Capítulo 14: Sin Cruzar Miradas

*-*NARRA LUCAS*-*

Salimos del edificio en el que vivo, el que ha presenciado el beso que lo decidía todo para mí, para esta amistad que estamos teniendo Hector y yo. ¿Somos amigos aún? Debemos de serlo, porque sino no estaría ahora conmigo, habría huido como hacen en las telenovelas esas que no veo para nada, no me gustan, ¡pero enganchan! Subimos a mi coche y pongo la primera marcha, las calles de Nueva York están siendo bastante molestas ahora, ya que voy a trabajar y demás.

Conduzco lo más rápido posible, pero los coches no avanzan, el semáforo está en rojo desde hace ya un buen tiempo. Miro de reojo a Hector, está mirando por la ventanilla, mirando hacia la nada, pero pensando en todo. Al final el beso no ha sido una buena decisión, ha sido lo peor que he podido hacer durante todo este tiempo que llevo recuperado. Si antes he intentado no derrumbarme ha sido porque a lo mejor podría tener alguna oportunidad con él, que puede ser todo un malentendido.

El semáforo se pone en verde y sigo conduciendo. Observar a este chico y ver que no me mira, que ni me dirige una simple mirada de reojo me mata, me destroza el corazón, me parte el alma. No he hecho caso a la razón, sino al corazón y eso ha sido un paso erróneo del corazón. Ya no sé si volver a confiar en el corazón, haré más caso de la razón.

Quiero hablarle y saber si me perdona por lo ocurrido, ¿le hablo? ¿Me va a ignorar? Ya no sé si hablarle, si dejarle su espacio para que piense y procese lo que ha pasado, hasta yo tengo que reflexionar.

De lejos se ve el aeropuerto, el lugar donde nos espera April, mi psicóloga. Así ya puede volver a darme sesiones, las necesito bastante. Creo que voy a hablarle, tengo que hacerlo o el trayecto será bastante largo.

-Em... Oye, Hector... Sobre el beso...

-No digas nada, Lucas -me interrumpe-, no quiero hablar

-Lo entiendo, pero ya sabes que lo estaba deseando, que lo quería sacar de dentro de mí.

-Sabía perfectamente que querías hacerlo, que tus ganas se aumentaban por cada segundo que notabas tu corazón palpitar de golpe, que deseabas rozar mis labios con los tuyos... Lo sabía perfectamente.

-Pues si lo sabías, ¿por qué venías a mi casa todavía? ¿Por qué no dejaste de venir y te fuiste de fiesta con tu novio de la moto?

-Uno: no es mi novio. Y dos: porque tenía que cuidarte, tenía que vigilarte para que no hicieras ninguna tontería como la de cortarte las venas, que, por cierto, se me viene un potente flash de ti sangrando que me duele la cabeza cuando paso por la puerta de tu habitación.

-Yo... Lo siento si te he hecho sentir así, siento que tengas ahora ese recuerdo en la mente. Pero no mirarme no es una buena idea, hay que dejar las cosas claras ahora mismo. ¡Te acabo de dar un beso! ¿No ha significado nada para ti eso?

-Lucas... Por favor, no sigas, no quiero hablar de esto y ya está.

-¡No, no voy a parar de hablar! Quiero que me respondas a una cosa. ¿Has sentido algo especial en ese beso? Dímelo -frunce el ceño mientras mira por la ventanilla, sus hombros se tensan-. ¡Dímelo!

-¡Para el coche! -grita con todas sus fuerzas-. ¡Para de una vez!

-¡Responde!

-¡PARA! -paro al lado de la autopista y baja del coche.

No habla, no dice nada, sale y se va andando por el lado contrario del aeropuerto. Respiro para tranquilizarme, pero no puedo. ¡Tengo que hacerlo! Sé que está enfadado, pero necesito hablar con él, no dejar las cosas así. Me bajo del coche, con cuidado de que no venga un coche y me atropelle, y corro hasta parar a Hector de los hombros. Se zarandea, no me deja tocarle, pero le doy la vuelta y lo vuelvo a besar.

Se aparta de golpe y me da una cachetada en la mejilla que duele bastante. Para no parecer fuerte da unos buenos golpes. No me muevo, no muevo la cabeza, ese golpe ya me ha marcado bastante. Ha rechazado uno de mis besos, eso ya duele bastante y me muestra lo que de verdad siente.

-¡Eres un imbécil! ¡No lo entiendes! Yo solo estaba contigo porque quería cuidarte, vigilarte para que no hicieras ninguna estupidez, pero ya veo que ha sido un error haber ayudado a April con esto. ¡Eres mi amigo! Y por culpa de tus deseos no te puedes ya ni controlar. Dices que soy tu droga sin ni siquiera conocerme a fondo. Solo sabes lo que he perdido, lo que me gusta, pero no me conoces totalmente. ¿Cómo puedes besarme sabiendo que solo soy un favor de tu psicóloga? ¿Cómo?

Sigo con la cabeza de lado, los coches pasan sin hacernos caso, sin mirarnos a los dos. La mejilla... La siento arder por el golpe. Unas lágrimas se asoman por mis ojos, queriendo salir de una vez. Todo esto ya no tiene sentido, pero no puedo dejar de sentir esto por él. Es un chico especial, lo veo en sus ojos. Aunque ahora puede que lo que vea es mi imagen siendo rechazada, no quiero ver eso.

-Tienes razón, no te conozco completamente. Pero no hace falta eso para besar a alguien como tú. Eres un chico especial, lo he visto siempre, incluso cuando estaba borracho. Un duro recuerdo apareció en mi mente, eras tú en la discoteca, mirándome con preocupación. Ese recuerdo apareció de golpe, así que se me va a quedar para siempre en mi mente, nunca la olvidaré. Estos días que me llevas cuidando me has ayudado bastante con el tema de mi hermana, me has ayudado a seguir adelante, con eso basta para saber que eres de un corazón grande, ese corazón que es imposible encontrar hoy en día. Por eso te quiero, por eso te quiero besar, por eso te quiero tener conmigo siempre, por eso eres mi droga.

Giro mi cabeza lentamente, deshaciendo las lágrimas de mis ojos. Lo veo y no me gusta, está llorando, no me gusta que llore. Me acerco, pero cuando doy un paso él da dos. No quiero que se aleje, no quiero que me tome por un monstruo.

-Por favor, vamos a por April, nos está esperando.

-No puedo, no mientras en el coche estés tú.

-Venga, hazlo por April, por la chica que hará que te separes de mí. Porque sé que cuando ella llegue a su casa ya no me volverás a ver en la vida, no me volverás a ver porque... Porque...

No puedo decirlo, no quiero decirlo, no es lo que siente mi corazón, no es lo que quiere. Sin decir nada más, se va al coche y se sube. Ha funcionado. Me subo yo también al coche y sigo conduciendo hasta llegar al aeropuerto, donde en la salida nos espera April, parece que se esperaba que estaríamos justo aquí. Salgo del coche y recojo su maleta para guardarla en el maletero. Se sube al coche y por la ventanilla de atrás puedo ver que April y Hector hablan, pero no se le vuelve a poner esa sonrisa al chico que tanto quiero tener en mis brazos.

La he cagado, lo sé, no puedo volver al pasado y parar al Lucas del beso. Ojalá las máquinas del tiempo existieran, entonces volvería al pasado y me frenaría antes del incidente. Cierro el maletero y me subo al coche, justo paro la conversación con mi presencia. Por el retrovisor veo a April, hermosa, de cabello rubio dorado, ojos azules oscuros como el fondo del mar y un cuerpo de cien sobre cien, aunque le falta pecho. Ella también me mira por el retrovisor, se le nota muy preocupada por el silencio que se ha provocado al subir al coche.

-Chicos, ¿pasa algo?

-Nada, April. No pasa nada -se le nota en la voz que está dolorido, que algo malo le pasa por la mente.

-Lucas, ¿qué tal todo? ¿Estás mejor?

-Lo estaba, pero ha ocurrido algo que ahora me mata.

-Lucas... Hector... -nos mira a los dos, no sabe qué decir-. Os he echado mucho de menos, estaba deseando volver a veros. Y justo cuando llego hay un problema, o tal vez varios. Lucas, hablaremos más tarde -me dice y entonces ya sé de qué será.

Ya nadie habla, así que me pongo a conducir hasta la casa de April, donde la dejaré junto con Hector y ahí le diré lo que de seguro está deseando escuchar. Por la autopista me voy fijando de reojo a Hector, quien no para de mirar la ventanilla, mirando los coches pasar al otro lado y también los que adelanto.

Llegamos a la casa de April, seguro está deseando tumbarse en su cama, mirar su casa, mirar desde el balcón la ciudad de Nueva York... Ha echado de menos todo de aquí, seguro. Llegamos a un edificio muy alto, no sé cuántos pisos tiene, nunca lo he mirado en el ascensor.

Todos nos bajamos del coche. Hector se queda quieto en la puerta del edificio, mirando al suelo, como un alma que no dice nada. Abro el maletero y le doy el equipaje a la señorita April, la que nos ha dejado solos durante un mes, un mes que ahora se tomará en el olvido. Cierro el maletero y me acerco con ella hasta la puerta de su edificio, donde Hector sigue mirando al suelo. No puedo aguantar que mire al suelo tanto tiempo, es como si estuviera pensando en miles de cosas a la vez, como si pensara en algo que le duele, o puede que varias cosas.

Le pido a April que hoy no me dé ninguna sesión, que otro día será.

-Está bien, ¿es por Hector? -me pregunta lo más obvio.

-Puede... Quiero que hables con él y lo calmes.

-¿Qué ha pasado, Lucas?

-La he cagado, solamente eso. Ahora entra, déjame un momento con él a solas.

Asiente y entra por las grandes puertas del edificio de ladrillo gris y ventanales en cada piso que pueden mostrar por la noche el interior, si la luz está encendida. Me acerco decidido y con el corazón roto a Hector. Las palabras que me van a salir no son del corazón, pero tampoco de la razón. Solamente soy yo, sin sentimiento alguno ahora. Cuando estoy a un par de pasos de él, le acaricio la cabeza, entonces levanta la mirada y noto que sus ojos están rojos, pero ya no hay lágrimas. Sus ojos son inexpresivos, en los pocos días que lo llevo viendo no lo he visto así jamás.

-Hector... Yo... Quiero hablar contigo de nuevo.

-No quiero hablar -su voz está apagada, no quiero que se sienta así de apagado el chico que me gusta.

-Solo quiero disculparme por haberte gritado antes, no era mi intención. Solo quería saber si sentiste algo en ese beso que te di, pero se me fue de la cabeza y acabé por dejar salir mis gritos.

-Ya no importa.

-Claro que importa, te he agobiado tanto que has querido salir del coche. Entonces he pensado en una cosa que lo decidirá todo.

-¿El qué?

-Ya... No nos volveremos a ver -abre los ojos de sorpresa, la chispa de sus ojos se apaga aún más, algo en su interior debe de romperse, algo que no me quiere decir y que por tanto lo entiendo, ya que la he cagado de una manera bastante grande-. Si con mi presencia te hago daño es mejor dejarte sólo y que disfrutes de tu amigo, seguro él te hace muy feliz.

-Lucas...

-Así que mejor me despido de ti por última vez -camino al coche, llego hasta la puerta del conductor y la abro mirando a Hector por última vez-. Adiós... Hector.

Subo al coche y enciendo el motor. Aprieto el acelerador ante la atenta mirada de Hector sobre el coche, el cual no va a volver a ver por mi miedo a que le pueda hacer daño otra vez. No quiero eso, no quiero que sufra por mi culpa. Mientras conduzco, varias lágrimas se forman en mis ojos. Paro en un semáforo en rojo y empiezo a llorar y a golpear el volante, con toda la fuerza que tengo para desahogarme. No quiero llorar, pero él consigue hacerme llorar.

Llego a mi edificio, mi casa, donde me quedaré un buen tiempo llorando hasta dormirme, soñando con ese chico cuando en realidad quiero olvidarlo para no sufrir yo. Ahora todo para mí está perdido, el amor ya no vendrá a mi puerta, ya no vendrá a mi lado, ya no me rozará la mano. Ya no me verá a los ojos.

Jensen... No puedo pensar.
Andrew... No puedo pensar.
Lucas... No sé qué me pasa.

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Una pequeña despedida entre estos dos chicos que algo sienten entre ellos, pero Hector tiene que seguir explorando su vida, seguir viviendo y dejar el sentimiento de lado. ¿Conseguirá dejar el dolor a un lado y disfrutar de las vacaciones de invierno? Esperemos que sí.

Bueno, nadie ha votado en Twitter y nadie ha comentado en el anterior capítulo quien queríais que narrase. Tenía dos capítulos preparados, uno narrado por Lucas (que es este) y otro por Hector (este pero en su perspectiva). Así que como nadie votó pues he publicado el que yo quería, el que mejor me ha salido.

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En el próximo capítulo narrará Hector y aquí os dejaré un poquito con la boca abierta, ya que habla con April, la psicóloga. Es hora de que la amiga haga de psicóloga con su gran ayudante y mejor amigo.

¡HASTA EL PRÓXIMO CAPÍTULO!

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