-Despierta, Hector. Sé que te has desmayado, pero esto es tu mente, no te puedes desmayar aquí -esa voz me suena muchísimo.

Abro los ojos lentamente, sintiendo mi cuerpo muy ligero. Mi vista es borrosa, pero con el paso de unos segundos veo nítidamente. Mi cuerpo está plantado delante de mí, ya decía yo que la voz me sonaba bastante. Es como un espejo reluciente, está vestido como si fuera una serie, con ropa de marca.

-Me gusta la ropa -le digo.

-Gracias, lo cogí prestado de tu imaginación. Espero que no te importe.

-Tranquilo, te queda genial.

-Dirás que nos queda genial. Seguro que hasta me agarrarías y disfrutábamos de un momento con una de las figuras de nuestros chicos -me lanza una mirada pícara.

-Eres un enfermo, me gusta -le devuelvo la mirada-. Somos tal para cuál.

-Ya, bueno... Dejemos las tonterías, porque el cuerpo lleva en una camilla unas cuantas horas y pronto despertarás.

-Está bien, tú dirás el porqué estoy delante de ti.

-Es por no aburrirme sólo. Puede que me haya quedado en una esquina llorando por lo de mamá, pero ahora he vuelto y he visto todo lo que has hecho.

-Sí, ha sido todo un desastre.

-La decisión que tomaste con Jensen, ¿también fue un desastre?

-Lo hice en el momento justo, espero que no me deje de lado.

-Puede que no lo hayas notado, pero yo sí.

-¿Notado el qué? -pregunto interesado.

-La caída del imperio de Jensen -menudo nombre le ha puesto.

-¿De qué hablas?

-El día siguiente después de que le dejaras claro que no estarías con él ha estado muy mal, triste y apagado.

-Yo lo noté normal, será que disimula bien.

-¿Es en serio? ¡No lo disimuló! No te diste cuenta por el simple hecho de que no te importa tu amigo.

-¡Me importa muchísimo!

-Pues no se notaba, porque te estaba mirando todo el rato con una mueca triste y tú estabas con tus pensamientos. Ya, para rematar, lo dejaste sólo de vuelta a casa con la pareja, pero ellos seguro solo se estaban mimando sin hacer caso a su amigo.

-Un momento, ¿estás intentando que le dé otra oportunidad a Jensen para que me conquiste?

-¡No! No pillas ni una, amigo. Mira, lo que quiero es que vayas a verle en algún momento y habléis civilizadamente e intentéis llegar a un punto en el que él no se derrumbe y tú puedas estar con tu amor.

-Ya lo habíamos dejado claro. Estaríamos siempre al lado del otro por si necesitábamos ayuda. Jensen lo aceptó, me sonrió y...

-Y se murió por dentro -me interrumpe, aunque puede que tenga razón-. Créeme, le hemos hecho daño dejando que se vaya como si no nos importara su corazón.

-Él sabe que no es así.

-Lo sé... Pero a mí me lo ha parecido.

En cierto modo puede que tenga razón, que lo haya dejado así de lado y ni le haya hablado por mensaje siquiera. Tenía planeado ir a verle el día siguiente por si acaso, pero el reciente incidente me ha detenido por un tiempo. ¿Y si al final él no quiere estar conmigo a mi lado?

-Nos hemos prometido cumplir nuestro sueño juntos -digo en voz alta tan solo para mi conciencia.

-Pero... ¿Y si al final verte todos los días le destroce por dentro? ¿Y si por esa razón se va de Nueva York? ¿Y si no lo volvemos a ver nunca más?

-Te preocupas bastante, solo hay que hablar con él.

-Me preocupo por ti, por él, por Lucas y por Andrew.

-¿Y las chicas?

-Las chicas que más.

-¿Qué debo hacer entonces? Aunque vaya a verle no sé qué decirle para no parecerle un estúpido.

-Esas estupideces es lo que quiere él, lo que os hizo uniros aún más -aparece en mi espalda-. Solo sé tú mismo y dile todo lo que hemos pensado.

-Lo haré -sonrío para mis adentros hasta que me acuerdo de un par de personas-. Por cierto, ¿Lucas y Andrew qué?

-De ellos nos ocuparemos pronto. Si dejas que te controle un par de veces no lo olvidarás nunca. Ya sabes a lo que me refiero.

-Te entiendo.

-Sigue dormido -un eco retumba entre las paredes de mi cerebro, una voz masculina y un tanto familiar.

-Parece ser que te debes despertar.

-Ya, eso lo he notado.

-Nos veremos muchas veces, cuando tú quieras. Así podremos hablar seriamente sobre los chicos de nuestra vida.

-Lo haré, conciencia.

Lo haré.