Capítulo 8: Vuelta Al Instituto

-¿Vas a volver al instituto? -me pregunta Lucas, sorprendido de que vuelva habiendo pasado tan solo unos tres días.

No debo perder más clases, los exámenes no se rellenan solos y las cosas que se aprenden día a día no vienen a la mente mágicamente.

-Sí, no debo perder más clases.

-Estoy de acuerdo pero... ¿Estás bien?

-Regular, pero suficientemente bien como para volver.

-Si no te sientes a gusto en clase, me llamas y voy a por ti.

-Lo tendré en cuenta. Y tienes que llevar tú a Cleo al colegio, te he dejado cuál es un papel en la cocina.

-Vale, eso está hecho. ¿Tienes las llaves?

-Las tengo -afirmo dando una palmada en el bolsillo.

-¿Almuerzo?

-Sí.

-Pues no me preocupo más -se acerca y me da un corto beso en la frente-. Ten cuidado.

-Lo tendré.

Abro la puerta y antes de salir me despido de Yago también.

-Hasta luego, Yago -me responde girando su cabeza, me hace sonreír.

Al cerrar la puerta me bajo por el ascensor. Durante el descenso pienso en el tiempo, en todo. Haberle contado a Lucas que me encontré un disco en la casa que había preparada para Cleo y para mí se preocupó al instante. Yo me derrumbé de nuevo, pero ahí estaba él, dándome un abrazo para consolarme. Haberme ido de esa casa fue un dolor muy fuerte, el disco lo dejé donde lo encontré, en la cama. No sé si ir o no de nuevo, ya ha presenciado un llanto de los míos, uno de los fuertes.

El ascensor se detiene y las puertas se abren, mostrando un pasillo limpio y brillante. Ya con solo salir ya veo a Miguel, con una revista, tranquilo por el momento. Levanta la vista y me saluda sonriente.

-Buenos días, Hector.

-Buenos días, Miguel. ¿Un descanso?

-Si acabo de llegar.

-Lo sé, estaba bromeando.

-Has mejorado al parecer. ¿Qué tal lo llevas?

-Regular. ¿Y tú qué tal?

-Bien, he estado buscando otro trabajo, tal y como te comenté, y lo he conseguido.

-Y si te vas, ¿quién veré ahora?

-Estaré todavía aquí, el trabajo es por la tarde.

-Vale, lo entiendo. Bueno, me voy ya que sino llego tarde al instituto.

-Me alegra que vuelvas a los estudios.

-Mi madre querría que volviera -dicho esto, un pequeño vacío se planta.

-Lo sé, hasta luego.

-Hasta luego.

Salgo del edificio y me pongo de camino al instituto. El cambio me ha dejado más cerca del instituto, algo que agradezco. Con el paso del tiempo, voy acercándome a mi meta de hoy, el instituto, aunque el logro de hoy sería aguantar todo el día. Espero no haberme perdido muchas cosas que podría haber aprendido fácilmente, sino ya la hemos cagado.

Por el paseo matutino, la suave brisa de la primavera roza mi piel y mi cabello, algo despierta, la frescura me despeja, me despierta poco a poco. Está claro que hoy puede ser un buen día, el sol me lo demuestra. Puede que algún que otro pinchazo de dolor, pero nada que no se pueda ignorar.

El instituto ya está delante de mí, mostrando sus nubes grises, pero unos rayos de sol los golpea y me dejan claro en la mente que estoy seguro de todo. Decidido, entro por las puertas. Las miradas curiosas vuelven a pasear por mi cuerpo, aquellas miradas que tanto ignoraba. Aunque esta vez son muchísimas más, como si algo les llamara la atención. No puede ser que sea eso, no puede ser que la noticia haya salido a la luz entre los estudiantes, pero puede que haya un imbécil que lo haya propagado como la pólvora.

Los pasillos están en silencio, la gente se queda quieta mirándome. Esto ya es más que incómodo.

-¡A lo vuestro ya, atontados! -grita Darius.

La gente se mira entre ellos, entonces vuelve la actividad en sus cuerpos y se mueven, pero las miradas siguen ahí.

-Me alegro de volver a verte -me dice en forma de saludo.

-No me imaginé diciendo esto, pero yo también me alegro de verte. Gracias por hacer que dejaran de mirarme.

-En cuanto te vi lo tuve claro. ¿Cómo es que vuelves tan pronto después de una pérdida tan grande como la tuya?

-¿Cómo sabes eso?

-Los periódicos digitales y las noticias.

-¿Lo han publicado? ¿Con mi nombre y todo?

-No, pero supimos que eras tú porque era tu casa y no viniste en unos cuantos días.

-Mierda... -susurro.

-Ya, bueno, es algo que jode. Oye, ¿te acuerdas de la chica que me gusta?

-Sí, me acuerdo -veo cómo se rasca la cabeza, nervioso de contarlo.

-Pues quiero hablarle hoy y no sé qué decirle.

-El gran Darius, mujeriego empedernido, el que se ligó a la rubia de las animadoras, nervioso y sin saber qué decir.

-Lo de mujeriego lo he dejado, todo el mundo lo sabe.

-Todo el mundo no.

-Ya, sé que tú no. Por favor, necesito tu ayuda.

-Te... -un grito me llama, una voz autoritaria.

-¡Hector Clark! -me giro y veo al director, muy serio-. Tengo que hablar contigo.

-Sí, señor -asiento formalmente.

Veo cómo entra en jefatura y miro a Darius para terminar la charla.

-Te ayudaré.

-En el primer recreo. Por favor.

-Hecho, estará Jensen conmigo.

-Vale. Nos vemos en clase.

Se va alejando y justo suena el timbre de la primera clase. Como tengo que hablar con el director, me podrá hacer un justificante para demostrar que he estado ahí, así no me ponen falta. Camino a la puerta de jefatura y entro. Un pasillo con varias puertas se alza ante mí, pero como conozco este lugar voy al despacho con pasos seguros.

Entro en el despacho y el director Malfoy me pide que cierre la puerta. Lo hago y me siento en una de las sillas que hay delante de su mesa.

-Es bueno que hayas vuelto, Hector.

Me alegro de verlo. La única vez que habíamos hablado fue para denunciar a un imbécil homofóbico que intentó violarme, eso acompañado de insultos bastante fuertes. Sonríe, algo que se me pega.

-Me alegro de haber vuelto.

-Mira, Hector, tu noticia ha corrido por todos los pasillos, la pólvora acabó por explotar aquí. Es por eso que quiero hablar contigo.

-Pues aquí estoy, hable.

-Intentaré ser suave. Tus padres eran los responsables de ti, pero ahora no hay responsables. Menos mal que eres mayor de edad y no necesitas a nadie ahora. Pero de lo que quiero hablar, que es lo más importante, es sobre las clases de cocina. Has faltado durante todo el curso unas cuantas veces, y si sigues así perderás el derecho a la evaluación continua.

-Entiendo.

-Es por eso que no puedes faltar más veces. Lo siento, Hector, pero es así.

-Lo entiendo y no pienso faltar ni un día más.

-Vale. Era solo eso, nada más. Puedes irte a clase.

-¿Podría hacerme un justificante?

-Claro.

Me hace un justificante y me lo da, tan solo ha sido un minuto. Con esto puedo tardar lo que quiera en la primera hora, pero mejor no jugársela, hay una falta en juego. Cuando voy a salir por la puerta de jefatura, una figura se choca conmigo. Alzo la mirada y me sorprendo de quién es.

-Marcus, cuanto tiempo -digo en forma de saludo.

-Me alegra ver que estás perfectamente -le enseño las manos llenas de vendas y se retracta-. O casi bien.

-Ya, y yo me alegro de verte. ¿Qué haces en el instituto?

-He venido a meter a mi sobrina, recién se ha mudado.

-Hola -me saluda una chica un poco más baja que yo.

Una chica de cabello negro azabache como la más oscura noche y ojos azules como el mar cristalino. Su cuerpo es medio, es hermosa. A saber cómo es la madre.

-Hola, me llamo Hector.

-Yo me llamo Lucía. Encantada.

-Igualmente. Menudos modales.

-Su madre le ha enseñado bien.

-¿Qué tal con Andrew? -pregunto interesado, no quiero parecer cotilla, pero es que Andrew se está enamorando poco a poco de mí de nuevo y necesito saber cómo están los dos amorosamente.

-Nos hemos dado un tiempo, estamos confusos.

-Ya, me lo dijo.

-Es que... No sé, es algo que pasó de repente. Una distancia entre nuestras islas palpitantes. No entiendo cómo pudo pasar -yo, he sido yo sin saberlo, sin quererlo.

-Yo tampoco lo entiendo. Se os veía más que enamorados, creía que Andrew crearía una vida y un futuro a tu lado.

-Lo estamos hablando. Quedamos para un café, un paseo y otras cosas para saber si es lo mismo que antes.

-Si de verdad fue deseo, si de verdad fue amor lo que tuvisteis, seguro que será como antes. Estoy seguro de que estaréis juntos, pero si no es así, espero que podamos seguir siendo amigos.

-No dejaré de ser tu amigo, nunca. Me has caído muy bien, además de que necesito que cuides a mi sobrina.

-¡No soy indefensa! -habla por fin Lucía-. Sé kárate.

-Sí, bueno, pero mejor tener un amigo ya que no tenerlo pronto -le dice Marcus.

-Puedo hacer amigos, no necesito que me ayudes.

-Bueno, vale. Nos vemos, Hector. Ha sido agradable verte bien.

-Igualmente, Marcus. Nos vemos.

Entra en jefatura y yo me pongo de camino a mi clase, con el justificante en la mano. Andrew es un buen hombre, solo espero que no le siga haciendo daño a Marcus, espero que todo vaya bien con todos, no quiero ser el alma negra que los detiene y los mantiene a mi lado para no hacer nada con ellos. Soy un tonto.

Bueno, mejor me centro en el instituto, hora de centrarse.

Lucas... El beso en la frente me ha calmado.
Andrew... No le hagas daño a Marcus, por favor.
Jensen... Ya te voy a ver.

Esta frase se quitará cuando se hayan corregido los posibles fallos ortográficos.

------------------------------
Nuevo capítulo, queridos. Varias personas se van uniendo a la historia, por lo que veo.

Tan solo os pido que dejéis un comentario diciendo lo que os parece la historia en general. Vuestras quejas son mi bálsamo para centrarme en lo que cambiar y vuestros comentarios positivos son mi sonrisa.

Hoy estoy muy cariñoso Jajaja

Bueno, espero que os haya gustado el capítulo y que nos veamos pronto.

¡Tengo Facebook!
PedroLibro

¡Tengo Twitter!
Pedro100Libros

¡Tengo Instagram!
Pedroj16_99

¡Tengo Snapchat!
Pedroj17999

¡Hasta luego, amores!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top