Otra vez en un pasillo de hospital. Otra vez en un lugar que no quiero estar porque me recuerda a bastantes cosas, como a mi tía, como a Lucas. Andrew me ha tenido preocupado todo este tiempo, ya que no se ha puesto en contacto conmigo, no me ha mandado ni un mensaje, ni una llamada para hacerme saber que estaba bien, que todo pasará. ¿Es que acaso eso de que le gusto no era verdad? Por algo ha dicho a los paramédicos que soy su novio. Solamente habrá sido para que me dejaran entrar de una vez.

Sigo esperando y la espera me mata. Andrew ha llegado en bastante mal estado. Estaba sangrando por todas partes, moretones por todo el cuerpo, costillas rotas, pierna dolorida, nariz probablemente partida... Muchas cosas que sé por la simple vista, ya que cuando te dan con una vara de hierro pues duele mucho. Normal, es hierro. Varias enfermeras salen y entran a la habitación de Andrew, me tiene muy preocupado eso, ya que eso significa que está necesitando muchas cosas para estabilizarlo y que no quede a cero la máquina de las pulsaciones.

Mi móvil no ha parado de sonar en todo este tiempo, lo he mirado y es mi madre, pero no estoy para hablar con nadie ahora mismo, ni siquiera con mi madre, aunque seguramente ya habrá ido la policía para avisarles de que estoy aqui. Antes, un médico me miró el moratón que me hizo la mujer esa loca, me ha dicho que mientras no me la toquen que se recuperará pronto y que tome unas pastillas para el dolor, muy efectivo este médico.

Todo el mundo sale de la habitación de Andrew con gotas de sudor en la frente, mostrando el duro trabajo que han tenido que hacer para estabilizarlo. Me asomo por el marco de la puerta y lo observo con ojos abiertos como platos. Está conectado a un montón de cables por todo el cuerpo, tiene una pierna escayolada y una venda en la mano. ¿Habrá opuesto resistencia? Seguramente sí y eso habrá sido peor.

-¿Familiares de Andrew Hamilton? -resuena una voz en el pasillo y salgo del marco de la puerta.

Me acerco a él hasta quedar a unos pasos de distancia, sé que lo que diga será doloroso, pero más lo habría sido perderlo.

-¿Eres su hermano o algo? -me pregunta con el ceño fruncido.

-No, yo soy su... novio -o lo digo o no hay información.

-¿Y su familia? -mira a mi espalda y no encuentra a nadie.

-No lo sé, al parecer nadie ha venido y eso me parece aún más extraño.

-Da igual, te lo diré a ti. El señorito Andrew tiene las costillas rotas, una de las piernas rotas que tendrá que estar inmovilizada durante tres semanas, graves moratones por todo el cuerpo y hemos podido extraer la bala del hombro, pero se recuperará pronto el hombro. Ha sufrido varios golpes en el craneo, pero por suerte no ha sido algo grave. Lo que sí había sido grave fue la falta de sangre en el cuerpo. La verdad es que es un milagro que siga vivo. Se tendrá que quedar aquí como mínimo un mes.

Mi cara ya debe ser la preocupación total. ¿Todo eso es lo que le ha pasado? Ya me parece bastante increíble por así decirlo.

-¿Está despierto, doctor?

-Por ahora no por un desmayo que ha sufrido por la falta de sangre. Tendrás que esperar a que despierte.

-¿Cuánto podría ser eso?

-Tú vuelve mañana y verás que estará despierto.

-Eso espero, doctor. Eso espero.

Me despido del doctor y me muevo por los interminables pasillos de este hospital, viendo como la gente entra en las habitaciones de sus conocidos, de sus seres queridos. No puedo seguir en un hospital, pero estoy aquí por Andrew, porque algo me acerca a él y que me hace querer cuidarlo. ¡Otra vez pena no! No quiero sentir pena por Andrew, por ese hombre super sexy que se ha enamorado de mí y que quiere estar a mi lado, él me lo dijo.

En medio del pasillo me vuelve a sonar el móvil, estoy harto. Pero, ¿y si es Jensen? Miro la pantalla y sí, es él. ¡Es él! Contesto la llamada con nervios, aunque no debería tenerlos ya que es mi mejor amigo.

-¿Si, Jensen?

-Hector, querría saber si puedes venir a mi casa ahora, no sé, para que pruebes los juegos.

-¿Los juegos se podrían posponer? Estoy bastante exhausto.

-Sí, no pasa nada. Otro día.

-¡Jensen! ¿Me harías un favor?

-¿Cuál?

-¿Podrías venir a por mí y llevarme a casa, por favor? Estoy muy lejos.

-Claro, no hay problema. ¿Dónde estás?

-En el hospital.

-¿Y qué haces ahí? ¿Sabes qué? Mejor voy a por ti y hablamos de esto en persona.

La llamada se corta y entonces me siento sólo, rodeado de gente desconocida. En mi mente aún se mantiene el recuerdo de Andrew sangrando y, al recordar eso, me viene a la mente Lucas, en la cama, sangrando, viendo cómo las muñecas las tenía cortadas... Tengo que salir por aire fresco. ¡Tengo que salir de aquí! Corro por el pasillo sin importarme el que vaya a chocar con alguien, ya que si no llego cuanto antes a la calle pues como que me voy a volver loco y empezaré a gritar.

Me tropiezo con un médico, con un par de enfermeras, incluso con una enfermera que empuja una silla de ruedas vacía hasta llegar por fin a la calle. El aire frío me golpea la cara, pero los pensamientos siguen en mi cabeza, me matan, me atormentan, me quieren torturar, me quieren hacer gritar... Me cubro los oídos al percibir voces que susurran cerca, muy cerca.

-Parar. ¡Parar!

-Hace tiempo que no me visitas, Hector -susurra la dulce y melodiosa voz de mi tía, pero que ahora es vacía y fría-. ¿Ya no te importo?

-No, no es eso.

-Me has hecho daño, Hector -dice ahora la voz grave de Lucas, pero ahora suena muy grave y triste-. Yo te quería, para mí eras especial. Pero ahora veo que me he equivocado en cómo eras.

-No, no, por favor. Que paren esas voces -estoy empezando a alzar la voz, estoy por explotar en llanto, por llorar bien fuerte y gritar sin parar hasta que me dejen esas voces en paz.

-Y ahora yo, Hector -no, por favor-. Me dejas sólo en este hospital durante todas las vacaciones de invierno. Sabes que mi familia no vendrá, ¿por qué me haces esto? ¡Vuelve!

-¡No! ¡Para! ¡No puedo aguantarlo más! ¡Iros! ¡Dejadme en paz! -me meneo como un loco, un loco que ya no puede pensar con claridad sobre las cosas, un loco que ha perdido la cordura un poco, ya no sé qué hacer.

Sigo gritando y meneando mi cabeza hasta que unos brazos me aprietan contra un cuerpo que golpeo y que seguramente mojo con mis lágrimas.

-¡Suelta! ¡No lo aguanto!

-¡Tranquilo! Tranquilo -cada vez que va suavizando la voz, las voces van desapareciendo poco a poco, se van yendo a alguna parte de mi mente-. Tranquilo -me pone de rodillas en la dura acera y me pone la cabeza encima de su hombro.

Sin aguantarlo más, rompo a llorar aún más, todo lo que tengo dentro por estas pocas cosas que en tan poco tiempo han pasado en mi vida. Mojo el hombro de la camiseta, no le molesta en lo más mínimo. Me acaricia la espalda de una forma tan suave que me tranquiliza aún más. Cuando ya me siento mejor me separo y lo miro a la cara.

-Gracias, Jensen -me sueno la nariz y me levanto con su ayuda.

A mi alrededor la gente nos está mirando raro, tal vez creyendo que estoy loco o tan simplemente sienten pena y tristeza por mí, por haber llorado tan fuerte. Están en su derecho de pensar como quieran, yo no les diré cómo deben pensar de mí. Pasa su dedo delicadamente sobre mis ojos y me quita las lágrimas que habían aún. Se lo agradezco bastante con un abrazo, uno que diga mucho en un gesto. Me corresponde al abrazo y entonces nos vamos a su moto, la cual está aparcada mal, ya que de seguro me habrá visto y la habrá dejado así para correr hacia mí lo antes posible. Debería saber él que si deja así la moto se ganará una buena multa.

Nos subimos a la moto y Jensen empieza a dirigir la marcha hacia mi casa, el único lugar en el que quiero estar.

-¿Qué ha pasado ahí, Hector? -me pregunta al parar en un semáforo.

-Pues... He empezado a escuchar voces. Voces de personas que me duelen.

-Entre esas personas no estará tu... tía, ¿no?

-Está.

-Vaya... Siento oír eso. Sé que aún te duele la ausencia de tu tía porque ha sido para ti una persona muy importante en tu vida, pero tienes que olvidar, dejar de lado todo eso y empezar a mirar por delante, no en los seres de arriba.

-Jensen, no es tan fácil -el semáforo se pone en verde-. Si tú supieras lo que estoy sufriendo últimamente te quedarías con la boca abierta.

-Seguramente sí, aunque tampoco estaría tan seguro en eso.

-Suenas como si quisieras hacer una apuesta sobre eso.

-Sueno como que te voy a intentar ayudar a olvidarla.

-No lo intentes, con el tiempo se olvidará.

-Pero, ¿y si necesitas ayuda para eso? Aveces hay que dejarse ayudar para una buena causa.

-¿Tu causa cuál es?

-¡Mentes Hector! Ayuda a que la mente de mi mejor amigo Hector quede libre de males y te llevarás una cafetera.

-Menuda cosa. No tendría para comprar cafeteras, y tú menos.

-Lo sé, para eso está la palabra "huir". Busca esa palabra en el diccionario, te será útil.

Llegamos a mi casa y me doy cuenta de una cosa, que no llevamos los cascos puestos. Nos hemos concentrado tanto en hablar y en lo que me ha pasado en la mente que no nos hemos acordado de los cascos. Bueno, al menos no nos ha visto la policía. Me bajo de la moto y le doy las gracias a Jensen por traerme, ya que si no me hubiera llamado aún seguiría ahí gritando como un loco sin control.

Se despide y me dice que en dos días me recoge para ir con él y sus padres a París, la ciudad del amor. Aún me pregunto el porqué nos vamos a París. ¿Tendrá familiares ahí? No lo sabré si no voy, será un viaje inolvidable. Saco mis llaves y abro la puerta sin hacer ruido, por si acaso alguien se está echando una siesta. Cierro y me equivoco en la siesta. Oigo voces provenientes de la cocina, se escuchan a mis padres conversar sobre algo. Me acerco y pongo la oreja para escuchar algo.

-...lo ha estado haciendo. Sabes que está loco -se escucha a mamá-, ¿por qué no haces algo?

-Porque de todas formas no valdría la pena. Ya he denunciado a ese tío, solo falta cruzar los dedos para que no haga una locura. Tarde o temprano pararán a Terry.

¿Terry? ¿El ex compañero de mi padre? Dejaron de trabajar juntos cuando mi padre fue ascendido antes que su amigo. Él había empezado a trabajar antes que mi padre, daba todo su esfuerzo en sus ideas, pero todo en vano. Se conocieron y se hicieron buenos amigos, hasta el día del ascenso. Subieron de cargo a mi padre, y eso parece que no le gustó, pues empezaron a discutir en esta misma casa y no era bonito de oír.

Hago algo de ruido y aparezco por la cocina como si no hubiera escuchado nada.

-Ya he vuelto.

-¡Oh, mi Hector! -exclama mi madre y se acerca a mí con preocupación-. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

-Me duele la costilla, así que nada de abrazos y tampoco toques.

-Tranquilo, no te tocaremos. La policía me lo ha contado todo, eres un héroe.

-No lo soy, mamá, tan solo paré los pies a esos desagradecidos.

-Aun así eres un héroe. Será mejor que te vayas a tu habitación y descanses.

-Sí, será lo mejor, estoy exhausto -le doy un beso a mi madre-. Te quiero, mamá.

-Y yo a ti, hijo.

-A ti también, papá.

-Descansa -me dice con una sonrisa.

Subo las escaleras y entro a mi habitación. Con cuidado me tumbo en la cama y empiezo a cerrar un poco los ojos. Sé que el sol aún no ha tocado ni el horizonte, pero necesito descansar hasta el próximo día, lo necesito de verdad. Cierro los ojos completamente y dejo que el sueño me invada por completo.

Andrew... Menos mal que te vas a recuperar.
Jensen... Estoy deseoso de ir contigo a París, ¡no lo aguanto!
Lucas... Lo siento.

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¡Nuevo capítulo! Es bastante resumido y un poco corto a mi parecer, pero no sabía qué más añadir.

Sé que dije que el concurso que hice lo iba a quitar, pero al final no ya que alguien ha acertado en lo que me pasó. Los capítulos eran el 6 y 12 y ha adivinado las cosas. Bueno, lo ha intentado un montón, pero da igual.

¡Ganador de mi primer concurso!
Diiegolannister

Lo prometido es deuda, lo malo es que esta persona aún no ha escrito nada, pero me ha dicho que a lo mejor escribe algo para hacerme sufrir tanto como le hago sufrir con esta historia que no termina. ¡Te tengo dicho que será largo!

El próximo capítulo ya será la ida a París, serán varias partes cortas, bastante cortas que os sorprenderéis.

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¡Hasta el próximo capítulo!
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