Capítulo 1: Mudanza




-Empacaste puros libros

Isabelle Lightwood se movió hacia otra caja, por el cuarto de su hermano mayor y la abrió. La habitación estaba llena de cajas por todo el piso, las paredes eran de color blanco, un closet en la pared y aún no había ni cama, ni muebles. Izzy resopló y pasó una mano por su largo cabello negro, sin dejar su gracia en el movimiento.

-Alec ¿Hay alguna caja que no contenga libros?-casi gruñó

Alec rodó los ojos; los cuales eran de un azul profundo, con el cabello igual de negro que el de su hermana, y fue su turno de resoplar. Porque de seguro si iba a la habitación de Izzy estaría llena de cajas y cajas con zapatos y ropa, ya que su hermana tenía un serio problema con una adicción a las compras, y él a la lectura, además de que no le importaba en lo más mínimo la ropa.

-La cena está lista- se escuchó la voz de Jace desde la puerta- mamá ordenó comida china, asique sigan acomodando sus cosas despues

-Bien, ya vamos-contestó Isabelle- y en cuanto a tus libros- dijo a Alec- necesitamos conseguirte con mucha, mucha urgencia una pareja

Alexander la ignoró y salió de la habitación, ella lo siguó. Bajaron las escaleras hacia el comedor. En la mesa estaba sentado Max, un niño de nueve años, con el cabello negro, y grandes gafas. Al lado izquierdo de él, una mujer, Maryse Lightwood, y al derecho Robert Lightwood. Jace tomó asiento al lado de Maryse y al lado de él se sentó Isabelle. Por suerte la mesa si había llegado, en el camión de mudanzas. Ahora tenían que esperar que llegaran los demás muebles.

Robert observó detenidamente a Alexander sentarse junto a él, frunció los labios en señal desaprobatoria.

-Siéntate derecho, Alexander- él obedeció

Isabelle miró a su padre con reproche, pero si este notó la mirada ni se inmutó.

-Aprovechen su última semana de vacaciones, porque luego deben volver a clases-comentó Maryse- la escuela no es lejos, son unas cuatro cuadras, y...

-¡Ugh!-gruñó Jace- ¿Podemos hablar de algo que no sea la escuela?

-No,- dijo tajante Robert- lo digo enserio, este año no quiero problemas, Jonathan, y de tu parte tampoco, Isabelle

Izzy y Jace eran unos problemáticos en la escuela en la que estaban anteriormente, su reputación con todos los profesores era un fiasco, mientras Alec era el "niño bueno", o al menos así le decía Jace, y Max aún era demasiado pequeño, pero era más parecido a Alec, leía, era tranquilo, y maduro. Lo bueno es que ahora sus hermanos tenían la oportunidad de partir de cero. El único lado bueno de haberse mudado.

Sus padres llegaron un día con la noticia de "Nos vamos a mudar" y en ese momento se desató el caos ya que según Jace el acababa de batir el record en su escuela de más detenciones en un mes, y Izzy estaba en proceso de "conocerse" con el mariscal del equipo de futbol, Izzy y Jace siempre buscaban llamar la atención, lo cual les resultaba muy bien.

-Sí, este año nos comportaremos- replicó Jace, casi escupiendo las palabras-¿Ahora podemos dejar el tema de la escuela?

-Como sea-murmuró Robert- Alexander, mañana quiero que vengas conmigo a la empresa, como jefe ahora tengo más responsabilidad, y quiero que tu aprendas también a ser más responsable, si vas a hacerte cargo de la empresa en el futuro quiero que estés bien preparado, iremos temprano asique vete a la cama cuando termines

-¡¿Mas responsable?! ¿Es enserio?- el tono de Isabelle era frio cuando hablaba con su padre- Por si no lo notaste Alec es la persona más responsable de todo el planeta tierra

Antes de que Robert contestara algo a eso, Alec habló

-Te acompañaré

Izzy entrecerró los ojos en dirección a su padre, Alec notaba que a Isabelle le molestaba que su padre fuera tan perfeccionista con él, que buscaba el más mínimo error que Alec tuviera para echárselo en cara y que lo cambiara. Siguieron comiendo en silencio, por parte de Izzy, parecía molesta, muy molesta, y era obvio que se estaba conteniendo.

Cuando todos terminaron de cenar Alec se fue a su habitación, para irse a dormir, su cama aun no llegaba asique tendría que dormir en el suelo en algún saco de dormir. Isabelle entró sin molestarse en tocar la puerta. Se sentó a su lado en el piso.

-Si no quieres ir, no deberías-dijo ella

-¿Quién dice que no quiero ir?-inquirió tomando su cepillo de dientes de una caja, y caminó hasta el baño

-Tu expresión-indicó- yo creo que si le dijeras a papá que no quieres ir, él lo entenderá, sé que no quieres desilusionarlo, pero tienes que dejar de pensar en los demás, y pensar en ti. Pensar en que es lo que TU quieres.

-Yo estoy bien con esto, está bien, solo... solo necesito acostumbrarme al ambiente, estoy cansado Izzy, voy a dormir, ha sido un largo día. Buenas noches

-Buenas noches- contestó ella y salió de la habitación

Alec caminó hasta el baño y se lavó los dientes, y la cara. Mañana sería un largo día.

(...)

Alec despertó y al ver la hora, se hubiera caído de la cama, si hubiese estado en una. Sintió un dolor no muy profundo en la espalda, obviamente por dormir en el suelo, por suerte ese día le enviaban la cama. Volvió a fijar su vista en la hora esperando que sus ojos le hubieran engañado, pero no, eran un cuarto para las seis de la mañana, su padre le dijo que tenía que estar abajo a las seis en punto. No entendía porque la alarma que puso no sonó, le restó importancia. Se levantó ignorando lo que le pedía su espalda y fue al baño, se duchó en diez minutos, eligió cualquier atuendo, se lavó los dientes y bajo corriendo las escaleras.

Su padre estaba sentado solo, con un café en la mano, leyendo el diario, vestido con un traje formal de trabajo, luciendo intimidante. Alec pasó una mano por su cabello echándolo hacia atrás, intentando que no luciera tan desastroso. Caminó hasta la mesa, y se sentó junto a su padre.

-Llegas tarde-indicó Robert, sin levantar la vista del periódico- la puntualidad es muy importante, en el horario laboral, puedes estar jugándote un puesto importante, o podrían despedirte si llegas tarde, como ahora. Dije a las seis en punto, tienes que aprender a ser más puntual.

Alec observó el reloj en el piso que aún no había sido colgado, eran las seis con tres minutos. Esos tres minutos de retraso no merecían una llamada de atención, pero era su padre, y así era él.

-Lo siento- murmuró bajando la mirada- no sonó la alarma

Robert dejó el periódico en la mesa y caminó hasta la puerta, le indicó a Alec que hiciera lo mismo. Después de conducir por quince minutos Robert se detuvo en un gran edificio. Se bajó y le entregó las llaves a la persona encargada de estacionar los autos. Él también se bajó del auto siguiendo a su padre.

Al entrar miró todo el lugar, los vidrios sin una mancha, transparentes y limpios, el lugar amplio, y las paredes pintadas de blanco. Alec mordió su labio inferior nervioso. El lugar era intimidante, como si solo cometer el mínimo error costara tu vida, quizás por eso su padre quería que él fuera tan perfecto, pero siempre terminaba siendo un desastre.

-Pudiste elegir un mejor atuendo- dijo su padre caminando a su lado, escaneándolo de arriba abajo con una expresión de desaprobación.

Bajó la mirada para contemplar lo que traía puesto, y evidentemente pudo elegir algo mejor que un suéter negro, que le quedaba un poco grande y deshilachado en las mangas, unos pantalones negros sueltos, desteñidos, y para el horror de cualquier persona con gusto a la moda, unas zapatillas deportivas. Definitivamente siempre acababa siendo un desastre.

-No soy bueno eligiendo ropa- murmuró, sin dejar de ver sus zapatillas.

-Me di cuenta- comentó Robert, entrando al elevador seguido de su hijo.

Cuando llegaron al piso caminaron por un largo pasillo. Donde varios trabajadores saludaban a su padre con respeto, he incluso un poco de miedo, o se sentían intimidados. Y a Alec lo miraban con estupefacción, no sabía si era por su apariencia, o porque jamás habían visto a algún adolecente en su vida.

-Disculpe- se escuchó la voz de una chica, o más bien una mujer joven- señor Lightwood- dijo ella, mientras caminaba a donde estaban él y su padre, era una mujer hermosa, de cabello negro hasta la cintura, como el de Isabelle, con tacones altos, y unos ojos oscuros como la noche, le sonrió a Alec con cortesía y siguió hablando con Robert- el señor Blackthorn está esperándolo en su oficina, trajo los contratos, pero pidió hablar primero con usted, para que todo estuviera bien con sus condiciones

-Voy enseguida, gracias Elena- ella le sonrió y se fue por el pasillo, meneando sus caderas-Alexander- se volteó hacia él- estaré una hora en reunión, asique puedes ir a dar una vuelta a la ciudad, no te alejes mucho, hay una librería por aquí cerca, si quieres puedes entretenerte ahí, pero te quiero aquí en una hora, no más ¿Queda claro?

Alec asintió y observó como su padre se perdía por el pasillo. Caminó nuevamente hacia el elevador, había veces que su padre lo sacaba de quicio, tenía que admitirlo, se apoyó contra la pared metálica y marcó el piso uno. Cuando llegó al piso uno salió casi corriendo del edificio, no soportaba ese tipo de ambientes, era sofocante. Caminó por la vereda y se quedó mirando por unos segundos la librería, pero no tenía ganas de leer, más bien tenía hambre, su padre no le dio tiempo de desayunar, no se dio cuenta o no le importó.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top