Prólogo

No llevo más de un cuarto de hora en el ordenador cuando me aburro. No hay nada que hacer, tan sólo esperar que alguna notificación de alguna red social salte y me haga hacer algo. No hay nada que hacer en todo el día, ya había lavado los platos, hecho la colada, comido y demás. ¿Qué debo hacer para dejar de aburrirme? Pues bueno, miro el móvil.

Os preguntaréis quién soy, seguramente no. Soy Hector, un adolescente cualquiera con 18 años de edad que sueña con encontrar el amor verdadero, pero claro, eso no llegará pasado un tiempo, como hasta mis 30 años de edad. ¡No exagero! Soy un chico con pelo castaño corto peinado hacia arriba, ojos verdes como la hierba del campo, mediano (1'75cm), fuerte, pero sin llegar a tener músculos, con pensamiento indeciso ante el hombre ideal.

Sí, soy gay, ya os habréis dado cuenta. No estoy en el armario, hice público mi homosexualidad a los 15 años. Varios pensarán que soy muy valiente por haber hecho eso, pero yo no veo la valentía, ya que no es nada del otro mundo. Ya sé que varios no muestran su verdadera orientación por miedo a algo, como el "qué dirán". A mí eso me daba igual y me lo pasaba por debajo, al igual que los poquitos insultos que me caen durante las clases.

Ya veis que no me importa nada. Miro el móvil y recibo otro mensaje de un número desconocido que dice que ojalá me muera, que soy un despojo humano. Eso lo será él, porque en algún momento de su vida pensará en todo lo que ha hecho y se arrepentirá, o tal vez no. El caso es que tengo mi propio significado de homófobo y me encanta porque es la verdad. Los heteros tienen miedo de los gays porque en algún momento el culo les puede traicionar.

Borro el mensaje sin bloquear a esa persona y me pongo a otra cosa. Nada más mirar alguna foto de alguna red social, el móvil me indica que tengo una llamada de mi gran amiga April, a quien trato como si fuera mi hermana, ya que somos muy amigos y tenemos mucha confianza entre nosotros. Arrastro el botón verde y hablo.

-¿Diga?

-Hey, Hector. ¿Qué tal? -se está apresurando, aquí pasa algo.

-Pues bien y tú muy acelerada.

-Sí, lo sé, lo siento. Es que tengo que contarte que estoy en Madrid, España, para una reunión. Espero que no te importe.

-¿Y por qué no me lo has dicho antes?

-Pues porque me ha pillado de sorpresa y tuve que venir lo más rápido posible sin ninguna distracción.

-Entiendo, no pasa nada.

-Ahora que estamos hablando -lo sabía-, ¿podrías hacerme un favor muy grande?

-Depende de lo que tenga que hacer, venga, dime.

-¿Podrías ir a ayudar a un amigo ahora mismo? Necesita ayuda de inmediato, ya que está borracho y drogado. Anda por las calles y necesita a alguien que lo ayude y que lo lleve a casa -suena muy preocupada.

-Pues creo que sí podré hacerme cargo.

-¡Genial! También decirte que padece de cierta depresión, espero que no te pase nada.

-Dudo que no me pase nada, seré un desconocido para él y como va borracho y drogado hará algo de lo que después me haga pensar que por qué tuve que hacerle el favor a mi gran amiga.

-Entonces todo genial. Ten cuidado con él y espero que lo trates lo mejor posible.

-Tranquila, lo trataré como con mi móvil, como un tesoro -es mentira, pero quiero que no se preocupe.

-¡Gracias, guapo! -grita antes de decirme una última cosa-. Bueno, pues te paso una foto suya reciente y lo buscas por la dirección que te voy a dar.

Cuelga y me pasa por mensajes los detalles para entrar a su casa en caso de llave perdida y una foto del sujeto. No está mal, es guapo a mi parecer, pero no me importa, yo sólo tengo ojos para un chico que hay en mi curso.

Me pongo las converse negras que pegan muy bien con los vaqueros y me pongo una chaqueta negra para tapar un poco mi camisa blanca. Se está haciendo de noche, la puesta de sol está ahí, iluminando sus últimos minutos de hoy.

¿Estará bien ese hombre? Espero que sí.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top