Capítulo 29: La Cita De Lucas (III)

—¡Como te coja, verás! —huyo de la persona recién empapada de nuevo que sale de la fuente totalmente enfadado.

¡Corre por tu vida, Hector! Con lo bien guapo que estaba así sin mojar y va y se me ocurre tirarlo a la fuente del parque cuando intenta besarme. Si es que necesito una buena torta en la mejilla.

—¡No huyas, cobarde! —no le hago caso y sigo corriendo por el gran parque que muestra esta ciudad.

Es grande, no digo que no, pero me voy a quedar sin espacio por el que operar y esquivar sus agarres, además de que él corre un poquito más que yo.

Cuando estoy a punto de girar y esquivar un árbol, unos brazos me agarran por la espalda y me tiran al suelo. Voy a ser el que reciba el golpe, pero algo se interpone.

—¡Mierda! —murmura mientras me abraza.

Mi cabeza está apoyada en su pecho húmedo, su respiración muestra cansancio y de seguro ahora se ha hecho daño en la espalda por mi culpa. No tendría que haber salido corriendo.

Levanto la mirada y veo que sus ojos están pegados en los míos.

—¿Está bien? —asiento con la cabeza—. Menos mal.

—¿No estás enfadado por lo de haberte tirado en la fuente? —pregunto ocultando mi rostro en su pecho fuerte, en el que me siento seguro.

—¿Cómo puedo enfadarme contigo? —vuelvo a mirarle y veo su sonrisa de nuevo, una sonrisa totalmente complacida—. Me haces sentir genial, tanto que no me importa el dolor de espalda. Eso sí, quiero levantarme.

Me levanto de encima suya y lo ayudo a ponerse en pie. Cuando ya estamos levantados, nos miramos, su lengua lame sus labios, una señal que da a lugar a un beso. Sonríe aún más ampliamente, quiere besarme aquí, delante de todos, sin vergüenza.

—Mejor vamos al coche —mira a los lados—. Tengo que cambiarme.

—Ya te has cambiado en la feria, ¿cuánta ropa te has traído?

—Suficiente para estar fuera una semana, por si acaso se nos va esto de las manos.

Me agarra de la mano y nos ponemos de camino hacia el coche, el cual está en el aparcamiento más cercano que hemos visto de dos plantas. Menos mal que había sitio en la entrada y no hace falta que nos adentremos tanto.

Llegamos al coche, abre el maletero y saca la mochila con toda la ropa. Seguro que la ropa que dijo antes está en el fondo, me tiene intrigado. Se quita la camiseta en mitad del aparcamiento y la mete en otra mochila en la que solo está la ropa mojada o sucia.

Se percata de que mis ojos están pegados en él y me mira con picardía.

—Sabes que me has tirado para verme sin camisa.

—¿Qué? ¡No! —niego rotundamente, aunque puede que un poquito de razón tenga.

—Da igual, cuando llegue a casa voy a ducharme. Y tú —se acerca tanto que nuestras frentes se juntan y nuestras respiraciones chocan—, vas a estar en esa ducha conmigo para darte tu merecido.

—¡¿Qué?! —repito en menos de medio minuto.

—Tú me tiraste a la fuente, tú sufres las consecuencias. O al menos las disfrutarás —roza sus labios sin llegar a besarme—. ¿Te ha quedado claro?

—Como el agua —me río internamente por la soberana tontería que estoy diciendo—. Ya sabes, está más claro que... el agua.

—Sí, ya... Un chiste muy malo en un momento así —se aleja mientras saca una leve sonrisa.

Termina de cambiarse y nos volvemos al parque igual, agarrados de la mano. Miro a mi alrededor mientras caminamos, los árboles dejando que sus hojas sean movidas por la leve brisa de verano y que brillen por la fuerte luz del sol. Necesito gafas de sol.

—¿Quieres saber qué hacemos aquí? —me pregunta de repente.

—Totalmente, me muero de la intriga.

—Estamos aquí para llenarnos de pintura —es solo decir eso y hablar en defensa propia.

—¡No me voy a echar un cubo de pintura en la cabeza!

—No, tranquilo. Vamos a jugar a eso —señala un lugar del parque y se puede observar una zona de paintball totalmente rodeada de verjas y mantas.

—¿Vamos al paintball?

—Así es. Quien gane hará lo que el otro diga, solo una cosa.

—Espera... Ya soy tu esclavo durante veinticuatro horas por lo de los espejos, si ganas tendré que hacer más cosas por ti.

—¿Acaso no es bueno?

—Te estás aprovechando del momento.

—Cosas así no pasan, querido. Venga, vamos a jugar, a ver quién recibe un disparo antes.

Nos acercamos a la entrada de paintball y pedimos dos entradas. Nos dejan entrar al pagar y nos hacen entrar en un lugar repleto de chalecos y armas a presión para hacer disparar la bola de pintura con toda la velocidad posible y hacer que tu enemigo se entere de que ha sido herido.

Nos ponemos la protección necesaria para no hacernos daño, cogemos un arma y nos vamos a la zona de combate, donde varias personas corren de un lado a otro, cubriéndose en las coberturas que les da una oportunidad de poder seguir en pie.

—Que gane el mejor, yo me voy con mi equipo —me guiña un ojo y se va a un lado, a lo que yo lo imito y me voy por mi lado.

Ya estando en la zona de inicio con unas cuantas personas, nos ponemos en guardia y nos dan la orden para empezar el asalto. Corremos hacia lo que es el centro de la pista y me quedo con tan solo un par de compañeros. Me cubro y miro con cuidado los alrededores. Veo a uno, apunto con velocidad y disparo. ¡Le he dado!

Me cubro de nuevo e intento ver a alguien más, pero no se puede. Alguien se pone a mi lado y mira el lado que yo no puedo vigilar. Me da un suave golpe y me señala un lugar en el que parece haber alguien cubriéndose. Asiente con la cabeza, creo entender lo que quiere hacer.

Me levanto y le apunto para disparar, mi compañero también y dispara a otra persona que me estaba apuntando. Disparo yo también y le doy en el hombro a mi enemigo.

Me da un par de golpes en el hombro y me hace señales para que le siga, así que me voy con él a pintar más traseros. Nos ponemos en una esquina y esperamos lo suficiente como para ver a otro y dispararle los dos. Ya tengo un nuevo amigo con el que jugar a esto cuando se pueda.

Ninguno de los que han caído tienen el cuerpo corpulento y fuerte de Lucas, me parece extraño, tampoco mi compañero tiene tal cuerpo, es como yo, delgado.

Nos seguimos desplazando y nos encontramos a quien quiero. Apunto, me preparo para apretar el gatillo, pero una voz nos detiene.

—No aprietes el gatillo, amigo —una voz gruesa y profunda aparece en nuestra espalda.

—Mierda —murmura por lo bajo mi compañero.

—¿Te esperabas que apareciera así, Kendall?

—Odio cuando haces eso, Oliver —ese nombre me suena, pero no creo que sea él, sin embargo su voz se parece mucho.

—Deja de apuntar a mi compañero y daros la vuelta —dejo de apuntar y hago lo que me pide.

Cuando estamos de cara a nuestro enemigo, creo tener una oportunidad. Sin decir nada a mi compañero, me agacho, le apunto, no le disparo, pero mi compañero lo hace por mí mientras se distraía conmigo.

—Mierda... He perdido —se quita la máscara y sonríe para su acompañante.

—Yo aún no he terminado la pelea, así que, si no te molesta, voy a ayudar a este chico a ganar la batalla.

—Me harías un gran favor, la verdad. Tengo que ser un esclavo por un día entero, no quiero hacer más cosas por esa persona.

—Está bien. ¡Vamos! —mientras su amigo se va, nos vamos corriendo por donde creo que se ha ido Lucas, si es que es él.

No lo divisamos por ningún lugar, por el megáfono nos dicen que somos tres contra dos y eso me pone más nervioso.

Seguimos caminando, pero esta vez en silencio por la noticia. Nos encontramos con otro y soy yo el que le dispara. Seguimos y vemos a un par juntos, aún no nos han visto, así que vamos a aprovechar el factor sorpresa.

Nos cubrimos y esperamos a que sus pasos se escuchen lo suficientemente fuerte como para asegurarnos de que no vamos a fallar ningún disparo.

Los oímos tan cerca que nos levantamos cuando ya ni están mirando en nuestra dirección y les disparamos a los dos varias bolas de pintura para que sepan de que con este pequeño equipo no se mete nadie.

Ya llenos de pintura, paramos y chocamos las manos. Se quitan las máscaras y veo que uno de ellos es Lucas, quien no da a crédito lo que ha ocurrido.

—Entrenado en el paintball bastante tiempo y acabo por perder por un adolescente como tú —se acerca con el arma en bajo.

Nos quitamos las máscaras también y le saco la lengua diciendo...

—Tantas series policíacas, videojuegos de acción y demás han funcionado para algo —río levemente.

—Bien jugado, amigo —dice mi compañero y justamente es quien recuerdo.

—Kendall... No te esperaba ver aquí, y ni en ningún momento.

—¿Sabes quién soy? —pregunta desconcertado mientras salimos de la pista.

—Te ayudé a echar a alguien en la fiesta de una amiga. Seguramente no te acuerdas porque estabas borracho.

—Creo que sé qué fiesta dices, pero no recuerdo quién eres.

—Tranquilo, lo entiendo. El alcohol hace cosas nefastas.

Llegamos a la calle y justo está Oliver, el amigo que casi consigue eliminarnos, bien guapo, con esa sonrisa de perla esperando a su compañero de viaje, porque de seguro están de viaje.

Al final, Kendall me da su número para hablar en algún momento que nos apetezca y quedar a tomar algo.

Nos cambiamos, salimos a la calle y, aún agarrados de la mano, nos vamos al coche para que Lucas me lleve a ese último sitio que quiere que visite con él.

La noche se alza en el cielo, la oscuridad iluminada por la luz lunar está llegando y la cita está llegando a su parada final. ¿Qué pasará?

Esto se pone muy interesante.

Esta frase desaparecerá al corregir los posibles fallos ortográficos.

-------------------

Nuevo capítulo y tan sólo faltan dos para terminar la cita como tal. ¿Qué va a pasar?

Capítulo dedicado a:
seriprint
MiguelAraujoLizarrag

Ya sabes, si quieres un capítulo dedicado solo tienes que pedirlo en los comentarios o por mensaje privado.

Con esto y un bizcocho, me voy a lo que sea que haga un Ángel Escritor :v

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top