Capítulo 35: Tras Los Arbustos

Nos salimos del agua con el recuerdo de un beso bien bonito en un lugar maravilloso. Será difícil olvidar este lugar y, sobre todo, el beso. Lucas puede ser un buen chico, un gran amor que florece si estás con él, pero no puedo hacer que florezca, no ahora y conmigo. Estoy seguro que hay alguien mejor que yo para él, incluso para Jensen. Sé que yo no soy el que deba estar con ellos, no soy el que tenga que recibir esos besos.

-¿Ya estás seco? -me pregunta el chico de mi lado.

-Sí -me vuelvo a poner la ropa y empezamos a salir de la cascada.

No sé adonde me lleva ahora, es todo un misterio para mí. El bosque es bonito, al menos no me aburro con estas vistas. Lucas se para y se gira para mirarme.

-En este momento quiero que estemos en silencio, ningún ruido fuerte.

-¿Por qué?

-Es algo que quiero mostrarte con mucha calma, ya que si lo haces bruscamente se te abalanza encima.

¿Abalanzarse? ¿De qué estamos hablando? Espero que no sea un animal peligroso, porque sino me largo ahora mismo a la casa sin importarme si me encuentro al padre o no. Caminamos en silencio, todo esto hace que palpite mi corazón con un gran ritmo que parece la batería de un grupo. Un par de conejos aparecen ante mis ojos, me gustaría tocar uno si fuera posible, pero como Lucas no para no puedo permitirme eso. Que pena, seguro que era tan suave que me darían ganas de llevármelo.

Varias pisadas suenan a nuestro alrededor, no somos nosotros, no es el eco de nuestros pasos, son otros pasos. Lucas se detiene ante un montón de arbustos, los cuales parece que se pueden apartar. Se vuelve a girar y me dice con un dedo que me esté en silencio hasta que él lo diga.

Aparta los arbustos, me acerco y observo lo que hay tras los arbustos. No me lo puedo creer, son lobos. Bueno, varios lobos. Lucas traspasa los arbustos y se acerca a los lobos, estos le gruñen, pero uno sale y lo olisquea bastante hasta que salta y saca la lengua para lamer la cara del hombre.

-Yo también te echaba de menos, Llina -acaricia al lobo y se gira un momento para decirme algo-. Sal, no te van a hacer nada.

Le hago caso y salgo de entre los arbustos. Recibo varios gruñidos de todos, estoy asustado, aterrorizado hasta tal punto de querer gritar. El lobo que se abalanzó hacia Lucas se acerca a mí y me olisquea lo suficiente para ladrar un par de veces. Creía que me mordería, pero tan solo ha ladrado para que los demás dejaran de gruñir.

-Ven, acaricia a Llina, es buena -creía que era macho, pero al parecer es hembra.

Me acerco a los dos y acerco poco a poco la mano hacia la cabeza de Llina. No gruñe, no hace nada, simplemente agacha la cabeza y me deja acariciarlo. Voy cogiendo confianza, ya no tengo miedo, tan solo estoy asombrado por estar acariciando a un lobo. Un deseo menos en mi lista.

-Ahora que me acuerdo, ¿quién cuida a Yago? -el pobre debe de estar sólo por el estúpido de su amo.

-Lo está cuidando un amigo, no te preocupes.

-Eso espero, porque sino te mato.

-Ya, yo también me mataría.

Nos sentamos en el suelo y dejamos que los lobos de acerquen, no nos hacen nada, tan solo se dejan acariciar y rascar. Son muy grandes, así me gustan los perros y los lobos.

-¿Cómo descubriste este lugar? ¿Mirabas tanto por la ventana que dijiste que era mejor salir y buscar?

-Algo así. Salí a pasear un poco por ahí, todo tranquilo, hasta que encuentro a un lobo cojeando. Era el lobo de patas blancas y pelo negro que me fascinó aún más. Lo ayudé, me llevó a este lugar y aquí conocí a Llina.

-¿Dónde está ese lobo?

-No lo sé, supongo que de caza o puede que ya esté... Muerto.

-Vaya...

-Sí, vaya... Incluso los lobos pierden seres queridos.

-Todos perdemos seres queridos en algún momento. Contigo fue tarde, conmigo fue pronto.

-¿Por qué no fue intermedio para los dos? Esto es una pesadilla en la mente.

-Sé que es así, pero con el paso del tiempo se irá la pesadilla y volverá la luz.

-Quizás tengas razón.

-La tengo, a mí me ha pasado y lo he superado... En su mayoría.

-Hablar contigo es como hablar con un psicólogo guapo.

-No te pases.

-No exagero, es verdad.

-Quizás debería hacerme psicólogo.

-No quiero que seas como April.

-No lo seré, tranquilo.

Si fuera como April, ya me tiraría de los pelos y dejaría las operaciones de pecho. Se nota hasta la legua, pero aun así la quiero.

-Oye, Hector...

-¿Si?

-Yo te he prometido que nunca me separaría de tu lado, pero... ¿Puedes prometerme que tú estarás a mi lado pase lo que pase?

-Esto... Yo...

-Sé que es una promesa bastante importante, que se debe hacer con las personas que creemos que de verdad nos importan. Tú me importas tanto que no dejo de pensar en nuestros besos, en lo que hemos compartido, que no es mucho, en cuando me diste con la farola en la cabeza -río ante ese recuerdo-. Lo que quiero saber es si de verdad te importo lo bastante para que hagas esa promesa.

Me importa mucho, él me protege, él me da esos besos que tanto me gustan. Pero aparte de eso, me importa sus sonrisa, no quiero que desaparezca, me importa su alegría, me importa su ternura, me importa todo su ser.

-Te lo prometo -sonríe ante mi aceptación.

Puede que haya aceptado esta promesa, pero no se sabe lo que de verdad importa. ¿De verdad no nos alejaremos?

¿Cómo le irán a todos en Nueva York?

Lucas... Eres un lobo salvaje tierno.
Jensen... No .

Esta frase de quitará cuando se hayan corregido los posibles fallos ortográficos.

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¡Holaaa! Aquí estoy, con un capítulo muuuuy corto.

Os dije que iba a traer capítulos cortos porque no cómo escribir más largo en este viaje.

El próximo episodio será algo como... No os lo voy a contar, tendréis que esperar jajaja soy un demonio.

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¡El próximo capítulo será más largo!
Espero...

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