Capítulo 27: Ya Has Vuelto
Unas cuantas fotos pueden mostrar un bonito pasado, pero el presente es el infierno y el futuro puede ser tan impredecible que puede hasta matarnos antes de tiempo.
Paso por la puerta del piso de Lucas y varios ladridos me reciben con alegría. Miro abajo y ahí está, el gran Yago, como lo echaba de menos. Me agacho a acariciarle y él se acerca aún más para lamer mi cara. Me hace cosquillas, extrañaba eso de este perro.
-Yago, te he echado tanto de menos...
Me levanto y camino un poco por la casa, observando el ventanal que tanto me gusta mirar. Las grandes vistas de Nueva York ante mis ojos. Lucas me envió otro mensaje que no he leído después del primero, aunque de seguro no es nada importante. Me acerco a la cocina y miro los cuencos de Yago, otra vez vacíos.
-Yago, Lucas no te cuida bien, ¿verdad? -ladra una vez, creo que me da la razón-. Ya te lleno los cuencos, si es que Lucas es un idiota en estas cosas. Torturando a un pobre perro inocente y inteligente. No tiene caso, hay que cortarle la cabeza.
Busco la comida de perro y la encuentro en el mismo sitio de siempre. Le relleno los cuencos de agua y comida y los vuelvo a dejar en su sitio. Se pone a beber y comer como loco, al final tendré que quedarme yo a Yago en vez de este loco de Lucas.
Nota mental, no dejar ningún perro a cargo de Lucas, no sería bueno. Venga, ha intentar hacer algo, que me aburro. ¿Qué hacer en la casa de Lucas que no sea ver la televisión? Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hay otra puerta que no he explorado. Me quedo pensando qué será, pero no se me ocurre nada, así que camino hacia la puerta y la abro de golpe, sin pensarlo.
Vaya, no sabía que Lucas tuviera una pequeña oficina en casa. Una mesa con un portátil encima y varios papeles que parecen ser importantes, ¿cuánto de importantes? ¿Me pongo en modo cotilla o respeto la privacidad del trabajo de Lucas? Mejor lo dejo a un lado y hago que no lo he visto. Me acerco a la pared, donde hay una pequeña librería con varios cuadernos, carpetas, libros y un álbum. Es un álbum familiar, de hace varios años, puede que hasta siga poniendo fotos de hoy en día de la familia, eso sería muy bonito de su parte.
Agarro el álbum, lo tiene un poquito polvoriento, debe de no haberlo tocado desde hace ya tiempo, no digo de hace años, no tiene tanto polvo. Me salgo de la oficina y me voy a la habitación de Lucas. Paso el marco de la puerta, el recuerdo ya no es tan fuerte. Menos mal, creía que mi cerebro explotaría por eso.
Me recuesto en la cama y me preparo para abrir el álbum de la familia Fariely. Me muero de ganas de saber cómo era Lucas de pequeño, puede que haya cambiado un montón o puede que se parezca a algún familiar, puede pasar de todo en estas fotos, como los horripilantes ojos rojos que parece que te miran y que es el demonio en una imagen o que te lanzará rayos láser en algún momento. Creo que me he pasado un poco.
Yago se sube a la cama y se pone a mi lado, preguntándome con la mirada. Abro el álbum y miro la primera imagen, una niña hermosa de ojos azules, aunque la cámara le hace tener una pizca de rojo, y un cabello castaño liso. La madre está detrás, abrazándola con una gran sonrisa en su rostro. Es una bella mujer, de cabello castaño rizado y ojos castaños, como los de Lucas, creo que ya sé de dónde ha salido la parte cariñosa de Lucas, aunque no conozca a la madre.
Paso la página y ahora veo a un bebé en brazos del padre. El padre tiene el cabello negro azabache y ojos azules, no sé bien cómo son por la calidad de la imagen. Paso la página y esta está mejor. Es de un niño un poco gordo, de cabello castaño y ojos castaños como el chocolate, este debe de ser Lucas, está muy cambiado hoy en día. Está montado en una bicicleta, su primera bicicleta al parecer, porque tiene las pequeñas ruedas atrás.
Paso varias páginas, todas las fotos son hermosas, en todas aparecen los padres y los hijos, incluso en varios años Lucas ha estado engordando un poco, me sorprende que lo estuviera hasta los diecisiete. ¿Cómo ha podido adelgazar tanto? La verdad es que estaba muy guapo de adolescente. Sonrío al volver a ver una foto. Él con su hermana, su brazo en su cintura y ella dándole un gran beso en la mejilla. Me encanta esta foto, simboliza el amor que tienen entre ellos. Ojalá Linda siguiera viva, así la conocería a fondo y le alegraría el día al tonto de Lucas. Lo insulto mentalmente con cariño, que quede claro.
Me siento cansado, no sé porqué, es algo extraño. Me tumbo en la cama y cierro mis ojos poco a poco, el libro se queda en mi estómago. Yago se pasea por la cama hasta quedarse al lado de mis pies, debe ser que quiere dormir conmigo también. Se me cierran los ojos completamente, dejando que el sueño invada mi cuerpo por completo.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
NARRA LUCAS
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Estoy un poco cansado de estar en el despacho de mi gimnasio. Esa silla acabará matándome, mi trasero cumplirá su venganza algún día, no sé cómo, pero lo hará. Aunque ahora esté sentado en mi coche, no es lo mismo. Los asientos de este coche son tan cómodos que puedo quedarme aquí por días sentado, incluso podría traerme los papeles aquí y trabajar en este sitio, aunque dudo que pueda con todo lo que tengo en la mesa.
Termino de aparcar el coche en la entrada de mi edificio y salgo para caminar hacia la entrada. El aire que ahora respiro para mí ya es tranquilidad. Paso por la entrada y me acerco al portero Miguel, tengo que recoger unas cartas, no son importantes, pero no me importa, mejor recogerlo ahora que tenerlo acumulado.
-Hola, Miguel, ¿alguna carta para mí?
-No, señor, pero ha venido ella.
-¿Ha venido? -asiente en silencio, que mal-. Y yo no estaba. Bueno, así no molesta.
-¿No te ha llamado?
-No, y es raro.
-Ya ves, seguro ahora te estará dando miedo de que te vaya a decir algo que te haga llorar.
-No, tranquilo, no pasará nada.
-¿Estás seguro? Mira que ella...
-No pasará nada -repito para convencerme a mí mismo más que a él-. Ahora, si no tengo ninguna carta...
-Las tiene Hector, las subió antes.
-¿Sigue en mi piso?
-Sí.
-Pues me voy ya a mi piso, que estoy un poco cansado.
-Claro, y tenga cuidado con esa mujer, me pone los pelos de punta.
-Pues te deberías ocultar para cuando vuelva.
Entro en el ascensor y pulso el botón de mi piso. Hablar de esa mujer nunca es una buena conversación, pero al menos ella tiene algo que me alegra y no estoy hablando de su sonrisa. Puede que hubiera sido un error estar con ella, pero ahora no pienso eso como un error, sino como medio error.
Las puertas del ascensor se abren y me voy a mi puerta, no se oye ningún sonido ni un ladrido por mi presencia. Qué raro, Yago siempre ladra cuando estoy en la puerta, siempre sabe cuando llego. Abro la puerta y entro, no veo a Hector, debe ser que se ha ido antes de que llegara, que mal.
Yago sale a mi encuentro y se pone a dos patas, apoyándose en mí con la lengua fuera. Esta reacción no es típica de él, debe de estar emocionado. Se baja y me muerde suavemente la pierna, no ejerce presión ni nada. Tira de la tela de mi pantalón, como queriendo decir que le siga.
-Vale, vale, ¿qué quieres?
Se pone a caminar a mi habitación, el cual está abierta, estoy seguro que la dejé cerrada. Camino hacia la puerta, cuando llego al marco de la puerta me llevo una gran sorpresa. Hector durmiendo en mi cama, con un libro encima. ¡Es tan lindo verlo dormido que ahora mismo lo abrazaría hasta matarlo!
Me acerco y miro el libro que tiene en sus manos. Es mi álbum de familia, seguro se ha partido de la risa por como estaba antes. Un momento... Si tiene el álbum es que ha entrado en mi pequeña oficina, y si ha entrado pudo haber visto los papeles de encima, los cuales son los pagos del gimnasio. Si los ha visto mi trabajo lo enamorará.
Cada vez que salía con un chico que me interesaba y hablábamos de mí, les decía que soy dueño de un gimnasio. Eso los enamoró por completo, solo por el dinero que gano. Yo no quiero ese tipo de amor, yo quiero uno real y sincero, uno en el que no te importe saber donde trabaja o si gana mucho o poquito. Lo que quiero es un amor basado en el corazón, en los besos, en el respeto, amor, cariño, en la sinceridad...
Esta es mi oportunidad, puedo hacerlo. Me acerco todo lo que puedo, me agacho poco a poco, sus labios están entreabiertos. Mi corazón me grita que lo haga, que aproveche cada momento que puedo besarle. Rozo mis labios con los suyos, suaves y delicados. Nuestras respiraciones chocan, tengo que hacerlo, porque si no lo hago me voy a morir. Beso sus suaves labios delicadamente, sin pasarme para no despertarle con brusquedad.
Veo como aprieta los ojos y los abre un poquito, se sorprende, pero no corta el beso. Lleva su mano a mi mejilla, eso me deja margen de intensificar un poco el beso. Me pongo encima y lo beso más intensamente, sin pasarse. Mejor parar antes de que vaya ha hacer algo de lo que pueda arrepentirme, no quiero ser tan rápido, pero es que sus labios me llevan a otro lugar, me hacen pensar distinto.
Al final dejo de besarle y le miro a los ojos, tan bonitos que me dan ganas de comerle entero. Me quito de encima suya y me siento al borde de la cama, sin parar de observar el libro que tiene encima con nervios. ¿Lo sabe o no lo sabe?
-Has cogido mi álbum -digo para romper este silencio, no es incómodo.
-Sí, entré a tu oficina porque estaba un poco aburrido. Espero que no te haya molestado.
-No me molesta, solo me sorprende que tengas el álbum.
-Tenía curiosidad por cómo eras antes, solo eso.
-¿Y? ¿Te parezco guapo?
-La verdad es que sí, te veo guapo en las fotos.
-Estaba gordo y un poco feo.
-¡Que va! Estabas muy guapo y darían ganas de abrazarte como un oso de peluche.
-Osea, que te gustaría que fuera gordo, ¿es eso?
-Yo no digo nada, tan solo digo que estabas guapo.
-¿Y ahora no soy guapo? -pregunto con una sonrisa en la boca, como me gusta fastidiarle un poquito, aunque no se fastidie.
-Eres guapo, en las fotos y ahora.
-¿Es que no te importa el físico?
-No me importa en absoluto.
-¿Si engordo treinta kilos me verías guapo?
-Como si engordas cincuenta, no me importa el físico.
-Lo pillo -me quedo pensando un poco, ya sé de qué hablar-. Oye, me he enterado de que vas al gimnasio ahora, ¿es cierto?
-Sí, lo es. ¿Cómo se entera todo el mundo?
-No sé. Bueno, ¿quieres hacer un sencillo ejercicio?
-Vale, por tal de hacer un poco de ejercicio hoy...
Nos levantamos de la cama y lo llevo al salón, donde tenemos más espacio para hacer el ejercicio. Le digo que se ponga en el suelo y hagas unas pocas flexiones, los hace sin problema, me sorprende. Ahora le digo que vamos ha hacer unas contracciones abdominales, así que se pone de espaldas, junta las piernas y se lleva las manos a la cabeza, aunque no es recomendable hacer eso. Le sujeto las piernas para que no las mueva y empieza ha hacer el ejercicio. Por ahora bien, lo hace muy bien, hasta que decide separar un poco las piernas para acercarse a mí de golpe, besarme y echarme encima suya. Me ha llegado desprevenido, pero me encanta que haya hecho eso.
Nos volvemos a besar en poquito tiempo, espero que no pare de hacerlo, aunque tendría que ser yo el que lo haga. Bueno, ya habrá momento de hacerlo, hay mucho tiempo.
-Lucas, la puerta -dice Hector, separándome de mis pensamientos en cuándo pillarle desprevenido-. Voy a abrir yo.
-Vale, yo voy a por un poco de agua fría.
Ha empezado a sudar un poco, aunque eso es bueno. Me acerco al frigorífico y saco una botella de agua fría, la cual dejé ahí hace ya un par de días. Debe estar más fría que el aire que pasa afuera.
-¿Quién eres tú? -me paro de golpe al escuchar esa voz.
-Eh, pues... -intenta contestar, pero le interrumpe.
-No me importa, vengo a ver a Lucas. ¿Está?
-Supongo. ¿Lucas?
Dejo un vaso de agua en la encimera y me acerco a la puerta, preparado para hablar con ella. Me pongo al lado de Hector y le digo que le he dejado un vaso de agua fría en la encimera. Asiente y se va, seguro que está notando las malas vibraciones que hay entre nosotros dos. Aquí está, mi error medio bien. Su pelo rubio ceniza liso que le cae hasta la espalda, debería de cortarse un poco las puntas. Sus ojos grises como la niebla infunden miedo a sus enemigos. Siempre va con ese pintalabios rojo cereza que tanto me provocó en su momento, siempre arreglada para cualquier cosa, incluso para tirar la basura.
-¿Qué haces aquí? -pregunto bruscamente.
-Vengo para hablar, ¿tienes un momento?
-Estoy acompañado.
-¡Me da igual, Lucas! Esto es serio. Tenemos que hablar.
Lucas... Esa mujer da miedo.
Jensen... ¿Qué estás haciendo ahora mismo?
----------------------------------------------
¡Hola a todos amigos y amigas de Wattpad! Aquí estamos, con un nuevo capítulo que os ha dejado con intriga sobre lo que tienen que hablar estos dos jajaja
Simplemente quiero daros las gracias porque las visitas han subido a 3K. No esperaba que esta historia llegara a esa cifra, pero bueno, es lo que hay.
¿Quieren saber a qué hora he terminado esto? Os lo voy a enseñar os guste o no.
¡Ay mi SANS! ¡Mi sensual Sans! Jajaja
Seguro varios saben de qué es, a esos les digo eeeh! Buena persona! Ya te amo! Es que Sans para mí es adorable, mirad esto.
Dioooooos!! O esto!
Vale, ya paro jaja, tan solo me he viciado a ver comics fandub de este porque es genial y gracioso, incluso el juego me vició. Ojalá tuviera ordenador para jugarlo.
Os retaría a que pongáis lo que tenéis como fondo de pantalla, pero sería un lío porque en Wattpad no se pueden pasar fotos por chat privado.
¡Tengo Facebook!
PedroLibro
¡Tengo Twitter!
Pedro100libros
¡Tengo Instagram!
Pedrolibros / pedroj16_99
¡Tengo Snapchat!
Pedroj17999
¡Tengo Tumblr!
PedroLibro
Espero que os haya gustado el capítulo, que Sans aparezca en mis sueños con esa pinta y...
¡Hasta el próximo capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top