1 "Alexis, Mateo"
Leí la primera pregunta del maldito examen de matemáticas y como era de esperarse no entendí nada. Levanté mi vista y vi a todos mis compañeros cabeza gacha ya escribiendo. Me froté mi rostro con ambas manos, intenté volver a comprender, pero me fue imposible.
Al final, respondí lo que pude y las otras preguntas al azar.
Al terminar lancé un hondo suspiro.
Me llamo Alexis, tengo diecisiete años, amo los deportes. Este examen era muy importante, pero había estado en práctica toda esta semana y no entendía nada. Por suerte la siguiente clase es educación física, donde tengo el mejor promedio del curso.
Al salir del examen mi mejor amiga Keila me estaba esperando.
—¿Cómo te fue? —preguntó la pelirroja burlona.
—¿Tú como crees? —dije sarcásticamente.
Caminé hacia mi casillero, sintiéndome muy enojado y frustrado.
Caminar por los pasillos de la escuela me hace sentir algo incómodo a veces. Solo veo los rostros de personas que no me han agradado desde primaria. Y también porque de apariencia... no estoy nada mal, a mí me gusta como soy, eso es lo importante. Pero según las personas soy un chico guapo. Aunque hay veces en que ésos cumplidos si me parecen muy exagerados. Llegué a mi casillero. Lo abrí, guardé mis cosas y me vi en el espejo que está en la puerta interna.
Mierda, ¿qué digo? Si soy hermoso, y así serio mucho más.
Sin que me hubiera dado cuenta noté que hay un chico en el casillero de abajo. Lo está cerrando. Solo puedo ver su cabello esponjado, un cabello esponjado que parece una nube, un color castaño oscuro.
Caramelo.
Al parecer él tampoco se había dado cuenta de mi presencia, hasta que volteó. Seguía en cuclillas y me miró hacia arriba. Inmediatamente se paró. Pude ver su rostro. Ojos negros, muy negros, piel morena, un moreno mate único. Camisa a cuadros roja y colgando de su cuello una cadena con una cruz. Me fijé también en su nariz, es respingada y rojiza.
Perfecta.
—Permiso —dijo él. Me corrí y se fue. Volteé de nuevo a mi casillero y saqué mis zapatillas de educación física.
—¡Alexis! —escuché a alguien decirme desde atrás dándome un golpe en la espalda.
—¡Rodrigo! —dije emocionado. Lo abracé, sentí que habían pasado años desde que no lo veía. Cerré el casillero y luego fuimos al patio.
...
Jueves. Y estoy en la primera hora. Es el momento de la verdad, están entregando los exámenes. El profesor acaba de llegar, es un viejo malhumorado que siempre tiene la misma cara de odiar a todo quien se le cruce por el camino. Puesto por puesto ha ido repartiendo. Yo soy uno de los últimos, lo cual me pone cada vez más y más nervioso.
Hasta que lo dejó, el examen en mi banco. Yo lo tomé y le di la vuelta nervioso. Leyendo mis resultados temeroso...
Reprobado.
Me nacieron las ganas de arrugar la maldita hoja en un santiamén. El profesor me miró e hizo una mueca como diciendo "te lo dije". Ahora, ¿por qué era tan importante ese examen? Bueno, si reprobaba matemáticas me iban a vetar de poder realizar cualquier taller de deporte en la escuela. Y lo que más me gusta, correr.
Mal día.
...
Lunes. Y estoy en una sala del segundo piso esperando a una señorita que me verá y creo me ayudará con lo de mis notas.
—Veras, Alexis... Si tus planes son tener la beca de deporte tienes que tener al menos un sesenta por ciento de nivel en estas materias. Si nos guiamos con tu informe, prácticamente gracias a la materia de educación física sigues en esta escuela —dijo. Eso me sorprendió, y me reí.
—Debes entender que no es divertido —dijo. Me puse serio.
—Sí, lo sé... Disculpe, es solo que de verdad no sé qué hacer.
—Comprendo. Si te fue mal en materias o unidades anteriores menos podrás entender las nuevas.
—Exacto, juro que me he esforzado, pero no entiendo —terminé de decir. Ella me miró e hizo una mueca.
Narra Mateo:
—Como tú tienes un promedio muy alto, ¡serias perfecto para esto Mateo! —dijo muy emocionado el coordinador.
—No soy lo que busca. Y mi promedio a bajado mucho —dije cabizbajo haciendo una mueca.
Bajé la vista, si no fuera por educación física...
—¡Créeme que sí! ¡Y mucho! Aparte, Mateo, piensa en los otros chicos o chicas. No todos están enfocados en estudiar, pero tienen consiente que es lo único que les asegura un futuro. Piénsalo por favor —dijo el coordinador, ya a modo de súplica. No me hace mucho sentido lo que dijo pero bueno...
—Mateo, te darán reconocimiento y un beneficio. Piénsalo por favor —comentó uno de los chicos a mi alrededor. Quieren que haga tutorías en un nuevo taller de la escuela.
—Solo piénsalo, e igual... entenderemos si no quieres —dijo ya decepcionado el coordinador. Sonreí.
—Tranquilo, lo haré —dije. Hubo un silencio y todos sonrieron después.
—¡Genial! —exclamó—. Bueno entonces... gracias. Inmediatamente haremos el afiche chicos —dijo el coordinador.
Bueno, por lo menos tendré otra entretención después de clases. Bueno entretención no, pero... Me darán un diez en la materia que me va más mal. Obviamente elegiré educación física. Aparte a mí me gusta estudiar y si no me gusta simplemente lo dejo, solo será una prueba. No esta mal...
Suspiré y me dije que todo estaría bien.
Narra Alexis:
Miércoles. Y voy a mi segunda cita con la señorita que nunca supe que es. Me ha ayudado un poco, días atrás había intentado conversar con mi madre y el entrenador, pero nada. Así que decidí que me esforzarme yo.
Llegué.
—¡Hey! Te tengo una noticia —dijo la señorita mientras acaricia su abultada pansa. Está embarazada.
—¿Buena o mala? —pregunté saludándola.
—Espero te resulte buena, el coordinador creo un taller de tutorías —me dijo—. Es tu oportunidad Alexis. ¿Por qué no entras?, ¿sí?
—Este... —vacilé. La verdad, estoy pensando una excusa para evadir su propuesta, su "buena noticia".
—Alexis... como sabes la otra semana me iré con prenatal —dijo sonriendo. Me compadecí, ella realmente me quiere ayudar—. Piénsalo, sería muy bueno, aparte piensa que tus pares te enseñarían, ¡jaja!
Sonreí. Pensando "trágame tierra". Frustrado recibí el papel y me fui, lo metí a mi mochila rápidamente.
Álgebra. Los resultados de otro examen. Leí mis resultados.
2.2
Estuve apunto de romper la hoja.
Tocaron, los miércoles salgo muy tarde. Estoy frustrado y enojado con todo. Llegamos hasta la salida y Keila me abrazó. Somos los únicos en el pasillo.
—Oye, solo esfuérzate —dijo tratando de alentarme. Llegó Boris, su novio, lo saludé, él es mi mejor amigo. Antes de irse, Kei dijo—: Te diría que te puedo ayudar..., pero yo solo se pasar materias arrastrando Alexis. Te quiero.
Y Kei y Boris se fueron. Y yo me quedé ahí, pensando en lo que dijo Kei. Es exactamente lo que debo hacer. Hice lo que no quiero hacer, pero que en el fondo sé que no pierdo nada haciéndolo. Saqué y leí el papel que la señorita me ha entregado.
"Taller de tutorías"
En letras aburridas. Más abajo: Miércoles y jueves, a las 17:00 en biblioteca. (Clases extra con los estudiantes, consultar). Y un número de teléfono.
Pensé, hoy es miércoles. Saqué mi teléfono para ver la hora...
17:19 pm
Narra Mateo:
Al final de todo, esto no es malo. Es como lo esperaba, no es divertido ni es aburrido. Le estoy enseñando a una chica del otro segundo. Hace sólo un momento le estaba enseñando a un chico de cuarto. Se supone que era a mi nivel, enfocado en los de primero, pero es que... Ay, en fin. La verdad estoy muy impresionado de mí mismo. Pues en las relaciones sociales no soy bueno. Pero esto de enseñar me resulta muy fácil. Y me encanta.
—¿Ves? —le dije a la chica terminando un resultado de matemáticas.
—Mmm, sí —respondió ella.
—Ahora haz estos ejercicios de tu guía —le dije. Es una chica con ropas oscuras y maquillaje oscuro, pero que aún así tiene una apariencia que la hace ver demasiado tierna. Es muy perezosa, pero es buena onda. Hace mucho no socializaba tanto con gente de mi edad.
—¿Sabes? Tú no eres un viejo pesado que se enoja si no entiendo —me dijo y se sentó en la mesa de al lado. Yo me quedé revisando sus ejercicios.
Narra Alexis:
Me acerqué al coordinador, el viejo de ojos saltones. Esa es la única forma con la cual lo reconozco. Me vio y de inmediato me atendió.
—Claro, tu nombre y curso por favor —dijo y me dió una hoja que debo completar. Miré a mi alrededor. No esta vació, de hecho hay varios chicos y chicas.
Completé y le entregué la hoja.
—Creo que Mateo no está con nadie, le preguntaré y si no te atiendes conmigo —dijo el coordinador—. ¡Mateo! —exclamó llamando a alguien, miré en dirección a "Mateo".
Es el chico que había visto en los casilleros, el con cabello de esponja. Miró al coordinador Carlos y luego a mí, luego volvió a mirar al coordinador.
—¿Estás desocupado? —le preguntó el coordinador.
—Sí —dijo ese tal Mateo. El coordinador me volvió a ver.
—Okey, Alexis, ¿me pasaste la hoja? —me preguntó el coordinador.
—Sí, ahí está —dije, se la apunté y él asintió.
Fui hacia la mesa y me senté, frente a ese chico y él me miró.
—Debo terminar esto, solo dame un minuto —balbuceó removiéndose en su silla.
—Okey —dije ignorando lo que me ha dicho mientras cuelgo mi mochila en la silla. Volteé y lo miré.
Veamos.
Flaco, bajo, tiene cara de pendejo, de chico cerebrito que irá a la universidad y será astrofísico o algo parecido, o que si no terminará trabajando haciendo finanzas en una oficina. Igual de importante, igual de aburrido.
Saqué un lápiz y lo mordí. Manía que tengo. Lo veo escribiendo y encerrando cosas. Vi el destello de luz de la cruz que le cuelga en su cuello.
Ya comienzo a aburrirme Mateo...
—Ya —dijo, lo noto un poco nervioso—. ¿Cómo te llamas? —preguntó amablemente. Me miró y yo igual. Me quedé pegado en una cosilla que no había notado, una cosa muy peculiar...
¿Qué mierda? Sus ojos son... Oh... Siento escalofríos.
—Alexis —dije, sonó algo ininteligible por el lápiz en mi boca.
—Y ... ¿Qué materia te cuesta?
—Álgebra. Y física y biología, me va mal en lenguaje e historia... Oh, reprobaré matemáticas —respondí, sonando pesado. Me odio, pero me divierte molestar a esta clase de personas. Ponerlas nerviosas.
Odio las personas así, tan buenas. No les creo absolutamente nada. Uhg... Me quiero ir. Me voy a ir.
—Ya... Uhm... ¿Tienes algún examen pronto? —preguntó.
—El lunes, un test de matemáticas acumulativo —le dije. Ya siento mi cuerpo parándose y yéndose. A la salida...
Libertad.
—Y... ¿Y tie-tienes algún examen ahora? ¿Contigo? —dijo. Me pasé con ponerlo nervioso parece, o tal vez es tartamudo.
Nah.
Me di vuelta y busqué en mi mochila ese examen mal nacido. Se lo pasé y lo revisó, vió las hojas, después encerró en donde me había equivocado, es decir casi todo.
—Espérame —dijo parándose.
Sí. Es un pendejo, esa cara, esas ropas y esos gestos. Extrañamente me gusta observarlo. Volvió con un cuaderno en mano, uno verde.
—Este va a ser tu cuaderno de tutorías, todos lo tienen —dijo, yo voy asintiendo con mi cabeza.
Estoy realmente aburrido y no llevo ni veinte minutos aquí.
—Entonces lo primero será... matemáticas —dijo mientras lo escribía como título, luego más abajo puso el título de la materia del examen. Hizo unos ejercicios, empezó a decirme las fórmulas y también anotó algunas definiciones—. ¿Entiendes? —preguntó al final. Yo estoy sorprendido, he comprendido.
—Sí —respondí. Él anotó un ejercicio.
—Haz este ejercicio —me dijo entregándome el cuaderno. Lo hice, hice lo que me dijo, vi el ejemplo que él había puesto y... lo revisó y estaba bueno.
Okey. Eso fue fácil, creo...
—Este ejercicio de acá no lo hiciste, y es lo mismo —dijo. Indicándome un ejercicio de mi examen.
—Eso lo respondí al azar —le dije. Copió el ejercicio en el cuaderno.
—Vale el desarrollo... Hazlo —dijo y yo lo hice. Lo corrigió y le puso una palomita.
—¿Está bueno? —pregunté.
—Sí —dijo levantando su vista. Nuevamente me quedé pegado en sus ojos...
Y no pude sostener la vista más de dos segundos. Esos ojos que me tienen nervioso, tintinean demasiado, son demasiado brillantes. Sonreí de lado. Estoy tan extrañado. Con todo.
Anotó otros ejercicios.
—Ahora haz estos —me dijo y los empecé a hacer.
Si no entiendo algo simplemente le pregunto y él me explica, parece tan fácil, me siento como un idiota. Un pendejo de segundo me esta enseñando, ¿por qué Alexis? ¿Por qué?
Luego una chica con ropas negras se sentó en la mesa.
—Ya, listo —dijo ella, y le pasó una guía llena de ejercicios.
—Okey —le dijo Mateo. Yo estoy muy concentrando en los ejercicios.
El rato pasó, algunos chicos ya se iban yendo, la chica de ropas negras también se ha ido. Al final Mateo me enseñó a hacer lo que entraría en el test del lunes, una variación de lo que me enseñó anteriormente.
—Otra vez te confundiste Alexis —me dijo en algo que me había equivocado.
Ese Alexis retumbó en mis oídos. Sonó bonito.
—Como digas... —le dije, me siento ya cansado, estoy aburrido, pero quiero seguir. Ese deseo de irme se ha logrado esfumar hace mucho rato. Me siento ya (e increíblemente) un poco motivado.
Tocaron la campana.
—Bueno —suspiró Mateo y empezó a guardar sus cosas. Yo igual las mías. Me paré y él igual.
—Oye —dije tomando su brazo—, mañana vendré también —dije. Él volteó y me miró para arriba.
Noté como esas bronceadas mejillas se ensangrentaron.
—Claro... Chao —se despidió.
Y vi cómo se fue, saliendo por la puerta corrediza. Sonreí, al ver como la mochila pareciera ser más grande que él. Me mordí el labio inferior.
Ese pendejo es un morocho hermo...
Nada.
...
Jueves. Y estoy muy emocionado, mi madre no me puede prohibir practicar los fines de semana. Las clases transcurrieron como siempre, aburridas y eternas. Luego tendré tutorías y no quiero ir. Aunque no puedo negar que me servirá. Ese pendejo (para mí ya quedó por pendejo) realmente me ha ayudado.
Tengo ganas de ver esos ojitos llorosos otra vez. De sentir ese remesón en mi cuerpo.
Muchas gracias por leer. Si les gusta, y quieren obviamente, no olviden votar y comentar :D
💓💓💓
—Dolly
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