Capítulo 8: De Vuelta
*-*Narra Lucas*-*
(Seguramente lo estabais deseando)
Mientras conduzco sigo pensando si ha sido buena idea despedirme con una nota y volver hoy a lo de antes. ¿Por qué no habré esperado hasta mañana? Soy un imbécil. Aquí en el coche conduciendo mientras Hector está durmiendo en mi cama tranquilamente. Seguramente no rechazaría la oferta de dormir conmigo, quien sabe. Al menos Yago está con él para protegerlo, así que no me preocupo mucho.
Durante el camino sigo pensando también en mi hermana, esto me afecta, pero algo pasó al conocer a Hector. Sus manos al tocar con los míos los pude notar como las de mi hermana, suaves y delicadas. Sus palabras son cuidadosas, arrinconando cada parte de mi mente. ¿Habrá ayudado a más personas como yo? Lo dudo, aunque le veo cara de ser un buen chico y de ser de los que se preocupa por los demás sin importar su vida. ¿Habrá pensado en mí? Seguramente, le habré hecho daño al verme en la cama con sangre a mi alrededor, le daré lástima, puede que sólo esté ayudándome porque le doy pena, es eso.
Aparco el coche. Al salir del coche observo el lugar al que tanto he echado de menos, pero que a la vez no he podido darle tiempo. Por afuera se pueden ver los tres pisos que tanto tiempo me han costado abrir y restaurar para hacerlo bastante moderno y accesible a cualquier persona. Al entrar por la puerta puedo ver a un montón de jóvenes y adultos haciendo sus ejercicios diarios, los cuales tienen que hacer si quieren tener una vida sana y saludable.
La recepcionista de pelo moreno y ojos grises me saluda sin mirarme y me dice lo que a todos.
-Bienvenido al gimnasio GimMusc. Si quiere apuntarse tenemos unos bonos de descuento bastante buenos que... -se interrumpe al levantar la mirada-. Lucas, cuanto tiempo. ¿Estás bien?
-Lo estoy. ¿Qué tal todo por aquí? -pregunto apoyándome en la tabla donde está el ordenador y unos cuantos papeles y bolígrafos.
-Pues va de maravilla, la verdad es que me sorprende, pero se está volviendo loco -dice refiriéndose al que está al mando temporalmente.
-¿Tan difícil le parece? -me sorprendo, creía que estaría bien.
-Un poco, pero será mejor que entres y le quites el relevo de una vez por todas o acabará mal de la cabeza.
-Voy.
Me separo de Stacy, la recepcionista, y me pongo de camino a mi despacho, el cual está ocupado por mi buen amigo. Al llegar a la puerta llamo y este deja que entre. Al pasar por el marco de la puerta puedo llegar a ver un desastre encima de la mesa. Muchos papeles y documentos que parecen ser bastante importantes a la hora de leerlos detalladamente. Claudio me dirige su mirada por una vez en un par de meses y se alegra completamente.
-¡Lucas, joder, has vuelto! -se levanta de la silla y puedo volver a verlo bien.
Camisa morada con un par de botones desabrochados que deja ver su pecho fuerte, una corbata negra desecha, unos pantalones negros y unos zapatos negros de marca, los cuales tienen pinta de ser muy caros. Tiene el pelo rubio corto hacia arriba y ojos grises como los de la chica de la entrada. Me abraza y yo le correspondo al abrazo. Lo necesitaba de él, ya que es como el hermano que nunca tuve.
-¿Estás bien? He oído que fuiste al hospital nuevamente. Si no te sientes bien te puedo seguir relevando.
-No hace falta, ahora estoy bien. El que no se siente bien eres tú, se te nota en la cara con esas ojeras.
-Lo sé, pero prefiero que tú estés bien a estarlo yo -eso es algo que siempre he admirado de él, cosa que he visto en Hector también.
Deja de lado su salud por mí. Soy lo más importante para él por algo que desconozco. Hago que se siente y se relaje dándole una infusión de té de la cafetera que hay en mi despacho. Hace té y café, me encanta. Le da unos sorbos y se relaja al instante, menos mal que he llegado a tiempo.
-¿De verdad estás bien? -me pregunta de nuevo, mirando el té de una manera rara.
-Sí, estoy bien.
-¿Cómo? ¿Qué ha pasado para que te recuperes tan pronto?
-Digamos que una persona me ha estado cuidando desde el cielo y otro en este mundo.
Me mira con un brillo en sus ojos peculiar de ver, cosa que me parece extraño en él. Claudio es un chico reservado, tímido en todos los sentidos y teme hacer daño a personas, pero le gusta luchar para protegerse. Raro, ¿verdad? Es un hombre peculiar, alguien en quien puedo confiar porque crecimos juntos desde los 15 años.
-¿Quién es esa persona?
-Es alguien que me ha cuidado, el que llamó a la ambulancia, el que me ayudó a salir de una discoteca, el que me golpeó la frente tres veces con una farola... Es raro, pero un sol.
-Ya veo -agacha la mirada y la vuelve a fijar en el té-. Debe ser alguien mejor que todos.
-Yo no digo que sea mejor que todos, solo he dicho que es un sol -aunque para mí sea un chico de cien.
-Bueno, pues creo que debería irme a tomar unas pequeñas vacaciones -se levanta y deja la taza en la mesa-, me las merezco.
-Pues claro que te las mereces. Venga, sal de aquí -salgo del despacho con él y le pido a su hermana Stacy que se lo lleve a casa de una vez.
Veo como salen del gimansio, dejando recepción un momento libre. Será mejor que atienda yo a los miembros de este lugar. Al sentarme en la silla puedo notar el poder de Stacy, esos de secretaria que tanto la hacen un robot. Miro a mi alrededor y respiro orgulloso de mi hallazgo. Todos los gimansios que poseo son de GimMusc. Son varios esparcidos por todo New York, lo cual me sorprende lo rápido que hemos crecido en este tipo de empresas.
Si no fuera por el apoyo de mis seres queridos no lo habría conseguido, no habría ni abierto el primer gimnasio de muchos que tengo. Mi hermana fue la que recaudó mucho dinero, la que donó de más, la que ayudó a mover maquinas para ahorrar tiempo y dinero. Era una luchadora, una trabajadora, una mujer que merece todo de mí. Miro la pared de la entrada y miro la placa de siempre, la cual colgaron Stacy y Claudio cuando supieron que mi hermana había muerto.
Linda Fariely. Gran hermana, gran amiga, gran persona, gran alma, gran corazón.
Me siento orgulloso de ella, de todo lo que hizo. Pero no me siento orgulloso de mí, de haber estropeado una buena vida, una en la que ella era la protagonista. Ahora todo se ha ido a la mierda. ¡No, Lucas, no! ¡No te derrumbes ahora! Piensa en Hector, no quieres que te vea caer, que te vea llorar. El es muy fuerte aunque diga que es flojo, tú eres fuerte y debes luchar por ella.
Ahora que lo pienso. ¿Se habrá despertado Hector ya? Lo llamaré por si acaso.
*-*Narra Hector*-*
Un tono, dos tonos, tres tonos, algo suena en la habitación. Me suena a mi tono de llamada, aunque no lo creo. ¿A estas horas de la mañana? Por cierto, ¿qué hora es? ¿Y por qué siento que tengo ropa cuando en realidad duermo en boxer? El tono deja de sonar y es mi oportunidad de abrir los ojos de una vez. Al abrirlos un poquito puedo ver que no es mi habitación, esa pared no es como la mía. Abro más los ojos y observo mi alrededor. No es mi habitación, es la de Lucas. Ya decía yo.
Aparto las mantas de encima de mí y me siento en el borde de la cama. ¿Cómo me he quedado dormido? Sigo sin entender el cómo una persona puede llegar a dormirse después de haber llorado tanto. Algo a mi espalda me sobresalta y me caigo al suelo, aprovecho para mirar.
-Dios, Yago, qué susto me has dado -se baja de la cama y me lame la cara como saludo de buenos días o tardes, dependiendo de qué hora sea.
Me levanto y miro mi móvil. Tengo una llamada perdida de Lucas y es por la tarde. Tonto de mí, aunque desahogarme con él me ha parecido una maravilla. Me he quedado relajado, por fin se lo solté a alguien, pero no me esperaba que fuera a él. Será por lo identificado que me siento con él. Ambos hemos perdido a un ser muy amado, alguien que nos dejaba el alma en calma y brillante.
Miro la mesilla y me percato de una nota que no estaba antes. La agarro y la leo.
-Hector, salgo de casa para ir de una vez por todas a trabajar. Por favor, no te vayas de casa, te tengo una sorpresa para ti.
¿Se ha ido a trabajar? Ese es un nuevo paso, sigue el camino hacia la libertad y no a la oscuridad de recordar ese incidente. El móvil me avisa de un mensaje nuevo, no una llamada, sino un mensaje. Seguramente Lucas me llame más tarde. Vaya, es Sofia. ¡Había quedado con ella! Espera... Tengo la casa de Lucas desocupada, podría pasarse por aquí para hablar y demás.
Hector: Cambio de planes. Si puedes dirigirte a esta dirección y piso te lo agradecería bastante. √√
Sofia: ¡Voy! Cualquiera diría que me quieres violar, pero como sé que no te gustan los melones ni las almejas pues me tranquilizo.
Hector: Buena explicación. Ahora vente, loca. √√
Ay, dios, estoy un poco nervioso de volver a verla. Es una chica peculiar, muy atractiva y bastante graciosa por lo que puedo notar. Espero que nos llevemos muy, pero que muy bien.
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