodrigo burlonamente mientras yo me giraba.
—Rodrigo —me reí mientras intentaba librarme de su abrazo con todas mis fuerzas.
—¡Mateo! —me ignoró, y por fin me soltó. Con la mirada seguí por donde se fue y vi a Mateo... Sonreí, ¿cada día es más tierno o qué? Trae unos lentes que hacen ver a sus ojitos más grandes de lo son.
Narra Mateo:
¿Y me dice pendejo a mí? Inevitablemente me reí, ¿qué hacen?
Alexis hoy se ve diferente, pero... muy atractivo. Trae una polera blanca y jeans negros, nunca lo había visto con nada que no fueran busos deportivos.
Rodrigo se acercó a mí, acto que agradecí, no quería seguir embobado mirando a Alexis—. Mateos —dijo rodeando mis hombros con su brazo.
—¿Eres Apus? —dije y reímos. Alexis se acercó y rápidamente miré a lo que me indicaba el coordinador, su problema es muy raro, dijo que como yo sé de estas cosas, me llamó.
—Déjeme ver —balbuceé sentándome a su lado, debe recuperar un archivo muy largo.
Narra Alexis:
Abracé a Mateo por detrás y puse mi cabeza sobre su hombro para llamar su atención. Me alegra y gusta tanto que este aquí. Solo me ignora, no pienso soltarlo, se removió quejoso mientras seguía hablando normal con el coordinador. Miré a Kei, está sonriendo enternecida. Se nota igual de aburrida que yo. Llegó Boris, ya somos cuatro adelante junto al coordinador Carlos.
—¿Puedo verlos? —le preguntó Boris a Mateo, este asintió y le pasó sus lentes, se los puso, se echó hacia atrás y agitó las manos cerrando los ojos con fuerza—. Estas ciego —dijo, y Mateo se rio. Se los devolvió y se los volvió a poner. Giró un poco su cabecita y sentí su oreja calentita rozarme mi helada mejilla.
—¡Dejen que se concentré! —susurró el coordinador. No entiendo cuál es ese problema, Mateo escribe y usa su computadora ágilmente.
Parecía que tanto tecleo daba frutos, pero hizo una mueca y negó con la cabeza—. ¿No lo tiene en otra parte? —le preguntó Rodrigo, y empezó a sobarle rápidamente el pecho a Mateo.
Narra Mateo:
Iba a decir exactamente lo mismo que Rodrigo. Lo escuché gemir agudamente, fruncí el ceño y lo miré, me está sobando el pecho—. ¿Qué haces? —balbuceé confundido, lanzó una carcajada que me sobresaltó y nos reímos. Me volví a remover poniéndome firme y algo tenso, pero Alexis no me soltó.
—Eso estaba pensando —dijo el coordinador Carlos, quien solo ignora sus juegos—, pero es que esta en el computador de la oficina —suspiró—. Lo que pasa es que tampoco sé si va a estar ahí... Y tengo que hacer todo esto —dijo indicando una pila de papeles de la mesa, se frotó la cara abatido. Yo hice una mueca.
—Yo puedo ver si está ahí —le dije, (la verdad, pensé que él me lo pediría). Él asintió sosteniendo su mentón.
Me dio las indicaciones, entendí todo muy bien, menos, y creo lo más importante, saber dónde está su oficina—. Las llaves las pides en dirección, de mi parte obviamente... —seguía diciendo.
—Ya, pero... ¿Dónde queda su oficina? —dije, sintiéndome algo estúpido. Me miró y sonrió.
—¿No sabes dónde queda?
—Yo sé —dijo Alexis.
—Perfecto, tú lo acompañas —dijo el coordinador Carlos, y por fin Alexis me soltó. Salimos de la sala, caminamos hasta la dirección y pedimos las llaves. No lo volví a ver en ningún segundo, me sigo manteniendo firme, ¡debo mantenerme firme y serio!
Mientras caminábamos por unos pasillos del tercer piso totalmente desconocidos para mí, sentí como Alexis tomó mi mano, yo quité la mía rápidamente y él frunció el ceño—. Ay por favor, no hay nadie aquí —dijo, entrecerré los ojos y lo ignoré bien ignorado.
Narra Alexis:
Mateo está muy concentrado en el computador, está muy silencioso aquí, es una oficina con papel mural color crema muy desgatado, unas tristes persianas naranjas y poca iluminación. Lo miré, se ve muy bonito con sus lentes. Ya es todo un nerd.
Lentamente le acaricié el cabello, acerqué mi silla a la de él, quien desde que lo abracé en la sala solo me ignora, no me ha dicho nada, ni me ha mirado. Puse mi mano sobre su rodilla, luego la deslicé hasta su muslo, me acerqué más, acaricié su nuca mientras lo miro fijamente, Mateo se estremeció, se quejó y corrió su cabeza. Miré el computador, que dice cargando archivo, al fin lo encontró, una barrita verde avanza como caracol. Lo volví a ver, no entiendo que le pasa...
—¿Estas enojado conmigo? —le pregunté, me miró, frunció la boca molesto y volvió su vista al computador. Paso así unos segundos, ignorándome.
—Soy un niño bueno, recuerda —dijo seriamente e inevitablemente después de unos segundos reí. Se ve tan tierno cuando se enoja.
—¿No me digas que es por eso? —reí y él me miró indignadísimo, me volví a reír, miré el techo y suspiré, lo volví a ver, sigue con su expresión de indignación—. Vamos Mateo... Solo estaba bromeando —mentí, levantó sus cejas y se ofuscó más aun—. Eres un niño bueno... Que te lo hayas tomado mal es otra cosa —dije burlón y no me pude evitar carcajear al ver su expresión de desesperación y enojo.
—¡¿Podrías ser serio solo una vez?! —me regañó poniéndose rojo de ira, yo me volví a reír, él me pegó en el pecho y se quejó lastimoso, comenzando a removerse desesperado, lo tomé de las muñecas mientras no podía dejar de reír.
Ay, me juré que ya no sería malo con él, lo decepcioné. Me miró, suspiró intentando calmarse y bajó su vista—. Tú... Tú eres él que no me deja hacerlo —balbuceó amurrado, fruncí el ceño—. Tocarte —dijo, tan suave y tiernamente que mi corazón se derritió—. No fue divertido tonto —terminó de decir. Me mordí el labio. Pendejo... cada día me enamoras más. Sonreí, ¿cómo quiere que no le diga así? Justo así, como esta, casi llorando.
—Oye, oye —dije suavemente tomando su barbilla, me miró y afligió sus cejas—, perdón, prometo no volver a molestarte —dije poniendo una mano en el lado izquierdo de mi pecho, sonreí de lado y él se cruzó de brazos.
—No se trata de si me molestas o no... —dijo y se le escapó una sonrisa juguetonamente, sonreí y le hice cosquillas en la cintura.
—Igual te gusta molestarme —dije y le tiré el lóbulo de la oreja divertido, él volvió a sonreír y corrió sus piernas quedándonos frente a frente. Tomé su barbilla, relajé mi expresión y nos miramos, bajó sus ojitos hacia mis labios y abrió su boquita. Mis dientes tiritaron, mis labios y mi lengua se humedecieron. Tan deseoso de él, sé que él igual lo está de mí...
Mierda, los piercings...
—Mateo —dije, pasé mi pulgar por su labio inferior, me miró a los ojos atentamente—, lento, ¿okey? —susurré, se lamió los labios y asintió suavemente.
Nos dimos un beso casto, que formó ese sonido que amo, lo extrañaba tanto. Otro beso, tal y como le dije, lo hicimos lento y muy suavemente. Lo tomé de la nuca firmemente y nos separamos, nuestros labios rozaron, puedo sentir sus jadeos, su aliento... Me dio una corriente por todo el cuerpo y jadeé.
Mi corazón late con fuerza y mi cuerpo está siendo invadido por un calor indescriptible. ¿Cómo es que el puro contacto con sus labios me pone así? Esto es a lo que me refiero cuando digo que me empiezo a sentir peligroso.
Narra Mateo:
Puse mi rodilla entre sus piernas. Separé mis labios, estoy temblando, pero sigo firme. Tragué saliva, le di un beso en la comisura, deslicé mis labios hasta su cuello y le di otro, quise darle otro, pero se corrió hacia atrás, me tomó del cabello y lo tiró, alejándome, me quejé y apreté los ojos. Él negó con su cabeza, me estremecí, esas expresiones que hace...
No, yo soy el que manda.
Puse mi mano en su pierna derecha y la subí lentamente—. Mateo —me advirtió y tomó de la muñeca, pero justo alcancé a llegar a su entrepierna. Sentí calor en todo mi rostro y me bajó una vergüenza horrible. Tomé aire y me decidí.
—Nunca más me vuelvas a decir así... Y ahora no hables —tartamudeé mientras no dejaba de temblar. Esto de ser seductor, definitivamente no es lo mío.
Llenándome de toda la valentía posible, me salí de la silla, me arrodillé en el piso y me acerqué a él metiéndome entre sus piernas, tragué saliva y tomé el botón de sus jeans rápidamente mientras mis pulsaciones ya van encaminadas a un paro cardiaco.
Hey... Mateo —se exaltó por un momento y tomó mis dos muñecas, lo miré, me mira amenazante, pero aun así tiene una expresión de diversión en su rostro. Desabroché sus jeans con las manos temblorosas, mientras en el aire solo se escuchan mi respiración. Acaricié el borde de su bóxer, y levanté un poco su polera, descubriendo su blanca y hermosa piel.
Narra Alexis:
Negué con la cabeza, ¿Qué cree que hace? Miré la puerta, mi alrededor, intentando buscar la forma de no enojarme. A ver... de nada me sirve reñirle, pero si simplemente lo dejo estoy segura que tendrá uno de sus adorables cambios de conducta, y ya, todo se habrá acabado. Inclusive, es entretenido, quiero ver hasta dónde llega. Puse mi codo en el escritorio y apoyé mi cabeza con mi mano. Lo volví a mirar, esta avergonzado y nervioso. Sé que no lo hará.
Pasó su mano un poco más debajo de la cremallera y apretó suavemente, me miró hacia arriba, levanté una ceja, él bajó su vista rápidamente, yo sonreí ladinamente. Bajó el cierre lentamente, tragó saliva y abriendo aquel espacio de los jeans apretó nuevamente, se acomodó sus lentes y apoyándose con un mano en mi pierna se acercó más a mí. Respiré profundamente, eso no... Pendejo... ya es momento de que pares. Acercó su boca y pude sentir sus cálidos jadeos, tensé mis piernas y tragué saliva. Sentí una corta, pero fuerte ola de calor, provocada por el primer indicio de excitación.
Narra Mateo:
¿Qué...? ¿Qué estoy haciendo?... Dios mío, ay... ¿Por qué soy tan...?
Estoy... muy excitado, y ya no puedo controlar mi respiración, pero sé que necesito demostrarle que soy fuerte... No, a mí mismo.
Lo hice. En un movimiento rápido solo lo hice, saqué su... cosa, y abriendo mi boca la metí en ella. Mientras la deslicé por mis labios no pude evitar apretar los ojos con fuerza, poco tardé en dar una arcada, sacándolo de nuevo, gimiendo después del acto, tosí y puse una mano en mi pecho, respiré profundo y volví mi vista al frente. Tomé la cosa de Alexis con mi mano y la miré, es muy grande, ni siquiera esta erecto, pero sí caliente.
Okey, segundo intento.
Narra Alexis:
Estaba tan ocupado en no perder la cordura, que al sentí pasos rondando la oficina mi corazón se paró por completo. Mateo respingó y se puso debajo del escritorio, que es tapado por delante y en los costados por cajones. Corrió la silla con ruedas donde estoy hacia adelante de este, quedando muy apegado al escritorio. Suspiré e hice como si mirara el computador.
—¿Pudieron? —preguntó el coordinador entrando a su oficina. Lo miré tranquilamente y apoyé mis brazos en la mesa.
—Sí —respondí, por suerte, muy normal.
—Maravilloso, oye... ¿Y Mateo? —preguntó y abrí mi boca para hablar, pero sentir uno manita acariciar la punta de mi miembro me desconcentró.
—Es que n-no se aguantó de ir al baño —dije, al final con una sonrisa. El coordinador asintió y se acercó al escritorio. Volví a apegar mi cuerpo a este y tomé aire, rocé mis dedos en mis labios y me dio un espasmo, apreté la mano derecha y apreté los ojos. Pendejo de... No aprietes tan fuerte...
—¡Es un milagro! —exclamó el coordinador sonriendo al final, levanté las cejas y asentí. Váyase por favor... —. ¿Entonces cuando cargue va a estar listo?
—Sí —dije roncamente sin poderlo mirar. De esta Mateo no se salva.
—¡Ya! No saben cómo les agradezco, en cuanto esté listo se van a sus salas —dijo antes de irse. Me corrí con la silla rápido y di un hondo suspiro llevándome las manos a la cabeza.
Narra Mateo:
Tuve un mini infarto, pero el coordinador Carlos ya se fue. Tragué saliva, gateé hasta Alexis de nuevo, se ha corrido con la silla, nuevamente tomé su cosita, está más grande, más dura... y palpitante en mi mano. Sigo con esa sensación de miedo, la terrible vergüenza y nerviosismo, pero a la vez... estoy muy excitado. Solo quiero hacerlo sentir bien, como él me hace hacer sentir a mí.
—No es necesario que lo hagas Mateo, ¿vale? —dijo seriamente, bastante molesto, sus palabras hubieran sonado muy amables, sino no las hubiera dicho tan duramente. Apreté mis ojos y negué con la cabeza. Si empecé algo, lo terminaré.
Lo metí en mi boca de nuevo, y llegué como hasta la mitad, intenté hacer esto dos veces, pero fue inútil, tosí y de nuevo mis ojos se aguaron. Me acomodé los lentes y miré mi entrepierna. Hasta el momento ha estado inmóvil. Yo... gimo, gimo fuerte, siempre que él me toca. Lo estoy haciendo mal... Soy un fraude haciendo esto, no puedo meterlo entero en mi boca... ¿Qué hago?
Piensa Mateo... Tal vez si... Quizás así...
Tomé su cosa con mi mano lentamente, y lentamente deslicé mi mano por toda su húmeda extensión mientras acerqué mi boca a la cabeza. No pude ni fui tan atrevido, pero chupé un poquito esta, cerrando mis ojos. Cuando me faltó el aire, salió por sí solo de mi boca, y se oyó un "pop", me alejé dejando un hilo de mi baba...
Pero nada, ni una sola reacción, ni un misero sonido. Fue horrible sentirme tan... tan bien por un segundo. Bajé mi vista con vergüenza y arrepentimiento. Él me advirtió desde un principio... Ay, que tonto soy.
Subí mi vista y me paralicé por un momento. Alexis está muy rojito, tapándose la boca mordiéndose el dedo índice, con su mano en puño, temblando y mirándome fijamente. Separé mis labios con impresión y volví a sentirme bien... Muy bien... Impulsivamente sonreí... Creo que le gusta—. ¿Te gusta? —pregunté tímidamente mientras volvió a pasa mi mano en capullo por toda su cosita. Él suspiro y mordiéndose el labio negó con la cabeza. Asintió y me chasconeó el cabello, yo reí y volví a la contienda, pero antes, arrodillándome lo agarré de la polera y jalando un poco esta le di pico en la boca. Pasé saliva y volví a bajar.
Narra Alexis:
Ya no puedo más, me va a volver loco. Lo volví a ver, directo a sus ojos, esa mirada hacia arriba es encantadora, imposible de ver como algo pervertido. La verdad, y de todo corazón, deseo que se detenga, pero estoy cegado y ya, demasiado caliente para detenerlo.
Cerré los ojos con fuerza y me removí en la silla, echando mi cabeza hacia atrás, gruñí... Su boca es húmeda, y su lengua áspera, Mateos es torpe y brusco en todo, pero se siente jodidamente delicioso. Tomé su cabecita y acaricié su nuca volviéndolo a ver, ladeo y apoyó esta en mi muslo derecho, mientras tomaba aire, le acomodé los lentes. Tomé mi miembro y lo lamió, desde abajo hacia arriba. Apreté los dientes y un sonido ronco salió desde mi garganta. No termino de entender cómo pasó esto, como es que sabe... Ay, se me olvida que mi Mateo es un travieso.
Esta tan caliente y tembloroso, eso es lo que me encanta, no importa lo que esté haciendo, sigue siendo mi adorable pendejo. Nunca nadie cambiará eso, nunca.
Nuevamente metió mi miembro en su boca, queriendo otra vez llegar al fondo, pero obviamente le cuesta mucho, y pone una expresión que me hace preocupar y desesperar—. Hey... Está bien, ya está bien —dije suavemente, intentando hacerlo entrar en razón. Sacó mi pene de su boca y tosió, acaricié su cabeza, no quiero que se sienta mal al hacer esto... El negó para sí mismo, lo volvió a meter, y gemí devastado—. Mateo por favor —dije entre dientes, pero no dio tregua. Empezó a hacerlo muy rápido, mientras daba arcadas y uno que otro quejido... Torturándome con esos indecorosos sonidos—. Mierda... Mateo me voy a correr.
Solo siguió, sentí el éxtasis aproximarse y gemí fuerte, sin poder contenerme. Solo lo vi ahí y... mi lado, ese lado que estuve controlando todo este tiempo salió por unos segundos. Gruñí y enterrando mi mano en su cabello con fuerza, lo hice tragar mi miembro entero, llegando a lo más profundo de su preciosa y exquisita boca. Lo que me detuvo, fue ver una gruesa lágrima deslizándose en su pómulo.
Terminé, y no me alcancé ni a dar cuenta cuando se tragó todo mi semen, seguido tosió y se abrazó a sí mismo, asustado—. Mateo —dije parándome de la silla, lo levanté y abracé con fuerza, él escondió su cabeza en mi pecho. Yo, sintiéndolo así, tan aferrado a mí, me enamoré otro poquito más de él.
Levantó su vista. Pasó su pulgar por su comisura limpiando un poco de mi semen. Lo chupó y volvió a aferrarse a mí.
Mierda... Mierda Mateo...
Muchas gracias por leer, no olviden votar y comentar.
💓💓💓
—Dolly
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