Capítulo 18: Ternura
-Bien, creo que ya está -susurra el doctor por petición mía-. La herida no debe sufrir ningún golpe, aunque sea superficial se puede abrir. Así que ten cuidado.
-Lo tendré -hablo en su mismo tono.
Se da la vuelta para alejarse, pero dirige de nuevo su mirada a mí y la sonrisa que tenía hace unos minutos desaparece.
-¿Cómo estás después de lo de aquella mañana? -él fue con el que hablé para que me dijera el diagnóstico de mi madre, el cuál fue fatídico.
-Lo tengo un tanto superado -sonrío, pero sabe que mi rostro tan solo es una fachada que intenta ocultar el pequeño dolor interno.
-Espero que restes lo que te queda -sonríe y sale de la habitación haciendo el menor ruido posible.
Yo también espero restar de una vez todo lo malo que me queda, que el dolor por fin se vaya y me deje en paz con mi felicidad. Sé que es ya difícil por el simple hecho de que ya no sé cómo es mi padre tras las palabras de Terry. ¿De verdad mi padre fue así? No lo creo, tan solo mentía para que me quedara petrificado y me matara.
¡Yo no soy como mi padre! Mi padre era un poco arrogante y un tanto avaricioso, pero el cariño que nos tenía era inmenso. Ahora que lo pienso, puede que sí dijera la verdad. ¡Ya no sé qué pensar! Mi cabeza ya está dando giros como una lavadora. Solo tengo que mirar una cosa para mantenerme tranquilo.
Giro mi cabeza y centro mi vista en la otra camilla en la que están dormidos tres personas, en especial una niña pequeña que es una chica lista. Despacio, me levanto de la camilla y, con paso lento, me acerco a sus cuerpos dormidos que sueñan con cosas que desconozco.
Ya pegado a ellos, no puedo dejar de mirarlos. Sus respiraciones y sus leves ronquidos me hieren de ternura y la escena ya me mata. Los pequeño Aron y Cleo duermen encima de un cuerpo musculoso y hermoso llamado Lucas, que ronca como si nada hubiera pasado.
Sin despertar a los niños, intento despertar a Lucas, pero es difícil. ¡No te hagas ahora el difícil, Lucas! Lo intento despertar de nuevo y lo consigo por fin. Pestañea un par de veces, pero sigue con los ojos entornados. Al intentar pasarse la mano por los ojos, nota que sus brazos están bloqueados por los niños, quienes lo usan de almohada. Yo me río y me ve.
-¿Qué te hace tanta gracia? -sonríe y habla en voz alta, pero le hago una señal para que no despierte a los niños.
-La escena, me mata de ternura y a la vez me causa gracia porque no puedes liberarte de su agarre sin que se despierten. Por cierto, ¿cómo es que están aquí?
-Creía que era correcto traerlos. No quería que tu hermana se preocupara por ti.
-Te lo agradezco, al igual que todo lo que has hecho todo este tiempo.
-Ya me lo agradecerás en algún momento -me lanza una mirada pícara que me hace saber a lo que se refiere.
-No te va a ser fácil conseguir eso de mí. Sobre todo porque sigo confuso -mi sonrisa se borra en cuestión de milésimas.
-Lo sé, y aún espero que elijas entre los tres -vaya, no se lo había contado.
-La verdad es que ahora solo quedáis dos.
-¿Jensen y yo?
-No. Andrew y tú.
-No me puedo creer que dejaras fuera a Jensen antes que a Andrew. Me sorprendes cada vez más.
-Soy una caja de sorpresas.
-Me has quitado la frase de la boca. ¿Te han dado ya el alta?
-Todavía no -me pongo a acariciar un mechón de pelo de Cleo, su pelo suave me tranquiliza aún más-, pero el médico pronto vendrá para dármelo.
-Me alegro que estés bien. Cuando te desmayaste, me sentía muerto por dentro, como si creyera que te había perdido.
-Siento haberte hecho sentir eso.
-Pero ahora vuelvo a sonreír por verte -como no, vuelvo a sonreír por sus palabras-. Cuando el médico venga, nos vamos a ir a desayunar con los niños a aquella cafetería en la que estuvimos juntos.
-¿Nuestro favorito?
-¿También es tu favorito?
-Lo fue en cuanto lo visité.
-Pues iremos ahí y volveré ha hacer un pedido de los grandes, como antes.
-Si lo vuelves a repetir, te juro que te mataré -río muy flojo por los pequeños-. En serio, no quiero que hagas tal cosa.
-Lo hago por los niños. ¿Creías que lo iba ha hacer por ti?
-Pues... Sí.
-Es coña. Lo hago por todos y por tu recuperación -no puedo parar de morir de ternura con este hombre que al principio fue un dolor de cabeza incurable-. ¿Me puedes hacer un favor?
-Depende, ¿qué favor?
-Dame un beso, tus labios es lo que deseo en estos momentos.
Creo que puedo cumplirlo. Me agacho lentamente y rozo mis labios con los suyos. Su nuevo aroma a vainilla llega a mis fosas nasales y me hace pensar que ahora es más dulce que antes. El primer día fue un infierno, como todo aquél mes, pero ahora es algo de lo más tierno. Su dolor era lo que lo mantenía encerrado en un pozo oscuro de soledad, borracheras y drogas sin pensar en si mismo. Me alegra haber entrado en su vida así de golpe, porque sino puede que hoy en día no estuviera vivo.
Nuestros labios se separan y nuestros ojos se fijan en el otro. Este momento me es tan... ¿Cómo decirlo? ¡No tengo palabras! ¿De nuevo no tengo palabras? ¡¿Dónde está la conciencia cuando la necesitas?!
Al separarnos, unas risitas suenan en el pecho de Lucas. Nos miramos desconcertados, hasta que un canto nos saca de nuestro desconcierto.
-Lucas y Hector se besan bajo un árbol -ese canto en el que se unen sus voces nos hace reír y sonrojarnos.
Levantan sus rostros y se fijan en el hombre que usaban de almohada.
-Los pequeñajos han dormido tan bien que se han despertado a la vez, que sorpresa -se burla sacando la lengua.
-¡No somos "pequeñajos"! -se pone de rodillas Cleo en la camilla, cruzando los brazos.
Lucas se sienta en la camilla abrazando a su hijo.
-Entonces no querrás dulces esta mañana. Y yo que creía que todos éramos pequeñajos... Hay que excluirte del grupo.
-¿Tú también eres un pequeñajo? -me pregunta la niña.
-Lo soy -me acerco a ella y la abrazo, a lo que ella corresponde, pero se da cuenta de una cosa.
-¿Qué te ha pasado en el brazo? ¿Es por eso que hemos venido?
-No ha sido nada, tan solo un corte leve. Ahora nos iremos a desayunar a un lugar maravilloso, ¿vale?
-¡Sí! -alzan los brazos todos, pero yo no, por si acaso.
Nos pasamos el tiempo que no viene el médico hablando, riendo y haciendo caras tontas. Me alegra tener un momento alegre, aunque sea en estas cuatro paredes que presenciaron una pérdida que me destrozó, que me vieron llorar como nunca lo hice.
Después de unos minutos, el médico llega, pero no viene sólo. Un par de policías tras su espalda de aspecto serio están de visita por esta habitación.
-Hector... Estos dos policías querrían hablar contigo -asiento con la cabeza y me acerco a los dos policías.
Lucas sale conmigo después de las tres veces que le he dicho que se quedara con los niños, pero nada. Salimos al pasillo iluminado por el que pasan enfermeras y médicos con paso acelerado por alguna emergencia que tienen que tratar de inmediato. Yo, por mi parte, estoy nervioso de que alguno esté disfrazado y sea el sádico y psicópata de Terry, le lanzaré un bisturí al cuello si se me presenta la ocasión.
-Hector Clark, ¿no? -asiento de nuevo-. Estamos aquí para tomar declaración de los hechos, así que si nos puede decir quién le hizo esto...
-Sé exactamente quién lo hizo -los policías intercambian miradas.
-¿Quién fue? -pregunta la mujer policía.
-Terry Ashton.
-Así que ha sido él... Estamos en su búsqueda, pero es escurridizo. ¿Está seguro de que fue él?
-¿Que si fue él?
-No me habías dicho nada de ese tío, Hector -suelta Lucas sin venir a cuento.
-Luego te lo explico todo, Lucas -vuelvo mi atención al policía-. Esto más que seguro. Amenazó a mis padres por mensajes, le denunciaron, pero nadie lo encontraba. Semanas después mata a mi padre y quema la casa, me hace ver la muerte de mi madre al salvarla del incendio. Otras semanas después aparece y me amenaza con un cuchillo que me lanza. ¿Tan difícil es encontrarle?
-No tiene teléfono móvil ni nada con lo que podamos localizarlo -me explica el hombre.
-Hacemos lo que podemos -intenta tranquilizarme la mujer, pero esa frase ya está tan sobrevalorada...
-Pues a mí no me lo parece. Sigue ahí suelto, acechando, buscando el momento en el que me pueda matar. ¡Solo me quiere a mí! ¡Quiere que mi cuerpo deje de respirar y ustedes sin hacer nada! ¡Es un criminal en potencia y ni siquiera el FBI hace algo!
-Están saturados de crímenes.
-Me da igual, solo quiero vivir en paz, no quiero morir joven -son las últimas palabras que dejo salir por mi boca.
Se quedan callados y agachan sus cabezas, apenados por no cumplir sus palabras. Tras hacerme un par de preguntas más, se van por donde han venido y nosotros entramos de nuevo a la habitación. Han estado hablando entre ellos, aunque no sé qué tema de conversación habrán sacado mientras no estábamos.
Después de todo, el médico ya nos da el alta y nos salimos al coche de Lucas, con su rostro pensativo y preocupado. Parece ser que la mañana no va a ser muy relajante después de todo. Le agarro la mano que tiene en el volante mientras los niños miran por la ventanilla. Sus ojos se posan en los míos, así que aprovecho para darle un beso en la mejilla sin que los de atrás se dieran cuenta.
-Todo saldrá bien, ¿vale? -mi sonrisa se le pega.
-Te creo -y me hace feliz que me crea, porque yo pierdo la esperanza de que todo vaya bien-. Y ahora vamos a desayunar.
A desayunar... Me alegra oír eso.
Lucas... Gracias por estar a mi lado.
Andrew... ¿Se lo habrás contado ya?
Jensen... Mi conciencia quiere hablar contigo.
Esta frase se quitará al corregir los posibles fallos ortográficos.
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Hace ya tiempo que no hago una nota de autor jajaja
Bueno, antes que nada, no iba a poner una escena sexual entre Lucas y Hector, ya que en los comentarios de los dos capítulos anteriores que publiqué el mismo día pedían eso. Y como veis no tenía en mente eso.
Lo siento, pero no de va a aprovechar en estos momento jajaja no me matéis 😲
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Espero que les haya gustado y dejen su estrellita para confirmarlo.
¡Nos vemos!😘
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