Capítulo 30: Padre Lunar

Mientras volvemos a casa, ya satisfechos con la cena y con el pensamiento de que somos el día y la noche juntos. Miro mi collar todo el rato, que sigue brillando con la luz de las farolas que pasamos por debajo. Mi corazón palpita cada vez que me imagino a Lucas arrodillado delante de mí, con esa carita de ángel y sus ojos brillantes de emoción que al mirarlos ahora me llenan de felicidad.

Conduce con una sonrisa enorme, es tal y como él esperaba que saliera, aunque yo no me esperaba una cita de este calibre. ¿De verdad me merezco algo así? No tengo idea de si el destino quiso esto para mí, me da igual, lo único que quiero ahora es aprovechar esta corazonada que me ha dado.

De lejos vemos nuestra calle, nuestra casa en la que los pequeños ya deben estar dormidos, porque sino fulmino a las chicas con mi mirada oscura, y dudo que quieran ver eso.

Ya en la entrada, miro la hora. Son las doce, un nuevo día, pero en la noche. Caminamos agarrados de la mano mientras saca las llaves de la puerta. Entramos, miramos a todos lados y vemos que hay una luz que proviene del televisor del salón.

Mientras Lucas se acerca a ver quien hay, voy a la cocina para dejar el ramo de flores a remojo en una jarra de agua fría. Ya estando en remojo, una voz me susurra desde la puerta.

-Hector -me doy la vuelta y es mi sol-, ven a ver esto. Son muy tiernas.

Camino al salón y me encuentro con una escena enternecedora. Nuestros pequeños Aron y Cleo están durmiendo encima de las jóvenes Sofia, April y Tina. Al parecer, Lidia ha sido más inteligente y se ha ido a la cama. En esa postura les va a doler la espalda al día siguiente.

-Agarra a Aron, yo subo a Cleo -le susurro y lo hace.

Agarra a Aron, lo levanta e intenta no despertarlo mientras sube las escaleras. Yo cojo a Cleo e intento hacer lo mismo que Lucas, pero como tengo menos fuerza me va a ser más difícil.

Subo las escaleras, lo cual consigo mientras el hombre me está mirando riendo por ver que apenas puedo sujetar a mi hermana pequeña, y voy a la habitación en la que duerme. Ya conseguido, la tumbo en la cama y la dejo ahí, con un beso en la frente y un susurro de "buenas noches". Lo mismo hago con el pequeño Aron.

Nos vamos al piso de abajo y despertamos a las chicas canguro, que lo han hecho genial, supongo. Ya April despierta, se levanta estirándose y me mira.

-Ya habéis vuelto -bosteza con la mano en la boca-. Creía que no ibais a venir esta noche.

-Ya hemos acabado la cita, solo falta dormir.

-¿Ya es de día? -pregunta Sofia con los ojos entreabiertos. Mira por la ventana-. Es de noche. Déjame dormir -y se echa hacia el lado en el que está Tina, sin querer se golpean en la cabeza las dos y se despiertan de golpe, literalmente.

-¡Mi cabeza, idiota! -suelta de buena noche la cantante.

-Chicas, silencio. Que los pequeños están durmiendo.

-Vale -bostezan las dos seguidas-. ¿Qué pasa?

-Quiero que la vayáis a la cama, ahora. No pienso dejaros en el sofá.

-Es muy considerado de tu parte, Hector -habla Sofia-. Pero yo duermo en cualquier lugar, tú lo sabes.

-Ya, me lo imagino.

-Vamos, tías -April agarra a las dos de la mano e intenta levantarlas-. Vamos a nuestras camas.

-No quiero -se queja Tina-. Deja que me quede aquí con la rubia.

-¿Qué está pasando aquí? -por las escaleras va bajando Paula, la madre-. ¿Por qué tanto alboroto?

-Intento que se vayan a dormir a sus camas, pero prefieren romperse la espalda.

-Ya veo -mira a las dos holgazanas que hay tiradas en el sofá-. Niñas, a la cama.

-Ay, no, por favor.

-A la cama o saco la zapatilla, que como no tengo ninguno aquí habrá que sacar el zapato.

Como por arte de magia, las dos chicas que no querían levantarse corren por las escaleras para llegar a su meta, el sueño tranquilo.

Me quedo con la boca abierta. Es cierto que a una madre no se debe hacer enfadar porque te saca la zapatilla, pero ella no iba a sacar eso, sino algo mas grueso y duro. ¡Un maldito zapato!

-Paula, me sorprende su poder de madre.

-He criado a Lucas, ¿tú qué crees?

-Estoy aquí -se hace notar.

-Lo sé, por eso lo he dicho -me río de esta pequeña discusión-. Por cierto, ¿qué tal la...? -se corta ella misma llevando sus manos a la boca-. Lo has hecho, hijo -creo que ya sé a lo que se refiere-. Le has dado el collar.

-Sí, mamá. Se lo he dado -pasa su brazo por mi hombro y me pega más a él-. Es mi luna.

-¡Me alegro tanto por los dos! ¿Sabes una cosa que me sorprende?

-¿El qué? -pregunto interesado.

-El que seáis padres ya a tan corta edad. Tú eres el padrastro de Aron, pero aun así eres padre. Incluso cuidas a tu hermana como a una hija.

-Eso intento, pero creo que me faltan muchas cosas para ser padre.

-A todos nos ha pasado eso, nos hemos hecho preguntas de ese tipo y luego mira... Yo estoy aquí.

-Y es por eso que es una madre a seguir.

-Igual que la tuya, que tanto te crió y te hizo como eres ahora.

-Yo... -una lágrima salta sin aviso, pero la seco-. Necesito estar solo un momento -me separo de Lucas y me voy a la puerta de entrada.

-Cariño...

-Vuelvo en un momento. Tranquilo. Quiero mirar la luna tan solo un poquito y tomar el fresco. ¿Te parece bien?

-Esto... -en su cara se nota que está preocupado, pero aun así me deja salir-. Está bien. Pero vuelve pronto. No son horas de estar fuera.

Asiento con la cabeza y cierro la puerta al salir a la calle. Justo escucho a la madre decir algo.

-¿He dicho algo que no debía?

-No, tranquila. Está bien. Vuelve a la cama, mamá.

-Vale. Cuida a este chico, es especial.

-Lo sé, mamá. Lo sé.

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Sentado en la arena de la playa, con la casa en la que me hospeda detrás, con Lucas dentro esperándome para dormir juntos, abrazados, piel con piel...

Miro a la luna, siendo mi símbolo que recién he aceptado hace unas horas. Ahora mismo me pregunto una cosa.

¿Cómo reaccionaría mi madre al verme de este modo?

Quiero decir... Así tan triste por pensar que ella es mi madre, mi icono a seguir para poder cuidar a mis dos pequeños...

Por una parte estoy feliz por estar con Lucas, por descubrir que él es mi amor. Pero también estoy triste por no poder hacer ver a mi madre como estoy. Sé que me ve desde el cielo, pero aun así no es suficiente para mí.

Quisiera que ella estuviera aquí para verlo todo, para apoyarme, para darme sus sabias palabras de madre. También podría estar mi padre, para cocinar sus buenas chuletas y pechugas a la barbacoa, esas que se te queda el sabor en el paladar por un buen rato.

-Hijo, no te sientas mal.

Miro a un lado y veo ahí a la persona que menos me esperaba ahora.

-¿Papá?

-¿Quién si no?

-Pero... ¿Estoy soñando?

-Ojalá. He venido para hablar contigo, de parte de tu madre, claro. Ella no se siente bien en estos momentos, por eso me ha mandado.

-¿Y qué quieres decir?

-Que no estés triste por lo que no está.

-¿Quieres decir que no esté así por vosotros? Eso es muy propio de ti.

-Sabes que tengo razón. Te lo decía mucho de pequeño cuando me iba a algún viaje de trabajo. Te decía que volvería pronto, que no te sintieras mal por mi ausencia.

-Y no te hacía caso.

-Llorabas por las mañanas al preguntar donde estaba tu padre. Me parecía que mi hijo me amaba.

-Y te amo, papá. Eres quien me regaló este collar -saco de debajo de mi camisa la llave que me regaló.

-Y estoy contento de que lo lleves, hijo.

-Pero... -mis lágrimas afloran-. Ojalá abrieran una caja de los deseos, una caja que me haga poder desear una vida con vosotros, una vida sin un asesino yendo a por mí... Ojalá fuera tan fácil -aprieto mis puños, frustrado.

No escucho nada, ¿se ha ido? No, no lo creo. Sigue aquí, lo siento cerca.

-Hijo -levanto la mirada y ahí está, delante de mí, con sus ojos mostrando cariño, comprensión y esperanza-, no se me da bien esto pero... Si algún día te sientes mal, solo bajo la luna tienes que estar.

-¿Ya te vas?

-¿Algún remedio quedará? El sol se va a alzar. Me tengo que marchar.

Llorando, salto hacia él y le abrazo. Siento como si fuera real, como si de verdad estuviera aquí, aunque solo sea fruto de mi imaginación.

-Te quiero, papá -se desvanece lentamente.

-Hijo... Yo igual -esa frase que me decía tanto ha vuelto a mi mente, quería oírlo de nuevo, y me ha brindado ese deseo.

Se desvanece por completo, mis brazos pasan por el lugar en el que estaba y tocan mi cuerpo, sintiendo las lágrimas que caen.

-Te amo, papá. Te amo.

Y me quedo solo bajo la luna que brilla para mí, que muestra mis lágrimas, que muestra mi vulnerabilidad... Mi dolor.

Lucas... Ya voy.

Esta frase desaparecerá al haber corregido los posibles fallos ortográficos.

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¡Otro capítulo! El 30 ya... Tengo pensado hacer 50 capítulos aquí, si Wattpad me lo permite.

Ya hemos superado los 80K en esta historia, lo cual me sorprende porque ninguna historia tiene tal cifra. Me alegra que me hayáis apoyado hasta ahora y quiero saber qué os parece todo en general, ya sea el capítulo o toda la historia.

Capítulo dedicado a:
anys_val

Si quieres que te dedique un capítulo, pídelo por comentarios o por mensaje privado.

¡Hasta luego, Ángeles Lectores!

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