Capítulo J1: Perdí La Oportunidad
NARRA JENSEN
Sus labios, su pecho marcando el ritmo de su respiración, sus ojos cerrados, su cabello despeinado, su cuerpo al aire libre ante mi vista...
Desde el principio que duerme conmigo, desde que llegamos, desde que Lucas nos invitó para ganarse el corazón de Hector, desde que mis pensamientos superaban mi razón y evitaban a toda costa el intento de entablar una charla con todo los que habitan esta casa.
Ahí está, en la cama contigua a la mía, llamando mi atención al escuchar que quería quedarse en la misma habitación que yo. Su frente está oculta por su cabello, haciéndolo más lindo.
Mi mente me insta a levantarme, más que sugerirme hacerlo, me lo ordena. Mi cuerpo, semi desnudo, queda de pie delante de su colchón, imaginando miles de situaciones en las que despierta asustado por mi figura.
Me acerco más y más, los recuerdos vienen a mi mente como el fuego, reviviendo esos dulces besos que le di sin despertarse. ¿Por qué me acuerdo de esto ahora? Fue hace años, Hector no estaba consciente, era un idiota que besaba un cuerpo dormido.
¿Acaso estoy enfermo? Quisiera saber si sus labios pueden superar los de él, o al menos igualarlo.
Arqueo mi espalda, mi respiración acaricia su cabello, la suya resbala por mi piel desnuda. Labios rozándose, chispas corriendo por mi mente, intentando una escribir una orden de alejamiento. Con algo de fuerza de voluntad, me alejo y vuelvo a mi cama para volver a mi postura fetal, aquella en la que tanto he estado sumergido desde aquel rechazo.
¿Por qué me duele la cabeza? ¿Por qué un par de lágrimas resbalan en mis mejillas? Quiero dormir, quiero volver a recordar esos momentos en los que era un chiquillo y besaba a mi mejor amigo de la infancia sin tener miedo, viéndolo dormir, tan lindo, tan guapo...
Yo... Solo deseaba poder superar aquel miedo y cantarle mi corazón. Aquel que canté tarde.
Quisiera saber el porqué se duerme tanto al estudiar en mi casa. ¿Acaso la mesa es un colchón cómodo? Sonrío ante su inocencia, quisiera dormir tan tranquilo como él, pero casi nunca lo consigo.
¿Debería despertarle? ¿Debería hacer que siga estudiando o dejar una manta encima suya? Me pongo a su altura, inclino la cabeza y lo miro fijamente a su ojos cerrados. ¿Por qué me fijo en sus labios?
Sin saber porqué, rozo mis labios con los suyos, creando una chispa eléctrica que me da miedo. Un sabor indescriptible, algo tan dulce y salado debería ser delito probar.
No, Jensen. Por favor, piensa. Es tu mejor amigo, no quieres perderlo para siempre. Recuerdas el día en el parque, el beso que le diste sin tener idea de como se sentía. Te gustó, querías repetir, pero era peligroso.
Sentado en la silla, me golpeo la frente una y otra vez, quisiera despejar este pensamiento y no volver a recuperarlo.
Respiración acelerada, señal típica en estos casos. Sus ojos se abren, dejando ver a un chico cansado.
-Jensen, ¿qué pasa? -observa su alrededor-. ¿Me he vuelto a quedar dormido?
-Sí, así es -acaricio su cabello-. Si quieres, puedes irte a casa. Ya acabaremos el trabajo mañana.
-Está bien -se estira, se rasca los ojos y se levanta para irse, con sus cosas en su mochila-. Hasta mañana -una sonrisa de labios recién saboreados.
-Hasta mañana -y lo veo irse-. Ojalá te hubiera dicho que te quedases para irnos a cenar juntos, como una cita.
-Pero no lo has hecho -una voz se presenta a mi lado-. ¿Por qué?
-No lo sé, Abraham.
-Eres idiota, tuviste la oportunidad y la dejaste escapar como si fuera una oferta que se pudiera repetir en algún momento.
-Fui un estúpido.
-Lo fuiste -no son suaves, sino duras, tanto que duele que se posen en mis hombros.
-¿Qué quieres de mí?
-Que despiertes, intento que te levantes, pero eres difícil.
-¿Qué?
-¡Despierta, Jensen! -mis ojos se abren de golpe, respondiendo a la orden del chico que recién ha aparecido en mis sueños-. Vaya, lo siento. ¿Estabas en una pesadilla?
-¿Qué? No.
-Pues lo parecía. No parabas de decir que eras un idiota, que tendrías que haber aprovechado la oportunidad y un sin fin de insultos dirigidos a ti mismo.
-Lo siento, recuerdos de los que no quiero hablar.
-Está bien, no te presionaré. Venga, vamos a desayunar.
Asiento con la cabeza, me levanto, me visto con cualquier cosa sin importar si voy bien o no, y bajamos las escaleras para recibir a dos niños y dos adultos mojados de la playa.
-¡Jensen! -Cleo corre hacia mí y abraza mi cintura-. ¿Qué tal? ¿Has dormido bien? -no doy crédito a lo que veo.
Dos collares casi iguales, de colores distintos, uno en cada uno. ¿Eso significa que he perdido? Ya perdí antes, quería volver a intentarlo, pero se me han adelantado.
-Sí, Cleo. Estoy estupendamente -le dedico una sonrisa y se va con su amigo mientras me acerco a la reciente pareja formal-. Así que ya sois novios -una parte de mí dice que acabe con la existencia del fuerte, pero eso sería muy egoísta.
-Me alegro de verte -dice Hector, soltando una sonrisa-. Quería que fueras el primero en saberlo, pero no te he visto.
-Tranquilo, lo entiendo. Bueno, voy a desayunar, que es lo más importante del día -o eso quisiera creer ahora mismo.
-Está bien, yo voy a ducharme que, al parecer, un grandullón ha querido lanzarme arena y meterlo por mi bañador.
-Tú ibas a hacer lo mismo -se defiende Lucas-, pero menos mal que te pillé con la mano en mi trasero.
-Ya te haré pagar por esto.
-Tengo dinero de sobra.
-No quería decir ese tipo de pago. La venganza se sirve fría, recuerda la frase.
-No me das miedo -suben las escaleras, ya he tenido suficiente de esta charla.
Al llegar a la cocina, veo a Abraham poniendo algo en la mesa, lo que parece ser el desayuno. Se percata de mi presencia y hace que me siente en la silla. Últimamente me ha estado haciendo el desayuno desde que llegamos. He querido pensar que es por ser gentil conmigo, porque de seguro nota mi lado oscuro fuera, cosa que no ha hecho mi mejor amigo.
¿Quiere decir que me está dejando de lado por ese hombre? ¿Es eso o simplemente está tan feliz que siquiera se entera de la desgracia que me consume? Pienso como un egoísta, tanto que querría desaparecer de esta casa y volver caminando a la mía, aunque estemos a miles de kilómetros.
-Jensen, te noto muy raro desde que llegamos -como si me conociese.
-No es nada.
-Es por algo. ¿Tiene que ver con Hector?
-No.
-Vale, tiene que ver con él. Sé que entre vosotros pasó algo. Algo que es recomendable no sacar al aire.
-¿Qué estás pensando?
-Que hubo un amor escondido sin contar.
-Vaya, parece que las coincidencias sí existen después de todo. ¿Te lo dijo él? ¿Te ha dicho que vengas?
-¿Crees que necesito una excusa para hablar? No es así.
-Está bien, digamos que no has venido por petición suya. Sigue con tu charla.
-No tengo ninguna charla, solo una propuesta -presto atención-. Que salgamos por ahí para despejarnos de estas cuatro paredes, como una cita.
-Una... ¿Una cita? -asiente-. No creo que llamarlo así sea buena idea.
-Pues una cita de amigos.
-Deja de incluir la palabra "cita", por favor.
-Vale, una salida de amigos.
-Mejor. Saldremos por ahí, solo espero que valga la pena.
-Yo también.
Ojalá no me arrepienta.
-----------------
Siento tanto la demora, pero entre que el curso ha empezado fuerte, los deberes son exagerados y mi cansancio ha aumentado, no puedo escribir tanto como me gustaría para acabar.
Bueno, al menos os he traído un capítulo más, en donde me he quedado atascado todo este tiempo.
Intentaré actualizar más seguido, pero no prometo nada, así que, por favor, no comenteis sobre que actualice rápido porque no va a ser posible.
Es que estoy un poquito harto de eso, solo pido paciencia, porque de seguro sabéis por lo que estoy pasando.
Con esto aquí, e intentando no sonar duro ni enfadado ni borde, me voy a seguir con el curso.
Hasta luego, mis Ángeles Lectores.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top