Capítulo 39: Dos Momentos En Un Mercado

-Me alegra saber que los dos volvéis a comer mis churros -la alegría de Mercedes siempre se me pega.

-A mí también me alegra venir -digo, es verdad que me alegra volver a verla, después de todo lo que pasó en la cena de aquella familia, quiero disfrutar un poco.

Estoy en el mercado, al lado del puesto de churros de Mercedes. Y no, no he vuelto con Jensen, aunque me hubiera gustado llamarle y que viniera. La cena fue hace una semana y yo ya estoy más que descansado de eso. Lucas y yo nos hemos ido viendo con el paso del tiempo, y Jensen y yo nos hemos quedado aveces en su casa jugando a la consola, aunque en una postura un tanto rara para mí, no diré incómoda porque me sentía de maravilla, al igual que con Lucas. ¿Quién no estaría cómodo sentándose encima de las piernas del chico que te gusta? Nadie estaría incómodo así.

-¿Vais a ir al mercado? He visto una blusa perfecta para ti.

-Vamos a ir, quiero comprarle ropa a mi hijo, así pasamos más tiempo juntos. ¿Tú qué piensas, Hector? -me pregunta, sonrío naturalmente.

-Me parece una gran idea, por eso he venido contigo.

Como veis, he venido con mi madre, había que repetir las salidas entre madre e hijo al mercado. Ella es mi confidente, lo sabe todo y lo tiene que saber, confío en ella.

-Sois la madre y el hijo que nunca he visto, me dais una alegría... Ojalá más hijos hicieran eso de salir con su madre aunque lo avergüencen.

-Mi madre no me avergüenza, es una mujer maravillosa.

-Para, que sino te como a besos.

-No sé porque, pero no me sorprende.

-Aquí tenéis los churros, espero que os vaya bien -le entrega los churros a mi madre y ella paga.

-Nos irá de maravilla, ya verás.

-Si te compras algo yo quiero verlo.

-Vendré para que lo veas.

Dicho eso, nos alejamos de Mercedes, que hoy lleva a un amigo en vez de a su marido porque está enfermo, espero que se recupere. Pasamos por los primeros puestos de ropa que hay, no son las más importantes, ya que venden cosas de mujeres. Mi madre no se fija en nada, eso me parece raro.

Nos paramos en un puesto de ropa de chico y miramos todo. Sé que puedo hablar con mi madre de todo, así que sacaré algún tema para que no nos quedemos en silencio, no me gusta el silencio entre ella y yo, sé que podemos tener una conversación muy animada.

-¿Te gusta? Es muy bonito -me enseña una camisa llena de letras que dice en inglés "camina como si no hubieras caminado, canta como si no hubieras cantado". Hay dos dentaduras gigantes, me gusta.

-Me gusta, está bien.

-A ver si es de tu talla -se acerca con la camisa y yo hago de maniquí.

-Mamá, ¿te acuerdas de Lucas?

-Me acuerdo de él, es algo de tu vida y una madre no olvida algo así.

-Pues he dormido en la misma cama que él.

-¡¿Qué?! -alza la voz, no llama la atención, ya que hay demasiado ruido por alrededor-. ¿Y habéis...?

-No, no lo hemos hecho.

-Uf, menos mal.

-¿Por qué?

-Porque sé que no serías tan lanzado para hacer eso.

-Mamá, puedo ser lanzado.

-¿Ah, sí? No te creo.

-¡Puedo ser lanzado!

-Lo que tú digas -usa ese tono de voz que parece como si se estuviera burlando de mí, me da risa-. Te va genial, nos la llevamos. ¿Quieres un pantalón vaquero? Están muy bien aquí.

-Tengo muchos pantalones vaqueros, mamá, no quiero más.

-Está bien, pues solo vamos a ver camisetas.

Paga la camiseta y nos vamos moviendo por ahí. La gente compra de todo aquí, uno a comprado una cartera, otro un reloj falso, le acaban de timar, otro una película pirata, de esas que no se ven nada, otro una imitación de un bolso, y así muchas cosas. Menos mal que las camisas no son de marca falsa, porque sino nos la cuelan.

Nos acercamos a un puesto de ropa de chica y de chico. Justo veo una camisa para mi madre que seguro que le gusta. La cojo y se la pongo a mi madre para ver si le vale.

-¿Y esta camisa? -pregunta desconcertada.

-Una camisa para ti, haber si te gusta.

-Si me dejas verla...

La mira bien y su sonrisa se ensancha. Es una camisa de un montón de sombras de mariposas revoloteando, seguro le gusta.

-Me gusta mucho, hijo, pero no sé si llevarme una camisa llena de mariposas.

-Venga ya, si te queda muy bien.

-Vaya que si le queda muy bien -dice un niño pequeño a mi lado.

Me ha dado un susto de muerte, no sabía que estaba aquí, menos mal que ha hablado. Mi madre y yo cruzamos una mirada de desconcierto, este niño no es mi hermano, eso seguro. Me agacho y le sonrío para que sepa que puede confiar en mí.

-¿Te has perdido, chaval?

-No encuentro a mi padre, ¿me puedes ayudar?

-Claro que sí, ¿cómo es tu padre?

-Tiene el pelo alborotado, ojos que parecen chocolate y es alto y fuerte -tiene una voz que me recuerda un poco a mí.

-¿Como tú? -le alboroto el pelo castaño de una forma que le hace gracia.

-Un poco, pero no soy tan fuerte como él.

-Puede que yo tampoco sea tan fuerte que tu padre.

A quien ha descrito ya me suena mucho, pero mejor no sacar conclusiones.

-Mamá, ¿lo buscamos?

-Claro, te ayudo.

Le agarro la mano al chaval y empezamos a caminar por todos lados. Le he dicho que me avise si ve a su padre en algún lado, que espero que sea pronto, ya que un niño no se puede quedar sólo sin su padre mucho tiempo. El montón de gente puede que no deje ver al chico, así que lo levanto y lo coloco encima de mis hombros. Se parte de la risa por lo divertido que es ser más alto que todos, es algo que mi padre hizo conmigo y hacerlo me gusta mucho.

-¡Por ahí! -señala el chico, mi madre me sigue pegada a mí.

El montón de gente no nos deja avanzar bastante, me molesta de tal manera que podría apartarlos a empujones. El niño me dirige como si fuera un profesional, como un GPS con su camino marcado. Los hombros no me duelen, me parece raro, ya que el niño no es un peso pluma exactamente.

La gente se deshace y puedo ver donde el niño apunta mejor, aunque mejor no haber visto esto. La realidad se me vuelve a caer encima. Quito al niño de encima mía y dejo que corra hacia él.

-¡Papá! -llega y lo abraza, cuando se da cuenta de que lo ha encontrado le grita no muy fuerte.

-¿Dónde estabas! ¡Me tenías muy preocupado! ¡No te encontraba!

-Lo siento, papá. No me volveré a separar de ti, pero él me ha ayudado a encontrarte -apunta hacia mí y el hombre me mira.

Me acerco a ellos dos con mi madre, quien seguro que sabe que es él, la mano en la boca y la sonrisa pícara es lo que lleva.

-Así que Lucas tiene un hijo, además de muy guapo.

-¡Lo dices por decir!

-Y muy modesto al parecer.

-Es un chico malo y bueno a la vez, como su padre.

-Así que este es el hijo que tuviste con la mujer esa que da miedo.

-¿A que sí que mi madre da miedo? -pregunta el chaval.

-Vaya que si lo daba. Por cierto, ¿cómo te llamas?

-Me llamo Aron, como el de la serie de fútbol japonesa.

-¿Te gusta mucho esa serie?

-Sí -responde con una gran sonrisa.

-A mí también.

-Así que vuelvo a ver al mismísimo Lucas -dice mi madre.

-¿Qué tal está? -se dan dos besos en las mejillas.

-Muy bien, de compras.

Se ponen a conversar mientras que Aron viene hacia mí y me empieza a hablar.

-Tú eres al que le gusta mi padre -no lo pregunta, lo afirma.

-¿Por qué dices eso?

-Porque he notado que los ojos de mi padre han brillado al verte.

-Es algo normal, a mí me pasa igual con mucha gente.

-Sí, pero no un fuerte brillo que significa mucho más que simple amistad.

Este chico me sorprende bastante para tener una edad tan corta. Puede que debamos tener cuidado con él, es peligroso lo que puede aprender. De repente noto que alguien me está observando, y no es Lucas ya que él está hablando con mi madre. Miro a mi alrededor, pero no veo a nadie. Sin decir nada, una mano se posa en mi hombro, asustándome y haciendo que salte.

-¡AH! -grito.

-Tranquilo, solo soy yo -la voz de Jensen me llega de repente.

Me giro y lo veo muy guapo, como siempre ha estado. Parece que no voy a parar de encontrarme con gente que conozco y que me gustan. Su mirada se topa con la de Lucas, lo sé como frunce el ceño y sueltan chispas entre los dos. Me asustan bastante. Me acerco a mi madre con Jensen y decido que es hora de irnos ya de aquí y dejar a Lucas y a su hijo sólos, ya que habrán venido para comprar cosas.

Nos despedimos y nos alejamos todos. Ahora me pregunto una cosa.

-¿Has venido tú sólo, Jensen?

-No, mi madre está en ese puesto de ahí -señala el puesto y nos vamos hacia allá.

En efecto, su madre está aquí también, eligiendo ropa bonita que ponerse o para que se ponga su hijo, aunque dudo que se lo vaya a poner. Nuestras madres se ponen a conversar, ya que hace tiempo que no se ven y de seguro se echaban de menos. Mientras, nosotros nos ponemos a hablar un poco también, desde el día en el que me senté en sus piernas no nos hemos vuelto a ver, eso fue hace dos días.

Hablamos al lado de nuestras madres, nos da igual lo que piensen, sobre todo la mía, ya que ella es muy enrollada.

-¿Y qué tal estuvo la tarde de hace dos días? ¿Te gustó?

-Me encantó, sobre todo...

-El beso -completa por mí la frase.

-Sí, el beso...

Cuando gané una partida en uno de los juegos, Jensen me besó como él solo lo hace. Me quitó el mando de las manos y lo puso en la mesa para luego tumbarme en el sofá y besarme sin control. Fue una tarde un tanto... Mágica. La verdad es que me encantaría repetir aquello.

-Fue una maravilla.

-Lo repetiremos cuantas veces quieras.

-Mi madre dice que no puedo ser lanzado, ¿sabes?

-¿Que no? Pues yo tampoco lo creo.

-¿Tú también? ¡Mamá! -nos miran las dos madres, así que aprovecho y les dejo claro que puedo ser lanzado.

Paso mis brazos detrás del cuello de Jensen y lo beso cariñosamente. No se lo esperaba, pero al momento corresponde al beso y me abraza muy fuerte para profundizar el beso. Ahora me acuerdo que su madre nos pilló besándonos y no le importó, justo ahora sonríe de forma pícara.

Me separo de sus labios y nos quedamos mirando a los ojos, ¿por qué quiero mirar esos ojos eternamente? No puedo parar. Nuestras respiraciones ya son normales, puedo pensar y actuar. Me separo de él y se lo echo en cara a mi madre y a Jensen.

-¡Os dije que podía ser lanzado!

-Vale, has ganado. Me has dejado con la boca abierta.

-Y a mí me has dejado con ganas de más -me agarra la mano suavemente, no pienso separarla por ahora.

Decidimos que es mejor pasar el día de mercado juntos, así se nos hace divertida y muy... Tierna.

Ya no sé qué pensar de estos dos chicos. Ya estoy perdido.

Lucas... Haberme dicho antes que tenías un hijo.
Jensen... Que se repita esa tarde.

Esta frase se quitará cuando se hayan corregido los posibles fallos ortográficos.

-----------------------------------
¡Hola a todos! Ya sabemos que Aaron es el hijo de Lucas. ¿Quién se creía que era un chico que le gustaba a Lucas? Estáis locos.

Últimamente estoy un poquito sin inspiración, necesito descansar, pero si eso ya veré.

Es que no me puedo imaginar cosas tan bonitas y tiernas porque yo ya no experimento el amor, me siento muy solo, pero bueno, el final no cambia, eso lo tengo escrito.

¡Tengo Facebook!
PedroLibros

¡Tengo Twitter!
Pedro100Libros

¡Tengo Instagram!
Pedroj16_99

¡Tengo Snapchat!
Pedroj17999

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top