Capítulo 16: No Hacía Falta

-Gracias por traerme de vuelta, chicas -les doy las gracias, ya que quería quedarme un día más en la playa con ellas, es lo menos que se merecen por haberlas hecho creer que estaba muerto.

-A ti, cariño -me lanza un beso la rubia mientras que la pelirroja se despide con la mano-. Ya tienes mi número en el papel, así que nos vemos.

-¡Vale! -al final se acaban por unir a los coches de la carretera, desapareciendo entre el montón con facilidad.

Mi maleta en mano, el aire pesado de los coches, el ruido urbano de todos los días, ya estoy en casa. Observo el edificio en el que vivo últimamente, sonriendo por haber estado fuera un tiempo, disfrutando del verano.

Lucas no fue a por mí, ya que pude hablar con él por el móvil de Sofia. La tarjeta de mi móvil contenía su número, así que ha sido una suerte tremenda. Jensen y los demás se fueron en el autobús de vuelta con los demás, mientras que yo me quedé con el par de locas fiesteras un día más para aprovechar un poco más el tiempo.

Eso sí, tuve que dormir con la rubia en la misma cama, no fue incómodo,así que un plus que nos hemos llevado. Respiro hondo y paso bajo el marco de la puerta de entrada. Lo primero que veo es el pasillo limpio y al portero Miguel embobado al móvil. Seguro es la novia, me río ante mis insinuaciones.
Me acerco a él y golpeo la barra que nos separa, sobresaltando al chico que se encarga de la entrada. Me mira con una chispa de odio que se va calmando.

-¡Casi me cago encima! -exclama furioso.

-Lo siento -me disculpo ante mis risas-, es que te vi embobado y he aprovechado.

-No lo vuelvas a hacer, si no soporto las películas de terror, voy a soportar esto.

-Te prometo que no lo volveré a hacer. Ahora dime, ¿hay alguna carta de Lucas o mía?

-No, las ha recogido hoy todas -eso me reconforta.

-¿Está en casa? -pregunto curioso.

-¿Que si está? Ha venido la arpía con una sonrisa que no se la quitaba ni el mismísimo diablo, y aún no ha bajado.

-A lo mejor sí ha bajado y no te has enterado.

-No, créeme, estaría atento ante el sonido de sus tacones.

-Está bien, pues voy arriba, esta maleta tiene que vaciarse.

-Ten cuidado con esa mujer, te puede destrozar el alma con tan solo una mirada fija.

-Eso es que no me conoce -digo seguro de mí mismo.

Agarro mi maleta y me voy al ascensor, al que llamo, me meto y me voy al piso en el que vivo. Lucas no se ha quejado en ningún momento sobre nuestra convivencia juntos, eso es bueno y me alegro que no le moleste. Aunque si algún día se molesta pues nos tendremos que ir a la casa que tenemos comprada. Aún tengo que ver si es verdad esa caja de los recuerdos familiares que tanto decía mi madre en mi sueño.

Las puertas del ascensor se abren y me pongo a caminar por los pasillos ya conocidos por mi persona. Cuando llego a estar a un par de metros de la puerta, un grito sale de detrás de ella.

-¡¿Vas a quitarme la custodia de ver a mi hijo?! -ese grito es de Lucas, lo reconozco.

Me apego a la puerta y pongo la orea, por el grito noto que es algo muy importante.

-Me voy a mudar para trabajar en Seattle y quiero que nuestro hijo se quede conmigo.

-No te darán la custodia, el niño elige, no tú.

-Soy su madre, tú eres el padre que engañó a su mujer para estar con un chico.

-Lo dejamos por mi depresión.

-Ah, sí, es por eso, pero también por tu orientación.

-Aron es pequeño, tiene a su padre aquí y a sus amigos también.

-En Seattle hará más -responde con dureza.

-Solo quieres al niño para que te pague la pensión, es lo único por lo que lo quieres.

-No te voy a decir que estás equivocado, porque en parte es cierto.

-No quieres a tu hijo, nunca lo has querido.

-Estuvo dentro de mí nueve meses, he sufrido por traerle al mundo, le quiero más de lo que crees.

-¿Y por qué no le haces caso en ningún momento?

Ahí hay un silencio amenazante, la pelea la está ganando el hombre.

-¿Quién te ha dicho eso?

-Nuestro hijo.

-Se inventa cosas.

-No se inventa nada, porque entonces no me diría que se tenía que cocinar algo en los días que estabas mirando la televisión, que se quemó, que en vez de curarle y darle mimos lo dejas ahí... Nunca le has querido.

-¡Estupideces! -grita ella ahora-. ¡Me voy a llevar al niño te guste o no!

-¡Lucharé por la custodia!

Los tacones resuenan por la casa, al igual que se oye algo romperse contra el suelo. De repente, la puerta se are y me deja ver a la mujer de cabello rubio ceniza que tanto odio, tan solo me la encontré una par de veces, cuando vino a dejar al pequeño Aron. Sus ojos grises como la niebla me intentan intimidar, pero solo sacan mi lado oscuro. Esta mierda se va a prender.

-Hector -dice mi nombre en forma de saludo brusco.

-Melani -hago lo mismo, teniendo la mirada de Lucas puesta en mí.

-¿Nunca te han dicho que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

-Últimamente las cosas que me dicen no las cumplo, sobretodo si la conversación va contigo.

-Eres una persona muy mala, no eres apto para cuidar de una cría.

-¿Acaso me has visto en mi lado bueno?

-No me hace falta. Dime, ¿ya te has acostado con Lucas? Es por saberlo, sería algo a mi favor.

-No te vas a llevar a Aron de Nueva York.

-Puedo y lo haré. Por cierto, bonita hermana que tienes -se va a pasar por mi lado, pero la detengo del brazo.

Yago sale por la puerta y gruñe tras de mí. Melani y yo nos miramos desafiantes, como si dos monstruos estuvieran a punto de matarse en una batalla épica.

-Suéltame -me ordena.

-No vas a ganar la custodia, no te mereces a Aron.

-¿Acaso tú sí?

-Lucas es mejor que tú como padre, no como tú, que no le haces ni caso y solo lo jodes más. En cambio, con Lucas, es feliz. El niño hablará, tú no ganarás.

Le suelto el brazo ante su ceño fruncido y se va haciendo el máximo ruido posible con sus tacones. Los gruñidos de Yago cesan al desaparecer la arpía por la esquina. Meneo mi cabeza de un lado a otro, deshaciendo mi lado oscuro que, al parecer, no ha salido tan fuerte como para arrancarle el pelo a cachos.

Me meto en casa ante la atenta mirada de Lucas y la bienvenida de Yago, que consiste en lanzarse a mí y lamer mi cara.

-Yago, ya -intento ordenar, pero me hace cosquillas con su lengua en mi mejilla.

-No sabía que llegarías ahora -me dice acercándose más a mí.

-Iba a avisarte, pero por el camino Sofia se quedó sin batería.

-Entiendo...

-¿Dónde está Cleo? La he echado de menos.

-¿Y a mí? -se queda a unos centímetros de mis labios.

Voy a contestar, pero una voz chillona hace que nos apartemos.

-¡Hermanito! -corre hacia mí y me da un fuerte abrazo al subir su cuerpo entre mis brazos.

-¿Qué tal, hermanita? ¿Te ha cuidado bien nuestro querido Lucas?

-Sí, ha sido genial.

-Luego te cuento yo -me dice el hombre de al lado.

-¿Me has echado de menos? -me pregunta la pequeña.

-Muchísimo -miro a los dos, dando a entender que los he echado de menos-, ¿y tú a mí?

-Muchísimo más -alza los brazos y me abraza por el cuello-. No te vuelvas a ir.

-¿Tan malo ha sido que me fuera unos días?

-¡Mucho! -exclaman los dos a la vez.

-Vaya, pues no lo volveré a hacer -dejo a la pequeña en el suelo-. Bueno, voy a deshacer la maleta -les digo y me pongo a caminar hacia mi habitación.

Ya dentro, abro la maleta y lo primero que saco es el cargador, aunque ya puede que no lo utilice por el simple hecho de que no tengo móvil. Me compraré uno sencillo, pequeño, que no cueste casi nada. Empiezo a sacar la ropa cuando un abrazo por la espalda me sobresalta, es el karma, he asustado a Miguel y ahora me toca a mí.

-Me alegra que ya estés de vuelta.

-Y yo -sonrío y le acaricio la mejilla.

-¿Te cuento lo que hemos hecho Cleo y yo?

-Venga, me tenéis en ascuas.

-Primero fuimos con mi hijo al centro comercial para estar en la bolera, Cleo nos ganó -río por ello-. Luego fuimos a ver una película y nos regresamos. Cuando mi estúpida ex volvió por él -escupe con odio-, nos quedamos sólos. Nos emborrachamos a helado y al día siguiente nos dolió la barriga.

-¡Al final sí vas a engordar unos cuantos kilos! Así te podré abrazar como un oso de peluche.

-Tampoco te ilusiones -carcajadas a montones-. Luego nos fuimos por ahí a pasear y a comprar unos churros con chocolate, no nos importó, jugamos a la consola y nos matamos a movernos por el sensor de movimiento.

-Deja que adivine, ganó Cleo.

-Tiene muchísima más energía.

-Tiene más energía de la que crees -rozo algo de la maleta, casi se me olvida-. Ah, toma -saco el sobre con el dinero y se lo devuelvo-. Tu dinero.

-No te has gastado nada, sabes que eso lleva a un castigo.

-Me he gastado un billete, que era lo que dijiste -saco la pequeña bolsa y se lo enseño-. ¿Quieres un chicle?

-Eso no vale. Y yo que quería llevarte a mi cama y darte lo que tanto estamos deseando -susurra a centímetros de mi rostro-. Eso me recuerda una cosa. Quédate aquí.

-No me iba a ir, tengo que deshacer la maleta.

Se va de la habitación y me deja tan solo un momento con Yago, quien me mira con la cabeza inclinada y la lengua fuera.

-¿Y tú qué miras? -pregunto burlón, con una sonrisa en el rostro-. No te voy a dar chicles, no es bueno para ti -un gemido de súplica, no me va a convencer-. Si no pides chicles, cuando cenemos carne, te doy un buen trozo. ¿Trato hecho? -me agacho y le pido la pata, con lo inteligente que es, me da la pata-. Bien, ahora fuera -le pido, a lo que me hace caso.

Después de un minuto, Lucas aparece en la habitación con las manos en la espalda. Si ha recordado algo pensando en el castigo que quería hacerme, no debe ser nada bueno lo que lleve en la espalda. Tras sonreír y estar en silencio un minuto, por fin enseña lo de su espalda.

-Un regalo, ya que se te ha estropeado el otro -una caja en la que muestra el nombre del móvil me hace llevarme las manos a la boca.

Me siento en la cama y él se pone a mi lado, poniendo la caja en mis muslos. Un móvil de alta gama como este no debe ser para mí, yo no quiero algo tan caro en mi posesión.

-Yo... Lucas, te debe de haber costado un montón.

-El dinero no me importa.

-Ya, eso se nota, pero no hacía falta que me compraras uno, y menos uno de gama alta.

-Para ti, lo mejor. Sé que lo cuidarás muy bien y que no le harás ningún rasguño.

-Yo... Yo no...

-No digas nada y deja que te compre cosas, es mi forma de agradecerte que estés aquí para ayudarme -se acerca y me da un beso suave en los labios, mis lágrimas están a flor de piel por la emoción de que alguien como él me esté comprando algo así-, y para darme una oportunidad para que te conquiste.

No hablo, no digo nada, solamente lo abrazo por el cuello y dejo que un par de lágrimas caigan libres sobre mis mejillas. Esto no me puede estar pasando a mí, aún estoy en el hotel de la excursión, esto tan solo una mitad sueño, mitad pesadilla. ¿Acaso esto es real?

La verdad, es que no me importa mucho. Solo quiero intentar ser feliz.

Lucas... No hacía falta.
Jensen... Espero que el regreso haya sido bueno.
Andrew... Te hablaré pronto.

Esta frase se quitará al corregir los posibles fallos ortográficos.

---------------------------------
Ahora yo os pregunto una cosa, ¿queréis un apartado en el que los personajes más fundamentales de la historia estén en un grupo de WhatsApp? Es algo así como un capítulo lleno de humor para vosotros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top