32 "Snake Bites"

Son exactamente las dos de la tarde, voy saliendo de mi casa, me juntaré con la emo a las dos y media, voy justo a la hora.

Llegué al centro comercial un poco más temprano de lo acordado. Finalmente vi a Angélica, quien trae un vestido color crema, se ve muy hermosa, como siempre.

—Hola —me saludó, y me dio un beso en la mejilla poniéndose de puntillas.

—María Angélica —digo molestándola, sé que odia que le digan así. Ella solo rodó los ojos.

—Hace calor —dijo, yo asentí. Empezamos a caminar al estudio donde se hará el tatuaje, donde yo me he hecho dos de los que tengo ahí. Sin dudas el mejor lugar. Me saqué el polerón y lo guardé en mi mochila.

Llegamos—. ¿Estás bien? —le pregunté a mi amiguita, está tiritando.

—Sí, es que estoy emocionada —dijo sonriendo. Levanté mis cejas. Abrí la puerta y pasamos. Caminamos por un estudio donde hacen piercings y al finalizar aquel pasillo llegamos a la parte donde tatúan.

—Hola —nos dijo muy amablemente la chica recepcionista, de lentes redondos y cabello rojo. Nosotros la saludamos—. ¿Tú eres la chica que nos escribió en la mañana? —le preguntó a Angelita. Ella asintió rápidamente.

—Ya, ¿trajiste el permiso de tus padres? —le preguntaron otra vez.

—Sí, sí... Tome —dijo ella pasándoselo, lo ha traído bajo el brazo todo el rato.

—Perfecto —dijo la chica de pelo rojo. Yo me quedé viendo la pared, hay unos dibujos muy sombríos, son todos muy hermosos.

Volteé de nuevo. La emo y la chica de pelo rojo ven lo que se tatuará. Fruncí el ceño al verlo, la chica asintió y tomó la hoja que le ha pasado la emo. La chica entró en un cuarto abierto y quedamos solos.

—¿No que te ibas a hacer un gato? —le dije, la hoja que recién tenía la chica tenía un símbolo, un símbolo muy extraño. Parecido al de su collar. Me miró.

—Es-es qué... —dijo, parece nerviosa—. Es que quiero ese ahora.

—Ah... Es muy bonito —dije, ella asintió y sonrió—. ¿Dónde vives? —le pregunté, empezando a conversar con ella, para que no esté tan nerviosa.

—Hace muy poco me mudé —respondió—, en ese edificio, donde está la guardería, donde el otro día fuiste a buscar a Anaís, ¿recuerdas? —dijo y yo instantáneamente recordé.

—Es cierto, es cierto... ¿Entonces trabajas de niñera en las tardes?

—Ciertamente —dijo y sonrió efusivamente.

Seguimos conversando, de nuestras vidas y trivialidades.

—Ya, está listo —dijo la chica desde el cuarto. Fuimos y entramos.

—¿Él es tu novio? —preguntó la chica sonriendo.

—No, él es mi amigo —dijo Angelita abrazándome el brazo y sonriendo.

—Es como mi hermana pequeña —dije, poniendo mi codo en su hombro y sujetando mi mentón. Es incluso más baja que Mateo.

—¿Te duele? —le pregunté a la emo, se está mordiendo el labio, la han empezado recién a tatuar. Me miró y asintió. Yo estoy sentado, hablando con Kei. Puse la cámara, Angelita se dio cuenta, levantó su pulgar y sonrió hacia ella. La chica tatuadora, de pelo rojo, también se dio cuenta y se detuvo por un momento, miró a la cámara, levantó su mano e hizo el signo de la mano cornuda. Nos reímos y tomé la foto. Luego volvió a lo suyo, muy concentrada.

Le envié la foto a Kei.

Mi bebé 😽😽😽

Sonreí y bloqueé mi celular. Me paré, miré a la emo, vi el extraño símbolo en su brazo, que aún está morado y recién se empieza a rellenar con negro. Le indiqué que saldría y asintió. Salí y empecé a ver de nuevo los cuadros en las paredes, quedando maravillado otra vez, estoy seguro de que a Kei le encantaría verlos.

Caminé más y llegué a la zona de piercings. Hay dos chicos sentados, que me vieron y saludaron. Vi el cartel en una pared, mostrando los piercings que te puedes hacer en la lengua y a un lado los de los labios. Unos llamaron mucho mi atención: "Snake Bites"

Me mordí el labio y tuve la horrible sensación de querer algo en aquel preciso momento. Seguí viendo la imagen sonriendo como idiota.

Uno de los chicos llegó a mi lado lentamente, y se quedó viendo el cartel conmigo.

—¿Tú haces los piercings? —le pregunté.

—Sí, ¿te gusta alguno? —me preguntó. Achiqué los ojos y se lo indiqué, noté que él tiene los mismos. Seguimos conversando, le pregunté el precio, los cuidados, realmente ya me parece una idea genial.

—Nunca perforamos sin una cita previa, pero ya que estas aquí... —me propuso y yo asentí, quise decir de una vez el sí, pero aun debía pensarlo.

—Mmm, lo pensaré —dije y él asintió. Volví donde Angelita y me quedé en el marco de la puerta. Ella me miró atentamente, mientras aun, con el ceño fruncido, estoy sumergido en el dilema.

—¿Que? —dijo mirándome extrañada.

—Estoy pensando seriamente en hacerme un piercing —dije sonriendo. Ella abrió los ojos.

—¿Cuál? —me preguntó.

—Se llaman snake bites —dije, rápidamente saqué mi celular y busqué en google. Me puse de rodillas al lado de ella, le mostré el celular y ella asintió sonriendo.

—En ti —dijo pensante.

—Te quedarían geniales, a decir verdad —me dijo la chica de pelo rojo. Volviéndose a acomodar la mascarilla y volviendo a su trabajo, debo decir que el tatuaje está quedando genial, justo le esta tatuando una parte roja. Asentí sonriendo. Me mordí el labio.

—¿Pero ahora ya? —exclamó Angelita emocionada. Sonreí y asentí.

—Ya los había visto antes, y me gustaron mucho sí... no... sí... no— ... Tengo plata... —miré hacia abajo y me encogí de hombros.

Quiero y puedo.

...

—¡Tío! —dijo Anaís emocionada cuando entré a mi casa, corrió hacia mí y la tomé en brazos. Me quedó mirando extrañada, mientras camino a la cocina.

—¿Como te fu...? —dijo Martina, luego abrió los ojos como plato, abrió su boca y luego se rio—. ¡Alexis mamá te va a matar! ¡Idiota! —exclamó y se paró desesperada, seguido nos reímos—. A ver... —dijo tomándome la cabeza y echándola hacia atrás—, mierda, ¡están geniales! —susurró mientras ve mis nuevos piercings.

—Mami, dijiste una grosería —dijo Anaís, que sigue mirándome sin entender que pasa.

—¡Mi amor! Perdóname —dijo Martina.

—Tú no la digas Anaís, ¿okey? —le dije, vi sus pequeños deditos acercándose a mi labio. Esta encandilada en esas inexplicables argollas.

—¡No! —dijimos al mismo tiempo con Martina, luego nos reímos, Anaís alejó su manita rápidamente y se rio. Martina aun me mira indignada.

—¡Es que Alexis! —dijo poniéndose las manos en la cabeza y paseando por la cocina. Ansiosa, pero a la vez divertida con la situación—, te asesinará —dijo y yo solo sonreí mientras bajo a Anaís—. ¡¿Pero y cómo?! ¿Como te lo hiciste?

—A ver, primero me dieron un cepillo y me hicieron lavarme los dientes, después me sentaron en una camilla y... —dije bromeando.

—¡Eso no tonto! —dijo, sé a lo que se refiere.

—Es que no lo sé... Solo me los hicieron y ya.

—¡Ay! Alexis... —dijo, volviéndose a desesperar.

—¡Abuela! —dijo Anaís corriendo hacia el living.

Mi fin a llegado... Adiós mundo cruel...

Nos miramos con Martina, abrimos los ojos como platos. Me di la vuelta y ella se puso contra el fregadero, los dos teniendo un ataque de risa.

—¡Mi vida! —escuché que dijo mi madre desde el living. Llegó a la cocina y colgó su cartera en una silla.

—¡Mamita! —dije, abriendo mis brazos.

—¡Mi amor! —dijo, aun no me mira. Se dio la vuelta, y en ese momento mi corazón se paró—. ¡¿Alexis que te hiciste?! —me regañó al momento en que tomaba su cartera de nuevo. Yo con Martina no podemos dejar de reír.

—¡Mamita, te amo mucho! —dije, retrocediendo hasta chocar donde está la lavadora.

—¡Mamita te voy a hacer yo! —dijo mientras le esquivé un carterazo. Lancé un gritó, parecido a los que da Anaís, produciendo las risas de las tres.

...

Estoy frente al espejo, siguiendo los cuidados que me dio el chico al pie de la letra. Los miro de nuevo, sonreí, me encantan.

Bajé, Anaís está viendo televisión con Martina. Me senté, rápidamente Anaís aprovechó y se sentó en mis piernas, yo la acurruqué en mis brazos.

No puedo dejar de pensar en cómo reaccionará Mateo. Desearía que el maldito domingo pasé volando.

















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💓💓💓

—Dolly 

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